divendres, 10 de maig del 2013
ELS EUFEMISMES I LES MALES MANERES DEL PP
Fa aproximadament una setmana, Telemadrid,
una cadena televisiva que no es caracteritza precisament pel rigor informatiu,
va emetre un documental sobre els eufemismes que, segons ells, usen alguns
polítics catalans. Un exemple; deien que allà on diuen consulta sobiranista,
de fet, estan parlant de independència. Com que avui només parlaré d’eufemismes,
no parlaré de les comparacions que es feia d’aquests mateixos polítics
i de determinats fets amb personatges con Stalin o Hitler. Per a què?
El PP, tots ho sabem (tampoc cal linxs)
són els putos amos a l’hora d’usar eufemismes. No és un eufemisme
parlar de LAPAO (Lengua Aragonesa Propia del Área Oriental) a l’hora de
denominar el català que es parla a la Franja de Ponent o de LAPAPYP (Lengua
Aragonesa Propia de las Áreas del Pirineo y Prepirineo) Tampoc parlaré
del silenci que, fins ara, han mantingut els socialistes aragonesos quan,
per exemple, l’anterior President de la comunitat Marcelino Iglesias era
nascut a Bonansa (un dels pobles de la Franja) i, per tant, que té el català
com a llengua materna.
També és un eufemisme el que va dir una
autoritat com la Soraya Sáez de Santa Maria quan va opinar sobre l’avortament.
Primer la va cagar (perdoneu l’expressió) quan va dir que, per a la dona,
no era un dret. Sense ser jurista ni expert en temes legals, puc opinar
perfectament sobre el tema. Les diferents lleis sobre l’avortament, sovint
han estar recorregudes pels populars o col·lectius propers a les seves
idees i, el Tribunal Constitucional ha emès diverses sentències avalant
els preceptes jurídics que inclouen les diverses lleis. Tampoc opinaré
de la politització del Tribunal Constitucional i, sobre tot, del tema d’haver
suspès la declaració sobiranista que va aprovar el Parlament de Catalunya
a principis d’any (i que no va comptar amb el suport del PSC) Però considero
que es tracta d’un cop més en contra de Catalunya i, per extensió, de
tots els catalans i catalanes que no acceptem ser sotmesos per l’imperialisme
centralista de Madrid.
Durant el debat de control al govern
del passat dimecres, hi va haver un punt on la vicepresidenta va voler
comparar el dret a decidir de les dones davant l’avortament amb el dret
a decidir dels ciutadans de Catalunya.
El que passa és que per als del PP no
existeix cap d’aquests dos drets: no volen que les dones avorten, com
tampoc volen que Catalunya sigui independent. Si per ells fos, només avortarien
les dones riques en clíniques privades i no seríem independents ni dintre
de la nostra pròpia casa. Però tampoc opinaré sobre el tema.
Europa por teléfono
David Torres
Me llama un amigo francés por teléfono y me pregunta cómo es que los españoles tenemos tanto papo. Me pregunta qué ha sido del pueblo que en 1808 se echó a la calle a luchar con las manos desnudas contra los ejércitos de Murat. Me dice que cómo es posible que ese mismo pueblo tolere las cifras del paro, los recortes sanitarios, los desmanes de la justicia, los escándalos políticos, los abusos de banqueros y oligarcas, las peinetas de la corona y aledaños. Le digo que no se crea, que aquí la gente está indignada y que en cualquier momento le declaramos la guerra a Portugal.
Entonces tengo que explicarle pacientemente a mi amigo quién es Mourinho y quién es Iker Casillas y la que se ha liado en el país por unas declaraciones del entrenador portugués en que menospreciaba al portero español. Un cisma ibérico en toda regla. Hasta ha saltado a la cancha otro portugués, Pepe, en defensa del guardameta y ha tenido que intervenir el presidente Florentino para pedir paz. “¿Florentino? ¿Pero vuestro presidente no se llama Mariano?” Le aclaro a mi amigo que Florentino manda más que Mariano porque, aparte de salir también por televisión, también sale en el Marca.
“Pero eso que me cuentas es una aberración, mon ami. No puedo creer que en España haya tanto madridista”. “No creas” respondo yo, “Iker es mucho más que una institución blanca: es un héroe nacional, el hombre que, junto a Iniesta, nos dio nuestro primer mundial gracias a una fenomenal flexión de piernas en que desvió un gol seguro, el mismo que detuvo el pulso del país al besar a su novia en vivo y en directo. Iker cae bien hasta a los culés”.
A mi amigo le cuesta barajar los entresijos de nuestra política nacional, más aun cuando le explico que, para calmar los ánimos, Di Estéfano va a casarse con una admiradora suya medio siglo más joven y que la boda prevista podría colapsar Cibeles y eclipsar el enlace de nuestro flamante príncipe Felipe con una atractiva presentadora de telediarios. “Tú no puedes comprenderlo” le digo. “Tú vienes de un país pagano donde ignoráis el fútbol y donde vuestra máxima idea del glamour es la boda entre Carla Bruni y un presidente con medio metro de tacón. Hazte cargo, mon cheri”.
Ahí es donde mi amigo se pone bizco por teléfono y me pregunta si estoy llamando enano a Sarkozy, que él es de izquierdas de toda la vida pero que otra cosa es que yo me ría de Francia (él dice “la France” que suena más redondo y mucho mejor) a costa de un país pseudoafricano como el nuestro, y yo le digo que vale, que nuestros presidentes no valdrán un pimiento, pero que tampoco son llaveros. Mariano, al menos, es alto; José Luis es alto; Felipe era buen mozo; José María, de acuerdo, parece el primo pequeño de Sarkozy pero tiene más abdominales y más pelo que todos vuestros ministros juntos. Aquí ya dejo de entender a mi amigo que se pasa directamente al francés para prometerme, supongo, otra invasión napoleónica y otra carga de mamelucos mientras yo le recuerdo Argelia y el agua de Vichy.
Ah, pienso yo, esto es Europa, aunque sea por teléfono.
Me llama un amigo francés por teléfono y me pregunta cómo es que los españoles tenemos tanto papo. Me pregunta qué ha sido del pueblo que en 1808 se echó a la calle a luchar con las manos desnudas contra los ejércitos de Murat. Me dice que cómo es posible que ese mismo pueblo tolere las cifras del paro, los recortes sanitarios, los desmanes de la justicia, los escándalos políticos, los abusos de banqueros y oligarcas, las peinetas de la corona y aledaños. Le digo que no se crea, que aquí la gente está indignada y que en cualquier momento le declaramos la guerra a Portugal.
Entonces tengo que explicarle pacientemente a mi amigo quién es Mourinho y quién es Iker Casillas y la que se ha liado en el país por unas declaraciones del entrenador portugués en que menospreciaba al portero español. Un cisma ibérico en toda regla. Hasta ha saltado a la cancha otro portugués, Pepe, en defensa del guardameta y ha tenido que intervenir el presidente Florentino para pedir paz. “¿Florentino? ¿Pero vuestro presidente no se llama Mariano?” Le aclaro a mi amigo que Florentino manda más que Mariano porque, aparte de salir también por televisión, también sale en el Marca.
“Pero eso que me cuentas es una aberración, mon ami. No puedo creer que en España haya tanto madridista”. “No creas” respondo yo, “Iker es mucho más que una institución blanca: es un héroe nacional, el hombre que, junto a Iniesta, nos dio nuestro primer mundial gracias a una fenomenal flexión de piernas en que desvió un gol seguro, el mismo que detuvo el pulso del país al besar a su novia en vivo y en directo. Iker cae bien hasta a los culés”.
A mi amigo le cuesta barajar los entresijos de nuestra política nacional, más aun cuando le explico que, para calmar los ánimos, Di Estéfano va a casarse con una admiradora suya medio siglo más joven y que la boda prevista podría colapsar Cibeles y eclipsar el enlace de nuestro flamante príncipe Felipe con una atractiva presentadora de telediarios. “Tú no puedes comprenderlo” le digo. “Tú vienes de un país pagano donde ignoráis el fútbol y donde vuestra máxima idea del glamour es la boda entre Carla Bruni y un presidente con medio metro de tacón. Hazte cargo, mon cheri”.
Ahí es donde mi amigo se pone bizco por teléfono y me pregunta si estoy llamando enano a Sarkozy, que él es de izquierdas de toda la vida pero que otra cosa es que yo me ría de Francia (él dice “la France” que suena más redondo y mucho mejor) a costa de un país pseudoafricano como el nuestro, y yo le digo que vale, que nuestros presidentes no valdrán un pimiento, pero que tampoco son llaveros. Mariano, al menos, es alto; José Luis es alto; Felipe era buen mozo; José María, de acuerdo, parece el primo pequeño de Sarkozy pero tiene más abdominales y más pelo que todos vuestros ministros juntos. Aquí ya dejo de entender a mi amigo que se pasa directamente al francés para prometerme, supongo, otra invasión napoleónica y otra carga de mamelucos mientras yo le recuerdo Argelia y el agua de Vichy.
Ah, pienso yo, esto es Europa, aunque sea por teléfono.
dijous, 9 de maig del 2013
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