Vicenç Navarro
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
A aquellos políticos y economistas que desean privatizar la sanidad,
utilizando el argumento de que la sanidad privada es mejor que la
pública, les aconsejo que estudien el sistema sanitario estadounidense,
cuya financiación es predominantemente privada, gestionándose a través
de compañías de seguros privadas, tal como están sugiriendo que se haga
los partidos conservadores y liberales en España y en la Unión Europea.
Es un sistema que conozco bien, como resultado de haber vivido en aquel
país durante muchos años, habiendo intentado cambiarlo cuando la Sra.
Hillary Rodham Clinton me pidió que la ayudara, integrándome en su grupo
de trabajo en la Casa Blanca, cuyo objetivo era precisamente cambiar
aquel sistema para hacerlo más equitativo y más eficiente, pues es uno
de los sistemas sanitarios más ineficientes y menos equitativos de los
hoy existentes. Sólo basta citar algunos datos para verlo.
- Es un sistema enormemente caro, tanto para el país (es el país con
el gasto sanitario como porcentaje del PIB más alto del mundo), como
para el Estado (el gobierno federal se gasta per cápita la mayor
cantidad de dinero en sanidad del mundo) y para el individuo y las
familias. El gasto sanitario en 2012 era el 17,9% del PIB y 8.952
dólares per cápita. Y a pesar de este enorme gasto la cobertura
sanitaria es muy insuficiente. El indicador más claro de ello es que el
39% de las personas con enfermedades terminales, es decir, que se están
muriendo, declaran que están preocupadas por cómo ellas o sus familiares
pagarán las facturas médicas y/o hospitalarias. (Ver Annals of Internal Medicine 2000; 132:451 – Study of 988 terminally ill patients).
Estas personas se encuentran en una situación cruel e inhumana en la
que, además de preocuparse por su propia muerte, tienen que preocuparse
de cómo pagar a los profesionales y/o a las instituciones sanitarias o a
las compañías de seguros.
- Pero además de una cobertura muy insuficiente, el número de
ciudadanos y residentes sin ningún tipo de cobertura sanitaria es muy
elevado. Llegó en el 2011 a ser el 15,7% de toda la población, es decir,
48,6 millones de personas. De ellos 7 millones son niños. El 31% de los
ciudadanos de origen hispano, el 19,5% de origen afroamericano y el
11,5% de los blancos no tienen ninguna cobertura sanitaria. Incluso
después de la aplicación de la ley conocida como “Obamacare”, el número
de personas sin ninguna cobertura sanitaria y, por lo tanto, sin ningún
derecho a acceder a servicios sanitarios (según la Congressional Budget
Office) será de 36 millones.
- El Tea Party y sus economistas afines en la ideología ultraliberal
(de la cual hay una gran abundancia en España) indican que no es cierto
que la gente se quede sin atención, pues pueden ir a los servicios de
urgencia, lo cual no es del todo cierto, pues muchos hospitales se las
apañan para no proveer tales servicios a los que no pueden pagar los
servicios médicos, tal como ha señalado y demostrado el propio Congreso
de EEUU en varios informes.
- El sistema de copago y deducciones está generalizado en el sistema
de aseguramiento privado e incluso público. Medicare, el programa
federal de atención sanitaria para los ancianos, solo cubre el 54% de
sus gastos sanitarios.
- La mayoría de la población estadounidense, aún cuando está
satisfecha con su médico o su hospital, no está satisfecha con el
sistema de financiación y organización del sistema sanitario. EEUU es el
país que tiene un mayor descontento con su sistema sanitario. Casi el
50% de la población considera que debería reconstruirse desde el
principio.
- Según un estudio del sistema sanitario en EEUU, Alemania y Gran
Bretaña, EEUU es el país que tenía un mayor número de muertes
prevenibles (significándole una sobremortalidad de casi 100.000
personas), con el menor incremento de esperanza de vida.
- EEUU es el país donde un mayor número de personas dejan de ir al
médico por causas económicas. El 52% de las mujeres ha indicado que no
estaban seguras de poder pagar las facturas médicas en caso de que
cayeran gravemente enfermas
Estos datos explican porqué el grupo de trabajo dirigido por la Sra.
Clinton deseaba cambiar el sistema a fin de dirigirlo hacia uno de
cobertura universal, con un mayor grado de intervención pública. En una
visita del entonces Presidente Felipe González a la Sra. Clinton en la
Casa Blanca (en el periodo álgido del trabajo de la Casa Blanca en la
reforma sanitaria) y en cuya preparación presenté un informe al
Presidente González, explicándole las líneas generales de las propuestas
del grupo de trabajo, la Sra. Clinton subrayó que, aún cuando
intentábamos (en el grupo de trabajo que ella presidió) hacer propuestas
de cambio del sistema sanitario estadounidense que se atuviesen al
sistema sanitario existente, el grupo de trabajo quería también aprender
de los sistemas europeos, incluyendo el español, correspondiéndome a mí
la labor de escribir un informe de la posible relevancia del sistema
sanitario español para EEUU, lo cual hice enfatizando que el sistema
sanitario español era mucho más eficiente y equitativo que el
estadounidense, aún cuando el español tenía un grave problema, que era
su enorme subfinanciación, problema que continúa hoy en día.
No es creíble el argumento aducido por los reformadores liberales y
neoliberales que sostiene que el sistema sanitario privado es más
económico y eficiente que el público. La evidencia científica, robusta y
convincente, señala lo contrario. En realidad, el estudio más detallado
que se haya hecho analizando la calidad de la atención hospitalaria
comparando la mortalidad (estandarizada por diagnóstico y
características del paciente) en los hospitales privados con afán de
lucro con los sin afán de lucro (fueran éstos públicos o privados) la
mortalidad era más alta en los primeros que en los segundos (P.J.
DEVEREAUX, et al “Payment for care at private for profit and private
not-for profit hospitals: a systematic review and metaanalisys” 08-06-04
Journal of the Canadian Medical Association).
La experiencia internacional muestra claramente que existe un
conflicto claro entre la optimización de los beneficios (el objetivo
principal de una empresa con afán de lucro) y la calidad de los
servicios. Las empresas que cotizan en bolsa intentan ahorrar los
recursos a fin de optimizar sus ingresos y ello puede repercutir en la
calidad de los recursos. En ocasiones esta dinámica se presenta también
en los servicios privados sin afán de lucro que compiten con las
empresas con afán de lucro.
La situación en España
La subfinanciación de la sanidad pública española explica el elevado
desarrollo de la sanidad privada habiéndose creado una polarización, por
clase social, en el sistema sanitario. El 30% de renta superior de la
población va a la sanidad privada mientras que el 70% va a la pública.
Las reformas privatizadoras tienen como objetivo aumentar el porcentaje
de la privada a costa de la pública, argumentándose que tal extensión de
la privada beneficia a la pública permitiéndole tener más recursos por
paciente, disminuyendo así la masificación de la sanidad pública.
Lo que tal argumento ignora es que tal polarización de la sanidad por
clase social perjudica a todas las clases y sectores sociales pues, aún
cuando la sanidad privada es, en general, mejor que la pública en
aspectos importantes tales como el confort (por ejemplo una cama por
habitación) la cortedad de las listas de espera y la atención
personalizada al paciente, la pública es mucho mejor que la privada en
España en la calidad del personal y la estructura técnico-científica. De
ahí que cuando los enfermos tienen necesidades elevadas de alta
tecnología se les desplace a la pública.
Lo que se necesita en España es una sanidad multiclasista universal y
única que tenga los atributos de la privada y la calidad de la pública.
Pero para conseguir tal objetivo se requiere un gasto público mucho
mayor. La reducción del gasto público sanitario que está ocurriendo en
España es un paso enormemente regresivo que deteriora toda la sanidad
española. Así de claro.