diumenge, 28 de febrer del 2016

Cinco meditaciones sobre un Gobierno imposible

ANTONIO AVENDAÑO 


1. COMO EN LOS NOVENTA




La saña con que el Partido Socialista y Podemos se atacan en Andalucía tiene un precedente inequívoco: la saña con que se atacaban socialistas y comunistas en los años 90, cuando el sueño de Julio Anguita de sobrepasar al PSOE por su izquierda parecía al alcance de la federación fundada por el exalcalde de Córdoba. Podemos es el heredero natural de aquel sueño de Anguita, aunque con la ventaja incomparable de que esta vez el ‘sorpaso’ sí parece posible… al menos en España. No lo es, en cambio, en Andalucía, donde la distancia entre ambas formaciones es por el momento insalvable, aunque bien podría dejar de serlo si en unas elecciones adelantadas a junio el partido de Pablo Iglesias aventaja al de Pedro Sánchez, lo cual, por primera vez en la historia de la izquierda española, no es en absoluto imposible.
2. NO SON SOLO NEGOCIOS




La última batalla de esta encarnizada guerra, cuyas hostilidades se desencadenaron con ocasión de la investidura de Susana Díaz en la primavera de 2015, tiene como marco el 28-F, día de Andalucía. Los reproches desde Podemos al PSOE y viceversa están yendo más allá de lo que es habitual entre adversarios políticos; se advierte en ellos un encono que parece personal más que propiamente político, y en realidad lo es: y no tanto por las malas relaciones personales entre Susana Díaz y Teresa Rodríguez, que también, como sobre todo porque se trata de un enfrentamiento de familia, que suelen ser los peores porque lo que en ellos se dirime es personal, no solo negocios.
Podemos y el Partido Socialista pertenecen a la misma familia política de la izquierda y ambos llevan en sus genes las huellas de una guerra ideológica y civil que dura ya cerca de un siglo. ¿Por qué no ocurre lo mismo entre Ciudadanos y el PP? Tal vez porque la derecha es más pragmática y cuando se pelea encarnizadamente lo hace por intereses, no por ideales.
3. SOBREACTÚA, QUE ALGO QUEDA




No es verdad, como asegura el PSOE-A, que Podemos quiera romper España o dejar la financiación andaluza en los puros huesos, pero tampoco es verdad que esté “inventando fantasmas” que no existen, como afirmaba ayer Sergio Pascual.
A su vez, no es verdad, como asegura Podemos, que a Susana Díaz lo único que le interesa son sus peleas internas con Pedro Sánchez, pero tampoco lo es que los líos socialistas le son ajenos.
Lo interesante de los reproches que se hacen ambos partidos no es que sean verdaderos, sino que van bien orientados. Los dos saben dónde hacer daño al otro y en ello están. Ahora bien, los socialistas tienen con respecto a Podemos una ventaja que puede ser determinante en el desenlace de la batalla: los problemas internos del Partido Socialista en general y de Sánchez y Díaz en particular son embarazosos pero no insalvables, nada que no pueda arreglarse si cada cual sabe recuperar el sitio que le corresponde y respetar el sitio y el peso –muy importante esto del peso– que le corresponde al otro porque así se lo ha ganado, no porque se lo han regalado.
4. LAS BANDERAS LAS CARGA EL DIABLO




Los problemas de Podemos son de mucho mayor alcance y envergadura. En realidad, de tanto alcance y tanta envergadura que no tienen solución. No es que Podemos quiera romper España, es que está atrapado en el marco político y conceptual del soberanismo catalán y en su exitosa –y muy arriesgada pero no disparatada– idea del ‘derecho a decidir’. El drama de Podemos es que si renuncia a esa bandera de la autodeterminación perdería decenas de miles de votos en Cataluña pero apenas un puñado en Andalucía o en Madrid: esa bandera ni suma ni resta (de momento) al sur del Ebro, pero es determinante al norte del río grande.
Podemos es primera fuerza en Cataluña gracias a esa bandera, de manera que si renuncia a ella dejaría de serlo y, a su vez, el sueño del ‘sorpaso’ se alejaría irreparablemente. Empieza a verse que el precio que Podemos ha pagado por tener 70 diputados es demasiado alto porque le impide crecer en el resto de España: el PSOE andaluz lo sabe y por eso lo ataca por ahí.
5. UNA FUNCIÓN QUE NADIE QUERRÁ PERDERSE




La guerra PSOE-Podemos es verdadera, pero muy incierta. Cada día más. Por eso empieza a ser tan arriesgado para Podemos una repetición de elecciones. Por eso empieza a ser tan evidente que Pablo Iglesias no quiere pactar con Pedro Sánchez aunque diga una y otra vez lo contrario. Por eso empieza a ser tan evidente que Pedro Sánchez tampoco puede ni quiere –aunque en diciembre sí quisiera– pactar con Iglesias.
La reunión prevista entre IU, Compromís, Podemos y el Partido Socialista, cuyo muñidor parece haber sido Alberto Garzón, va a ser puro teatro: lo importante no será el ‘no’ que está cantado que va a salir de ella, sino el modo en que ese ‘no’ será escenificado. Será muy interesante ver esa función. Nadie que haya estado atento a los ensayos va a querer perdérsela: para un espectador atento resulta enternecedor el modo en que Pablo Iglesias sigue simulando que habrá un Gobierno con Pedro de presidente y él de vicepresidente: ¡por supuesto que el líder de Podemos sabe de sobra que no lo habrá¡ Lo sabemos todos, Pedro también, por supuesto. Antes del Comité Federal de diciembre Pedro Sánchez quería pero no podía pactar ese Gobierno, pero ahora, además de no poder, ni siquiera quiere: ha comprendido que sería una operación de altísimo riesgo para el Partido Socialista y para él mismo. Y para España, añadiría Susana Díaz.