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dimecres, 12 de setembre del 2018

dilluns, 2 de juliol del 2018

UNA FOTO PER AL DEBAT


Un col·laborador m’ha fet arribar aquesta foto.

D’entrada dir-vos que no és Amposta, però ho podria ser, ja que aquí també se donen casos similars...

Què penseu?:

Censura?

Guerra de ideologies?

Incivisme?

divendres, 27 d’abril del 2018

Abraçada mariana

ANTÓN LOSADA

L’«abraçada mariana» engrandeix la seva llegenda letal i invencible. L’arma política favorita de Mariano Rajoy, matar-los a abraçades, sense una mala paraula ni una bona acció i deixant-los que ja se suïcidin ells sols, ha tornat a demostrar la seva eficàcia. Avui mig PP es deu estar preguntant com han pogut estar defensant un personatge tan imprudent i insubstancial com Cristina Cifuentes, mig més li deu estar reconeixent a Rajoy el mèrit que té governar amb aquesta tropa sense que tot s’ensorri en qualsevol instant, i tots deuen estar d’acord que no podia fer cap altra cosa; com amb Francisco Camps, o Rodrigo Rato, o Esperanza Aguirre.

El final de Cifuentes no el precipita el ja clàssic vídeo de celebrity enxampada robant a l’hipermercat, només l’executa. Rajoy ja l’havia sentenciat la vigília amb una de les seves letals frases: «El que li hagi de dir a Cifuentes, si és que tinc alguna cosa a dir-l, ja l’hi diré al seu dia». Va ser com posar-li una diana a l’espasa. La veda quedava aixecada, només era qüestió de temps.
El seu afany a aferrar-se a la presidència del PP a Madrid i repetir com a candidata només ha precipitat la seva rematada. Calia deixar pública constància que el partit l’havia defensat fins i tot més enllà del que era raonable i ja no podia emparar-la un minut més. Rajoy només va haver de donar l’ordre. Ni li va fer falta parlar amb ella, els voluntaris segur que es van comptar per desenes.

Tot són avantatges
El dany causat per l’escàndol del màster tunejat de la presidenta madrilenya era inevitable des del primer dia. Es tractava d’apagar el foc i sembla clar que l’incendi s’extingeix amb Cifuentes. A partir d’aquí tot són avantatges. La culpa és seva perquè li van oferir un honrós funeral viking a la convenció de Sevilla, però ella va triar l’escarni.
El marianisme podrà entrar per fi a Madrid, a desinfectar una ferida que no deixava de gangrenar-se presentant un nom net quan i com vulgui Rajoy. A Albert Rivera i al Cs tots podrem dir-los des d’avui que dos pots de crema antiedat, a 20 euros la unitat, han fet més per la regeneració democràtica que totes les seves rodes de premsa, els seus ultimàtums i els seus disset diputats a l’Assemblea de Madrid. L’esquerra es queda composta i sense moció, havent demostrat una vegada més que, efectivament, no suma per ser alternativa al PP.
Per si a algú li queda algun dubte de fins a quin punt gairebé tot això estava planejat, la Moncloa ha guardat el millor per al final. Un acord pressupostari amb el PNB que trenca amb la imatge de paràlisi governativa i assegura la legislatura. Les casualitats no existeixen en política. La punyalada no pot resultar més encertada: mentre Rivera i els seus es dedicaven a avivar el foc de l’odi i la desconfiança avisant que no tolerarien més privilegis per als bascos, Rajoy i els bascos actualitzaven les pensions a l’IPC per a tots els jubilats espanyols el 2018 i el 2019. El patapam no pot ser més èpic: a més a més d’inútils, desinformats.

dijous, 26 d’abril del 2018

La caída de Cristina Cifuentes

Estaba políticamente muerta desde hace semanas. La situación era insostenible y solo podía terminar de dos maneras: con su caída o con Ángel Gabilondo como presidente de Madrid

Pierde la presidencia, pero por ahora no perderá su condición de aforada. No, mientras sea leal, no enrede o no lo fuerce Ciudadanos

IGNACIO ESCOLAR

Cristina Cifuentes Cuencas abandona la presidencia de Madrid con la misma indignidad con la que durante semanas se aferró al sillón. Se va tarde, se va poco y se va mal; mintiendo hasta el último momento, culpando de sus errores a los demás, echando balones fuera y sin asumir su responsabilidad.
La transformación del gran mirlo blanco del PP contra la corrupción en una nueva Esperanza Aguirre se ha completado en pocas semanas. Al igual que la lideresa, Cifuentes se va pero no del todo. Dimite del Gobierno autonómico, pero pretende seguir como diputada y como presidenta del PP en Madrid. Se va para resistir en el partido y con la ambición de, más adelante, regresar. Ni siquiera el color del vestido es casual. Se va también de blanco, el color de la inocencia; el mismo que utilizó Esperanza Aguirre el 17 de septiembre de 2012 en su primera dimisión. Después Aguirre dimitiría dos veces más. 
El plan estaba trazado hace varios días. La propia Cifuentes lo ha confesado en su último discurso como presidenta, que dio en un escenario inusual. No en la sala de prensa que normalmente utiliza, sino en otro rincón de la sede del Gobierno autonómico, con una puerta detrás con la que poder huir sin responder a las preguntas de los periodistas; sin necesidad de esa guardia pretoriana que la protegía de los micrófonos desde que el caso máster explotó.
Según su propia explicación, el 2 de mayo Cifuentes pensaba anunciar su renuncia a la presidencia de Madrid con la excusa de la responsabilidad, para evitar que Ciudadanos apoyase la moción de censura; para evitar que el PP perdiese una Comunidad que mantiene desde hace más de dos décadas y que cayese en las manos de “la izquierda radical”. Su estrategia era ceder la presidencia para resistir en el partido y, dentro de un año, regresar como candidata. Cifuentes buscaba la absolución en las urnas, como hizo en un primer momento Francisco Camps.
Este era su plan ayer. Lo sigue siendo hoy. Era muy dudoso que lo pudiera lograr. Hoy ya es casi imposible.
Cifuentes estaba políticamente muerta desde hace semanas. La investigación periodística de eldiario.es, liderada por Raquel Ejerique, había acreditado un rosario de irregularidades, mentiras, abusos de poder y tratos de favor inaceptables en cualquier país europeo, incluso en la España donde M. Rajoy aún es capaz de gobernar.
La situación era insostenible y solo podía terminar de dos maneras: con su caída o con Ángel Gabilondo como presidente de Madrid. El vídeo desvelado por Ok Diario, con Cifuentes cazada en un súper con dos cremas antiedad, que no había pagado, en el bolso, ha precipitado el desenlace. Le ha dado la puntilla y también ha arruinado su plan para regresar.
Cifuentes no dejará el escaño y es dudoso también que el PP la vaya a expulsar al grupo mixto, como hizo con la senadora Pilar Barreiro o con Rita Barberá. La mayoría conservadora en la Asamblea de Madrid depende de un solo voto, lo necesitan para la próxima investidura. Si Cifuentes no va ese día al pleno, Gabilondo podría gobernar.
Además, el PP nunca deja un soldado atrás. “Tenemos que defender lo nuestro y a los nuestros”, decía hace muy poco María Dolores de Cospedal. Podría ser el lema oficioso del Partido Popular. Cifuentes pierde la presidencia, pero por ahora no perderá su condición de aforada. No, mientras sea leal, no enrede o no lo fuerce Ciudadanos. No mientras continúe sobre su cabeza la amenaza de un proceso penal en la Audiencia Nacional.
En su discurso de dimisión, Cifuentes ha vuelto a presumir del que durante algún tiempo fue su principal activo electoral. Ya saben, “tolerancia cero ante la corrupción”; esa historia (de ficción) de una inocente diputada que durante veinte años estuvo en segunda fila de uno de los partidos más corruptos de Europa occidental sin ver nunca nada raro en ese lodazal. Fue un eslogan que coló durante un tiempo. Nadie se lo cree ya. No solo por el abuso de poder de aceptar un máster regalado, que es otra forma de corrupción. También por el cerco de la Fiscalía Anticorrupción y la Guardia Civil, que la sitúan en el centro de un triángulo muy difícil de explicar. Cifuentes era vocal en Fundescam, era parte del equipo electoral que gastó el dinero que llegaba de Fundescam y participó en la adjudicación de un contrato a uno de los donantes de Fundescam.
Fundescam estaba perdonado, al menos lo estaba mientras no hubiese imputación. Lo del máster era un “asunto ya explicado”, como decía Rajoy, mientras en el PP intentaban ganar algunos días para al menos retratar a Ciudadanos entre el votante conservador como un partido poco fiable, capaz de votar junto a Podemos y entregar el poder al PSOE.
Dudo que Rajoy hubiese llevado el órdago hasta el final porque con las cosas de comer no se juega, y muchos comen en el PP de ese gobierno regional. Pero su vídeo retenida por un guardia de seguridad ha sido la puntilla que ha precipitado un desenlace inevitable ya.
Esta mañana, Mariano Rajoy dio una orden muy clara: Cifuentes tenía que dimitir antes de las 12 del mediodía. No era un ultimátum caprichoso. A esa hora, el presidente del Gobierno iba a defender los Presupuestos ante el Parlamento. Y para llegar al hemiciclo, iba a tener que cruzar el pasillo del Congreso y hablar con los periodistas, aunque fuera tres palabras. No lo iba a hacer con Cifuentes aún en el sillón.
Cospedal fue la encargada de transmitir el recado de Rajoy. Solo ella, la última dirigente importante del PP que hasta hoy la apoyaba, podía cumplir esa misión. La conversación no ha trascendido, pero el pulso no ha terminado aún. Cifuentes quiere aguantar en el partido para volver a ser candidata. Y nadie se lo dirá abiertamente, no se les vaya a enfadar. Pero Aguirre solo hubo una y a Cifuentes no se lo permitirán.
A su manera, Rajoy lo ha dejado dicho ya: “El Partido Popular abre una nueva etapa en la Comunidad de Madrid y espero que estas cosas no vuelvan a producirse nunca”.
El PP tolera muchas cosas. Que te regalen un título universitario, que mientas cuando te pillan, que pidas cárcel para los periodistas que destapamos la información, que utilices documentos falsificados para tapar tus mentiras… Pero que te pillen en un súper en Vallecas con dos cremas baratas escondidas en el bolso es algo que la derecha no parece dispuesta a perdonar.

dimarts, 24 d’abril del 2018

L'aposta de Ciutadans per Manuel Valls

Rivera creu que guanyar l'independentisme i Colau a Barcelona el conduirà a la Moncloa

JOAN TAPIA


La candidatura a l’alcaldia de Barcelona de Manuel Valls ens enfronta a la polièdrica i complexa realitat. Cs no només va ser el primer partit català el 21-D, sinó que Albert Rivera, agradi o no agradi, és un dels polítics amb més professionalitat i el català que més possibilitats té de –per mèrits propis– ser president del Govern. Més que en el seu moment Narcís Serra amb la connexió Felipe, o Miquel Roca amb CDC-Pujol.

La seva capacitat personal s’ha provat, ja que ha escalat en soledat, sense enquadrar-se en cap aparell fort (PP, PSC, CDC). Com a candidat d’un partit outsider, el 2006 es va haver de despullar per treure 89.000 vots i 3 diputats. Va repetir el 2010, quan Artur Mas va derrotar José Montilla. Després, el 2012, en va obtenir 9 contra Mas–Moisès; 25, amb Inés Arrimadas de candidata el 2015 contra l’independentisme, i 36 i el 25,37% del vot, el 21-D. Cs ha multiplicat per 12 els seus escons catalans en 12 anys.

El 2015, va entrar al Congrés de Madrid i va seguir el 2016 amb 30 diputats i el 12,9% dels vots. Ara les enquestes el donen guanyador amb el 28,5% i 114 diputats, 30 més que el PP, segons l’enquesta de diumenge d’EL PERIÓDICO.

I la seva ambició el porta a llançar la candidatura de Manuel Valls, que va ser ni més ni menys que primer ministre francès i l’esperança del socialisme gal. Si el 21-D d’Arrimadas l’ha convertit en el primer en les enquestes per a les legislatives, l’efecte Valls, si batés l’independentisme i Ada Colau-Podem, podria fer-lo seure a la Moncloa.

A més, Valls imprimiria competitivitat a la campanya. Una bufetada al provincianisme tradicional. Que un polític francès fos alcalde seria també una victòria europea. Paracaigudisme sense fronteres nacionals. I col·locaria Barcelona en bona posició pel glamur i capacitat de connexió mundial dels alcaldes. Un actiu.

Però hi ha pegues. La primera
–greu–, que desconeix la ciutat, les seves institucions i els seus barris. La segona, que és més brusc que intel·ligent. Ser primer ministre socialista i declarar que «el socialisme ha mort» no és coherent. Encara que fos cert. I voler expulsar de França els «binacionals» de mala conducta va ser una de les propostes que van arruïnar el seu prestigi (i el de François Hollande) entre els que no creuen que l’ordre sigui l’objectiu suprem. I dir sobre els que delinqueixen que «explicar ja és voler excusar» és simplista. Per això Valls va fracassar a França i va perdre les primàries socialistes davant un fosc contrincant que ja ningú recorda.

Valls seria un candidat first class, però de reflexos bruscos. Barcelona necessita molt pacte i saber integrar. I peca de parisenc. Per l’alcalde de Barcelona –Jordi Hereu i Xavier Trias ho saben– els caps de setmana són laborables. No pot ser client del pont aeri a París. ¿Serà candidat al final ?

La proposta Valls és una mostra més de la intel·ligència i capacitat de màrqueting de Rivera. El centreliberal necessita engreixar-se. Però no avançant Mariano Rajoy per la dreta. Aquest oportunisme és més perillós que la brillant aposta per Valls.

divendres, 20 d’abril del 2018

S'inicia la fase 2

Amb l'enduriment del conflicte català, hem entrat a la fase 2 de tota degradació: menys paraules i més fets. Això fins i tot es predica

ANTONIO FRANCO

Prenguin nota: la paraula és enduriment. Fa uns mesos diversos polítics del procés van comparèixer submisos davant els jutges. Alguns van arribar a dir (o reconèixer) que la declaració unilateral i l'adveniment de la república havien sigut simples gestos simbòlics. Potser era la seva reconducció -temporal, és clar- cap a un autonomisme que no desitjaven. Ara, en una altra ronda, han canviat. En lloc de dulcificar el seu desafiament a la Constitució, acusen a la cara els jutges de vulnerar la separació de poders, coordinar-se il·legalment amb el Govern i protagonitzar una farsa judicial que ja té escrit el desenllaç. Potser tot és més sincer, però, sens dubte, menys polític en un temps que necessita mentides conciliadores políticament correctes que recondueixin les coses.

La passada bonhomia sobiranista era humana: buscava disminuir la contundència de les acusacions i les mesures judicials cautelars. La duresa actual és política. Costa pensar que davant Llarena no pensessin en aquell "la història ens absoldrà" de Fidel Castro. El poder espanyol mira preferentment a l'escenari internacional. Vol que els jutges alemanys, belgues i anglesos i la cada vegada més conservadora opinió pública europea sàpiguen que en el pacifisme dels somriures s'han produït 193 talls de carreteres, vies fèrries i peatges que han alterat la vida quotidiana de la majoria civil catalana, la que no vol la independència.

Cada vegada tot és més agre. Torrent, president del Parlament, defuig fins i tot parlar amb Millo, delegat del Govern. Però l'enduriment més palpable és la insensata prolongació d'empresonaments preventius de polítics que no han sigut jutjats. Rajoy i Puigdemont bufen sobre brases cada vegada més malcarades. I avança la desinformació organitzada.

El comitè de l'ONU

Més enllà del desgast definitiu de la paraula violència (hi ha desacord essencial sobre on comença), els mitjans volen que la gent del carrer distingeixi les diferències entre rebel·lió i sedició, mentre veus teòricament periodístiques prediquen que un paper acceptat a tràmit per un comitè de l'ONU ja equival a un dictamen definitiu, o que la presa cautelar de postura d'una instància judicial alemanya equival de facto a una sentència absolutòria en un judici internacional.

Tot i així, el pitjor de l'enduriment encara és sord, cec i bastant callat però està al carrer. Pensin en el que reflecteix, per exemple, el cas Joan Boscà, aparentment banal. Un institut de batxillerat de Barcelona va haver de suspendre una jornada de portes obertes perquè es van convocar a les seves portes, a la mateixa hora, dues manifestacions estudiantils contraposades de suport i crítica a l'independentisme. Hem entrat a la fase 2 de tota degradació: menys paraules i més fets. Això fins i tot es predica.

dijous, 19 d’abril del 2018

Puigdemont espera la Grossa

Si la justícia alemanya rebutgés també l'acusació de malversació de cabals públics, la rebolcada i el ridícul internacional de l'Estat adquiririen dimensions colossals

LUIS MAURI



La nòria del procés gira, gira i gira, i en ocasions atordeix o incomoda alguns ocupants de les cistelles. Els que ahir s’atrinxeraven en el maximalisme, avui advoquen pel pragmatisme. Els que ahir parrupejaven, avui emprenen el vol del falcó.

Fins fa menys de dues setmanes, l’obstinació de Carles Puigdemont havia acabat convertint l’expresident en un destorb per a tothom menys per a si mateix, els seus pretorians i la CUP, que veu en ell un instrument d’oportunitat per persistir en el xoc amb l’Estat. Però el profund revés de la justícia alemanya a la instrucció del Tribunal Suprem ha revigoritzat el cap de files de JxCat. El rebuig de l’Audiència de Schleswig-Holstein a entregar Puigdemont pel delicte de rebel·lió que li imputa el jutge Pablo Llarena ha galvanitzat el lideratge independentista de l’expresident, molt especialment en l’angle emocional, allà on la política cohabita amb la mística.

Conscient del valor conjuntural d’aquesta nova oportunitat, Puigdemont està reforçant la seva posició en el si del bloc secessionista i marcant-li els temps en el procés d’investidura del futur president de la Generalitat, que segueix bloquejat quatre mesos després de les eleccions. Contra el criteri d’Esquerra Republicana i de la cúpula del seu propi partit, que fa moltes setmanes que estan reclamant sense èxit la formació urgent d’un Govern efectiu per aixecar el 155, l’expresident sembla decidit a esgotar al seu gust i conveniència el calendari, que expira el 22 de maig.

Puigdemont accentua amb aquesta demora el seu pols amb el Govern de Mariano Rajoy, manté sobre el tauler la seva reivindicació personal de la presidència de la Generalitat, nodreix el seu lideratge, subratlla la desmesura dels jutges espanyols en contrast amb els tribunals europeus i amplifica la internacionalització del conflicte. La internacionalització de la causa independentista per a la qual el Diplocat es va revelar incapaç, l’hi ha brindat en safata de plata l’Estat amb les càrregues policials inexcusables de l’1-O i la desproporció de la fiscalia i dels jutges. La contumàcia en l’error i la malaptesa és de rècord.

Mentrestant, Puigdemont i els seus pretorians creuen els dits a l’espera d’un premi més gran que la Grossa de Nadal. Si la justícia alemanya rebutgés també l’acusació de malversació de cabals públics, la rebolcada i el ridícul internacional de l’Estat adquiririen dimensions colossals. Aquesta circumstància, si es produís a temps, podria aconsellar a l’expresident forçar unes noves eleccions. Potser el bloc independentista no augmentaria, però ell sens dubte multiplicaria el seu poder relatiu en el seu si.

Les voltes incessants de la nòria no han de fer perdre de vista la indefugible i llarga batalla per l’hegemonia del nacionalisme català. Ni que el dia en què es constitueixi un Govern efectiu sota el comandament d’un altre president, l’estrella de Puigdemont començarà a declinar. ¿Pronòstic aventurat? Només cal recordar un tal Artur Mas.

dilluns, 16 d’abril del 2018

No era terrorisme

La rectificació del jutge amb els CDR ha aportat llum sobre una reforma penal contra el terrorisme que, aquesta sí, suposa una regressió democràtica

ENRIC HERNÁNDEZ

El titular del nostre editorial d’aquest dimecres era inequívoc: Les accions dels CDR no són terrorisme. Així ho van ratificar mitja dotzena de prestigiosos juristes consultats per EL PERIÓDICO, els quals, fins i tot considerant que la imputació tenia cabuda textual en el Codi Penal, qualificaven com un despropòsit imputar un delicte de terrorisme als Comitès de Defensa de la República (CDR). El jutge de l’Audiència Nacional Diego de Egea, el mateix que va acceptar la denúncia de la fiscalia i va autoritzar la detenció de Tamara Carrasco per aquest càrrec, els ha donat la raó al deixar-la en llibertat acusant-la tan sols de desordres públics.

Alguns polítics van aclamar la primera decisió judicial. Altres no van valorar l’acusació de terrorisme, però subreptíciament la van avalar a l’al·ludir als CDR com a «comandos». I uns quants, per sort, van rebutjar l’aplicació de la llei antiterrorista.

En una anàlisi d’intel·ligència, la Policia Nacional diagnostica que l’apoderament dels CDR reflecteix la «frustració» de molts independentistes després de l’1-O, la sensació que per vies pacífiques no aconseguiran els seus objectius i una «major acceptació de la violència», cosa que podria derivar en un «enfrontament civil». Són un símptoma inquietant, si es vol una potencial amenaça, però en absolut una banda terrorista.


Una justícia garantista

Amb la mateixa vehemència amb què va aprofitar l’acusació de terrorisme per qualificar Espanya de dictadura, l’independentisme hauria de reconèixer que aquesta marxa enrere apuntala la separació de poders i el caràcter garantista de la justícia espanyola, no per això exempta d’errors i excessos. Si un jutge ha rectificat en tot just 48 hores, ¿on està escrit que el Suprem, arribada la vista oral, no pugui desistir del càrrec de rebel·lió contra els líders del procés?

Aquest episodi, per cert, aporta llum sobre la reforma del Codi Penal del 2015 que, sota pretext de l’amenaça gihadista, va ampliar ad nauseam la definició del delicte terrorista, amb el suport del PP, del PSOE i... també de CiU. És urgent reconsiderar una llei que, aplicada sense mesura, comportaria, aquest cop sí, una regressió democràtica.

diumenge, 15 d’abril del 2018

Cuál es el problema del máster de Cristina Cifuentes

La aún presidenta de Madrid y el aún catedrático Enrique Álvarez han destrozado su imagen y han dañado gravemente una de las instituciones clave en la igualdad de oportunidades

La prensa libre ha pillado a Cifuentes en sus mentiras, a pesar de los esfuerzos de otros medios por fabricar cortinas de humo, para intentar que todo esto quedase impune

IGNACIO ESCOLAR


Cristina Cifuentes está contra las cuerdas. En todas las redacciones se cruzan apuestas sobre cuántos días más se prolongará su caída. No hay un solo analista político que no dé su carrera por acabada y en su propio partido cada vez son más quienes hoy le dan la espalda. ¿Todos? No. En el PP, la ovación a los corruptos nunca se apaga del todo. Siempre hay alguien dispuesto a defender lo indefendible.
“Vale, no tiene un máster. ¿Cuál es el problema?”, se pregunta el presidente del PP de León, Juan Martínez Majo, dando voz al argumento que empiezan a repetir algunos otros. Yo le contesto, señor Martínez. Yo le contesto encantado.
El problema es que Cristina Cifuentes sí tiene un máster. Aún lo conserva en su poder, retiró el título hace medio año con la ayuda de una funcionaria tan amable que también le cambió las notas ilegalmente. Lo puede enmarcar como recuerdo, aunque es probable que pronto se lo retiren con oprobio.
El problema es que Cifuentes nunca se mereció ese título porque no se matriculó en plazo, ni fue a clase ni fue a los exámenes ni presentó su trabajo de fin de máster. Que recibió un trato de favor porque era quien era. Que sabía que el resto de los alumnos no aprueban así sus cursos.
El problema es que casi todas las familias en España saben lo que cuesta un título universitario, los esfuerzos necesarios, los sacrificios a los que obliga.
El problema es que la Universidad pública era el orgullo de la clase media en España. Que costó mucho levantar su prestigio. Que se suponía que era igual para todos. Que la aún presidenta de Madrid y el aún catedrático Enrique Álvarez han destrozado su imagen y han dañado gravemente una de las instituciones clave en la igualdad de oportunidades.
El problema es que hay decenas de miles de estudiantes y exalumnos de la Universidad Rey Juan Carlos cuyos títulos universitarios hoy están devaluados, a pesar de que ellos no aprobaron como Cifuentes. Que todos los docentes de esa Universidad, y la inmensa mayoría son honrados, también son víctimas de su comportamiento y de las prácticas de Enrique Álvarez Conde y sus “discípulas”.
El problema es que Cifuentes aprobó parte del temario por medio de convalidaciones irregulares, aprobadas en actas con firmas falsificadas. Y que ya lo está investigando la Fiscalía.
El problema es que Cifuentes mintió. Muchas veces. Tantas veces que ya cuesta recordarlas y han pasado solo tres semanas. Que cambió de versión en otras tantas ocasiones.
El problema es que acusó a los periodistas de mentir e intentó desviar la atención denunciando una “cacería”. Que inventó supuestas manos negras de sus rivales políticos donde solo había información veraz y periodismo libre.
El problema es que la prensa libre le ha pillado en sus mentiras, a pesar de los esfuerzos de otros medios por fabricar cortinas de humo, para intentar que todo esto quedase impune.
El problema es que alguien cometió un presunto delito y falsificó un documento público, un acta con firmas falsas, para intentar dar a la presidenta de Madrid una coartada.
El problema es que Cifuentes sabía que esa prueba era falsa, porque ella mejor que nadie sabe cómo aprobó realmente ese curso.
El problema es que la principal beneficiaria de ese presunto delito era ella, la presidenta de Madrid que prometió “tolerancia cero” contra la corrupción, después de más de tres décadas sin ver nada raro en el PP de González y Aguirre.
El problema es que Cifuentes utilizó esa prueba falsificada para anunciar una “querella criminal” contra quienes sí decíamos la verdad, contra eldiario.es.
El problema es que Cifuentes quería pedir cárcel contra dos periodistas, contra Raquel Ejerique y contra mí. Cárcel por decir la verdad. Cárcel a sabiendas de que nuestra información era completamente cierta. Y que el pleno del PP de Madrid interrumpió su discurso desde el plasma en esas palabras –"querella criminal"– para aplaudirla.
El problema, el del PP, es que, a pesar de todas las evidencias que son palmarias desde hace muchos días, este partido regaló a Cifuentes otro aplauso y ovación cerrada, en vez del escarnio público.
Lo de menos ya es que Cristina Cifuentes tenga un máster regalado. Que se quede el título de recuerdo. Al igual que su palabra, no vale nada.

dissabte, 14 d’abril del 2018

Preguntas para Junqueras

Escuchando a Évole leer el mensaje que el líder de ERC ha enviado a Felipe González me vino a la cabeza la escritora y activista Elena Poniatowska cuando recuerda que para poder olvidar, primero hay que recordar

NEUS TOMÀS

Ninguno de los políticos y activistas independentistas que están encarcelados debería estar privado de libertad por un delito que no cometieron. Incluso Felipe González reconoce que la prisión preventiva dictada por el juez Pablo Llarena es excesiva. En su entrevista en Salvados, Jordi Évole leyó un mensaje que Oriol Junqueras hizo llegar al expresidente del Gobierno para que fuese leído en el programa. Un mensaje cordial y conciliador.
Escuchando a Évole leer esa misiva de Junqueras, enviada desde la cárcel de Estremera, me vino a la cabeza la escritora y activista Elena Poniatowska cuando recuerda que para poder olvidar, primero hay que recordar. En el caso del líder de ERC se acumulan en la memoria muchas preguntas sin respuesta que necesitarían ser contestadas para ayudar a olvidar qué pasó en Catalunya.
¿Por qué Junqueras dejó solo a Carles Puigdemont cuando quería convocar las elecciones? ¿Por qué tras haber comprometido su respeto a la decisión de ir a unos comicios anunció que su partido saldría del Govern? ¿Por qué se había pasado meses diciendo a los interlocutores económicos que estuviesen tranquilos porque no había motivos para preocuparse? ¿Por qué en las reuniones previas a la aprobación de la declaración unilateral de independencia fue el único miembro del Govern que en el Consell Executiu no dijo qué pensaba? ¿Por qué una vez proclamada la nonata república catalana no acudió al encuentro en el que participaron todos los consellers para decidir qué estrategia a seguir?
Queda la duda razonable de que Junqueras decidió empujar a Puigdemont al precipicio (y este se dejó) porque contó que el rédito electoral sería para él. Esta sería otra pregunta, cuya respuesta, de ser sincera, explicaría por qué se ha llegado hasta aquí.
ERC ha decidido pasar página, cambiar de estrategia, reclamar diálogo y acatar la legalidad. Es lógico (y podría añadirse que acertado) que los republicanos no quieran que nadie más se juegue el cargo a cambio de nada. Para empezar el presidente del Parlament, Roger Torrent, que en esta nueva etapa está demostrando ser uno de los dirigentes independentistas con mayor solvencia. Tal vez por ello Ciudadanos ha decidido lanzarse a su yugular en cada pleno.
Torrent dice lo mismo en público que en privado. En las entrevistas y en las reuniones. Es una coherencia a la que no nos tienen acostumbrados los políticos, tampoco muchos de los políticos independentistas. Bienvenida sea y que cunda el ejemplo.

divendres, 13 d’abril del 2018

Hay más nombres: los VIP de la URJC

Había alumnos de primera y de segunda en el máster de Cifuentes: estudiantes ordinarios, que aprobaban con exámenes y clases, y también estudiantes VIP, que recibieron un trato de favor

IGNACIO ESCOLAR

Quien hace un máster hace cientos. El Instituto de Derecho Público que aún hoy dirige el catedrático Enrique Álvarez Conde funcionó durante años como un auténtico chiringuito donde había dos tipos de alumnos. Los ordinarios: pobrecitos incautos, estudiantes que allí se matriculaban pensando que era un máster normal, y que hoy tienen un título bajo la sompra de la sospecha. Y otros alumnos extraordiarios, los VIP: políticos, cargos de confianza nombrados por Gobiernos del PP, miembros de la comunidad académica, amigos de Álvarez Conde o personas cercanas a algunas de las ‘cátedras’ que también se impartían allí.
Lo que hasta hoy hemos destapado eldiario.es, el caso de Cristina Cifuentes, es solo la punta del iceberg. Hay más nombres, algunos muy conocidos y muchos otros casi anónimos. Pero todos ellos tienen dos cosas en común. La primera, que no recibieron el mismo trato que los alumnos del montón. No a todos les convalidaban asignaturas con actas falsificadas, a final de curso. La segunda, que todos aquellos VIP cuyos perfiles hemos podido reconstruir tienen nexos personales, profesionales o de amistad que explican ese trato de favor.
En las próximas horas, eldiario.es va a publicar varios de estos nombres. Estamos aún intentando recabar la versión de todos ellos, para que se puedan explicar. No me cabe duda de que, con el tiempo, saldrán otros nombres más y que todo esto terminará en los tribunales como un gran escándalo nacional.
Cristina Cifuentes solo tenía razón en una cosa: no era la única. Había otros alumnos con “errores administrativos”, como ella definía estas ilegalidades. Había más personas a las que dieron un trato de favor en ese chiringuito opaco dentro de la URJC, en este Instituto de Derecho Público que creó Esperanza Aguirre dentro de la Universidad fundada por Alberto Ruiz-Gallardón.
Cristina Cifuentes, con todo, ha sido VIP entre los VIP de la URJC; al menos entre los que, por ahora, hemos podido acreditar. No todos los convalidados con firmas falsas tienen siquiera el título ni lograron dos años después de terminar el curso que una funcionaria cercana entrara en la intranet de la Universidad para modificar sus notas. Dudo también que haya muchos otros a los que, una vez descubiertos, les falsificaran otro documento más: ese acta del TFM que ya investiga la Fiscalía y que Cifuentes usó para intentar desmentir a eldiario.es y amenazarnos con la cárcel.
Tampoco creo que el resto de estos VIP vaya a recibir una larga y cerrada ovación por parte del partido que gobierna en España, que aún hoy intenta sujetar a Cristina Cifuentes en el sillón.
La responsabilidad de la presidenta de Madrid en este caso sigue siendo igual de grave que cuando empezó. Es probable que Cifuentes se escude en no ser la única para evitar la dimisión. No es excusa. Que haya más VIP solo añade aún más problemas a los directivos de este Instituto Universitario, no aligera la culpa de la presidenta de Madrid.

Lo ocurrido con Cifuentes ha demostrado algo importante: por qué una prensa independiente es imprescindible para evitar la impunidad. Sin el apoyo de tantos lectores, no habríamos podido llegar hasta aquí.
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dijous, 12 d’abril del 2018

El protocolo del PP: "Cristina, sé fuerte", funeral y fase de duelo

El PP sigue la pauta de otros escándalos y el futuro político de la presidenta de la Comunidad de Madrid cada vez es más negro

FERNANDO GAREA

La conclusión indiscutible es que Cristina Cifuentes es un cadáver político, aunque respire. Queda por saber de qué forma y cuándo será enterrada. Recibió su homenaje a título póstumo en la convención del PP, pero mientras siga en su cargo habrá un cadáver político al frente de la Comunidad de Madrid.
Empezó como un posible caso de favoritismo o de currículo engordado; evolucionó a un asunto mucho más turbio con falsificación de documentos incluida y en el penúltimo episodio se ha pretendido convertir en una trama contra Cifuentes.
El PP ha seguido el manual habitual aplicado a sus casos de corrupción: la negación, el apoyo y cierre de filas, la teoría de conspiración, la caída y el duelo. En todas se ha seguido el guion al que se añaden clásicos como “me alegro de que haya investigación judicial para poderme explicar”, “solo pretenden desgastar las instituciones” y el “todos son iguales” con la mirada a otros partidos en busca de casos similares. Es el protocolo habitual que explica que el PP no haya podido liberarse del peso de todos los escándalos.
“Este sumario algunos han pretendido convertirlo en una causa general contra el PP. Esto no es una trama del PP, como algunos pretenden. Esto es una trama contra el PP, que es una cosa muy distinta", dijo Mariano Rajoy el 11 de febrero de 2009 cuando arrancaba Gürtel. Arremetieron entonces contra la Fiscalía, contra el juez y contra los que lo denunciaron, como ahora han intentado dirigir el tiro hacia un profesor con carné del PSOE, como si eso probara la conspiración universal contra Cifuentes. Luego vino el “Luis, sé fuerte” y la distancia absoluta de los implicados, como si no les conocieran de nada.
Ahora estamos saliendo de la fase del “Cristina, sé fuerte”, para entrar en la próxima pantalla, la de dejarla caer y mirar para otro lado, como si Cifuentes nunca hubiera sido de ellos. "Con lo que la aplaudimos en Sevilla y ahora tener que dejarla caer", vienen a decir dirigentes del PP.
Luego vendrá el duelo, porque hace solo un mes Rajoy creía tener una candidata potente en Madrid y ahora tiene un agujero electoral enorme y donde más duele, en una comunidad emblemática, donde queda en manos de Ciudadanos. Cifuentes representaba un PP nuevo en una comunidad que ha sufrido como ninguna los escándalos de este partido, con Ignacio González, Esperanza Aguirre, Francisco Granados y otros caídos también al infierno, desde el respaldo a la distancia y la indiferencia, como manda el protocolo interno de actuación de los populares. Cifuentes era hace un mes la persona indicada para quitarles el luto por los caídos.
Con Cifuentes ahora quedan tres salidas: la dimisión para ser sustituida por otro candidato del PP al estilo de Murcia; la moción de censura, o que se mantenga en el cargo.
La dimisión al estilo murciano es negada de momento, pero también en Murcia pasaron semanas de negación hasta admitir lo inevitable y dar paso a otro presidente con los votos de Ciudadanos. Debe ser alguien del grupo parlamentario de la Asamblea y requiere pensar en un candidato potente para 2019 que no se adivina en este momento. Esta opción dejaría una notable imagen de debilidad del PP, en manos de Ciudadanos y al son de la música de Albert Rivera, que se cobraría una pieza de caza mayor.
Esta opción requiere paciencia y maduración, porque es sabido que Rajoy no mata, sino que espera al suicidio de los que le estorban, para que parezca un accidente.
La de la moción de censura del PSOE, con apoyo de Podemos y Ciudadanos, tiene la ventaja para el PP de que identifica al partido de Albert Rivera con opciones de izquierda y, de alguna manera, lo sacaría del espectro de centroderecha de cara a 2019. "Votad con PSOE y Podemos si queréis acabar con ella, que al menos no os salga gratis esta muerte y que este cadáver nos sea útil", dirían los del PP a los de Ciudadanos, haciendo de la necesidad virtud.
Esa estrategia tiene el inconveniente de que hay que hacer mucho esfuerzo de distorsión y de imaginación para identificar a Ángel Gabilondo con la etiqueta de rojo radical, perroflauta y podemita.
La tercera vía es la llamada vía muerta, es decir, la de la resistencia marianista de permanencia en el cargo, contra viento y marea. Puede seguir en el cargo, pero la Comunidad de Madrid tendrá un cadáver político al frente, con una agonía de un año hasta desembocar en las elecciones autonómicas de 2019. Ciudadanos no se habría sumado a la moción de censura, habría enterrado su petición de dimisión y tendría que justificar haber permitido que Cifuentes siga. Y Rajoy tendrá en todo caso el problema de buscar candidato para esos comicios y asumir el desgaste de Cifuentes en la presidencia. Mientras, avanzarán la investigación judicial y el calvario.
Si el líder del PP y presidente del Gobierno opta por esta vía, será solo por interés estratégico, porque significará que le importa poco Cifuentes y su combustión lenta.
Y, además, al PP se le van acabando las balas: disparó al aire la de la renovación parcial de su dirección con la entrada de Maillo, Maroto, Levy y Casado; ha malgastado la de la convención de impulso político, y tiene en vilo la de la estabilidad por Cataluña y los Presupuestos. Le queda la de la sorpresa con candidatos potentes para 2019, agitado por las prisas de dirigentes del PP.

dimecres, 11 d’abril del 2018

Caso Cifuentes: la conjura del filtrador

Un despechado profesor de la Universidad Rey Juan Carlos cuya militancia socialista sirve al PP madrileño para celebrar el hallazgo de la prueba de la conjura contra su presidenta

ANTONIO CASADO

La convención nacional del PP en Sevilla pasó del generoso arropamiento público del primer día al silencio total en el discurso de cierre de Rajoy. En los pasillos, desplome de las apuestas por la presidenta madrileña.
Ya judicializado, el caso Cifuentes se hace bola. Engorda al paso de las horas y rueda sin control. Ella la empuja con su inverosímil relato, enriquecido con la historia del `filtrador´. Un despechado profesor de la Universidad Rey Juan Carlos cuya militancia socialista sirve al PP madrileño para celebrar el hallazgo de la prueba de la conjura contra su presidenta.
Cifuentes y el portavoz del partido, Ángel Garrido, blandieron las declaraciones del susodicho como la caja negra del escándalo. La pieza clave que demostraría la existencia de una operación del PSOE para acabar con Cristina Cifuentes. Con exigencia de “explicaciones urgentes” al jefe de filas en la Asamblea, Ángel Gabilondo, y al secretario general, Pedro Sánchez.
La pregunta era inevitable: ¿y eso quiere decir que es falso todo lo sabido sobre las irregularidades en torno al consabido máster? No hubo respuesta sino pedradas verbales contra el PSOE. Por un presunto delito de acceso y difusión de datos protegidos de la Universidad RJC. “Quien comete ese acto ilícito también puede cambiar, modificar, quitar”, dijo el portavoz que ayer aparecía escoltando a Cifuentes en Sevilla.
La malicia del mensajero no contamina la veracidad del mensaje hasta el punto de suprimirla. La protección de datos no puede ser un burladero de sinvergüenzas. Viejo debate, alimentado estos días con el caso Falciani, ahora bajo custodia de la Justicia de nuestro país. Un filtrador de beneméritos efectos en la lucha de la Hacienda española contra los grandes defraudadores fiscales. Pero Suiza lo reclama por violación del secreto bancario.
Estamos ante un filtrador convicto y confeso en las páginas de 'El Mundo'. Para el PP, instrumento de ataque político a Cifuentes. Para otros, quizás alguien que, sin erigirse en benefactor de la ciudadanía (lo suyo es vengarse de no sé quién), favorece la limpieza de la vida pública.
Un valiente frente a la corrupción, pensarán muchos ciudadanos. Y en términos judiciales, incluso podría devenir testigo protegido. Los supuestos de falsedad en documento, trato de favor y violación de datos protegidos están vivos en el caso Cifuentes. Ya veremos cómo evoluciona en los tribunales.
En lo político, más madera a la hoguera de una próxima comisión de investigación. Es el agujereado salvavidas que Ciudadanos le arrojapara retrasar el ahogamiento y, mientras tanto, jugar a favor del marcador. Tal y como lo plantean los de Albert Rivera, rehuir la propuesta equivale a la muerte política con alternativa de poder a favor del socialista Ángel Gabilondo, tras la moción de censura que este presentará en complicidad con Podemos.
Una lógica endemoniada en las relaciones amor-odio entre los dos partidos del centro derecha español. ¿Hasta dónde puede llegar Ciudadanos en la lucha con el PP por el mismo espacio electoral? Está claro que los anaranjados quieren vérselas con una aliada, y sin embargo competidora, cada vez más débil.

dimarts, 10 d’abril del 2018

¿Per què baixa l'esquerra tot i els efectes de la crisi?

La suma de Ciutadans i PP obtindria ara una àmplia majoria absoluta

JOAN TAPIA


Des de primers d’any les enquestes assenyalen una forta pujada de Ciutadans (Cs) –conseqüència de l’èxit en les eleccions catalanes del 21-D–, un descens sensible del PP, un estancament del PSOE i un altre descens de Podem. El titular és que Cs, el partit d’Albert Rivera, el líder més valorat, superaria el PP de Mariano Rajoy que és, juntament amb Pablo Iglesias, un dels líders menys apreciats. El PSOE quedaria pla i una mica incolor. És rellevant que Cs, un partit nou a Espanya, s’hagi convertit –de moment només a les enquestes–, en el primer partit i que, per contra, Podem, el partit sorgit en les europees del 2014 que semblava que havia d’assaltar el cel, estigui en retrocés. Però una altra dada rellevant, ja apuntada per la pujada liberal de Cs i la caiguda de l’esquerra radical de Podem, és que el bloc de centredreta, format pel PP i Cs, està en clar ascens mentre que el d’esquerres, la suma del PSOE i Podem, està en regressió.

¿L’electorat abraça la dreta i tendeix a fugir de l’esquerra? És el que sembla si comparem els resultats de les eleccions del 2015 i el 2016 amb les últimes enquestes publicades abans i després de setmana santa. En efecte, la suma del PP i Cs va passar ja del 42,35% en les eleccions del 2015 al 46,9% en les del 2016 i en les recents enquestes de dos diaris digitals (El Confidencial i El Español) estaria en el 50%. Vuit punts més. I en diputats –càlcul arriscat– la dreta saltaria de 169 escons actuals a uns 190. Segons aquests sondejos, si ara hi hagués eleccions el centredreta obtindria una àmplia majoria absoluta. Mentrestant, la suma de l’esquerra baixaria del 43,7% del 2016 al 35% o 38%. Una caiguda d’un mínim de cinc punts. I en diputats la caiguda seria espectacular, dels 161 del 2015 (90 del PSOE i 71 de Podem) a 134 o 125 (78 i 47).

¿Per què aquest desplaçament a la dreta de l’electorat? Una causa possible seria la crisi catalana. Davant el risc separatista, la reacció nacionalista espanyola trobaria més seguretat en la dreta. Podem defensa el dret d’autodeterminació, i el PSOE, un federalisme que pot ser vist com a perillós. És una tesi que s’ha de considerar, però que no acaba de convèncer. La ­inflexió ja es va donar entre el desembre del 2015 i el juny del 2016 quan la crisi catalana era menys aguda.

Una altra interpretació –que xoca amb les dogmàtiques creences del progressisme de manual– és que la recuperació iniciada el 2014 (quatre anys de creixement amb creació d’ocupació) estaria donant més seguretat i confiança a una part de l’electorat que les crítiques de l’esquerra a les desigualtats provocades per la crisi, les retallades, la devaluació salarial o la precarització de l’ocupació. Una part de la població prestaria més atenció al constatable augment de l’ocupació, encara que de baixa qualitat, que a les promeses d’una millor redistribució de la riquesa. És un fenomen una mica similar al que passa en països europeus, on els vots socialdemòcrates no han fugit cap a l’esquerra sinó al populisme (Alemanya i Itàlia), o a noves ofertes de centre (França). A més, una esquerra com la d’aquí, que per governar necessitaria Podem, partit cabdillista i antisistema, pot inquietar molts electors que en un altre temps votaven sense problemes Felipe González liderant un PSOE que ni volia ni necessitava suports de l’extrema esquerra.

I el PSOE també té problemes de credibilitat. Primer perquè el 2010 la crisi va obligar el govern Zapatero a una austeritat contrària al que havia promès i a les expectatives triomfalistes generades (hem passat a Itàlia, anem per França). I la falta de cohesió interna tampoc genera confiança. La lluita entre Rubalcaba i Carme Chacon primer, i entre Pedro Sánchez i el PSOE més tradicional després, no és garantia d’estabilitat. Cs i el PP tenen una estructura més autoritària però també un lideratge ferm. I encara que Sánchez va guanyar amb brillantor unes primàries internes, després no ha sabut recompondre la imatge d’unitat interna.

Hi ha d’haver més causes. Però que malgrat els efectes de la crisi, la suma de la dreta pugi mentre baixa la de l’esquerra hauria d’inclinar a una anàlisi més desinhibida i a deixar de repetir fórmules que potser agraden als militants però que no generen confiança en molts electors per als quals la divisió tradicional entre dreta i esquerra no és la seva principal preocupació però que sí que reclamen una mica de credibilitat en les propostes.

dilluns, 9 d’abril del 2018

Del caso Cifuentes al caso Ciudadanos

Los naranjas no pueden votar con Podemos pero tampoco pueden dejar que siga Cifuentes arrastrándoles al abismo; una contradicción que sólo puede resolverles Rajoy y que, por supuesto, no les va a solucionar, al menos gratis

ANTÓN LOSADA

Desvela eldiario.es que Ciudadanos ha encargado una encuesta para ver si la gente le dice qué debe hacer con una presidenta de una comunidad autónoma que ha mentido reiteradamente sobre cómo ha obtenido su currículo, ha abusado de su posición de poder par obtener un titulo académico de nula validez, ha enfrentado al gobierno de Madrid con una de sus universidades y ha puesto en entredicho los logros de miles de alumnos de esa misma universidad. Conociendo a los naranjas, no es de extrañar tanta pasión por la demoscopia. Es lo más coherente y lo dice todo sobre el carácter y la firmeza de las convicciones de la formación naranja: estos son mis principios pero si usted me vota tengo otros; puro marxismo.
Todo el mundo en el Partido Popular sabe qué significa haber recibido el mítico y letal “abrazo mariano”. Cristina Cifuentes hace como que no lo sabe, pero lo conoce perfectamente. La presidente de la Comunidad de Madrid va a morir con el mismo estilo que la marcado toda su carrera política: la ausencia absoluta de solvencia y consistencia pero una temeridad y una osadía tan frívolas como inagotables. Solo así se entiende el ridículo de inventarse una conspiración del PSOE y el malvado Ángel Gabilondo apoyándose en un titular oportunamente proporcionado por su prensa más amiga y mejor subvencionada. No aprende. Cifuentes perecerá políticamente como es ella: riéndose porque los muertos somos nosotros.
El daño ya está hecho y Mariano Rajoy lo sabe. Tras el funeral de Sevilla, ahora solo puede esperar y demostrarle a los suyos que en el PP no se abandona a nadie; ni siquiera a quien se lo merece por pensar antes en ella que en el bien del partido. Si en Ciudadanos confían en que Rajoy les haga el trabajo sucio en Madrid, van listos. Su estrategia pasará ahora por convertir el “caso Cifuentes” en el “caso Ciudadanos”. No le va a dejar apuntarse el tanto, como con los presupuestos que él aún negocia con el PNV mientras Rivera se las da de estadista en la sala de prensa.
El truco de la comisión de investigación resulta tan banal que no merece ni comentario. Ciudadanos va a tener que pasar por apoyar una moción de censura para echar a Cifuentes y va a tener que ejecutar justo aquello que se negó a hacer en 2016: votar un gobierno de PSOE y Podemos. Algo que supondría un misil directo a la línea de flotación de la estrategia que ha permitido a los naranjas crecer y multiplicarse en las encuestas. Los naranjas no pueden votar con Podemos pero tampoco pueden dejar que siga Cifuentes arrastrándoles al abismo. Una contradicción que sólo puede resolverles Rajoy y que, por supuesto, no les va a solucionar; al menos gratis.

diumenge, 8 d’abril del 2018

¿El PP és un ase magre?

La derrota a Catalunya, la pujada de Cs i el 'cas Cifuentes' trastornen totes les seves expectatives

JOAN TAPIA

Ase magre, ple de mosques. A primera vista aquest refrany, indicatiu de debilitat, no es pot aplicar a la partida alfa de la dreta espanyola que governa des de fa més de cinc anys, que des del 2014 es beneficia d’una recuperació que ha creat 1,8 milions de llocs de treball i que ha col·locat Luis de Guindos a la vicepresidència del BCE.

A més, les enquestes no perceben que les conseqüències de la crisi, la devaluació salarial i l’excés d’ocupació temporal l’estiguin perjudicant molt. Sí, totes diuen que el PP pateix, però no puja Podem (que també baixa) ni el PSOE (que s’estanca), sinó Ciutadans, que recolza la política econòmica de Mariano Rajoy. Però l’indubtable és que el PP cau, o fins i tot es desploma, en la majoria de sondejos i que la seva cúpula dona clares mostres de nerviosisme. L’última, enviar la setmana passada quatre ministres –amb Dolores de Cospedal, la secretària general, al capdavant– a entonar el «soy el novio de la muerte» en un acte de la Legió.

El PP s’ha debilitat per Catalunya. No perquè el secessionisme vagi bé –encara que va guanyar les eleccions del 21-D, està dividit, no aconsegueix formar Govern i té els seus dirigents a la presó o l’exili–, sinó perquè en les eleccions catalanes va caure d’11 a 4 diputats, mentre Ciutadans saltava de 25 a 36 i es convertia en el primer partit del Parlament.

Inés Arrimadas va convèncer més que Xavier García Albiol (que es va enfonsar) i sorprenentment el corriment català va encomanar immediatament la resta d’Espanya i el partit d’Albert Rivera lidera ara gairebé totes les enquestes.

Però al PP li surten més mosques. La setmana anterior a Setmana Santa hi havia un cert optimisme. Algun ministre afirmava –relaxat– que Jordi Turull seria elegit president. I afegia que no és que Turull els caigués bé, sinó que la seva elecció implicaria aixecar el 155 i permetria al PNB votar els Pressupostos a finals d’abril. I amb els Pressupostos del 2018 aprovats, Rajoy podria acabar la legislatura i remuntar.

Però l’endemà que el ministre es franquegés, el jutge Pablo Llarena va citar Turull i altres dirigents secessionistes i va ordenar el seu ingrés immediat a la presó. Va ser un goig sense alegria. Les decisions rellevants sobre Catalunya ja les pren el Suprem. ¿Govern dels jutges com amb suspicàcia ha dit Felipe González? ¿Ho fan en dissonància de Rajoy? Una dada és que no han seguit la instrucció del fiscal general de l’Estat (del Govern) de deixar en llibertat provisional el conseller Joaquim Forn.

Però les mosques van més enllà de Ciutadans i el Poder Judicial. El PP volia remuntar el vol en la convenció de Sevilla d’aquest cap de setmana i pocs dies abans li ha esclatat l’escàndol del màster de Cristina Cifuentes, la presidenta de Madrid, que no és el PP tradicional –el d’Esperanza Aguirre– sinó que s’erigia en l’abanderada de la renovació. I Madrid és clau per al PP. Quan Abc diu, després de la seva compareixença de dimecres, que Cifuentes va sortir tocada però no enfonsada... és que l’esperen dies molt difícils.


Potser no ho és, però avui el PP sembla un ase magre.