Esteban
Martín es un polifacético escritor afincado en Tortosa. A parte de novelas para
adultos, también ha publicado otras narraciones dirigidas al público infantil y
juvenil. Su primera obra infantil, Ricardo y su robot, fue adaptada para el
teatro a finales del año pasado.
P. La
primera pregunta creo que es obligada: tu primer gran éxito fue la Clave Gaudí
(de la que es coautor Andreu Carranza), ¿hasta qué punto condicionó tu carrera
literaria?
R. Al contrario, la impulsó. La clave
Gaudí fue un éxito meteórico y, a la vez, muy inesperado.
P. ¿Cómo
se te ocurrió relacionar a Picasso, Jack el Destripador y Barcelona? (El Pintor
de sombras)
R. La propia longevidad de Picasso; date
cuenta de que nació en 1881, en esa época, por ejemplo, Van Gogh empezaba a pintar, Víctor Hugo aún
vivía, María Cristina era regente en España por la minoría de edad de su hijo
el futuro rey Alfonso XII y aún debían pasar ocho años para que Jack el
Destripador comenzase a matar. Podría decirse que Picasso nació en una España
muy atrasada y casi casi medieval. Cuando murió hacía apenas cinco años que la
humanidad había puesto un hombre en la Luna. Para una persona que, en 1973,
tuviese cuarenta o cincuenta años, Picasso había existido siempre y era el
artista más conocido y famoso del mundo; nunca en la historia había pasado nada
igual con cualquier otro artista… a excepción de los Beatles.
Bien, volviendo al principio, cuando
Picasso llega a Barcelona con catorce años, existía una importante colonia de
extranjeros en la ciudad pertenecientes a la alta burguesía. Por otro lado la
policía, para luchar contra el anarquismo, solicitó los servicios de un
inspector de Scotland Yard: Steven Arrow. Bien, yo ligué todo eso: la colonia
inglesa me permitió traer a Barcelona a Jack el Destripador, que empieza a
matar de forma sangrienta. Picasso parece ser el culpable de tan horribles
crímenes y Arrow, que lleva años persiguiendo al Destripador, está dispuesto a
demostrar la inocencia del chico y averiguar quién se oculta detrás de la
horrible figura de Jack y de las muertes de la calle Aviñó. Y todo esto en el
último año del siglo XIX, en Barcelona; ciudad que actúa como un personaje más.
Lo que pretendía, además de otras cosas
que creo que los lectores pueden encontrar en el libro, era ser capaz de armar
un buen libro de intriga y misterio al modo de Conan Doyle; como una aventura
más de Sherlock Holmes.
Estoy muy contento con ese libro pues, además,
se publicó en diversos países.
P. Una vez
me explicaste que el Pintor de sombras había sido traducida a más de 20
idiomas, incluso al japonés… ¿Qué sensaciones se sienten cuando tienes en las
manos un libro tuyo escrito en un idioma que no conoces?
R. Al coreano y al chino. Es una sensación
muy extraña y, a la vez, muy placentera. Ver tu historia de nuevo escrita en
unos caracteres simbólicos, kanji, en unos ideogramas que expresan lo que tú
has escrito para lectores aparentemente muy distintos a nosotros. Cuando un
libro, una película, una partitura o cualquier otra expresión artística
interesa a muchas personas de muchas tierras alejadas entre sí, uno no puede dejar de pensar que la humanidad
es una y que, en lo fundamental, todas las mujeres y hombres de este planeta
aspiramos a las mismas cosas y que las diferencias culturales nos enriquecen a
todos como especie.
P. Tienes
un máster de guion cinematográfico y televisivo. Tu última novela (Cuando la
muerte viene del cielo) está ambientada en Hollywood de finales de los años
‘30, ¿hasta qué punto reflejas en ella tus deseos por trabajar alguna vez en la
Meca del cine?
R. Cuando estoy escribiendo una novela
estoy haciendo eso: una novela y no pienso en otra forma de expresión
artística. Es cierto que, durante el proceso de escritura visualizo
interiormente, supongo que como les pasa a muchos escritores, el capítulo que
estoy escribiendo; puedo verlo con una nitidez tal que me dejo llevar y parece
que las palabras acuden solas, que debo limitarme a describir del mejor modo
posible cuanto estoy viendo, cuanto sucede en ese instante dentro de tu mente.
Eso es lo que pasa.
Terminada la novela y mientras la reviso
es Es al terminar una novela cuando sí
creo que podría adaptarse para el cine o la televisión. Pero eso no depende de
mí; lo que está en mi mano es armar una
historia con la forma que reclama dicha historia, que sea atractiva para mí,
pues voy a pasar dos años de mi vida con ella y que, una vez terminada, emocione e interese a los lectores.
En la novela que mencionas, Cuando la muerte venía del cielo,
volqué todo el amor que siento por el cine de Hollywood de los años treinta,
cuarenta y cincuenta. La acción transcurre en la Meca del Cine y en Barcelona,
durante la guerra civil, y cuenta la historia de un joven actor americano que,
en 1937, es enviado a Barcelona a cumplir
una peligrosa misión. Creo que es una buena historia de amor en tiempos de
guerra de la que me siento muy satisfecho.
P.
Barcelona es una constante en buena parte de tu obra, sin duda alguna debido a
la relación que tienes con esta ciudad. ¿qué barrio te inspira más de cara a
ambientar una próxima novela?
R. Barcelona es mi ciudad y mi memoria
está unida a Barcelona. Necesito visitarla con cierta frecuencia. En cuanto a
la segunda parte de tu pregunta, llevo años trabajando una novela histórica
ambientada en el casco antiguo y que, si todo va bien, espero terminar muy
pronto.
P. ¿Por
qué?
R. ¿Por qué el casco antiguo? Porque es
donde, principalmente, sucedieron los hechos que estoy novelando. Es una historia ambientada en el siglo XV y
trato los temas de la traición, el ansia de poder, la explotación; pero
también el amor, la voluntad de saber y
no dejarse arrastrar por acontecimientos creados por unos pocos para su
exclusivo beneficio y, sobre todo, la ansiada libertad personal y de pensamiento
en una época muy difícil. Mi personaje principal, para su desgracia, es un
adelantado a su tiempo… y ya no puedo ni debo decir nada más.
P. ¿De
cuál de tus obras te sientes más orgulloso?
R. Es muy difícil contestar a esa
pregunta. Pero te diré que de la última, la que aún estoy escribiendo. Verla crecer
poco a poco y día a día, que todo va encajando es una emoción continua; un
estado de excitación, de desasosiego ante el temor de que todo se malogre y, al
mismo tiempo, de alegría porque sé que estoy dispuesto a terminar lo que
empecé.
P. ¿Por
algún motivo en especial?
R. Por todo lo dicho, y porque me permite
vivir en dos mundos: en el real, con mi mujer y mis hijos, y en el de mi novela
de cuyo tiempo, espacio y personajes soy el único responsable. Y porque una vez
terminada me espera lo mejor y lo más doloroso: pulirla, despojarla de todo
cuanto no es necesario y… dejarla ir en busca de sus lectoras y lectores.