Xavier Caño Tamayo
Las mal llamadas pensiones privadas no son otra cosa que un negocio de especulación, de compra y venta de activos, que depende de cómo vayan los mercados financieros.
Las mal llamadas pensiones privadas no son otra cosa que un negocio de especulación, de compra y venta de activos, que depende de cómo vayan los mercados financieros.
Dos titulares recientes muestran una creciente agresividad contra las pensiones públicas de la Seguridad Social. El primer titular dice que la OCDE advierte en un informe reciente que las pensiones se desplomarán en España por la reforma aprobada en 2013 por el Gobierno del Partido Popular. El informe indica que la retribución que cobrarán los jubilados se reducirá notablemente.
La trampa que el Gobierno Rajoy ha perpetrado para rebajar las pensiones públicas ha sido sustituir la sencilla actualización anual de las pensiones según la tasa de inflación por un llamado factor de sostenibilidad que calcula la pensión del jubilado según la esperanza de vida por un lado y la revaloriza cada año según la situación económica de la Seguridad Social.
Una revalorización tramposa porque, si el Gobierno tiene que dar dinero extra a la Seguridad Social (como hizo aportando más de 7.000 millones de euros para pagar las pensiones de navidad) contabiliza esa cantidad como préstamo y no transferencia, como debería ser. ¿Por qué? Si es préstamo, aumenta el déficit de la seguridad social, lo que conviene a los propósitos del Gobierno del PP pues, si la Seguridad Social es deficitaria, la actualización anual de pensiones no será tal, según el coste de la vida, sino un chiste, como el actual aumento del 0,25%.
Según cálculos de la OCDE, la reforma de las pensiones con esos criterios de sostenibilidad y revalorización rebajarán las retribuciones de los jubilados en España en un futuro cercano hasta un 46% respecto el salario medio como pauta para determinar la pensión. Es mucha rebaja.
Por otra parte, nada inocentes malas noticias sobre las pensiones de la Seguridad Social han acaparado los titulares de los últimos años. Siempre con predicciones catastrofistas que no se han cumplido... hasta el Gobierno Rajoy quien ha impuesto implacables medidas de austeridad que han agravado las consecuencias de la crisis en el mercado laboral y no se le ha ocurrido otra medida que vaciar la llamada 'hucha de las pensiones', reserva para pagarlas que en tiempo de Zapatero acumuló 70.000 millones de euros.
Pensiones a los Presupuestos Generales del Estado
Hoy apenas queda dinero por la incompetencia del Gobierno del PP, incapaz de afrontar de verdad la financiación de las pensiones. Además de su irresponsabilidad por insistir en la inviabilidad de las pensiones de la Seguridad Social, como si el sistema de financiación aprobado en el Pacto de Toledo en 1995 con cotizaciones sociales para financiarlas, fuera el único. Y no es así.
Ese acuerdo fue útil hace veintidós años, pero hay otras alternativas. Oposición política y movimientos sociales (Confederación de Organizaciones de Mayores, Yayoflautas, Marea Pensionista...) reivindican que las pensiones públicas se financien con los Presupuestos Generales del Estado, como sucede en Dinamarca, por ejemplo. Pero eso obliga a aumentar la recaudación fiscal, para empezar rompiendo la corriente que rebaja cada vez más los impuestos a los más ricos y establecer una fiscalidad progresiva, justa y suficiente. Pero el Gobierno del PP ni siquiera quiere hablar de ello.
Además, si el fraude fiscal alcanza los 40.000 millones de euros anuales en el Reino de España según GESTHA y la corrupción cuesta 90.000 millones anuales de eurossegún la Comisión Nacional de Mercados y Competencia, reducir de forma sustancial esas cantidades encarrilaría por buen camino la financiación de las pensiones, además de otras necesidades sociales. Pero no es la voluntad política del PP ni en años luz.
No estaría completo el panorama de las pensiones en el Reino de España si olvidamos el otro titular de hace unos días: El gobierno del PP acude al rescate de los planes de pensiones privados.
Porque por más presiones que banca y sector de seguros han hecho, las mal llamadas pensiones privadas no gozan de buena salud. Mal llamadas porque no son pensiones sino participaciones en fondos de inversión que rentan intereses y se rebautizan como planes privados de pensiones.
Pensiones privadas y mercados financieros
Según una investigación de profesores del IESE y de la Universidad de Navarra, ocho de cada diez de esos fondos ni siquiera cubrieron el coste de la vida en España y sufrieron una constante pérdida de valor. De 335 planes de pensiones privados, con sus miles de suscriptores, 278 han perdido poder adquisitivo al ser la rentabilidad inferior al aumento de la inflación.
Las mal llamadas pensiones privadas no son otra cosa que un negocio de especulación, de compra y venta de activos, que depende de cómo vayan los mercados financieros y lo rentado en planes de pensiones no llega a 5.000 euros por suscriptor de esos fondos, que de ningún modo es un complemento de ingresos digno de tal nombre para los quince o veinte años que probablemente vivirá el pensionista privado tras jubilarse.
Con la realidad innegable de la escasa rentabilidad y pocos suscriptores de planes privados de pensiones, el Gobierno del PP propone más recortes a las pensiones públicas y que sea más difícil beneficiarse de la Seguridad Social. Además de ayudas e incentivos a los planes privados de pensiones para que atraigan a más trabajadores. A ver si de una vez los asalariados pican y se deciden a suscribirlos. Según Rajoy, esa pensión privada ha de “servir como complemento de la pensión pública” pero, para que los trabajadores se decidan por las pensiones privadas, el Gobierno del PP deteriora aún más las pensiones de la Seguridad Social hasta rozar la penuria y los trabajadores tengan necesidad de una pensión privada.
Percibir una pensión pública digna es un derecho, como establece la Declaración Universal de Derechos Humanos, que no puede estar a merced de vaivenes de los mercados financieros. Pero eso nada importa a los neoliberales que nos desgobiernan.