Doncella y martir, santa, virgen barbuda, patrona de las malcasadas e icono del colectivo LGBT. La rocambolesca historia de Santa Librada es el resultado de un remix de varias leyendas del folklore popular, alimentadas por la Iglesia Católica mientras le sirvió como historia ejemplarizante y para hacer caja.
Según la leyenda cristiana, Santa Librada o Santa Wilgefortis (del antiguo alto alemán hilge Vartez, ‘santo rostro’) se trataría de una muchacha portuguesa o siciliana que, allá por el siglo VIII, fue prometida en matrimonio por su padre nada menos que al Rey Moro de Sicilia. A ella no le pareció bien la elección paterna y se negó en redondo a casarse con un musulmán, así que le pidió a Dios en sus oraciones que la convirtiera en un ser repulsivo.
Ni corto ni perezoso, el altísimo (con su sadismo habitual hacia los cuerpos de sus acólitos) le hizo crecer una frondosa barba y abundante pelo por todo el cuerpo. Al verla el monarca morabita, le invadió el asco y decidió romper el compromiso de boda. Esto no hizo ninguna gracia al padre de la hirsuta joven, imaginamos que por la suculenta dote que dejó de ingresar en las arcas familiares. El progenitor, visiblemente cabreado, mandó crucificar a su hija rebelde, sentencia que fue ejecutada sin que Dios moviese su dedo celestial ni un ápice para impedirlo.
Otra versión que intenta ser científica, según leemos en Helicon, afirma que ese montón de pelo de la doncella fue resultado de una huelga de hambre como protesta contra su padre. Algo así era común a finales del primer milenio para evitar matrimonios no deseados. La chica, por lo tanto, habría sufrido desnutrición severa, se le habrían rota las uñas, su aspecto no habría sido nada saludable y los problemas hormonales habrían provocado el hirsutismo propio de episodios graves de anorexia nerviosa.
“Era por el año 800 d. C. En una lujosa estancia de un castillo portugués, la hija del rey rechazaba los alimentos que le ofrecían, ayunaba y si la forzaban a comer vomitaba. Enflaquecía a ojos vistas, y prácticamente se estaba dejando morir de hambre. Todo antes de romper su voto de castidad y servicio a Dios, todo antes que la casaran…” (Wikipedia)
Sin embargo, una serie de historiadores localiza el origen de la imagen de Santa Wilgefortis en una talla bizantina: la Volto Santo de Lucca (la Santa Faz de Lucca), que representa a un andrógino Jesucristo que los cristianos occidentales (acostumbrados a ver al hijo de Dios en taparrabos) podrían haber confundido con una mujer, dado que llevaba una especie de vestido largo, un colobium, bastantecomún en Siria.
El Volto Santo de Lucca habría aparecido, según la tradición, en una embarcación a la deriva en la costa de Lucca (Italia) un día del año 742 y desde entonces sacada en procesión cada año. Pero claro… a aquellos píos italianos la talla de pelo largo, ojos grandes y vestido (aparentemente) de mujer no les pareció demasiado canónica, así que se inventaron una leyenda para justificar el hallazgo. Así lo contaba el jesuita Charles Cahier en el siglo XIX:
“Por mi parte, estoy inclinado a pensar que la corona, la barba, la túnica y la cruz, que se consideran los atributos de esta doncella maravillosa (en las representaciones pictóricas) son sólo una devoción piadosa del famoso crucifijo de Lucca, de alguna manera modificado. Este famoso crucifijo estaba completamente vestido y coronado como un rey, como muchos otros iconos de la misma época. Con el tiempo, la larga túnica provocó que se pensara que la figura era de una mujer, que debido a la barba fue llamada Vierge Forte [virgen fuerte]”.
En fin, el culto a la predecesora de Conchita Wurst se viralizó mediante su reproducción en infinidad de breviarios y martirologios cristianos a partir del siglo XV. Y claro, la Iglesia, que está desde hace dos mil años a la que salta, le buscó rápidamente sitio en el superpoblado santoral católico, donde se la conoce como laPatrona de las Mujeres Malcasadas. Desde entonces y hasta bien entrado el siglo XX, las creyentes acudían a ella pedirle el deshacer matrimonios indeseados.Entonces llegó el Papa Pablo VI y en 1969 se la quitó de en medio junto a otro variado de santos non gratos. La excusa oficial: “no había pruebas de su existencia”.¡Mira quién fue a hablar!
A pesar de ello, tanto Santa Librada (que es representada sin barba) como Santa Wilgefortis siguen siendo veneradas por todo el planeta con diversos nombres: Santa Liberada (España), Santa Liberata (Italia), Santa Comba(Portugal), Santa Livrade (Francia, donde también se la puede encontrar con el nombre de Sainte Débarras, que significa “desacedora”), Ontcommene (Países Bajos), Kümmernis (Alemania, con el significado de ““dolor” o “tristeza”), Santa Eutrópia (Grecia), Uncumber (Inglaterra) o Starosta en Chequia.
No solo eso. Como podemos ver en Santos Queer, dada su androginia y su espíritu rebelde, la virgen defenestrada fue rápidamente adoptada por la comunidad LGBT. Y es que la idea de que la mártir en realidad no quisiese casarse por ser lesbiana ha inspirado incluso exposiciones artísticas; o a la norteamericana Linda Medley a la hora de crear la novela gráfica Castle Waiting, donde aparece la Orden de Santa Wilgefortis, un convento entero lleno de monjas barbudas.
Con información de Helicon, Santos Queer, Iconosmedievales.blogspot , y la Wikipedia.