Nunca se ha podido probar que los votos de
los diputados fueran comprados
Tamayo es directivo de una constructora, y
Sáez sigue en su empleo de enfermera
Llamada de esta semana a uno de los
teléfonos que aparecen en la página web de la empresa Prefabricados y Obras
Zarza que opera en Guinea Ecuatorial:
—Hola, buenas tardes. ¿Con Eduardo Tamayo?
—No, aquí no es.
—¿No lo conoce usted?
—No.
—Ah. Es que como en su página web hay una
foto de él inaugurando una sede de la empresa en Guinea...
—Eso es porque Eduardo es muy alto y muy
guapo. Por eso ponemos la foto.
—Entonces sí le conoce. Llamo de EL PAÍS...
—Mire, no es el primero que lo intenta.
[...] De eso hace ya 10 años y Eduardo no quiere hablar. Muchas gracias.
Si todavía no lo han olvidado, Eduardo
Tamayo es el exdiputado autonómico socialista que, junto con su colega María
Teresa Sáez, protagonizó hace 10 años la mayor espantada que se recuerda en un
Parlamento; un golpe demoledor que dio al traste con un Gobierno que la
izquierda tocaba ya con la punta de los dedos y que obligó a repetir las
elecciones que auparon a la popular Esperanza Aguirre a la presidencia.
Las semanas siguientes a aquel 10 de junio
de 2003, cuando todavía el caso salía en las portadas de los periódicos y cuando
todo apuntaba a la tesis de que la derecha y los constructores habían comprado a
los diputados para evitar que la izquierda gobernara en Madrid, periodistas,
políticos y analistas se preguntaban cuál sería el destino de Eduardo Tamayo y
Mayte Sáez en 10 años. Algunos se los imaginaban disfrutando de la supuesta
bolsa de euros que se habría llevado en la operación en algún país caribeño.
Bien, ese tiempo ha llegado. Tamayo es hoy
un directivo de la empresa constructora Prefabricados y Obras Zarza, con
proyectos en Venezuela y Guinea Ecuatorial, donde colaboran en el Plan Horizonte
2020, proyecto del dictador Teodoro Obiang para diversificar la economía del
país. En agosto del año pasado, la Cámara de Comercio del país africano le
entregó una placa tras la inauguración de su sede en la zona de Timbabe, en
Malabo. En cuanto a Sáez, la mujer sigue donde estaba, en Orcasitas, su barrio
de toda la vida, trabajando como enfermera en el hospital 12 de Octubre y
levantándose todos los días a las 6.30.
Las incógnitas del caso continúan y nunca
fueron despejadas judicialmente. La querella que presentó el PSOE ese año fue
desestimada cuando todavía gobernaba el PP y el caso no se reabrió con el
presidente José Luis Rodríguez Zapatero ya en el poder.
Frente a la dejadez del Gobierno por
investigar lo que sucedió, hubo otras personas que rascaron en el caso. Felipe
Serrano, un veterano reportero de la cadena SER, ha trabajado dos años en el
asunto. El resultado es El Tamayazo. Crónica de una traición, un libro en el que
trata de armar todo el rompecabezas de la trama y en el que hablan prácticamente
todos los implicados. “Desafortunadamente no se ha podido demostrar que Tamayo
recibió dinero por hacer lo que hizo. No se trataba tanto de descubrir quién lo
hizo, sino de hacer un libro donde se contara el conjunto de la historia”, dice
Serrano.
No hay, por tanto, fotos de señores
entregando maletines, ni resguardos, ni pruebas de transferencias bancarias ni
pinchazos telefónicos. Sin eso, del caso solo quedan los testimonios y los
hechos, lo que ocurrió aquel 10 de junio de 2003.
Ese día se constituía la Asamblea de Madrid,
el paso previo a la investidura de Rafael Simancas. El político, un tipo de
origen humilde nacido en Alemania, era desconocido en el resto de España. Se
había bregado como concejal en el Ayuntamiento de Madrid y durante la campaña
había eclipsado en algunos mítines a Trinidad Jiménez, la candidata del PSOE al
Ayuntamiento. De Simancas se decía que era un político serio, con capacidad de
maniobra. Se alababa especialmente su capacidad para pacificar la revuelta casa
de la Federación Socialista Madrileña (FSM, hoy PSM), una formación con
demasiadas familias que nunca remaban en la misma dirección.
La ficha de Eduardo Tamayo de la Asamblea.
Todo parecía distinto en aquella ocasión.
Simancas se había comprado una docena de trajes para convertirse, a sus 36 años,
en el presidente más joven de la Comunidad. Estaba hecho. Aun así, había un
pequeño grupo de la FSM que no parecía estar del todo contento. Se trataba de
los balbases o renovadores de la base, dirigidos por José Luis Balbás, abogado y
político conocido por sus maniobras en la sombra. En cualquier caso, según
Simancas, aquel descontento no se concretó en nada. Ni siquiera minutos antes de
entrar en el Parlamento regional. Simancas reunió a los suyos y no hubo
reproches. “Y ahora, todos a votar meaditos, ¿eh? Que no se despiste nadie”, les
recalcó el líder de los socialistas madrileños. Y los diputados socialistas
entraron al hemiciclo. Hay testimonios que vieron dentro de la Cámara a Tamayo
(13 en la lista de 47 parlamentarios del PSOE) y Sáez (46). Días antes, en el
20º aniversario de la Asamblea de Madrid, la política se quejaba de haber sido
incluida tan abajo en la lista. Que ella y Tamayo, dos renovadores de la base,
aparecieran en ella fue una exigencia de Pepe Blanco, es decir, de Ferraz a
Simancas. Y justo en el momento más necesario ya no estaban. “¡Nos faltan dos,
nos faltan dos!”, exclamaron algunos diputados.
Las imágenes televisadas en directo
mostraban un desconcierto nunca visto en un Parlamento desde el 23-F. “Señor
presidente, hemos tenido un pequeño percance”, intentó pedir un receso la
socialista Helena Almazán. Simancas hablaba con unos y con otros, con Fausto
Fernández, de IU, con Manuel Cobo, con Alberto Ruiz-Gallardón. “Nosotros no
hemos tenido nada que ver en esto”, recuerda Simancas que le dijo Cobo.
Desconcertados, los socialistas buscaban a los dos desertores en la calle. Nada.
Se habían marchado. Un guardia civil los vio salir. Consciente de la traición,
Simancas se acercó a Esperanza Aguirre y le informó: “Mis disculpas. No sé por
qué, pero nos faltan dos diputados. En estos momentos tenéis la mayoría”. El PP
tenía 55 escaños, por los 47 del PSOE y 9 de IU.
“Fue como un mal sueño. Del que te quieres
despertar diciendo que no es posible, pero lo es”, resume la socialista
Encarnación Moya. “Mi abuelo fue alcalde de Porzuna, en Ciudad Real, antes de la
Guerra Civil. Pagó por defender estas siglas con años de cárcel. Pensaba en él
cuando empezó el griterío”, cuenta José Cepeda. Mientras, Regino García-Badell,
que meses después sería el jefe de gabinete de Aguirre, empezó a escribir en su
escaño un discurso a toda prisa de su puño y letra para Concepción Dancausa, que
de repente era la presidenta de la Asamblea. Por su parte Aguirre, consultaba en
el libro de la Asamblea la ficha de la diputada Sáez. “Antes de que pasara todo
nos estaba dando ánimos, insistiendo en que hacer oposición era importante y
podía ser divertido”, rememora el popular Borja Sarasola.
La versión de Tamayo y Sáez no tardó en
llegar a los medios. La oficial, la que da el propio Tamayo, es que el pacto
entre PSOE e IU, negociado días antes, no les gustaba y que es Simancas el que
les ha traicionado a ellos al irse con los “comunistas”. La versión no oficial
también corre rápido entre los corrillos políticos de Madrid. Tamayo estaba
enfadado porque no le habían dado la Consejería de Justicia que tanto deseaba.
Simancas siempre ha asegurado que Tamayo nunca se lo hizo saber. La otra versión
del caso, la que ha quedado como sospecha, no llega hasta el día después. Esa
mañana en la FSM, en la calle de Santa Engracia, están muy alterados. Carmen
Salamanca, la jefa de prensa de Simancas, dice ese día: “Aquí hay mucho más.
Pronto sabremos cosas y desde luego no es lo que parece”. Se filtra que los dos
diputados están en el hotel Los Vascos y que quien les está pagando la estancia
allí es el constructor Francisco Vázquez Bravo. Tamayo ya se ha ido al mediodía,
pero Sáez sigue en la habitación 209. Los periodistas llaman a la puerta y la
ven con los labios pintados, dispuesta a salir del hotel. Un coche con escoltas
le espera abajo. Ya con ella en el vehículo, se juega al gato y el ratón,
primero en las inmediaciones del hotel y luego en plena carretera. Unos
reporteros les persiguen a toda velocidad por la autopista hasta que les pierden
a la altura de San Agustín de Guadalix.
No hay rastro de ellos en los días
siguientes, pero ya empieza a fijarse una teoría cabal sobre lo que ha pasado y
que se sostiene gracias a las llamadas desde el teléfono de Tamayo y facilitadas
por unos trabajadores de Telefónica. Esas llamadas sirven para tejer una red que
llega hasta el Partido Popular. En los días previos a la traición, e incluso ese
mismo día, Tamayo ha tenido contacto con el abogado y militante del PP José
Esteban Verdes. También con el constructor Bravo, el que paga el hotel. Este a
su vez ha ido a visitar a Génova, el mismo día del escándalo de la Asamblea, a
Ricardo Romero de Tejada, secretario general del PP en Madrid.
Todos esos nombres y algunos más salen en
unos papeles llenos de garabatos, desvelados por Infolibre, supuestamente
elaborados por Tamayo. Ese documento probaría que junto a Balbás y un nombre
más, Dionisio Ramos, habrían puesto en marcha un complot para quitar el Gobierno
a Simancas y salvaguardar así unos intereses urbanísticos no muy especificados
en La Cabrera y Pelayos. El resultado ya es conocido. Diez años de Aguirre. Para
los socialistas, lo que pasó fue un golpe de Estado. “De aquellos polvos, estos
lodos”, comenta la exdiputada Ruth Porta, “ahí está el origen de todo lo que
está pasando en la región”.
Lo que siguió a esos días terminó de
apuntalar el esperpento en el que se había convertido la política madrileña. La
investidura de Simancas no contó con los votos de Tamayo y Sáez, que esta vez sí
aparecieron por la Asamblea. No habían renunciado a su acta de diputado y
entraron en el grupo mixto. Ese día tuvieron que ser escoltados, en un
dispositivo especial. Por los pasillos, diputados del PSOE e IU les tiraron
monedas a su paso al grito de “¡Judas!”.
La comisión de investigación —fue la primera
vez que se retransmitió en directo una comisión de un Parlamento autónomo, hubo
que cablearlo todo para meter tres cámaras en la sala—, no sirvió para aclarar
mucho más, pese a la expectación que generó, con Telemadrid copando la
audiencia: las llamadas de protesta de los telespectadores un día que se decidió
emitir resúmenes colapsó la centralita de la cadena. “Hubo muchas limitaciones
en la Comisión. Nos negaron todos los papeles que pedimos. Tuvimos que funcionar
solo con las comparecencias”, recuerda Modesto Nolla. De aquellas jornadas
permanece en el imaginario colectivo el “No a todo” de Sáez. “Fue una traición
interna del PSOE”, zanja el popular Francisco Granados.
Las nuevas elecciones, en octubre, dieron la
mayoría al PP. Simancas eligió en la campaña la canción No es lo mismo, de
Alejandro Sanz. Una estrofa resumía su estado de ánimo: “Vale... Que a lo mejor
me lo merezco / Bueno... Pero mi voz no te la vendo / Puerta... Y lo que opinen
de nosotros... / Léeme los labios, yo no estoy en venta”.
Nunca se investigó judicialmente lo que
pasó. EL TSJM no admitió la querella para hacerlo por tres votos contra uno,
argumentando que no estaba bien fundamentada. El voto particular sí veía
indicios para abrir una investigación. Se apuntó al fiscal general del Estado de
José María Aznar, Jesús Cardenal, como el hombre que la terminó de
cortocircuitar.
Al igual que Tamayo, el resto de personajes
no ha querido aportar datos nuevos que desvelen la trama. Balbás hace su vida en
la calle de Alcántara con Ayala, en apenas unos pasos, entre su domicilio, su
consultora Helvia y el restaurante La Flor de Galicia, al que acude
prácticamente a diario. Sigue siendo un tipo pegado a un móvil y con negocios en
Argelia, Libia y Emiratos Árabes Unidos.
Mientras, Sáez sigue en el hospital 12 de
Octubre. En los últimos días ha hecho algunas declaraciones. Sirven para poner
los mismos nombres en la trama, aunque no para explicar lo que ocurrió. Por lo
demás, el caso amenaza con convertirse en uno de esos en los que por más que se
investigue, nunca se sabrá lo que ocurrió. Como la muerte de JFK, o los crímenes
de Jack el Destripador, cada libro que se publica, cada artículo que sale en la
prensa, enmaraña aún más la madeja. Al menos sirve para recordar que, una vez,
en Madrid, hace 10 años, los ciudadanos eligieron un Gobierno de izquierdas. Fue
un espejismo.
El currículo de los traidores
Eduardo Tamayo (Peñarroya-Pueblonuevo,
Córdoba; 1959) está licenciado en Derecho por la Complutense, según recoge su
ficha de la VI Legislatura de la Asamblea de Madrid. También fue letrado en
ejercicio desde 1986 hasta julio de 1999, año en el que se estrenó como diputado
regional.
María Teresa Sáez (Madrid, 1949) tiene como
formación el graduado escolar. En su ficha en el Parlamento regional también
incluyó cursos de “secretariado” y ofimática”. En 1992 ingresó como
administrativa en el hospital 12 de Octubre
LA SOMBRA DEL ‘TAMAYAZO’ VUELVE DIEZ AÑOS
DESPUÉS CON DOCUMENTOS REVELADORES: BALBÁS, TEJADA, CIFUENTES…
Un manuscrito, atribuido a Tamayo, da varias
claves y nombres; el exdiputado regional está ahora “haciendo negocios en Guinea
Ecuatorial”
El próximo lunes se cumplirán diez años del
‘tamayazo’, aquel 10 de junio de 2003 en el que dos diputados socialistas en la
Asamblea de Madrid, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, impidieron con su
deserción que su compañero Rafael Simancas asumiera la presidencia en el
Gobierno regional. El caso se cerró política y judicialmente sin ningún coste y
desde entonces se convirtió en un quiste en la democracia madrileña y nacional.
Se convocaron nuevas elecciones y Esperanza Aguirre y el PP de Madrid iniciaban
una década de dominio absoluto en la Comunidad que perdura hasta hoy.
La trama manuscrita por Tamayo
El caso sigue abierto, al menos
periodísticamente, e infoLibre ha difundido las fotocopias de un documento
manuscrito, que atribuye a Tamayo, en el que con una serie de organigramas se
apunta al entramado de políticos y empresarios que permitió aquel ‘golpe’. En el
centro de la trama, José Luis Balbás, líder de la corriente socialista
Renovadores por la Base, a la que pertenecían tanto Tamayo como Sáez. Otros
personajes claves que aparecen en el documento son Dionisio Ramos, ex gerente de
la Universidad Complutense de Madrid, y Ricardo Romero de Tejada, ex secretario
general del PP de Madrid y ex consejero de Bankia.
Balbás, Ramos, Tejada, Cifuentes…
El Mundo se ha hecho eco de la información y
del documento. “La maniobra de Balbás era el encuentro entre dos necesidades: la
del propio Balbás, apurado por rentabilizar sus dos escaños entregándolos a la
mejor puja, y el entorno de Esperanza Aguirre, decidido a hacerse con la
Presidencia de la Comunidad de Madrid”. El intermediario sería Dionisio Ramos,
exgerente de la Universidad Complutense de Madrid, amigo de Balbás, de Romero de
Tejada y también de Cristina Cifuentes, la actual delegada del Gobierno, que en
aquel entonces era funcionaria de la Complutense. Ramos habría contactado con
Cifuentes y Romero de Tejada para trasladarles el ofrecimiento de Balbás.
Operaciones inmobiliarias y “8 millones”
En el documento de Tamayo se alude asimismo
a dos operaciones inmobiliarias, ‘La Cabrera’ y ‘Pelayos’ relacionadas con
empresas propiedad de Dionisio Ramos. Junto a Pelayos, escribe “Balbás” y “Miana”,
varios porcentajes y el apunte “8 millones”.
“Sáez se siente utilizada”
Felipe Serrano, periodista de la SER, acaba
de publicar El tamayazo. Crónica de una traición, y ELPLURAL.COM ha contactado
con él para abordar todas estas novedades y su libro. Explica que el manuscrito
tiene “gran valor periodístico, es el hilo conductor de toda la historia” y la
información constata asimismo el “gran malestar y disgusto” de la tránsfuga
Sáez, con la que él se entrevistó en su investigación: “Se siente utilizada,
como una pieza del engranaje pero sin ser consciente de la dimensión que iba a
alcanzar”. El periodista cree que puede ser esta exdiptuada puede ser el eslabón
más débil de los que participaron en aquel entramado y la más descontenta, pero
tiene muchas dudas de que se pueda esclarecer el caso finalmente.
“Todo parece atado y bien atado”
“Me temo que será una de esas historias
recurrentes que siempre se mantiene abierta y reaparece puntualmente. Por
higiene democrática ojalá que se cerrara definitivamente, que se tirara de la
manta como ha ocurrido con la Gürtel, pero todo parece atado y bien atado”,
lamenta Serrano.
Protagonistas en Intereconomía… o en Guinea
Ecuatorial
El autor de El tamayazo explica que no se
han podido comprobar incrementos patrimoniales de los principales implicados.
Balbás es en la actualidad un activo tertuliano de Intereconomía. Expósito, un
guardaespaldas que custodió a los tránsfugas en los días de más tensión del
escándalo y que había amagado con tirar de la manta también acabó contratado por
Intereconomía. ¿Y Tamayo? Serrano revela que “está haciendo negocios en Guinea
Ecuatorial con una empresa de construcción de materiales prefabricados”.
Cifuentes: “Es falso que participara”
Ante lo publicado, la delegada de Gobierno
de Madrid ha manifestado a través de su twitter que “es rotundamente falso que
participara en el lamentable suceso del tamayazo ni directa ni indirectamente,
ni por acción ni por omisión”, y ha tachado de “repugnante” que “algunos” la
quieran implicar con esos hechos. Advierte de que si tiene que acudir a los
tribunales lo hará.
UN DOCUMENTO DE TAMAYO REVELA LA
PLANIFICACIÓN DEL 'TAMAYAZO' Y NOMBRES VINCULADOS A LA TRAMA
Diez años después del 'tamayazo', tal y como
se conoce a la deserción de dos diputados socialistas que evitó que Rafael
Simancas fuera investido presidente de la Comunidad de Madrid, infoLibre publica
un documento manuscrito, que atribuye al propio Eduardo Tamayo, en el que se
desvela la existencia de un complot en el que habrían participado políticos y
empresarios.
Los manuscritos, publicados por tintaLibre,
el mensual de infoLIbre, revelan además prebendas millonarias que, según Tamayo,
se otorgaron para impedir que Simancas fuera presidente. Además, sitúa en el
centro de la trama a José Luis Balbás, líder de la corriente socialista
Renovadores por la Base, a la que pertenecían los tránsfugas Tamayo y María
Teresa Sáez, a Dionisio Ramos, ex gerente de la Universidad Complutense de
Madrid, y a Ricardo Romero de Tejada, ex secretario general del PP de Madrid y
ex consejero de Bankia.
En el primer folio del documento, aparece la
indicación "PP+2", junto al apellido de Antonio Romero, secretario de
Organización de la FSM, y lo conecta con una flecha con las tres consejerías que
el PSOE habría pactado con IU a cambio de su apoyo a la investidura de Simancas.
Algo que, según se deduce, iba contra los intereses de Balbás.
"La maniobra de Balbás era el encuentro
entre dos necesidades: la del propio Balbás, apurado por rentabilizar sus dos
escaños entregándolos a la mejor puja, y el entorno de Esperanza Aguirre,
decidido a hacerse con la Presidencia de la Comunidad de Madrid", escribe
AlexánderSequén-Mónchez en infoLibre. El intermediario sería Dionisio Ramos,
amigo de Romero de Tejada y también de Cristina Cifuentes, la actual delegada
del Gobierno, que en aquel entonces era funcionaria de la Complutense. Según el
documento, Ramos habría contactado con Cifuentes y Romero de Tejada para
trasladar el ofrecimiento de Balbás.
Del folio 3 se desprende que Esperanza
Aguirre se negó al pacto entre el PP y los dos concejales tránsfugas. "Esperanza
no quiere pacto", escribió Tamayo, así como "elecciones", en referencia a la
repetición de la convocatoria electoral que finalmente daría la mayoría absoluta
a Aguirre.
Por otra parte, Tamayo hace referencia a dos
operaciones inmobiliarias: "La Cabrera" y "Pelayos", que se referirían a
promociones inmobiliarias de una de las empresas propiedad de Dionisio Ramos.
Junto a Pelayos, escribe "Balbás" y "Miana", y al lado "4 c/uno", junto a un
círculo que pone "8 millones". También aparece el nombre de Fidel San Román,
constructor y promotor inmobiliario que se hizo con varias concesiones públicas,
como la Plaza de las Ventas.
Para infoLibre, los papeles de Tamayo
demostrarían que el 'tamayazo' tenía por objetivo "echar a rodar la maquinaria
política, financiera y mediática que acabó instaurando en el poder a Esperanza
Aguirre"
Llegit a Los Genoveses.