dimarts, 24 de juliol del 2012

“DE RANCIO ABOLENGO”



Allà pels anys 80 va arribar a Xerta un jove notari que responia al nom de Francisco de Asís Ruiz-Gallardón García de la Rasilla. Quasi res! Va apropar-se a l’oficina de Tortosa on treballo per  a donar-se d’alta de la Llicència Fiscal, tan indispensable com la pròpia oposició per a poder exercir l’activitat.
Quan vaig llegir el seu nom no em vaig poder estar: “de família il·lustre”, li vaig dir. Ni tant sols es va molestar en respondrem. A Madrid, els Ruiz Gallardón són coneguts pe les seves activitats polítiques. Durant el règim de Franco eren monàrquics, però sempre de dretes, evidentment.  Sovint he recordat aquell nom com d’altres que m’he trobat al llarg de la meva vida: Maria del Amor Hermoso Uribe-Echeverria Garmendia o Reyes Núñez de Arenas García-Valdelomar o Prado López de Mota Díaz-Blanco o encara un altre Jesús Sánchez-Gil Fernández Pacheco. Tots són noms reals, cap d’ells és inventat.
Tornem al notari de Xerta. De tant en tant sortia a les meves converses ja que, del jove notari, sempre m’ha sobtat la joventut en la que va començar a realitzar la seva professió i, com no, el seu nom. Una vegada un conegut em va dir: “El cognom Ruiz-Gallardón és més conegut, però a Madrid, la família García de la Rasilla té més “rancio abolengo”.
Rancio Abolengo” vol dir precisament això, formar part d’una família il·lustre, amb arrels profundes a la societat guanyades generació rere generació. Però la paraula “rancio” (ranci), sense cap apel·latiu més, significa retrògrad, carca, caspós...
De la mateixa família que Francisco de Asís és un tal Alberto que, durant molts d’anys va ser alcalde de Madrid i encara que de dretes i del PP, per fer honor a la seva família, estava considerat de la línia més progre del partit. Sí és que un que tingui la condició de progre pot ser del PP (jo penso que no)
Però a Alberto, de tant en tant, sé li escapava algun tic poc progre i molt ranci. Potser per a no disgustar al seu sogre que, a diferència de la seva família, ha estat sempre franquista, fins i tot, més enllà de la mort del dictador.
Però a Alberto, l’Ajuntament de Madrid sé li feia menut, tot i que va traslladar la seva seu des de la plaça Real a la de la Cibeles, ocupant l’edifici de Correus, molt més gran i, després d’una profunda remodelació, molt més funcional. No obstant va tornar-se a presentar per alcalde i, com havia fet d’altres vegades, va tornar a guanyar per majoria absoluta. Alberto havia col·locat de número 2 a tota una dama. No de rancio abolengo, ni de alta cuna, però esposa de qui ho havia segut tot dintre del PP: ni més ni menys que d’Ana Botella, esposa del funest José María Aznar. No importava gens ni mica que no tingués cap tipus de experiència política i una nul·la capacitat de gestió. No calia, ja que, si es donava el cas, ja seria assessorada pels 1.500 assessors que es diu que té l’ajuntament de la Villa y Corte.
I així va ser. Després del 20-N, quan Rajoy va guanyar les eleccions generals, va cridar a Alberto per a formar part del seu govern i el va fer Ministre de Justícia, un ministeri clau per a fer sortir a Espanya de la crisi, tal i com va reconèixer el mateix Rajoy i la Botella va convertir-se en alcaldessa de Madrid i l’acudit fàcil ja estava servit: “Si tens problemes amb la Bortella, truca al telèfon de l’Esperanza”.
Per la seva part, Alberto, com a Ministre de Justícia, ha donat la raó a aquells que sospitàvem que tenia més de rancio que d’abolengo i acaba de proposar eliminar un des tres primers supòsits inicials que permetien avortar: la malformació del fetus.
De portar-se a terme la mesura, a part d’anul·lar la voluntat de les mares, obligarà a moltes dones a tenir que tornar a avortar a la clandestinitat, com es feia abans d’aprovar la primera llei.
Per cert, sembla ser que durant la dictadura de Franco es tolerava l’avortament quan hi havia malformació del fetus. Paradoxes de la vida!

REFLEXION......



 
"El gobierno podría reemplazar la bandera española por un condón, porque representa claramente la acción y gestión que están llevando a cabo... ya que el condón resiste la inflación, detiene la producción, destruye la próxima generación y le da a la gente una sensación de seguridad mientras se la están clavando..."  

Parábola de los dos hijos de un mismo padre




Había una vez un padre que tenía dos hijos, el mayor trabajaba para los negocios de su padre, para lo que tuvo que estudiar, pues así se lo exigían. No se quejaba y aceptaba lo que se le daba en concepto de salario por su trabajo, y lo hacía, ya que los negocios de su padre funcionaban.
El hijo menor se encargaba de gestionar el dinero de su padre y de otras personas que se lo solicitaban, pero parecía que no le llegaba lo que le daban y todos los días pedía más y más, no sabemos si porque lo gestionaba mal, por su afán acaparador,…, por lo que el padre buscaba dónde sacar más dinero para darle.
Llegó un momento en el que ya no encontraba lugar para conseguir dinero, así que decidió quitarle parte de su sueldo al hijo que trabajaba para él, pues como él le pagaba sólo tenía que decirle que le iba a dar menos y solucionado, aparte de que como veía que no protestaba, pues todos los años le quitaba algo, le resultaría fácil.
¿Qué le diría usted a este padre?
¿Cuál es la moraleja de la historia?
¿Le parece bien la decisión tomada?
El que quiera que continúe la parábola y busque un final equilibrado, no debe resultar fácil porque siempre pierde el débil, pero por lo menos debería intentarse no castigar ni culpar al que no tiene nada que ver con el inicio del problema.

¡Sí que hay dinero!




Vicenç Navarro
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University

Durante el debate parlamentario que tuvo lugar en las Cortes españolas a raíz de la presentación del presidente Rajoy de las medidas de recortes que su gobierno iba a realizar, el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas del gobierno español, Cristóbal Montoro, indicó que éstas eran necesarias porque “el Estado no tenía más dinero”, punto acentuado por el propio Rajoy cuando subrayó que el nivel de deuda pública en España había alcanzado niveles inaceptables que forzaron la toma de medidas excepcionales, considerando la bajada del déficit como la prioridad número uno de su gobierno. El presidente indicó también que tal bajada del déficit público era la condición indispensable para salir de la crisis, pues sólo con esta bajada se recuperaría la confianza de los mercados financieros y España podría volver a recibir prestado dinero a unos intereses más bajos.
Es sorprendente que la administración Rajoy continúe repitiendo esta creencia (creencia basada más en la fe que en la evidencia) cuando todos los datos acumulados muestran lo erróneos que son los supuestos sobre los que se basa.
Pero antes de mostrar tales datos, es importante subrayar, una vez más, lo que tienen en común los países hoy intervenidos –España, Grecia, Portugal e Irlanda–. Todos ellos tienen estados pobres (su gasto público, incluyendo el gasto público social por habitante, es de los más bajos de la Eurozona), con escasos ingresos al Estado (entre los más bajos de la Eurozona), poco redistributivos (entre los menos redistributivos de la Eurozona), y basados en una fiscalidad altamente regresiva (de los más regresivos de la Eurozona). La causa de que todos estos países tengan estos puntos en común es que todos ellos tienen un contexto político semejante. Durante su reciente historia (los últimos cincuenta años) las fuerzas conservadoras han tenido una enorme influencia sobre sus Estados. Fueron gobernados por muchas décadas por gobiernos ultraconservadores. El contraste con los países escandinavos (que tienen los Estados más desarrollados, con mayores políticas redistributivas y políticas fiscales más progresivas en la UE) se basa en que en aquellos países las fuerzas progresistas han sido las dominantes en su vida política, al revés que en los países intervenidos.
Se podría argumentar que España, como también aquellos países, tiene un Estado pobre porque es un país pobre. Pero los datos no confirman esta situación. El PIB per cápita es el 94% del promedio de la UE-15, y en cambio, el gasto público es sólo un 72% del promedio de la UE-15. En realidad, si fuera un 94%, España se gastaría 66.000 millones más en su sector público y en su subfinanciado Estado del bienestar (tanto en sus transferencias como en sus servicios públicos). Pero no se los gasta, no porque no existan. Sí que existen. Lo que ocurre es que el Estado no los recoge. Y ahí está el punto clave que no se cita. La regresividad de la política fiscal que España tiene en común con todos los países intervenidos. Han tenido que pedir prestado dinero porque el Estado no recoge el suficiente.
Pero lo que es incluso peor es que durante la era de bonanza (estimulada por la burbuja inmobiliaria), el Estado español bajó más y más los impuestos, bajada que favoreció particularmente a las rentas superiores, que adquieren la mayoría de sus rentas de la propiedad de capital. Esta bajada de impuestos determinó –según ha indicado el Fondo Monetario Internacional– nada menos que la mitad del déficit estructural del Estado, déficit que permaneció oculto durante la expansión económica por el elevado crecimiento de ingresos al Estado, apareciendo, sin embargo, en toda su crudeza cuando el boom explotó. Y ahora el Estado tiene que pedir prestado el dinero a los bancos (donde los súper ricos depositan los ingresos que habían adquirido como consecuencia de la bajada de sus impuestos), teniendo que pagar intereses para conseguir el dinero, que podría haberse obtenido, si no hubieran bajado los impuestos.
Y ahí está el problema más silenciado en los medios y en los debates. Fue una lástima que ninguno de los que participaron en el debate en las Cortes españolas hiciese las siguientes preguntas al presidente Rajoy: ¿Por qué el Estado español decidió congelar las pensiones a fin de conseguir 1.200 millones de euros, en lugar de revertir la bajada del impuesto de sucesiones, con lo cual habría obtenido casi el doble de ingresos ( 2.552 millones). O, ¿por qué en lugar de recortar nada menos que 7.000 millones en sanidad, el gobierno no eliminó la reducción del Impuesto de Sociedades a las empresas que facturan más de 150 millones de euros al año, lo que significa menos del 0,12% de todas las empresas, con lo cual hubieran obtenido más de 5.600 millones de euros? O, ¿por qué quiere ahora establecer el copago sanitario en lugar de aumentar los impuestos de los fondos SICAV y las ganancias especulativas? O, ¿por qué quiere aumentar el IVA, en este momento de recesión, que afectará a las clases populares, en lugar de aumentar el impuesto de Sociedades al 35% para empresas que ganen más de un millón de euros al año, con lo cual ingresaría 14.000 millones de euros más? O, ¿por qué quiere destruir puestos de trabajo en los servicios públicos en lugar de establecer un impuesto a las transacciones financieras, con lo cual, tal como ha señalado el sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda, se conseguirían 5.000 millones de euros? O, ¿por qué en lugar de forzar reducciones de los Estados del bienestar gestionados por las CCAA no reduce la economía sumergida diez puntos, con lo cual aumentaría 38.500 millones de euros?
Estas son las preguntas que deberían haberse hecho y no se hicieron. Rajoy no las habría podido contestar y habría quedado en evidencia, mostrando, que en contra de lo que dice, sí que hay alternativas y sí que hay dinero.