dimarts, 25 de juny del 2013

LA PERSEVERANÇA DEL "SINYÓ ANCALDE"

De vegades hi ha virtuts que s’acaben convertint en vicis. La perseverança és una virtut, però aplicada en excés, sobre tot, quan ho fas per a buscar el benefici propi, s’acaba convertint en un vici difícil d’eradicar.  
Després de gastar-se uns 500.000 euros en una tanca que, suposadament limita el terreny on s’hauria de construir la nova residència de la tercera edat i, a sobre, fer-ho en un solar que ara per ara no és propietat de l’Ajuntament d’Amposta, el sinyó ancalde insisteix que la residència s’acabarà fent.
Com em deien no fa gaire, abans de dos anys, quan les municipals a Amposta estiguin a la volta del cantó, s’hi faran moviments de terres per a simular que la construcció va endavant. Els polítics solen usar aquestes estratagemes per aconseguir el grapat de vots necessaris que els hi permeti seguir gaudint del privilegi que significa el poder.
Però molt em temo que la realitat serà molt diferent. Sembla ser que en aquests país només hi ha diners per a l’alta velocitat i per acabar algunes de les obres començades i abandonades durant diversos anys, com per exemple la variant de l’Aldea.
Segons l’equip de govern a Amposta hi ha 3 prioritats: l’esmentada residència de la tercera edat, un nou centre assistencial i una estació d’autobusos. Tot el que no es faci durant aquesta legislatura significarà un fracàs per als nostres mandataris municipals.
El nou ambulatori que s’hauria de construir al costat de la plaça de la Castellania, va ser anunciat en plena campanya electoral i es va col·locar una tanca per a que la gent cregués que anava de debò. Finalment, l’estació d’autobusos, després de anys i panys governant CiU a la Generalitat, l’Ajuntament ampostí el va reclamar persistentment durant els governs del Tripartit. Fins i tot semblava que la construcció de l’estació de busos fos una obligació que tenia el govern català. Com sé que la memòria és mol efímer, vull recorda que fins no fa gaires anys, al centre de la població, quasi al davant d’on es troba la seu social de la Lira, hi havia una parada de bus (fixeu-vos bé que no dic  estació) La parada gaudia de marquesines i bancs per acomodar els viatgers i mentre va estar una agència de viatges propietat de l’empresa que té el monopoli del transport de viatgers a la zona, fins i tot es van vendre bitllets. No sé de qui va ser la idea de fer allí la parada, però l’error va ser monumental. Com només hi cabien dos autobusos, en hores punta,  es podia col·lapsar i amb els sistema de circulació que hi havia per aquella època, de vegades es produïa un tap.
Posteriorment es van buscar nous emplaçaments. Des de la provisionalitat que va significar la parada a la plaça de la Pau, prop del riu, a la provisionalitat que torna a ser la que hi ha a l’avinguda de Catalunya, al davant del supermercat Suma. Va haver una idea de fer un abaixador a la mateixa avinguda de Catalunya, al costat de la botiga de Festa. Aquest abaixador hauria donat servei a diferents centres socio-sanitaris de la nostra ciutat com són el Centre de Rehabilitació, el CAP I, la Unitat Polivalent del Pere Mata i, fins i tot, l’Hospital Comarcal. El motiu pel qual no s’ha arribat a fer aquesta parada, l’ignoro, però em dóna a pensar que no aportaria vots...
Al final arribem allí on jo vaig sovint: bona part del dèficit públic de les administracions es com a conseqüència de les exigències dels governant locals.  

FOTOS DE L'ASSAIG AL JARDÍ DEL BOU III

























PUBLICO. ENTREVISTA CON VICENÇ NAVARRO

"El olvido histórico beneficia a las fuerzas conservadoras"

El catedrático reflexiona sobre la memoria histórica y sobre lo que, a su juicio, ha sido una "política del olvido" que ha promovido una versión distorsionada de nuestra historia.

De sobra es conocida la preocupación de Vicenç Navarro, catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas, por la memoria histórica. En esta entrevista, el profesor profundiza en las heridas todavía abiertas de la Guerra Civil española y desvela algunos aspectos biográficos poco conocidos que han conformado su espíritu crítico.  
Usted ha sido muy crítico con el olvido histórico. ¿No cree que hubiera sido mejor no mirar al pasado?
No. Antes al contrario. La política del olvido ha sido un proyecto exitoso de reproducir y ha permitido promover la visión de España de los ganadores de la Guerra Civil. Le citaré un ejemplo. Me invitaron recientemente a dar una conferencia en Tortosa, la capital de la comarca del Baix Ebre. Y pude ver, una vez más, que la juventud sabía muy poco de lo que había ocurrido en aquella parte de Catalunya durante la II República y después. El Baix Ebre era —y continúa siendo— la Andalucía de Catalunya. Había una enorme concentración de la propiedad de las tierras, con las grandes familias terratenientes dominando la economía de la región. La República intentó cambiar esta situación a través de la Reforma Agraria, cambiándose las relaciones de propiedad. Ni que decir tiene que fue un proceso complejo, no libre de errores. Pero fue un intento serio de cambio en las relaciones de propiedad de la tierra.
El golpe militar cambió todo esto, inició una represión brutal revirtiendo la propiedad a los terratenientes que, junto con la Iglesia y el Ejército, dirigieron tal represión, una de las más feroces que haya existido en España y en Europa. Hoy estos terratenientes y la Iglesia católica continúan ejerciendo un enorme poder. Como dijo un anciano militante socialista que estaba en el Salón de Actos donde dí la conferencia, "aquí mandan los de siempre". Pues bien, los estudiantes universitarios de aquellas tierras apenas sabían todo esto. Este olvido beneficia, sin lugar a dudas, a las fuerzas conservadoras.
¿Y cómo puede entenderse esta situación?
Por el miedo. No hay plena conciencia de la brutalidad que significó la dictadura en España. Según el experto en fascismo en Europa de la Columbia University, de Nueva York, en EEUU, el profesor Malekafis, por cada asesinato político que cometió Mussolini, Franco cometió diez mil. Aquella dictadura fue un baño de sangre. El objetivo de la dictadura era eliminar, incluso físicamente, a cualquier voz crítica a aquella dictadura. Los que perdieron la guerra fueron brutalmente represaliados. Y la población tenía miedo, y muy en particular los que perdieron la guerra.
Usted ha hecho referencia en sus libros a esta experiencia, incluso a nivel personal
Sí. Mis padres eran maestros jóvenes e ilusionados con las reformas educativas que se estaban realizando en Catalunya y en el resto de España durante la II República. Hay una película española que se llama La lengua de las mariposas, que es la vida de mis padres en aquel momento histórico. Presenta la enorme ilusión de maestros que amaban a sus estudiantes y el enorme potencial de libertad que suponía la República para ellos. Cuando se estableció la dictadura, les expulsaron del Magisterio, represaliándoles. Mis padres nunca nos hablaron de su vida y experiencias, ni tampoco de donde estaban nuestros familiares, tíos y tías, que se exiliaron en Francia. No hablarnos a nosotros, sus hijos, era la manera de protegernos. Menos sabíamos, más seguros estábamos. Fue más tarde cuando al ir creciendo se nos fue informando poco a poco. Pero la generación represaliada de mis padres se calló para protegernos a nosotros.
Incluso el año pasado, una lectora me escribió de Gironella, una bella localidad en el Berguedà, al pie de los Pirineos, donde mis padres eran maestros antes de ser expulsados, preguntándome si yo era hijo de los maestros de su madre, a quien le haría mucha ilusión conocerme. Mi hermano y yo fuimos a saludar a la que fue discípula de mis padres, y nos contó mucho sobre lo que mis padres habían hecho durante la II República en aquella población, y lo mucho que se les quería. Y de ello, mis hermanos y yo no sabíamos nada. Otro ejemplo. No descubrimos hasta mucho más tarde que mis tíos y tías, como miles de españoles, incluyendo catalanes, habían sido detenidos y miembros del maquis antinazi en Francia, siendo uno de ellos apresado en un campo de concentración nazi. De nuevo, hasta al cabo de muchos años no supimos nada de ello. Esta es la historia de la generación que siguió a la de mis padres. Hemos estado descubriendo sus vidas paso a paso. Esta experiencia no la han tenido los herederos de los que ganaron la guerra. Y se les nota.
¿Qué quiere decir cuando dice "y se les nota"?
Porque cuando escriben sobre la experiencia de los vencidos, incluso los que intentan ser favorables y tener simpatía por los perdedores, lo hacen de una manera que, sin quererlo, es condescendiente.
¿Por ejemplo?
El libro de Javier Cercas —hijo de lo que en España se llama "los nacionales"— Soldados de Salamina narra el relato de un combatiente republicano, su vida, y el olvido que su existencia ha tenido en España. Aplaudí su intento. Es vergonzoso y traduce la baja calidad de la cultura democrática que tales combatientes no hayan sido reconocidos. Y es también vergonzoso que en uno de los contadísimos actos realizados, que tuvo lugar en las Cortes Españolas, el presidente de tal institución, el Sr. Bono, les prohibió ondear la bandera republicana. Aplaudo, pues, el intento de recuperar la historia. Pero en la manera como Cercas lo hace, hace un flaco favor a su intento. Presenta a la figura central de su libro, un luchador republicano, que luchó en España contra el fascismo y en Francia contra el nazismo, como hicieron miles y miles de españoles —incluyendo familiares míos—. Y le presenta como olvidado, terminando los días en una casa de ancianos, todavía lleno de vida, lo cual expresa Cercas en la frase en la que se refiere a cómo les toca el trasero a las monjas, bromeando con ellas. Ésta es su imagen de estar "lleno de vida". Francamente, no me imagino a ninguno de mis familiares tocándoles el trasero a las monjas.
Me parece una enorme frivolidad y una falta de respeto al luchador antiascista y también, por cierto, a las monjas. Pero lo que es más llamativo es que el punto central del libro se sitúa cuando tal luchador republicano tiene frente a su fusil al fascista Sánchez Mazas y, en lugar de dispararle, le perdona la vida. Y esto se presenta como el principio de la reconciliación en España. Muchos artículos han alabado tal descripción. Me alegró ver que el hijo de tal luchador, cuya historia se basaba en un personaje real, protestara de cómo se había presentado a su padre, diciendo que le pareció errónea la descripción del comportamiento de su padre, pues seguro que en la vida real le habría disparado, como habría hecho cualquier luchador republicano. Señalar este hecho inmediatamente genera la crítica de que los perdedores estamos pidiendo venganza o revancha. Y dejar de pedir justicia se ve como un acto de reconciliación digno de aplauso.
Usted ha sido también crítico con el libro Pa Negre y su película.
Quisiera hacer aquí una aclaración, diferenciando la parte teatral y artística de la película —que me pareció excelente, digna de más de un Oscar— y el contenido y sujeto de la misma, basado en un libro con cuya tesis estoy en desacuerdo. Refleja el punto de vista tan extendido de que en la Guerra Civil no había ni buenos ni malos, lo cual se promueve por los que antes consideraban a los vencedores como los buenos y ahora, en su reflexión y revisión histórica, llegan a admitir que también eran malos. Todo antes de llegar a la conclusión, históricamente válida, de que sí que había buenos —los que perdieron la guerra— y malos —los que la ganaron—. Esta obviedad es todavía hoy negada en España. El hecho de que los republicanos hicieran barbaridades —aunque en número mucho menor que los fascistas— no niega la bondad de su causa. Los aliados bombardearon Dresden, lo cual merece una condena. Pero ello no niega que la causa de los aliados —los vencedores de la II Guerra Mundial— era justa y la de los fascistas y nazis era injusta. Esta realidad todavía no ha calado en España, donde los malos ganaron y los buenos perdieron la guerra. Todavía hoy la bandera republicana continúa prohibida en España, mientras que la bandera española es la que enarbolaron los golpistas añadiéndole el símbolo fascista. El hecho de que éste haya desaparecido, no hace a la bandera llamada española más aceptable que la republicana, la bandera que significa las aspiraciones para la libertad, justicia y democracia en España.

Los viajes privados a Tánger y Almería del ministro Wert junto a su secretaria de Estado

Nacho Gay 

Desde que a finales del año pasado ambos rompiesen sus anteriores relaciones sentimentales, el ministro de Educación, José Ignacio Wert, y su secretaria de estado, Montserrat Gomendio Kindelan, disfrutan juntos muy a menudo del tiempo libre que les permite su trabajo en el gabinete ministerial en el que desempeñan sus funciones. Se han dejado ver en alguna ocasión por los mejores restaurantes de la capital y acudieron juntos el pasado 10 de mayo al Open de Madrid para ver a Nadal. Pero lo más curioso es que han compartido también sus últimos periodos vacacionales en el ministerio.
 
El pasado mes de noviembre, ambos viajaron fuera de España para disfrutar del puente de la Almudena. Lo hicieron desde Barajas, la noche del día 8 (jueves), cuando tomaron un vuelo de la compañía Royal Air Maroc con destino a Tánger (Marruecos). Allí disfrutaron de las instalaciones de uno de los mejores hoteles de la ciudad, El Minzeh. Un cinco estrellas en el que pasaron tres noches por un montante de 512,29 euros, cargados a la cuenta de la secretaria de Estado. El lugar elegido para alojarse está situado en el corazón de Tánger, cerca de la antigua medina, y se publicita como un entorno “arquitectónico hispano-árabe que ha dado la bienvenida a huéspedes como Winston Churchill, Paul Bowles, Rita Hayworth o Bernardo Bertolucci”. Y ahora también a la plana mayor del ministerio de Educación español.
 
Tras disfrutar de todo el fin de semana en la ciudad, jefe y subalterna regresaron el domingo a Madrid, en un vuelo de la compañía Ryanair, que aterrizó en la Terminal 1 de Barajas en torno a las 18 horas. El precio de ambos viajes, ida (379,68 euros) y vuelta (237,05 euros), también se cargó a la cuenta que la secretaria tiene en Lloyds Bank, como así figura en los documentos que tiene en sus manos el juez que arbitra su proceso de divorcio. También los 22,97 euros derivados de la facturación de una maleta. Sólo una para ambos. Curiosamente, el 12 de noviembre, lunes, Montserrat Gomendio cumplió 52 años, por lo que el viaje se puede interpretar como una especie de celebración anticipada.  


Semana Santa en Almería
 
Unos meses después, en marzo del presente año, los dos altos representantes de la Educación en España compartieron también sus vacaciones de Semana Santa, aunque en esta ocasión el destino sería más cañí: Almería. Ambos tomaron un vuelo en Madrid el día 27, miércoles, y regresaron el sábado 30 a la capital. La factura emitida por la compañía Iberia fue de 456,10 euros. En esta ocasión no tuvieron que recurrir a un hotel, ya que la familia de la secretaria de estado es propietaria de una amplia finca en dicha provincia; unas 400 hectáreas de terreno agrícola que rodean un cortijo que los miembros del clan Gomendio-Kindelan suelen utilizar cuando están por la zona.
 
El ministro Wert conoció durante esos días parte del vasto patrimonio de la familia de su compañera. El padre de Montserrat, José Manuel Gomendio Fiter, heredó junto a sus hermanos numerosas fincas en la zona noble de Madrid y en el litoral almeriense. Las primeras constituyen hoy lo que se conoce como Soto de la Moraleja, el lugar de España con el precio por metro cuadrado más elevado: más de 5.000 euros. En Almería edificaron la urbanización Retamar, cuyo nacimiento no estuvo exento de polémica.

Según narran las crónicas del ABC de la época, aunque le dedicaron un espacio muy reducido en sus páginas, a finales de la década de los sesenta, en pleno tardofranquismo, el Ayuntamiento de Almería cedió 35 hectáreas de terreno municipal (10 kilómetros de costa) a la empresa Urbanizadora del Mediterráneo S.L., de la que J.M. Gomendio Fiter, padre de la actual secretaria de Estado, era director gerente, a tres pesetas el metro cuadrado. A su vez, la empresa entregó al Ayuntamiento 15 hectáreas de tierras en el interior de la provincia a 6 pesetas el metro cuadrado. La zona costera, una vez urbanizada y bautizada como Retamar, se vendió por parcelas a 2.5OO pesetas y 3.000 pesetas el metro cuadrado. Todo un ‘pelotazo’.
 
Por este extraño proceso de compra venta serían procesados, junto al por entonces alcalde de Almería, Gómez-Angulo, Ginés Pastor Medina (secretario accidental del ayuntamiento), Federico Castillo Rincón (arquitecto del proyecto) y el propio José Manuel Gomendio Fiter como gerente de la sociedad concesionaria. El proceso judicial, que aglutinó un sumario de 3.000 folios, se dilató en el tiempo y acabó archivado por prescripción de delito, según se narra en el libroCrónica de un sueño. 1973-83. Memoria de la transición democrática en Almería, de Miguel Ángel Blanco y otros autores (2005).
 
Años después, sin embargo, parte de Retamar pasó a formar parte del Parque Natural Cabo de Gata y se declaró terreno no urbanizable, lo que impidió culminar el sueño edificador de los Gomendio, que a pesar de ello ostentan un ingente patrimonio a día de hoy. No en vano, Montserrat, hija de José Manuel Gomendio Fiter y Doreen Kindelan, es la mujer más rica del Gobierno actual con 14,5 millones de patrimonio declarado en su acta jurada de alto cargo.