dijous, 27 de juny del 2013
Las probabilidades matemáticas de que lo de la infanta sea “un error”
Supongamos que
ha sido un error humano. Supongamos que en realidad han sido cuatro errores
humanos consecutivos e independientes, uno detrás de otro y por parte de
personas sin relación entre sí: cuatro registradores de la propiedad distintos
que tramitaron esas 13 falsas ventas del enredo de la infanta y que enviaron
el DNI de Cristina de Borbón a la base de datos de Hacienda por error.
De entre unos 46 millones de DNIs españoles, los cuatro se confundieron
y escribieron precisamente el de la mujer de Iñaki Urdangarín. ¿Qué posibilidades
habría en el universo de que ocurriese una casualidad así? La probabilidad
de que se equivoquen los cuatro registradores y escriban por error, al
azar, el DNI de la infanta es del orden de uno entre un 10 seguido de 30
ceros. Es decir: una entre 10.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.
O lo que es lo mismo, una entre diez quintillones.
Una posibilidad entre diez billones de trillones.
Más números grandes y probabilidades
pequeñas. Si en lugar de cuatro, se hubieran equivocado diez eligiendo
precisamente el DNI de la infanta –entre registradores y notarios–, tal
coincidencia sería matemáticamente tan probable como la de elegir por azar
precisamente un átomo en concreto entre todos los del universo (una cifra
con 79
ceros).
Para ser justos con la infanta y
con la torpeza de los registradores imaginemos que el número posible de
DNIs parecidos al de su alteza fuera sólo de 100; no mucha gente tiene
un carné de identidad VIP de solo dos dígitos. Incluso así, la probabilidad
de que los cuatro registradores se hubiesen equivocado y escribiesen por
azaroso error el número de la infanta sería de una entre 100 millones.
O lo que es lo mismo, aproximadamente una entre dos veces el "bárcenas",
ese gran número recién descubierto en Suiza y que equivale a unos 47 millones.
Por comparar, la probabilidad de
que te caiga un meteorito en la cabeza es solo una entre 174
millones. Si yo fuese
esa anomalía estadística llamada Cristina Federica Victoria Antonia de
la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia, me pondría casco.
Y si yo fuera Cristóbal Montoro
buscaría una
excusa mejor. Una que
no insulte la inteligencia de cualquier contribuyente español.
- José Manuel Rey, coautor de este artículo y quien ha hecho los números, es doctor en matemáticas y profesor de la Universidad Complutense de Madrid.
Indignarse, patrimonio de la humanidad. Ahora, Brasil
Esther Vivas
Inesperada, intempestiva, no anunciada así se presenta la indignación. Lo hemos visto en Túnez, Egipto, Islandia, Estado español, más recientemente en Turquía y ahora en Brasil. La estela indignada llega, de este modo, en dos países geopolíticamente claves. Si hace unas semanas la Primavera Turca sorprendía a propios y a extraños, hoy se repite la historia con el estallido social brasileño.
El ciclo de protesta inaugurado con las revueltas en el mundo árabe sigue abierto. Y a pesar de que todos estos procesos de cambio, de emergencia del malestar de los de abajo, comparten elementos en común, no son ni calco ni copia. Cada un de ellos responde a sus propias particularidades, contextos, experiencias… y así escribirán su historia. Sin embargo, es innegable una dinámica de contaminación mutua, y más en un mundo globalizado, fuertemente conectado y con el papel clave, y potenciador, de las redes sociales y los medios de comunicación.
La indignación expresada estos días en Brasil significa su entrada en el continente latinoamericano, referente de las luchas sociales recientes contra el neoliberalismo y el imperialismo. Aunque las masivas protestas estudiantiles en Chile, en 2011, ya señalaban el hartazgo de la juventud con una clase política supeditada a los intereses de los mercados. La actual protesta brasileña, pero, con todas sus particularidades, reproduce, y a la vez reinventa, discursos, uso de herramientas 2.0, actores… del ciclo de protesta indignado global.
Los jóvenes de las grandes ciudades, olvidados de la política en las altas esferas, son una vez más quienes encabezan la lucha. Mayoritariamente no organizados, expresan, muchos de ellos, por vez primera su descontento tomando las calles, ocupando el espacio público y haciendo oír su voz. Lo que empezó como una protesta contra el aumento abusivo de las tarifas del transporte público, en uno de los países con las tasas más altas en comparación con los ingresos populares, ha derivado en una movilización ciudadana sin precedentes, la más importante en la historia reciente del país.
La corrupción, la desigualdad, los pésimos servicios públicos, los grandes eventos “escaparte” y las infraestructuras faraónicas que vacían las arcas del Estado… son sólo algunas de las causas. Así como el disgusto con una clase política que blinda las prácticas corruptas, sorda e indiferente a las demandas sociales, con banqueros y tecnócratas adictos a la usura y al robo, conservadores religiosos en el poder que dictan leyes para “curar homosexuales”, en una cruzada contra las libertades sexuales y reproductivas, y latifundistas asesinos de pueblos indígenas y ecologistas. Descontento latente que, finalmente, explota.
Ante tal movilización social, las autoridades de decenas de ciudades, entre ellas Río de Janeiro y São Paulo, retiraron la subida de tarifas. La respuesta oficial, pero, llegaba tarde. Como antes en Sidi Bouzid (Túnez) o Taksim (Turquía), la mecha ya había prendido. Lo que empezó como una expresión de rabia ante una injusticia conectó con un malestar mucho más profundo. Y el miedo empezó a cambiar de lado. La indignación, se ha demostrado, es patrimonio de la humanidad. Ahora le toca a Brasil. ¿Quién será el siguiente?
Inesperada, intempestiva, no anunciada así se presenta la indignación. Lo hemos visto en Túnez, Egipto, Islandia, Estado español, más recientemente en Turquía y ahora en Brasil. La estela indignada llega, de este modo, en dos países geopolíticamente claves. Si hace unas semanas la Primavera Turca sorprendía a propios y a extraños, hoy se repite la historia con el estallido social brasileño.
El ciclo de protesta inaugurado con las revueltas en el mundo árabe sigue abierto. Y a pesar de que todos estos procesos de cambio, de emergencia del malestar de los de abajo, comparten elementos en común, no son ni calco ni copia. Cada un de ellos responde a sus propias particularidades, contextos, experiencias… y así escribirán su historia. Sin embargo, es innegable una dinámica de contaminación mutua, y más en un mundo globalizado, fuertemente conectado y con el papel clave, y potenciador, de las redes sociales y los medios de comunicación.
La indignación expresada estos días en Brasil significa su entrada en el continente latinoamericano, referente de las luchas sociales recientes contra el neoliberalismo y el imperialismo. Aunque las masivas protestas estudiantiles en Chile, en 2011, ya señalaban el hartazgo de la juventud con una clase política supeditada a los intereses de los mercados. La actual protesta brasileña, pero, con todas sus particularidades, reproduce, y a la vez reinventa, discursos, uso de herramientas 2.0, actores… del ciclo de protesta indignado global.
Los jóvenes de las grandes ciudades, olvidados de la política en las altas esferas, son una vez más quienes encabezan la lucha. Mayoritariamente no organizados, expresan, muchos de ellos, por vez primera su descontento tomando las calles, ocupando el espacio público y haciendo oír su voz. Lo que empezó como una protesta contra el aumento abusivo de las tarifas del transporte público, en uno de los países con las tasas más altas en comparación con los ingresos populares, ha derivado en una movilización ciudadana sin precedentes, la más importante en la historia reciente del país.
La corrupción, la desigualdad, los pésimos servicios públicos, los grandes eventos “escaparte” y las infraestructuras faraónicas que vacían las arcas del Estado… son sólo algunas de las causas. Así como el disgusto con una clase política que blinda las prácticas corruptas, sorda e indiferente a las demandas sociales, con banqueros y tecnócratas adictos a la usura y al robo, conservadores religiosos en el poder que dictan leyes para “curar homosexuales”, en una cruzada contra las libertades sexuales y reproductivas, y latifundistas asesinos de pueblos indígenas y ecologistas. Descontento latente que, finalmente, explota.
Ante tal movilización social, las autoridades de decenas de ciudades, entre ellas Río de Janeiro y São Paulo, retiraron la subida de tarifas. La respuesta oficial, pero, llegaba tarde. Como antes en Sidi Bouzid (Túnez) o Taksim (Turquía), la mecha ya había prendido. Lo que empezó como una expresión de rabia ante una injusticia conectó con un malestar mucho más profundo. Y el miedo empezó a cambiar de lado. La indignación, se ha demostrado, es patrimonio de la humanidad. Ahora le toca a Brasil. ¿Quién será el siguiente?
dimecres, 26 de juny del 2013
DEPENDENTS DE LES SUBVENCIONS
A la contraportada del darrer número
del setmanari l’Ebre hi ha una entrevista a Josep Bayerri, periodista,
professor, sindicalista, polític i amic, arran de l’atorgament del premi
d’honor de la Comunicació Local.
Josep Bayerri, que va ser el primer
president del col·legi de periodistes de Tortosa, s’ha fet mereixedor
d’aquest premi i d’altres que potser mai li donaran.
Bayerri va fundar a Tortosa el
setmanari Ebre Informes que va comptar amb un grup de bons professionals
que es contraposava a la Voz del Bajo Ebro que s’havia creat durant
la dictadura i que tenia un caire molt més conservador. Quasi que paral·lelament
a Amposta Joan Lluís Ripollés creava el Migjorn, també d’idees
progressistes. Al cap d’uns anys aquests diaris es van fusionar i durant
un temps van compartir capçalera fins que es va decidir canviar-la per
l’Ebre. Amb la fusió amb la Veu del Baix Ebre (finalment s’havia decidit
que sortís en català) es va convertir amb la Veu de l’Ebre i fa poc es
va tornar a renomenar com l’Ebre.
Quan es pregunta a Bayerri per
la pluralitat dels mitjans informatius, afirma de forma categòrica que
no hi ha pluralitat ja que són massa dependents de les subvencions públiques
o anuncis oficials. Certament penso igual. El fet d’obtenir una subvenció,
ja sigui de l’estat, de la comunitat autònoma, de la Diputació o de l’ajuntament
del municipi al que es pertany, te condiciona a l’hora relacionar-te
amb dits organismes.
I això ho sap bé Bayerri que a
part de ser periodista ha estat polític i, a sobre, és gat vell.
Diu el periodista a l’entrevista de l’Ebre que la Generalitat de Pujol
els hi va retirar les subvencions. I no m’estranya. El setmanari el Triangle
també va denunciar que la Generalitat i d’altres administracions convergents,
també els hi havia retirat les subvencions per ser crítics a la seva gestió.
Per tant, amb les subvencions es callen moltes boques.
La publicitat institucional fa les mateixes
funcions que les subvencions i, fins i tot, algunes, majoritàriament els
ajuntaments, contracten un espai a la revista on fan propaganda
d’aquelles notícies positives que tenen lloc al poble en qüestió. Recordeu
que fa uns mesos Amposta no tenia cap espai diferenciat al setmanari l’Ebre
i, en canvi, la Ràpita sí. Des de fa unes setmanes Amposta ha tornat a
parèixer al setmanari. Endevineu el motiu?
Segurament, els meus lectors més incondicionals
se’n han adonat que, tot i la meva creativitat literària, fa molts
d’anys que no publico res al setmanari de referència del nostre territori,
es a dir, l’Ebre o la Veu de l’Ebre com es deia fins fa poc. A què es
degut? A les males relacions que he tingut històricament amb els caps
visibles d’aquesta publicació. Ja fa més d’una dècada, tot i la meva
insistència, es van negar a publicar-me una rèplica al llavors alcalde
d’Amposta. Més recentment, tampoc em publicaven les cartes al·legant que
quan feia un escrit l’enviava a la majoria de diaris i ells em demanaven
exclusivitat (?!) Però mai em van oferir una columna on poder expressar-me
lliurement.
En canvi, Emili Fonollosa, el
director de la revista digital Vinaròs News (que a diferència de
l’Ebre) no té subvencions, em va oferir una columna quinzenal (periodicitat
de la revista) només en llegir alguns dels meus escrits. En quasi 6 anys
he enviat més de 140 articles. Mai he tingut cap tipus de censura ni advertiment
per part del director relacionat amb el contingut dels mateixos.
I des de fa un any i mig aproximadament
també col·labora amb Pulso Digital. Jesús Garcia, un basc
casat a Ulldecona i resident a Madrid m’ho va oferir i després de tenir
dos períodes on va estar a punt de desaparèixer, darrerament ha augmentat
en nombre de col·laboradors i temes. És una revista feta totalment per
aficionats i que tampoc rep cap tipus de subvenció, per això tots podem
exposar les nostres idees amb les úniques limitacions que t’imposa l’ètica
i l’educació.
Per cert, MOLTES FELICITATS a Josep
Bayerri pel premi que li han atorgat.
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