divendres, 26 de juliol del 2013

Por favor, señor Rajoy, deje de burlarse de los ciudadanos

Carlos Enrique Bayo

Ahora ya no sólo se trata de que incumpliese todas sus promesas electorales (del estilo: “cuando gobierne, bajará el paro”), ni de que también violase cada uno de sus compromisos (como el de bajar impuestos, que ya ha roto en unas 30 ocasiones), sino sobre todo de que el presidente del Gobierno se burla de la ciudadanía al anunciar una esperpéntica “solicitud de comparecencia” al presidente de las Cortes: “…para dar mi versión, que creo que es importante que los españoles la conozcan (…) lo sustancial ya está dicho, este es el momento adecuado para que yo aclare dudas que legítimamente tiene mucha gente y para que yo haga una explicación de cosas que puedan generar dudas”.
¿Su “versión”? ¿No era todo mentira, “salvo algunas cosas”? Basta con que enumere esas pocas “cosas” y a continuación detalle las verdades que explican lo que “legítimamente” no acabamos de entender casi nadie.
Por ejemplo, ¿cómo es que el (ahora) desaprensivo Bárcenas se pasó veinte años anotando meticulosamente donativos ilegales al PP y sobresueldos en negro a su cúpula, si todo eso era falso? ¿Cómo puede ser que en todo ese tiempo nadie en su partido se apercibiese de las aviesas intenciones y actividades delictivas de tan relevante correligionario? ¿Por qué lo ascendió usted personalmente de gerente a tesorero y después puso la mano en el fuego por él, cuando ya estaba entre los imputados de la trama Gürtel? ¿Qué motivaciones tenía cuando autorizó que siguiera cobrando un sueldo astronómico del PP, cotizando a la Seguridad Social y con despacho propio en la planta noble de la sede nacional, mientras el partido afirmaba públicamente que había cesado toda relación laboral con él?
En fin, ¿a qué se refería, concretamente, cuando le envió un SMS a Bárcenas, después de que se conociesen sus multimillonarias cuentas en Suiza y de que se publicasen sus apuntes de la caja B del PP, asegurándole: “hacemos lo que podemos”? ¿Cuándo y por qué dejó de ser su hombre de confianza y de darle apoyo en público y en privado?
Pero no son únicamente esas “cosas” las que “pueden generar dudas”, a decir de usted. En absoluto. Hay muchísimas más, como las que expuse en un artículo anterior sobre lo que es indubitadamente falso de lo que su partido, usted mismo y los miembros de su Gobierno han estado afirmando hasta hace muy poco, a menudo en sede parlamentaria, en contra de toda evidencia y del más elemental sentido común: ni “el señor Bárcenas dejó el PP en 2009” (Montoro, el 23 de enero), ni sus papeles son “fotocopia de una fotocopia de unos apuntes manipulados con enormes lagunas y ya desmentidos” (González Pons, el 4 de febrero), ni era en absoluto cierto lo de: “No tiene nada que ver con el PP” (Alfonso Alonso, el 17 de enero).
¿Va a contestar en sede parlamentaria por qué los más altos responsables del partido y del Gobierno han aseverado una y otra vez “cosas” que eran falsas a todas luces? Por supuesto, empezando por la célebre “indemnización simulada en diferido” de su secretaria general, María Dolores de Cospedal, y por sus propias famosas “dos palabras” plasmáticas: “Es falso”.
Usted, su Gobierno y su partido han engañado a todos los españoles en esas ocasiones y muchas más, como la insistencia del ministro Montoro en que Bárcenas “no está en la lista” de la amnistía fiscal, algo que desmintió el propio interesado ante el juez.
Así que, ¿cómo vamos ahora a creernos sus negaciones, si no es capaz de dar argumentos que den explicación razonable, coherente y plausible de todos estos despropósitos? ¿Cómo puede exigir a electores y parlamentarios que den por buena, sin más pruebas que la verifiquen, su palabra no razonada ni sustentada en hechos?
Más aún, ¿cómo puede aducir, a estas alturas del escándalo que ya trasciende fronteras: “Lo sustancial ya está dicho”? ¿Cómo puede sostener, sin empacho, que “el momento adecuado” para aclararlo todo es el 1 de agosto, después de pasar en silencio durante medio año de continuas revelaciones incriminatorias?
Por favor, señor Rajoy, deje de burlarse de los ciudadanos.