divendres, 24 de gener del 2014

Ahora entiendo los ataques al juez Castro y a la Agencia Tributaria

José García Abad

Ecos de S.A.
 
En lo único que Mariano Rajoy fue claro en su entrevista en Antena 3 fue en sus manifestaciones sobre la infanta Cristina. En lo demás estuvo como acostumbra escurridizo como un pez.
El presidente hizo una excepción a la cantinela habitual, suya y de su Gobierno, de evitar comentarios sobre actuaciones judiciales, limitándose a expresar el respeto a las mismas.
Es la respuesta que formula cuando le preguntan sobre Gürtel o Bárcenas y la financiación ilegal del Partido Popular.
Sin embargo al ser preguntado por Gloria Lomana por la infanta se saltó su habitual prudencia insinuando con gestos y palabras que sabe algo que los demás desconocemos. Y, puede decirse, que está haciendo lo posible para que el juez Castro se estrelle.
“Creo que las cosas le irán bien”, aseguró con la sonrisa traviesa, de quien ha tomado cartas en el asunto.  Y añadió: “Estoy convencido de su inocencia, de momento solo ha sido llamada a declarar”.
Y a la pregunta de si debe renunciar a sus derechos dinásticos, respondió con un tajante “no”. A pesar de que, sea condenada o no, ha quedado probada la conducta poco ética, escasamente ejemplar de la infanta.
Podrá asegurar ésta, aunque no la creamos, pues es “la infanta lista”, que no sabía nada de los chanchullos de la entidad sin ánimo de lucro Nóos; que su esposo no le informaba a pesar de su participación en la sociedad; que desconocía el trasvase de dineros a la sociedad patrimonial Aizoon; que no le sorprendía  la compra del palacete de Pedralbes…
Pero lo que no puede negar es que ella misma cargaba a la sociedad sus gastos particulares, desde la peluquería al supermercado.
Si, por la presión gubernamental sobre gente de la Agencia Tributaria los engaños al fisco no llegan a delito – se necesita para ello defraudar 120.000 euros – es evidente que los fraudes ya detectados son reprochables y no responde a la ejemplaridad que se exige a la Familia Real.
Sin ejemplaridad la monarquía, que no tiene poderes pero si privilegios, que tiene un alto contenido simbólico y ejerce funciones de alta representación del Estado, no tiene justificación alguna.
Tras la frase de Rajoy y la forma de pronunciarla, casi la chulería de quien dice aquí estoy yo para arreglar el asunto, entiendo la increíble actitud del fiscal Pedro Horrach que ha llegado hasta el insulto al juez Castro en defensa de la infanta.
Lo que no entiendo es la actitud de Eduardo Madina, secretario del Grupo Parlamentario Socialista, quien aseguró ayer en el parlamento que no cree que se haya producido una “injerencia” de Mariano Rajoy. Aunque matizó, razonablemente, que no dispone “de la información que parece que el señor Rajoy tiene”.
La Fiscalía, que funciona con criterios de disciplina, pero que se supone tiene que ejercer con independencia está dando últimamente muestras evidentes de de quién depende.
El fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce que hasta hace poco había extremado las precauciones para aparentar la independencia del Gobierno parece que ya no persiste en el intento.
Proliferan las críticas de algunos fiscales; la última la de los fiscales del Tribunal Constitucional en torno a la prohibición de Torres-Dulce de que prosperen los recursos de represaliados por Franco.
José García Abad es periodista y analista político