En agosto de 1910 se celebró en Copenhague
la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas. El objetivo de
las mujeres que acudieron a la misma desde 17 países diferentes era
promover la igualdad de derechos, y en un primer plano el derecho al sufragio
femenino. En este marco se proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional
de la Mujer Trabajadora.
Desde UGT creemos que tal día como hoy no podemos olvidar a la española que mejor representa la consecución del sufragio femenino en España y la lucha de la mujer trabajadora.
Clara Campoamor nació en el madrileño barrio de Malasaña en el seno de una familia obrera. Aunque la recordamos como la abogada profesional que conseguiría el tan ansiado voto para la mujer, sus inicios fueron duros, pues a corta edad queda huérfana de padre y debe dejar de estudiar para contribuir a la economía familiar.
Tras pasar por varios empleos y destinos a lo largo de la geografía española que le permitieron crecer intelectual y políticamente, en 1920 puede retomar sus estudios, y en 1924 se convierte con 36 años en una de las pocas abogadas españolas de la época.
Siempre se mostró contraria a la Dictadura de Primo de Rivera que en 1923 concedió el voto a la mujer aunque con notables excepciones, por lo que Clara declararía “La igualdad que la Dictadura quiso traer, era la igualdad de la nada”.
Al proclamarse la Segunda República, fue elegida diputada, pues aunque las mujeres no eran electoras, si eran elegibles.
Clara formó parte de los 21 diputados encargados de elaborar el proyecto de la Constitución más avanzada que ha conocido nuestro país, y desde esta posición defendió la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal. Se alcanzaron todos estos logros salvo el voto femenino que tuvo que debatirse en las Cortes.
La izquierda, con la excepción de un grupo de socialistas y algunos republicanos, no querían el voto femenino pues tenían la creencia de que la mujer estaba muy influenciada por la iglesia y que por tanto su voto favorecería a la derecha. Por eso, el Partido Radical Socialista puso frente a Clara a Victoria Kent, diputada contraria al voto de las mujeres. Tras el debate del que se considera que Campoamor salió vencedora, se produjo la aprobación del sufragio femenino con el apoyo de la minoría de derechas, gran parte de los diputados del Partido Socialista y algunos republicanos.
Con el golpe de estado de julio de 1936 y la posterior dictadura franquista, Clara se vio abocada al exilio donde finalmente murió en Lausana en 1972.
Hoy nos encontramos ante una situación social, política y económica de claro retroceso en el modelo democrático de relaciones laborales y derechos sociales, por eso desde la UGT queremos reafirmar nuestro compromiso con las políticas de igualdad entre mujeres y hombres y denunciar el fuerte impacto de género de los recortes presupuestarios.
La reforma laboral, la reforma educativa y el ataque frontal a los derechos en materia de salud sexual y reproductiva están provocando un fuerte retroceso legislativo e ideológico contrario al avance social en igualdad y diversidad. Son, en definitiva, políticas que demuestran que la igualdad no es una prioridad para el Gobierno.
Por todo esto desde la UGT hemos elaborado el manifiesto conjunto que os adjuntamos y queremos hacer un llamamiento a los ciudadanos a participar en los diferentes actos convocados con motivo del 8 de marzo a lo largo de la geografía española.
Desde UGT creemos que tal día como hoy no podemos olvidar a la española que mejor representa la consecución del sufragio femenino en España y la lucha de la mujer trabajadora.
Clara Campoamor Rodríguez
(Madrid, 12 de febrero de 1888 – Lausana, 30 de abril de 1972)
Clara Campoamor nació en el madrileño barrio de Malasaña en el seno de una familia obrera. Aunque la recordamos como la abogada profesional que conseguiría el tan ansiado voto para la mujer, sus inicios fueron duros, pues a corta edad queda huérfana de padre y debe dejar de estudiar para contribuir a la economía familiar.
Tras pasar por varios empleos y destinos a lo largo de la geografía española que le permitieron crecer intelectual y políticamente, en 1920 puede retomar sus estudios, y en 1924 se convierte con 36 años en una de las pocas abogadas españolas de la época.
Siempre se mostró contraria a la Dictadura de Primo de Rivera que en 1923 concedió el voto a la mujer aunque con notables excepciones, por lo que Clara declararía “La igualdad que la Dictadura quiso traer, era la igualdad de la nada”.
Al proclamarse la Segunda República, fue elegida diputada, pues aunque las mujeres no eran electoras, si eran elegibles.
Clara formó parte de los 21 diputados encargados de elaborar el proyecto de la Constitución más avanzada que ha conocido nuestro país, y desde esta posición defendió la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal. Se alcanzaron todos estos logros salvo el voto femenino que tuvo que debatirse en las Cortes.
La izquierda, con la excepción de un grupo de socialistas y algunos republicanos, no querían el voto femenino pues tenían la creencia de que la mujer estaba muy influenciada por la iglesia y que por tanto su voto favorecería a la derecha. Por eso, el Partido Radical Socialista puso frente a Clara a Victoria Kent, diputada contraria al voto de las mujeres. Tras el debate del que se considera que Campoamor salió vencedora, se produjo la aprobación del sufragio femenino con el apoyo de la minoría de derechas, gran parte de los diputados del Partido Socialista y algunos republicanos.
Con el golpe de estado de julio de 1936 y la posterior dictadura franquista, Clara se vio abocada al exilio donde finalmente murió en Lausana en 1972.
Hoy nos encontramos ante una situación social, política y económica de claro retroceso en el modelo democrático de relaciones laborales y derechos sociales, por eso desde la UGT queremos reafirmar nuestro compromiso con las políticas de igualdad entre mujeres y hombres y denunciar el fuerte impacto de género de los recortes presupuestarios.
La reforma laboral, la reforma educativa y el ataque frontal a los derechos en materia de salud sexual y reproductiva están provocando un fuerte retroceso legislativo e ideológico contrario al avance social en igualdad y diversidad. Son, en definitiva, políticas que demuestran que la igualdad no es una prioridad para el Gobierno.
Por todo esto desde la UGT hemos elaborado el manifiesto conjunto que os adjuntamos y queremos hacer un llamamiento a los ciudadanos a participar en los diferentes actos convocados con motivo del 8 de marzo a lo largo de la geografía española.