"El gobierno podría reemplazar la bandera
española por un condón, porque representa claramente la acción y gestión
que están llevando a cabo... ya que el condón resiste la inflación, detiene
la producción, destruye la próxima generación y le da a la gente una sensación
de seguridad mientras se la están clavando..."
dimarts, 24 de juliol del 2012
Parábola de los dos hijos de un mismo padre
Había una vez un padre que tenía dos hijos, el mayor trabajaba para los negocios de su padre, para lo que tuvo que estudiar, pues así se lo exigían. No se quejaba y aceptaba lo que se le daba en concepto de salario por su trabajo, y lo hacía, ya que los negocios de su padre funcionaban.
El hijo menor se encargaba de gestionar
el dinero de su padre y de otras personas que se lo solicitaban, pero parecía
que no le llegaba lo que le daban y todos los días pedía más y más, no
sabemos si porque lo gestionaba mal, por su afán acaparador,…, por lo
que el padre buscaba dónde sacar más dinero para darle.
Llegó un momento en el que ya no encontraba
lugar para conseguir dinero, así que decidió quitarle parte de su sueldo
al hijo que trabajaba para él, pues como él le pagaba sólo tenía que decirle
que le iba a dar menos y solucionado, aparte de que como veía que no protestaba,
pues todos los años le quitaba algo, le resultaría fácil.
¿Qué le diría usted a este padre?
¿Cuál es la moraleja de la historia?
¿Le parece bien la decisión tomada?
El que quiera que continúe la parábola y busque un final equilibrado, no debe resultar fácil porque siempre pierde el débil, pero por lo menos debería intentarse no castigar ni culpar al que no tiene nada que ver con el inicio del problema.
¡Sí que hay dinero!
Vicenç Navarro
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Durante el debate parlamentario que tuvo lugar en las Cortes españolas a raíz de la presentación del presidente Rajoy de las medidas de recortes que su gobierno iba a realizar, el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas del gobierno español, Cristóbal Montoro, indicó que éstas eran necesarias porque “el Estado no tenía más dinero”, punto acentuado por el propio Rajoy cuando subrayó que el nivel de deuda pública en España había alcanzado niveles inaceptables que forzaron la toma de medidas excepcionales, considerando la bajada del déficit como la prioridad número uno de su gobierno. El presidente indicó también que tal bajada del déficit público era la condición indispensable para salir de la crisis, pues sólo con esta bajada se recuperaría la confianza de los mercados financieros y España podría volver a recibir prestado dinero a unos intereses más bajos.
Es sorprendente que la administración Rajoy continúe repitiendo esta creencia (creencia basada más en la fe que en la evidencia) cuando todos los datos acumulados muestran lo erróneos que son los supuestos sobre los que se basa.
Pero antes de mostrar tales datos, es importante subrayar, una vez más, lo que tienen en común los países hoy intervenidos –España, Grecia, Portugal e Irlanda–. Todos ellos tienen estados pobres (su gasto público, incluyendo el gasto público social por habitante, es de los más bajos de la Eurozona), con escasos ingresos al Estado (entre los más bajos de la Eurozona), poco redistributivos (entre los menos redistributivos de la Eurozona), y basados en una fiscalidad altamente regresiva (de los más regresivos de la Eurozona). La causa de que todos estos países tengan estos puntos en común es que todos ellos tienen un contexto político semejante. Durante su reciente historia (los últimos cincuenta años) las fuerzas conservadoras han tenido una enorme influencia sobre sus Estados. Fueron gobernados por muchas décadas por gobiernos ultraconservadores. El contraste con los países escandinavos (que tienen los Estados más desarrollados, con mayores políticas redistributivas y políticas fiscales más progresivas en la UE) se basa en que en aquellos países las fuerzas progresistas han sido las dominantes en su vida política, al revés que en los países intervenidos.
Se podría argumentar que España, como también aquellos países, tiene un Estado pobre porque es un país pobre. Pero los datos no confirman esta situación. El PIB per cápita es el 94% del promedio de la UE-15, y en cambio, el gasto público es sólo un 72% del promedio de la UE-15. En realidad, si fuera un 94%, España se gastaría 66.000 millones más en su sector público y en su subfinanciado Estado del bienestar (tanto en sus transferencias como en sus servicios públicos). Pero no se los gasta, no porque no existan. Sí que existen. Lo que ocurre es que el Estado no los recoge. Y ahí está el punto clave que no se cita. La regresividad de la política fiscal que España tiene en común con todos los países intervenidos. Han tenido que pedir prestado dinero porque el Estado no recoge el suficiente.
Pero lo que es incluso peor es que durante la era de bonanza (estimulada por la burbuja inmobiliaria), el Estado español bajó más y más los impuestos, bajada que favoreció particularmente a las rentas superiores, que adquieren la mayoría de sus rentas de la propiedad de capital. Esta bajada de impuestos determinó –según ha indicado el Fondo Monetario Internacional– nada menos que la mitad del déficit estructural del Estado, déficit que permaneció oculto durante la expansión económica por el elevado crecimiento de ingresos al Estado, apareciendo, sin embargo, en toda su crudeza cuando el boom explotó. Y ahora el Estado tiene que pedir prestado el dinero a los bancos (donde los súper ricos depositan los ingresos que habían adquirido como consecuencia de la bajada de sus impuestos), teniendo que pagar intereses para conseguir el dinero, que podría haberse obtenido, si no hubieran bajado los impuestos.
Y ahí está el problema más silenciado en los medios y en los debates. Fue una lástima que ninguno de los que participaron en el debate en las Cortes españolas hiciese las siguientes preguntas al presidente Rajoy: ¿Por qué el Estado español decidió congelar las pensiones a fin de conseguir 1.200 millones de euros, en lugar de revertir la bajada del impuesto de sucesiones, con lo cual habría obtenido casi el doble de ingresos ( 2.552 millones). O, ¿por qué en lugar de recortar nada menos que 7.000 millones en sanidad, el gobierno no eliminó la reducción del Impuesto de Sociedades a las empresas que facturan más de 150 millones de euros al año, lo que significa menos del 0,12% de todas las empresas, con lo cual hubieran obtenido más de 5.600 millones de euros? O, ¿por qué quiere ahora establecer el copago sanitario en lugar de aumentar los impuestos de los fondos SICAV y las ganancias especulativas? O, ¿por qué quiere aumentar el IVA, en este momento de recesión, que afectará a las clases populares, en lugar de aumentar el impuesto de Sociedades al 35% para empresas que ganen más de un millón de euros al año, con lo cual ingresaría 14.000 millones de euros más? O, ¿por qué quiere destruir puestos de trabajo en los servicios públicos en lugar de establecer un impuesto a las transacciones financieras, con lo cual, tal como ha señalado el sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda, se conseguirían 5.000 millones de euros? O, ¿por qué en lugar de forzar reducciones de los Estados del bienestar gestionados por las CCAA no reduce la economía sumergida diez puntos, con lo cual aumentaría 38.500 millones de euros?
Estas son las preguntas que deberían haberse hecho y no se hicieron. Rajoy no las habría podido contestar y habría quedado en evidencia, mostrando, que en contra de lo que dice, sí que hay alternativas y sí que hay dinero.
dilluns, 23 de juliol del 2012
EL MODEL VALENCIÀ
Començaré amb el titular del Periódico de dissabte: “València cau, Espanya tremola”. Al meu parer resumeix molt bé la situació actual del país.
Però durant el cap de setmana també va caure Múrcia, una autonomia que, com València, ha estat governada pel PP des de fa aproximadament dues dècades.
Mariano Rajoy va dir l’any 2008 que si arribava a president del govern de les Espanyes, adoptaria el model valencià.
És evident que això ho ha estat així, per dues qüestions bàsiques:
1.- En l’actualitat Espanya no està per a dilapidar diners i,
2.- Per que s’ha demostrat que el model valencià només porta al rescat econòmic.
Si a les sumes de diners que “valen” tots els esdeveniments i infraestructures que s’han fet aquests darrers anys a València (Fórmula 1, visita del Papa, Copa del Món de vela, Ciutat de les Arts i de les Ciències, Oceanogràfic, aeroport sense avions de Castelló i un gran etcètera), sé li sumen les quantitats de diners que s’han pagat en comissions il·legals a trames degudament organitzades com la Gürtel i d’altres, arribarem a la conclusió que es va estirar més el braç que la mànega sobradament. Per tant, podem parlar, sense embuts, de malversació de cabals públics per a ús exclusivament partidista.
I a sobre, un gran nombre de valencians estaven encantats de viure sot aquest règim fictici de bonança econòmica permanent i sense límits. Si el govern de la Cheneralitat necessitava diners, només calia acudir al Banc de València, la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) o Bancaja i allí, els seus directius, fidels gossets faldillers dels polítics locals, els hi donaven la quantitat sol·licitada sense cap tipus de problema. Per primera vegada València estava a l’alçada de Catalunya i hi podia rivalitzar en molts d’aspectes: jo més que tu...
Aquest model de cultura és (recordem-ho) la cultura del totxo que va ser la que va imperar per les Espanyes durant molts d’anys i que promovia sense límits ni condicions, a més a més, els camps de golf i les macrourbanitzacions, fet que portava a reclamar constantment l’aigua de l’Ebre. La connivència dels promotors d’aquesta cultura amb el cap de l’estat de l’època (el funest José Maria Aznar), va fer que es redactés un pla hidrològic a mida amb el consegüent rebuig per part de la societat de les Terres de l’Ebre i d’altres indrets d’Espanya. De no ser així, com és possible fer una manifestació a Madrid que va aplegar als voltants d’un milió de persones?
Però s’arriba un dia que el ciutadà, de sobte es desperta d’aquell somni daurat i se’n adona que els seus polítics han hipotecat la seva comunitat que tan estimen i que a la caixa no hi ha un duro.
Per tan, han de demanar el rescat al germà gran, aquell a qui lloen en el seu himne (per ofrenar noves glòries a Espanya); i el germà gran se’n adona que glòries més aviat poques i que la política del totxo ha construït castells de naips que s’estan caient un rere l’altre sense remissió.
És només el començament de l’efecte dominó: primer València, després Múrcia... Quina serà la següent: Canàries, Catalunya?
Acabem amb aquest malson d’una vegada per totes i demanem un rescat global que inclogui bancs, estat central, comunitats autònomes, ajuntaments i tot allò que calgui i, a partir d’aquí que es prenguin les mesures necessàries: presó per als culpables, liquidació de tots aquells organismes innecessaris i artificials i supressió d’aquells càrrecs de confiança que han viscut de la sopa boba a l’ombra del polític de torn només per riure-li les gràcies.
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