dijous, 31 de gener del 2013

Esperanza Aguirre y la II República

La talentosa y cazatalentos Esperanza Aguirre ha escrito que la II República fue un auténtico desastre para España y para los españoles. Y le preocupa y entristece el entusiasmo con que se exhibe la bandera republicana, que a su juicio simboliza uno de los periodos más nefastos de la Historia.
Es periodística y políticamente obligatorio recordarle a Aguirre, de modo neutral, el índice de importantísimos avances instaurados durante esa etapa de nuestra historia: 1. La promulgación y puesta en vigor de la primera Constitución democrática en España. 2. La asunción del poder de un Gobierno provisional de primer orden. 3. El sensible aumento del número de escuelas y de maestros y, nótese, maestras. 4. Una reforma agraria lógica y no arbitraria ni demagógica. 5. Luchar por la elevación del nivel cultural de los españoles. 6. Separación absoluta entre el Estado y la Iglesia. 7. Ley de divorcio por primera vez en España. 8. La creación del Cuerpo de la Guardia de Asalto (más tarde Policía Armada) con intención no represiva, como era la Guardia Civil, sino defensiva. 9. Reducción del personal del Ejército sin provocar traumas personales. 10. Plan de Obras Públicas, que posteriormente se apropió el franquismo, como por ejemplo el trasvase Tajo-Segura, Plan de pantanos en las Confederaciones Hidrográficas del Duero y Ebro, la carretera de alta ingeniería de Granada a Sierra Nevada. 11. Establecimiento por primera vez en España del Impuesto de Declaración de la Renta. 12. Intentar la vertebración de España a través de la aprobación de Estatutos de Autonomía (el catalán en su totalidad y puesto en práctica, el vasco ya durante la guerra civil, y el gallego, que no dejó de ser un proyecto a realizarse). Todo un alarde y muestrario de justicia y modernización de España, alejándose de monarquías absolutas, golpes militares, y retraso secular. Negar esto es caer en la ruindad.
Desgraciadamente varias causas entorpecieron y bombardearon la buena marcha del nuevo sistema político: 1. Las graves y egoístas disensiones entre los partidos políticos, todos, la CEDA de Gil Robles, las desavenencias entre las varias tendencias del PSOE, el Partido Comunista y su pretensión de establecer la dictadura del proletariado, Anarquistas al completo, y los demás partidos claramente minoritarios como Falange o los Tradicionalistas. 2. La rotunda y decisiva oposición y contraactividad de la Iglesia Católica. 3. El Gran Capital y su implacable presión económica. 4. La incultura absoluta de una mayoría importante de los españoles. 5. El ambiente totalitario que existía en Europa. Naturalmente todo esto llevó a la desestabilización y preparación del golpe militar.
No existe, en mi criterio, un ansia republicana mayoritaria en la sociedad española, y los intentos bienintencionados en tal sentido son más románticos que prácticos y explicativos de las ventajas políticas de un regreso republicano. Las posibilidades de retorno de la República en la actualidad se reparten, en mi opinión, al 50% con la pervivencia de la Monarquía, pero crecerán notablemente con el transcurso del tiempo, no sé si mucho. La Familia Real no está a la altura exigible de las circunstancias; su conducta debe ser nítida y ejemplar, cosa que no está ocurriendo. Hasta en la sucesión de las mujeres al trono el Rey no está poniendo el empeño necesario para impulsarla, y si no cuida su imagen, inevitablemente llegará la República.
Nunca nada es inocente. Ni siquiera Esperanza Aguirre. Siempre todo es espurio e interesado en mayor o menor medida. Como Esperanza Aguirre también. La II República pecó y la hicieron pecar. Y es que la triste historia de España resulta extraordinariamente difícil de encarrilar. Sobre todo con personajes como Aguirre. Pero es el único intento de que la vida sea una bella probabilidad.

(Arturo González) 

dimecres, 30 de gener del 2013

PERDRE L’ESSÈNCIA



Socialistes ebrencs amb la Montserrat Tura. 

Segons Ernest Maragall, el principi de la fi del PSC va se el 30-09-2005, el dia en que el Parlament de Catalunya va aprovar de forma solemne l’Estatut d’Autonomia que va promoure, precisament, el seu germà Pasqual. Segons Ernest Maragall l direcció del PSC no va rebre amb gens d’alegria aquell text que, recordem-ho, era un acord de màxims molt difícil d’assolir com així va ser finalment.
No sé si la davallada del PSC té els seus orígens en aquella data o es va iniciar posteriorment, el que queda clar (al menys per a mi) és que el deteriorament del PSC és progressiu i irremeiable, al menys, fins que no es produeixi un canvi de rumb des de l’executiva.
El periodista Saül Gordillo va etzibar una d’aquelles frases contundents que es poden llegir a la premsa de tant en tant: La foto espanyolista amb el PP i C’s al Parlament, és letal per al PSC de comarques.
El perfil del votant socialista no és el mateix segons sigui de les àries metropolitanes de Barcelona i Tarragona o, posem pel cas, de les Terres de l’Ebre. Els primers solen ser emigrants que van arribar a Barcelona a treballar a les zones industrials que va crear el franquisme al voltant dels grans nuclis de població, mentre que a les zones rurals són treballadors catalans que estan farts del caciquisme que sempre ha dominat els pobles fins i tot en l’actualitat (encara que els formes de caciquisme hagin canviat)
M’agradaria fer una mica d’història del PSC. El PSC (realment PSC-PSOE), va néixer de la unió de les diferents corrents socialistes que havien aparegut durant els darrers temps de la dictadura. En aquell temps existia el PSC- Congrés (de Joan Reventós), el PSC-Reacrupament de Verde i Aldea i la federació catalana del PSOE a Barcelona.  
Fins no fa tants d’anys, el perfil catalanista dels seus màxims responsables (primers secretari), era inqüestionable: Joan Reventós, Raimon Obiols i Narcís Serra. Amb José Montilla, per primera vegada des de la seva fundació, arriba a la primera secretaria del partit una persona no nascuda a Catalunya. No obstant això, sempre he defensat la catalanitat de Montilla, ja que, per a sentir-se català, no és necessari haver nascut a Catalunya; els sentiments poden anar més enllà.
Però el que és cert és que el sentiment majoritari de les darreres executives, tot i ser catalanista, és el de no trencar amb Espanya. Així ho creu l’actual Primer Secretari Pere Navarro i la majoria del seu secretariat nacional. Per a mi, aquest fet, fa perdre l’essència del PSC.
La direcció socialista no pot pretendre que els militants socialistes que ens sentim catalans i, si m’apureu, fins i tot independentistes, renunciem a les nostres idees i acabem per acceptar l’actual corrent majoritària del partit. Com tampoc, evidentment, jo puc pretendre que l’actual direcció canviï d’estratègia si realment estan convençuts que el que el millor que li pot passar a Catalunya és convertir-se en una nació dintre d’una Espanya federal.
El primer trencament ja es va produir amb la creació per part de l’Ernest Maragall del Partit Català d’Europa, però la ferida podria tornar-se irreversible si la fugida de díscols i dels seus partidaris s’accentua.
Ara bé, el que més greu em sap és que haguéssim de renunciar a unes sigles a les quals ens hem sentit identificats durant moltes dècades en lloc de crear una federació del PSOE que doni cabuda a tots aquells que es sentin espanyols.

ASSAIG CONJUNT DELS XICS CALEROS I ELS XIQÜELOS I XIQÜELES DEL DELTA i
















Corrupciones y elecciones porcinas

Luis Moreno
Profesor de Investigación del Instituto de Políticas y Bienes Públicos (CSIC)
Ilustración por opensource.com

Insopportabile es un vocablo repetido insistentemente en Italia para significar los niveles de corrupción alcanzado en su sistema político. En la campaña electoral en curso se confrontan partidos de diversa índole y pelaje: tradicionales de derecha, centro e izquierda; personales (forjados en torno al carisma de un líder, generalmente autopromocionado); o antisistema (con un discurso corrosivo contra las instituciones estatales). Todos parecen compartir una renovada aspiración por la moralización de la política y la vida pública. Recuérdese que los partidos de vocación gubernamental y de dilatada singladura (postfascistas, moderados conservadores, democristianos, excomunistas o nacionalistas) han asistido en los últimos tiempos a una intensificación de episodios de corrupción obscena protagonizada por algunos de sus militantes (casos Penati, Lusi, Maruccio, o de miembros de casi todas las formaciones representadas en el Consejo Regional de Lombardía, por citar algunos de los más mediáticos y recientes). En su último informe, el propio Tribunal de Cuentas italiano sintetizó la situación como de ‘corrupción extendida y creciente’ (corruzione dilagante).
‘Insoportable’ ha sido también el adjetivo utilizado en España para calificar los últimos escándalos de corrupción en el seno del Partido Popular y, en particular, a la supuesta apropiación irregular de dineros por parte de su ex tesorero, Luis Bárcenas. No ha sido menor la indignación por el posible reparto discrecional de cantidades ‘en negro’ a dirigentes de dicha formación. Es innecesario recordar los escándalos en los que se han visto –y continúan a verse involucrados– otros partidos gubernamentales. Dicha evolución en años recientes ha incrementado la desconfianza de los españoles en sus representantes políticos y su desafección en la vida política.
Las corruptelas y tangenti (cantidades de dinero malversadas y percibidas a cambio de favores ilícitos, generalmente en la contratación de bienes y realización de obras o servicios públicos) han proliferado en el país transalpino. Muchas de ellas son consecuencia de una depredación clientelar en el reparto de recursos intra- e inter-partidario (lottizzazione, por ejemplo). Los efectos de higiene institucional provocados por los procesos de Mani pulite (‘Manos limpias’), iniciados en 1992, constituyeron un fulgor de decencia y de reacción contra las prebendas de los políticos y la financiación ilegal de los partidos. Pero la ‘casta’ política reeditó su capacidad de adaptación a lo que iba a ser la Segunda República, haciéndola más corruptible, si cabe, que la Primera. ¿Está España lejos de tales prácticas y parámetros de corrupción? La distancia entre ambos países es discutible, pero cabe certificar que la capacidad española por alcanzar los niveles italianos ha tenido una progresión geométrica últimamente. Ambos países comparten efectos perversos de un sistema electoral que incentiva, en no poca medida, la corrupción. Analicémoslo puntualmente.
Al igual a como sucede con los diputados al Congreso en España, el sistema para la elección de los diputados a la Cámara de Diputados italiana es de ‘listas cerradas’. La Ley que así lo establece, aprobada en 2005 a propuesta del nacionalista de la Liga, Roberto Calderoli, fue calificada por él mismo como una porcata (cochinada), expresión elegantemente latinizada como porcellum por uno de los padres de la politología contemporánea, Giovanni Sartori. En los aspectos que a este artículo interesa, el procedimiento otorga a los propios partidos la plena autonomía para elegir a los candidatos y, lo que es más importante, su orden en las listas sometidas posteriormente a la votación popular. En la jornada electoral, por tanto, los ciudadanos votan por el ‘todo o nada’ del partido, sin poder desbloquear o cambiar los nombres de los candidatos ni su colocación en la lista electoral. Con la experiencia ya acumulada es fácil constatar cómo las ‘ovejas negras’, es decir los candidatos posteriormente corruptos, se vieron protegidos impunemente por este procedimiento partidario exento del escrutinio democrático e individualizado de los electores. Además, a mayor cercanía a los primeros puestos en las listas electorales de los candidatos potencialmente corrompibles, se ha correspondido una mayor certidumbre respecto a la probabilidad de ser elegidos y, muy seguramente, un reforzamiento de las prácticas espurias internas de los partidos.
En el caso de España, cabe argüir que tras la larga dictadura franquista era deseable pasar el protagonismo decisional en la selección de sus representantes a los partidos, y que éstos fueran quienes dilucidasen mediante procesos democráticos internos la composición de sus intocables listas electorales. Se trataba, en suma, de fortalecer el incipiente sistema de partidos, otorgándoles un gran poder de mediación institucional. De consecuencia, ‘trepadores’ y ‘arribistas’ entendieron que la verdadera pugna por el poder en las instituciones era aliarse con las mayorías dominantes dentro de los partidos. Para conseguir sus propósitos contaban menos las afinidades electivas o ideológicas con las corrientes contendientes en el seno de los partidos. Pero sí era determinante la capacidad de tacticismo y oportunismo para formar parte y controlar los órganos de dirección, especialmente de aquellos encargados de confeccionar las listas electorales. Por su parte, y durante 1946-92, los efectos perversos del proporcionalismo electoral en Italia habían provocado no sólo una exacerbación de las recompensas a los partidos menores en la formación de gobiernos pluripartidarios, sino también una inestabilidad endémica de los ejecutivos, con una duración media de aproximadamente 1 año. La Ley electoral del porcellum intentaba fortalecer a las grandes opciones ideológicas premiando, asimismo, a las grandes coaliciones de partidos.
Indudablemente, las ‘listas cerradas y bloqueadas’ han agudizado los procesos de oligarquización siempre presentes en el seno de las formaciones partidarias, tal como vislumbró Robert Michels en su seminal obra, Los partidos políticos (1911). Han estimulado y estructurado las prácticas de corrupción –tanto individuales como orgánicas– de sus representantes institucionales. Sería conveniente en ambos países latinos una reforma electoral que habilitase a los votantes a ejercer su capacidad de ‘eliminar’ de las listas a aquellos candidatos no adecuados a sus expectativas o considerados incapaces para ejercer las responsabilidades públicas a las que aspiran. En el caso de las elecciones locales españolas, la reforma electoral ayudaría sobremanera a valorar con mayor y mejor información la cualidades de los candidatos dada la mayor proximidad entre representantes y representados. No pocos de estos últimos se han desengañado irremisiblemente al comprobar como personas con una vida ‘normal’ antes de ser elegidos concejales o diputados autonómicos, por ejemplo, han pasado a exhibir impúdicamente los signos exteriores de una riqueza sobrevenida.
Sería ingenuo esperar que una reforma electoral para ‘desbloquear’ y ‘abrir’ las listas electorales sea el antídoto para eliminar la corrupción de políticos en Italia y España. Pero ayudaría a restablecer la credibilidad entre representantes y representados y, la legitimidad democrática. No piense tampoco el lector que las corruptelas políticas son prerrogativa exclusiva del funcionamiento en la Europea mediterránea. Los países septentrionales y anglosajones, donde hace tiempo se consolidaron las prácticas clientelistas del pork barrel (barril porcino), poseen una larga trayectoria descrita por la academia y los media de los países implicados. Si acaso sus prácticas de puertas adentro (behind-closed-doors) muestra un comportamiento puritano refractario a la exposición de las vergüenzas humanas, algo contrapuesto a la habitual impudicia meridional.