Jorge Bezares
Mariano Rajoy se mostró convencido ante David Cameron que Pedro Sánchez fracasará en su intento de investidura y que habrá elecciones el próximo 26 de junio. Así de claro se lo dijo, con traductor de por medio, alpremier británico en Bruselas.
A Cameron, que celebrará el 26 de junio el referéndum sobre la continuidad del Reino Unido en la UE, no debió hacerle mucha gracia la coincidencia, pero se lo tomó con mucho humor y algo de retranca: “Tuviste elecciones en Navidad y ahora en verano… ¡Lo has intentado todo!”.
Y dejó a Rajoy gesticulando cual Chiquito de la Calzada, en su versión Condemor. Lamentable, pero eso es lo que tiene estar tanto tiempo en funciones, que se pierde el sentido del ridículo. ¿Su revelación no conlleva también el reconocimiento de su incapacidad para lograr una investidura a la que estaba dispuesto a acudir si fracasaba Pedro Sánchez?
Pero más allá de esta nueva marianada, viendo cómo está manejando el asunto Pablo Iglesias, pues parece que no cabe otra que volver a votar el 26 de junio más o menos.
La última oferta de Podemos al PSOE es sencillamente un delirio. Lo de plantear que jueces y fiscales sintonicen con el Gobierno no se le ocurre ni a quien asó la manteca. Lo de la vicepresidencia con el aliño de CNI, el BOE, CIS y la Secretaría de Estado de Comunicación, entre otras, es para mandarlos a por tabaco.
En fin, en los primeros momentos, quise ver algún movimiento táctico de esos que tanto gustan al aparatichi podemista, pero a medida que pasan los días estoy convencido de que están encantados de conocerse y solo les interesan nuevas elecciones para intentar darle el ‘sorpasso’ a los sociatas.
Las continuas intervenciones públicas de Iglesias, a cual más disparatada, no dan para mucho más.
Todo lo hace en clave de propaganda y espectáculo. El intercambio de elogios con Margallo en la Comisión de Exteriores me pareció sencillamente vomitivo. Por momentos, dos pavos reales instalados en la soberbia intelectual regalándose el oído.
Y está la renuncia a la tarjeta VIP de Ifema que ha hecho Iglesias. Una abdicación de una regalía que vale tanto como la dejación de la tarjeta del video-club.
Pero estos golpes de pecho de austeridad y honradez no van a servir para tapar ese movimiento que recorre las instituciones controladas por Podemos y aliados y que consiste en la colocación a familiares, novios, novias, ex novios y ex novias.
Viejas malas costumbres, enfermedades políticas propias del bunker, clientelismo puro y duro que Podemos practica ya sin complejos.
NOTA: Por cierto, para que me entienda el alcalde de Cádiz, meterse con él no puede ser en ningún caso meterse con Cádiz y los gaditanos. Es más, cuando hay motivos, es una obligación ciudadana criticarlo.
Lo que pretende el primer edil gaditano planteando una adhesión inquebrantable a su persona es que nos salgamos de la más elemental senda democrática y nos adentremos por los caminos del fascismo, que, como ya demostró Maurice Duverger, también puede ser de izquierdas.
Y eso va a ser que no.