dissabte, 27 de febrer del 2016

ELS COLORS DE LA BADIA DELS ALFACS (17)











L'ARBOÇ DEL PENEDÈS (1)











Europa encadenada. Plan B o esclavitud

*Alberto Garzón Espinosa, Marina Albiol Guzmán, Carlos Sánchez Mato
En septiembre de 2013, en un discurso en el Foro Bruno Kreisky en Viena,  Alexis Tsipras pronunció esta frase: “Hoy, los fundamentos de Europa están amenazados por una peligrosa bomba de relojería social y política. Una bomba de relojería que podemos y debemos desactivar”. Sus palabras, en la antigua casa del dirigente socialdemócrata austriaco,   reflejaban a la perfección la impotencia ante el deseo de transformar la Unión Europea.
El Gobierno de Syriza fracasó a la hora de desactivar la bomba y, precisamente por eso, enterró para siempre el Plan A: el de las reformas progresistas en el marco del sistema económico capitalista y su estructura política en la UE de los mercaderes.
Tener conciencia de una realidad es la condición previa para poder transformarla. Quizá ese sea el mayor mérito del movimiento que está surgiendo ahora en Europa y que tiene repercusiones más allá de nuestro continente. La virtud de haber comprendido, tras la experiencia de Grecia, que no cabe un camino “negociado y razonable” con la UE que contemple el respeto a las necesidades de los pueblos y a la soberanía popular.
De hecho, tras el referéndum griego, el Eurogrupo, con su chantaje al Gobierno de Tsipras -y la cesión final de este-, pretendía enviar el mensaje contrario. La señal de que no existe una alternativa a la negociación. Que la posibilidad de luchar con todos los medios por una Europa de los pueblos, no es una opción. En definitiva: que es imposible ir más allá y romper las reglas del juego de la UE, de la Europa fortaleza, de la Europa de los mercaderes. Y este es el reto de la reflexión colectiva en la que estamos inmersos. Esta es la razón por la que hace falta construir un Plan B.
Debemos ser conscientes de que nos enfrentamos a una enfermedad estructural. Por lo tanto, unas pequeñas reformas en una estructura económica creada para el beneficio de unos pocos no la va a transformar milagrosamente en algo al servicio de la mayoría.
Las guerras en las que participa la UE, que han desgarrado el planeta, no son sino una parte de la cirugía que labra la fisionomía de ese gigantesco monstruo de Frankenstein en que se ha convertido el sistema económico mundial.
Hace mucho tiempo que el proceso de reproducción del capitalismo tenía como uno de sus objetivos vitales superar las fronteras, establecer un campo cosmopolita para sus negocios y su explotación de las dos fuentes fundamentales de la riqueza: la naturaleza y el trabajo humano.
Para alcanzar su objetivo, las frías decisiones que se toman en los centros de poder no se arredran ante cualquier medio pacífico o bélico, legal o ilegal, a través de la democracia oficial o, en su caso, de las dictaduras más atroces. Y dicho objetivo no es otro que el sacrosanto beneficio privado de un puñado de parásitos, en un polo, mientras en el otro vivimos la miseria masiva. Lo uno no es sino la otra cara de la moneda de un mismo proceso. La carrera desenfrenada de un sistema anárquico de competencia sin miramientos que ofrece la quimera de un sueño de riqueza que pertenece en la práctica solamente a una minoría privilegiada.
El continente europeo no escapa a estas leyes. Si bien se supone que estamos en la parte “privilegiada” del planeta, los efectos de la crisis orgánica del capitalismo mundial nos han puesto frente a una amarga realidad que nos recuerda que la sociedad de los privilegiados está construida sobre la pobreza,  el desempleo y la pérdida de derechos considerados básicos de la mayoría del pueblo trabajador.
Ante la crisis estructural del sistema económico, los dueños de las grandes empresas y el capital financiero se apresuran a anotar las pérdidas en la cuenta de las grandes mayorías. Y para ello utilizan políticas que suponen una transferencia masiva de recursos de las rentas del trabajo a las rentas del capital.
Parece mentira que haya que recordar el mastodóntico rescate que gobiernos y bancos centrales han realizado durante los últimos nueve años a costa de todas y todos. Y aunque quieran convencernos de que con las medidas de ajuste se ha atajado la crisis, la inestabilidad  económica internacional -a lo que se une el frenazo de la economía china y la insolvencia latente del sistema bancario que provoca fuertes turbulencias bursátiles- muestra que la medicina aplicada en forma de recortes de gasto público, especialmente el social, no ha conseguido alcanzar el objetivo que se propusieron.
Ante esto, el Plan A de la Comisión Europea es reincidir en las erradas políticas que han sido incapaces de solucionar el problema de la falta de crecimiento y, sobre todo, de la recuperación de la tasa de ganancia para el capital.
La Unión Europea no es reformable
Una herramienta se diseña con la finalidad de alcanzar un producto y, por lo tanto, no es adecuada para obtener unos resultados diametralmente opuestos a los que pretendía su creador. La Europa fortaleza no puede convertirse en una Europa solidaria. La Europa de los mercaderes y el capital financiero no puede ser la Europa que vele por los intereses del pueblo trabajador. Por eso, lo debemos decir sin tapujos: la Europa patriarcal, la Europa que destruye la naturaleza,  la Unión Europea no es reformable.
Los intereses de clase están por encima de cualquier otra consideración en esa carrera loca por acumular beneficios a costa de limitar derechos laborales y sociales. Una alianza de las clases dominantes de todos los países de Europa contra la clase trabajadora de toda Europa, eso es la Unión Europea. Se crean las instituciones actuales con un contenido de clase: “Hoy, el poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de Administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa”[1].
En definitiva, lo que nos asfixia no es Europa, no son los pueblos que componen nuestro continente. Las políticas de la Troika no representan los intereses de la clase obrera alemana, francesa o italiana, sino lo intereses de sus respectivas burguesías. En todos los países de Europa los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres. Hablando con propiedad, no deberíamos lanzar ninguna acusación contra Europa, sino contra la Unión Europea. Contra la Europa del capital.
Y cualquier política, institución o moneda que surja de este sistema estará a su servicio. Porque ha sido diseñado para ello. Para defender los intereses de los capitalistas europeos frente a sus competidores en el mercado mundial y frente a la clase obrera europea.
Todas sus políticas son instrumentos de explotación de la clase trabajadora: desde el Banco Central Europeo, hasta el sistema monetario o la política aduanera y de fronteras. Todo ello tiene carácter de clase, defendiendo los intereses materiales de los poderosos.
Ha llegado el momento de levantar el proyecto de otra Europa. De no aceptar su lógica. De romper sus normas. La principal de todas ellas es la diferencia entre quienes ponen los intereses privados de una minoría por delante de todo y quienes consideramos que Europa pertenece a los pueblos.
Por eso, quienes luchamos por un Plan B no podemos quedarnos en atajos que consigan pequeñas reformas cosméticas. Nos jugamos las próximas generaciones y debemos ser consecuentes con la magnitud del reto al que nos enfrentamos.
En definitiva, nos han expropiado la libertad y el trabajo y venimos a recuperar lo que nos pertenece.
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[1] ”Manifiesto del Partido Comunista” Marx y Engels

*Alberto Garzón Espinosa Diputado en el Congreso por IU-Unidad Popular
Marina Albiol Guzmán 
Eurodiputada de Izquierda Unida
Carlos Sánchez Mato 
Concejal de Economía y Hacienda de Madrid por Ahora Madrid

divendres, 26 de febrer del 2016

L’ALCALDE DE GIRONA: EL TÍPIC CONVERGENT PREPOTENT

De Eneko. 
Convergència es vendria al dimoni per tal d’aconseguir els seus propòsits... Venint de mi no crec que us estranyi  la frase, perquè coneixeu bé quin concepte tinc del partit que lidera Arturo Mas. Només busquen poder i diners, i el primer és el mitjà necessari per aconseguir el segon.
Dit això us vull parlar de l’alcalde de Girona Albert Ballesta i el pacte que semblava que havia tancat amb el PP i C’s. Toma ya!
Albert Ballesta no és un alcalde qualsevol i la maner en que va accedir a l’alcaldia de Girona va ser atípica, fins el punt que alguns dels grups que estaven negociant fa uns dies per a reformar el cartipàs municipal, la van qualificar de frau democràtic...
Des del meu punt de vista, que Ballesta substituís a l’actual president de la Generalitat Carles Puigdemont, no és una simple anècdota. És molt més que això. Remenar entre els membres de la candidatura fins trobar el que li devia de semblar l’ideal, indica que havia de ser, forçosament, un home de la seva total confiança. Igual com havia passat amb ell mateix uns dies abans. Si Mas, quan va decidir fer un pas al costat, entre tots els que podria haver escollit, va pensar en Puigdemont (tot i la paròdia del Polònia on sortia Mas volen trucar a Puig i que per error va trucar a l’exalcalde de Girona)    
La polèmica v començar des d’un bon principi. Ballesta havia anat al lloc 17è de la candidatura i, per a entrar a l’ajuntament per tant, van haver de renunciar tots aquells que anaven davant i que no havien sortit al maig. I sembla ser que més d’un va haver de renunciar a contracor.  
Després va haver de repetir la investidura, ja que la primera vegada no va prometre ni jurar el càrrec, per la qual cosa, la seva presa de possessió es va considerar il·legal.
I per què volia pactar amb els grups esmentats quan el més lògic hauria estat pactar amb ERC? Molt senzill, perquè Ballesta pretenia apujar-se el sou (bravo!) i ni ERC, així com tampoc el PSC ni les CUP hi estaven d’acord.  
Diu molt poc d’un persona que per aconseguir apujar-se el sou pacti contra natura. I que a sobre ho faci en un moment on coincideixen per una part un període de crisi econòmica (no oblidem que encara hi ha molta gent amb el sou o prestacions congelades) i per l’altre el procés independentista que lidera, precisament, el seu antecessor en el càrrec.
Quan tot indicava que Ballesta tiraria endavant el seu propòsit d’aprovació del nou cartipàs que contemplava l’assignació que havia de rebre i que, recordem-ho, suposava augmentar-se el sou respecte el seu antecessor, els fets es van torçar i tota l’oposició hi va votar en contra. Primer es va despenjar el PP i abans del ple ho va fer C’s, tot i que, a la desesperada, va canviar algunes coses i fins i tot una rebaixa en les pretensions sobre el seu sou.  
Quan passen coses com aquesta, els mitjans de comunicació solen fer un ampli seguiment i per tant, van sortir talls de veu i imatges enregistrades del ple. Un dels moments que més ressò va tenir va ser la picabaralla entre l’alcalde i la portaveu de C’s. L’alcalde li retreia a la portaveu de C’s el pacte assolit entre el seu grup i el PSOE, el partit de la corrupció a Andalusia pel tema dels Ere’s fraudulents. Una mostra de la poca alçada política del nou alcalde que em va recordar als exalcaldes d’Amposta amb qui vaig compartir consistori entre els anys 2003-2011 i que també solien tenir sortides com aquesta quan el portaveu del nostre grup (Toni Espanya) els hi retreia alguna cosa sobre el punt que s’estava debatent i que no els hi agradava.
Mentre, la portaveu de C’s li reprotxava manca de diàleg i d’haver sortit a fer una roda de premsa abans d’haver tancat el pacte. Del mateix (de manca de diàleg) l’acusava el portaveu d’ERC.
Per acabar-ho d’arrodonir, Ballesta va dir que ell no hauria de ser allí, que havia hagut de substituir a Puigdemont que estava fent un servei a Catalunya... (Pensament típic convergent!) Si no havia d’estar allí, perquè ho va acceptar? I per què, a sobre, es volia apujar el sou? Tan poc li semblava el que estava cobrant l’avui President de la Generalitat?  
Si jo fos polític a Girona m’estaria fregant les mans. Com més incongruències cometrà Ballesta (i com heu vist, ja en van unes quantes), més opcions per a que els altres grups puguin recuperar vots en detriment de CiU (a les municipals encara s’hi van presentar junts)