dilluns, 7 d’octubre del 2013

XIQÜELOS I XIQÜELES DEL DELTA. BATEIG. PRIMERS PILARS































¿Quién teme a un Estado federal?

Más del 60% de los habitantes del planeta vive en un Estado federal. El modelo, sin embargo, provoca alergia no solo en la derecha española, que lo cree la antesala de la desaparición de la patria, sino también en sectores de la izquierda, que lo ven incompatible con la solidaridad. 
Texto: Juan Mayoral.puzzle
A medio camino entre el Estado unitario y el Estado federal, la España autonómica lleva al menos 34 años, desde que se aprobó la Constitución, intentando encontrarse a sí misma. Y ahora, la crisis, de nuevo la crisis, se ha convertido en la excusa de quienes quieren otro modelo: a un lado, una derecha ultramontana que utiliza el supuesto coste de la organización autonómica para apostar por una mayor centralización; al otro, un independentismo con tintes oportunistas que reviste ahora de autosuficiencia económica su ideario.
El debate ha servido para que volviera a abrirse camino, entre los extremos, la opción federalista, una propuesta permanente en algunos nacionalismos moderados y formaciones como Izquierda Unida, y sobre la que el PSOE se ha movido con ambigüedad hasta que las últimas elecciones catalanas le han empujado a decantarse por ella, no sin críticas internas. ¿Es la solución a las tensiones territoriales que jalonan el devenir político del país desde hace décadas? ¿Garantiza la convivencia o, por el contrario, supone avanzar en la desunión de los territorios?
Lo que aquí sigue no es una respuesta única, sino un análisis en diez preguntas del Estado federal y de las consecuencias de su posible implantación en España, apoyado en las declaraciones a Números Rojos de dos expertos: Ramón Máiz, canario residente en Galicia, catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Santiago de Compostela, miembro de Federalistas en Red y autor de “La frontera interior”, y Victoria Camps, catalana, catedrática de Filosofía Moral y Política de la Universidad Autónoma de Barcelona y senadora por el PSC-PSOE entre 1993 y 1996.
1. ¿En qué se diferencia la actual España autonómica de un Estado federal? 
1
Entendido el federalismo como la asociación de varios organismos que, conservando un determinado grado de autonomía, delegan diversas funciones en uno superior, poco o nada se diferencia de él el Estado español. En ello coinciden Ramón Máiz y Victoria Camps. De hecho, añaden, la implantación del sistema federal en España no supondría una ruptura con el modelo actual, sino un resultado lógico de su propia evolución.
“El Estado autonómico es ya un Estado federal”, afirma tajante Máiz, quien añade que, de hecho, así es considerado en política comparada. “Cierto es –explica- que, como ha sido producto de la evolución y no del texto constitucional del 78, plantea algunos déficits de diseño, como el Senado”, de forma que una reforma en esa dirección sería en realidad, simplemente, “una corrección dentro del mismo modelo de Estado, caracterizado, por un lado, por el autogobierno y el gobierno compartido, y por otro, por la unidad y la diversidad, que son las grandes características de todo Estado federal”.
Camps cree incluso que el término federal podría perfectamente acompañar actualmente la definición del Estado español. Aunque también defiende la introducción de reformas: además de la del Senado, “la de la financiación, que es la madre del cordero y de todas las insatisfacciones, encaminada a buscar una mayor equidad”.
 2. ¿Qué ventajas tendría la evolución hacia un Estado federal frente a una recentralización?
2No hay marchas atrás. No solo porque la consolidación del sistema autonómico así lo indica, sino por más razones. “Por supuesto, por el respeto a las diversas sensibilidades –contesta la exsenadora catalana-, pero también porque el modelo actual no es ineficaz, aunque haya que mejorarlo. Volver a un Estado centralizado sería un retroceso en todos los sentidos”.
Ramón Máiz desgrana las ventajas del federalismo. Uno: “Concilia el autogobierno de la comunidades con un proyecto común de gobierno compartido”. Dos: “Permite ajustar la acción de gobierno a las preferencias de los electores, diferentes en cada estado o comunidad autónoma, lo que facilita, además, la experimentación”. Y tres: “Optimiza mejor los recursos, lo que lo hace más barato, racional y eficaz”.
3. ¿Qué competencias mantendría el Gobierno central en un Estado federal?  
3No hay una respuesta tajante a esta pregunta, aunque sí, de nuevo, una coincidencia en el fondo: debe ser la evolución del actual modelo el que defina el resultado final y, además, siempre con el acuerdo entre las partes como base del proceso. Sin embargo, la experiencia –y también lo hace Artur Mas al dibujar su hipotético Estado independiente catalán- sitúan la Política Exterior y la Defensa como elementos prácticamente innegables a ese Gobierno central.
Camps reconoce las dudas que le sugiere la posibilidad de que Hacienda fuera transferida a los estados miembros. Pero sí advierte de que, esté en manos de un Gobierno central o no, debiera acabar con la actual “injusticia que supone el reparto fiscal” y que explica así: “Hay al menos tres comunidades, Cataluña, Madrid y Baleares, que dan más de lo que reciben y eso, en principio, es injusto. Es verdad que el que más tiene tiene que dar más, pero ¿es ese principio válido también entre comunidades?”. La catalana añade también que, fuera cual fuera el reparto de competencias, debiera existir un catálogo de prestaciones básicas que garantizara la igualdad del Estado de Bienestar en todos los territorios.
Máiz afirma que caben todas las posibilidades, aunque recuerda que muchas políticas dependen ya de la Unión Europea, que es también, en definitiva, un Estado federal, “aunque ahora hemos perdido competencias en favor de instancias no controladas democrática ni electoralmente, como el Banco Central”. El catedrático gallego recuerda  que el federalismo concede también un papel primordial al nivel municipal, que otorga competencias “muy importantes” a los ayuntamientos. Y recuerda el término “coordinación no jerárquica” para destacar la posibilidad de que las autonomías lleguen a acuerdos para la prestación de ciertos servicios, pero “sin imposiciones desde Madrid”.
4. ¿Cuál sería el proceso para llegar a un Estado federal: un referéndum vinculante, una reforma de la Constitución, la adscripción voluntaria de sus miembros…?
4Máiz lo tiene claro. A su juicio, la sentencia del Tribunal Constitucional que limitaba el alcance del Estatuto de Cataluña –“que supone un retroceso no solo con respecto al funcionamiento del sistema político, sino con respecto a sentencias anteriores del propio Tribunal”- ha cerrado la vía “de reforma del sistema desde abajo, a través de los diferentes estatutos y su aprobación en el Parlamento. Ahora, la única vía que queda –asegura- es la de la reforma constitucional”.
Camps, por su parte, constata una realidad: que normalmente los estados federados se han construido mediante un proceso de unión de organismos independientes, mientras que en España sería al revés, la evolución contraria de un ente único. En cualquier caso, se muestra convencida de que las “ventajas” de un Estado federal animarían a todos a sumarse.
5. ¿Satisfaría las demandas nacionalistas o podrían resurgir en el futuro en busca de mayor independencia? 
5Responde el catedrático de la Universidad de Santiago: “La política comparada demuestra que, si bien el federalismo no termina con las reivindicaciones nacionalistas, sí puede acomodar cierto tipo de ellas”. Máiz cree que serviría para “disminuir las presiones independentistas, siempre y cuando sea un federalismo bien diseñado, no unitario como Alemania, sino que tenga en cuenta la realidad plurinacional”.
Lo que sí tiene claro son los efectos perniciosos del proceso contrario: “La recentralización a la que tendemos ahora genera nacionalismos, español y periférico, de Estado y contra el Estado, que se retroalimentan mutuamente”. Por eso, defiende como respuesta “la lógica del Estado federal, basada en el acuerdo, la lealtad y el pacto”.
6. ¿Debería ser un Estado federal simétrico o asimétrico?
6Es decir, ¿debería mantenerse el ‘café para todos’ que presidió el desarrollo del Estado autonómico actual con el propósito de evitar diferencias entre comunidades? No parece la solución. Tanto Máiz como Camps entienden que realidades diferentes merecen tratamientos diferentes. “Está claro que el sistema español es asimétrico –afirma el primero-. Esto no quiere decir asimetría económica o que no exista redistribución.
Un elemento fundamental del federalismo es la igualdad, y la solidaridad interterritorial es irrenunciable, pero eso no tiene nada que ver con reconocer que hay comunidades y regiones diferentes. Asimétrico en lo político, en lo cultural, en la propia organización interior, en la lengua propia…, pero no en lo económico, tiene que haber mecanismos de cohesión y de solidaridad interterritorial”.
La exsenadora cree, incluso, “que una cierta simetría es necesaria, porque si no Cataluña nunca estará satisfecha”, y apuesta por “unos mínimos comunes y, más allá, alguna diferencia”.
7. ¿Su composición sería similar a la actual, es decir habría los mismos Estados que ahora Comunidades o habría que tender a reformularlo?
7Hay ejercicios futuristas para todos los gustos. Algunos diseños imaginan a Madrid como parte de una Castilla-La Mancha más amplia; un León independiente extendido hasta Cantabria o una Valencia catalana. Pero, a juicio de los expertos consultados por Números Rojos, aunque la lógica podría aconsejar algunos cambios, lo normal es que la tradición autonómica actual se imponga.
Camps, partidaria de que sea la evolución la que marca el final del camino, cree que ello conlleva el mantenimiento de las ‘fronteras’ actuales, “aunque bien es cierto que, si se empezara de nuevo, cosa muy difícil, cabría reformular algunos territorios, algunos de los cuales, incluso, podrían sentirse más a gusto. Pero en la situación actual, por lo que supone de pérdida de supuestos privilegios, sería muy difícil”.
De la misma opinión es Máiz. A su juicio, se trata de “un problema político, no técnico” y, tras recordar las dificultades que conlleva en la actualidad unificar municipios, cree “poco realista” una reformulación de los territorios tras “muchos años con estas comunidades que han generado identidades propias”.
8. ¿Existe algún modelo que sirva de ejemplo?
8La exsenadora catalana asegura que Alemania es el “más próximo” a España. Ramón Máiz, por su parte, aclara que “cada sistema federal es producto de su historia”, que en el caso de España, además, es especialmente determinante: “Tenemos nuestra propia experiencia institucional, así que partiríamos de una evolución muy sólida de un sistema autonómico que ha funcionado”.9
9. ¿Es el Estado federal compatible con la monarquía?

Sí, sin dudas, “con una monarquía parlamentaria con rey que reina y no gobierna, es compatible –dice Máiz-. El federalismo no tiene por qué ser de izquierdas, admite modelos más o menos liberales”. Camps apoya el análisis: “Federalismo o centralismo es un debate; monarquía o república, otro”.
10. ¿Es posible acometer una reforma de este calado en tiempo de crisis? ¿Veremos una España federal?
10Los dos expertos consultados por Números Rojos coinciden en la misma idea: “Las crisis pueden ser el momento ideal para reformular el modelo”. El catedrático de la Universidad de Santiago recuerda que, de hecho, “buena parte de culpa de la crisis la tiene el hecho de que hemos abandonado la política y, de la mano del neoliberalismo ideológico, nos hemos puesto en manos de los mercados financieros y de la desregulación absoluta de una economía salvaje”.
Bajo esa premisa, afirma que “este es el momento de reclamar una Europa federal”, aunque, sobre si veremos ese modelo en España, se muestra escéptico, cuando el PP lo rechaza y el PSOE “lo asume con la boca pequeña, empujado por el PSC y con compañeros que hablan de él como si fuera la bicha”. Camps, tras coincidir en que “las crisis obligan a hacer autocrítica y a reformular” los sistemas, se limita a mostrar un deseo: “Quiero pensar que antes de morir veré resuelto el problema catalán”.

diumenge, 6 d’octubre del 2013

BATEIG XIQÜELOS I XIQÜELES DEL DELTA: MISSIÓ COMPLIDA

Com seguint un guió d’una pel·lícula previsible, però no exempta de suspens i emoció, així va ser el nostre bateig.
Després del pilar d’inici, s’havia de fer un 3d6 i es va descarregar... Posteriorment anava el 4d6 amb agulla, i es va descarregar... Posteriorment un 4d6 i es va descarregar... Només en el darrer pilar no es va complir el guió preestablert, ja que s’havia de fer un pilar de 4 carregat per baix i l’absència d’un dels castellers que ho havia de fer va impedir tot intent i se’n va fer un de normal.
Ja estem batejats! Ja som colla castellera de ple dret. Tremoleu places d’arreu de Catalunya que els Xiqüelos i Xiqüeles del Delta arriben amb força.

XIQÜELOS I XIQÜELES DEL DELTA. BATEIG 5-10-2013. AMPOSTA







 

¿Cuánta pobreza podemos soportar?

Esther Vivas
“No podemos ir a peor”. ¿Cuántas veces hemos oído esta frase? Pensamos que más pobreza, más precariedad, más paro, más desahucios, más hambre son imposibles. La realidad, pero, contradice dicha percepción. En los últimos años, las cifras, y los rostros, de la miseria no ha hecho sino aumentar en el Estado español. Hoy, la cifra de personas que viven en situación de pobreza extrema se sitúa ya en tres millones de personas. La renta familiar ha caído a niveles del año 2001. La explicación es tan sencilla como dura: los ingresos han disminuido en un 4%, mientras que los precios han aumentado un 10%. Así lo indican los datos del estudio ‘Desigualdad y Derechos Sociales. Análisis y Perspectivas 2013′, elaborado por la Fundación Foessa.
Los más afectados son los pobres entre los pobres, los que menos tienen. Ayer una persona sin recursos, que vivía en la calle, moría de hambre en Sevilla. Primero es el desempleo, después las dificultades para llegar a final de mes, a continuación el no poder pagar la luz, el agua, la electricidad, el alquiler o la hipoteca y, finalmente, la comida. La tendencia indica que vamos a peor. En el año 2025, se calcula que la cifra de pobres en el Estado español podría aumentar en ocho millones, según el informe de Intermón Oxfam ‘La trampa de la austeridad’. No sólo se trata de la crisis, sino de las medidas que se aplican de salida a la misma. La austeridad, los recortes, la disminución de ayudas y prestaciones, la privatización de los servicios públicos, el aumento del IVA… recaen, principalmente, en los sectores más vulnerables.
En consecuencia, las desigualdades sociales van en aumento. La diferencia entre los más ricos y los más pobres en el Estado español se sitúa ya en un 30%, en la cima de la desigualdad en Europa, por delante, incluso, de países duramente golpeados por la crisis como Grecia, y sólo superados por otros como Letonia, Bulgaria y Portugal. La conclusión es clara: unos pocos aumentan sus ganancias a costa del empobrecimiento de la mayoría. La salida a la crisis no es imparcial ni ideológicamente neutra, responde a los intereses de unas élites políticas y económicas que esperan ganar, y mucho, con esta situación. Nuestra miseria es, ni más ni menos, que su beneficio.
¿Podemos ir a peor? Tristemente, sí. Las políticas de salida a la crisis que actualmente se aplican en la periferia de la Unión Europea son calco y copia de las que durante décadas se han llevado a cabo en los países del Sur. Si entonces se llamaban Programas de Ajuste Estructural, hoy reciben el nombre de “rescate”. La lógica, pero, es la misma y el resultado de sobra conocido. Avanzamos hacia una tercermundización de la sociedad. La dinámica centro-periferia que se ha dado en los últimos años a escala global, se repite ahora en el seno de la Unión.
Pero, ¿cuánta pobreza podemos soportar? ¿Cuánta miseria estamos dispuestos a aceptar? ¿Hasta donde permitiremos que nos sigan recortando? La sed de beneficios del capital no tiene límites. Y el lucro no hace sino aumentar su avaricia. Sólo nosotros, la mayoría, somos los únicos capaces de hacerle frente. Cuando nos demos cuenta de ello, y actuemos en consecuencia, habremos ganado la partida.

dissabte, 5 d’octubre del 2013

QUINA HORA ÉS?



Sembla ser que s’està pensant seriosament en canviar l’horari oficial per adaptar-lo a una situació molt més realista i d’acord a la zona geogràfica on s’ubica l’estat espanyol.
L’horari ve donar pel meridià de Greenwich, també anomenat meridià 0 (zero) que pren el nom d’un barri que hi ha al costat de Londres. D’estudiant t’expliquen que passa pel costat de Castelló. Efectivament, si heu tingut ocasió de visitar el bonic poble de Vilafamés, un poble del Castelló interior, passareu per un punt on un rètol t’anuncia que s’està creuant el meridià 0 què, com sabeu, és una línia imaginària i, per  tant, no visible. Així que t’ho has de creure i punt.
La franja horària actual, anomenada de Berlín, es va establir en temps de Franco i es fa fer per similitud ideològica amb el règim alemany de l’època. Però aquesta situació ens ha passat totalment desapercebuda per que a França tenen el mateix horari que aquí (també es va establir per la mateixa època mentre el país transpirinenc estava envaït per les forces de Hitler) Així, quan anem a França (jo ho faig prou sovint) no notem cap canvi horari.
Diuen els sociòlegs i altres experts en la conducta humana que, canviar l’hora i posar-ne una més (aniríem a hora canària, però ignoro si a les illes afortunades també se’n afegiria una més), no necessàriament farien canviar els hàbits als espanyols. Només que ho pensis una mica te’n adones que això és lògic. L’horari que fem dia és la conseqüència de la nostra activitat: jornada laboral, horari escolar i, fins i tot l’horari de al tele. Contesteu-me sinó a aquestes preguntes:
-És cert que, normalment, dissabtes i diumenges quan arriba el descans setmanal, es dorm una mica més?
-Quanta gent hi ha que sopen a l’hora de les notícies de la televisió (sobre les 9 de la nit)?
-I quans se’n van a dormir una vegada acabada la pel·lícula que han estat veient?
I podríem continuar...
Per tant, si volem ser més europeus, i adaptar els nostre horari i els costums als dels nostres veïns, s’han de promoure mots de canvis que no sempre seran acceptats per la ciutadania. I és que les nostres diferències no només són de índole social i cultural, també hi juguen d’altres factors com el climatològic.
Aquest més d’octubre l’hem iniciat amb un sol de justícia i temperatures que vorejaven els 30º. Tret dels països riberencs del Mediterrani, la resta de països no gaudeixen ni de tant de sol i les temperatures són molt més baixes.
Abans us parlava de França. Quan hi vaig no m’allunyo massa de la frontera, normalment m’endinso uns 150 quilòmetres. Mireu que no sembla gaire i, en canvi, es fa més aviat de nit. El fenomen es fa més palès quan més cap al Nord viatges. I la nit incita a la gent a refugiar-se a casa; també el fred.
En canvi, el fenomen invers, es a dir, calor i sol, fa que la vida es desenvolupi més pel carrer.
Un exemple més, és cert que les places i carrers d’arreu de ciutats i pobles s’omplen de magrebins? No són europeus, però són mediterranis.    

EL GRAN DIA HA ARRIBAT!


¿Qué está pasando en España y Catalunya?

Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra

Mírese como se mire, creo que es obvio que estamos en un proceso de transición, habiéndose agotado la etapa anterior que se inició en el periodo 1975-1978 (cuando España pasó de ser un sistema dictatorial a otro que se definió como democrático). El enorme dominio que las fuerzas profundamente conservadoras tuvieron sobre el Estado español en aquella primera Transición condicionó aquel proceso (erróneamente definido como modélico). En realidad, el desequilibrio de fuerzas que había durante aquel periodo entre las derechas, herederas del régimen dictatorial, que controlaban todos los aparatos del Estado y la mayoría de los medios de información, por un lado, y las izquierdas, que habían liderado las fuerzas democráticas en la resistencia contra la dictadura y que acababan de salir de la clandestinidad, por el otro, no podía ser mayor. Las primeras tenían pleno control del poder institucional, mientras que las fuerzas democráticas tenían poca (en realidad, ninguna) influencia institucional. Hablar, pues, del resultado de aquella Transición como consecuencia de un proceso consensuado entre iguales es una excesiva frivolidad. Y la democracia que resultó de aquel proceso así lo muestra. La democracia española es de escasísima calidad, poco representativa, en la que democracia se interpreta como el hecho de votar cada cuatro años, en un proceso electoral poco representativo y con leyes electorales sesgadas que discriminan primordialmente a las izquierdas, y muy en particular a las izquierdas con mayor vocación transformadora (habiendo sido esta discriminación diseñada para marginarlas, como han reconocido algunos de sus diseñadores). La participación ciudadana a través de formas de participación directa con carácter vinculante no existe, en la práctica, en España. Y ello como resultado de un diseño que tenía como objetivo potenciar a los partidos políticos, y muy en especial a los dos partidos mayoritarios (y dentro de ellos a las elites que los controlaban, constituyendo y transformando la política en politiqueo entre las elites gobernantes).
Indicadores del dominio conservador del proceso de transición de la dictadura a la democracia incompleta y su consecuente dominio del aparato del Estado son el enorme retraso social de España (España continúa siendo el país con uno de los gastos públicos sociales por habitante más bajos de la UE-15, el grupo de países de la UE con semejante nivel de desarrollo económico al español), y la negación del carácter plurinacional del Estado español. En realidad, la España de las autonomías era el diseño para negar dicha plurinacionalidad, tal como lo han reconocido (en privado) algunas personalidades protagonistas de aquel proceso de transición. Me estoy refiriendo a personalidades de izquierda española que protagonizaron aquella transición, que, viendo ahora el panorama de agitación social y nacional en Catalunya, han reconocido que puede que fuera un error no establecer aquel Estado plurinacional. También han admitido (en privado) que el Ejército y la Monarquía fueron determinantes en no desarrollar ese Estado plurinacional.
La pérdida de legitimidad del Estado español
Hoy en España las instituciones representativas están perdiendo legitimidad y todos los agentes (desde los dos mayores partidos del país hasta la Monarquía) que tuvieron un protagonismo en aquella transición están perdiendo no solo apoyo popular sino también legitimidad en su poder. Contribuyendo a ello está la aplicación de políticas públicas que se están llevando a cabo sin ningún mandato popular, lo cual está deslegitimando las instituciones, ya de por sí enormemente deslegitimadas. Añádase a ello el comportamiento del gobierno Rajoy, buen representante de la derecha española (incluyendo su corrupción), y es fácil de ver por qué hay hoy en España gran agitación social y nacional.
El movimiento 15M ha sido el que mejor ha sintetizado este sentido popular. Sus eslóganes, tales como “no nos representan” o “no hay pan para tanto chorizo”, son ampliamente compartidos por la mayoría de la ciudadanía. Este movimiento y muchos otros muestran un hartazgo con esta España oficial, con este Estado post-franquista con el cual la mayoría de la ciudadanía no se identifica. La evidencia de ello es abrumadora. Encuesta tras encuesta señalan que la mayoría de la población no considera que las instituciones del Estado español les representen. Y existe una demanda extendida de cambios profundos en las instituciones del Estado que encuentran enorme resistencia por parte de tal Estado.
¿Qué pasa en Catalunya?
Este rechazo al Estado español se refleja incluso con mayor ahínco en Catalunya, donde además del rechazo social y político, hay un rechazo nacional muy acentuado y bastante generalizado. Y de ahí surge el movimiento que exige el derecho a decidir, como expresión democrática, negado por el Estado español. En realidad, el derecho a decidir, que no es ni más ni menos que la expresión de participación popular directa en forma de referéndum vinculante, es un derecho que debería existir en toda España, a nivel de todo el Estado, tanto central como a nivel autonómico y a nivel local. El referéndum, como expresión democrática, es extensamente utilizado en países con mayor calidad democrática.
Y si se admite que España es un Estado plurinacional (lo cual no se ha aceptado en la práctica pese al discurso oficial que sostiene lo contrario), tiene que admitirse que cada nación tiene el derecho de decidir su configuración dentro o incluso fuera del Estado español, negociándose con éste las condiciones de separación si este fuera el deseo popular expresado en un referéndum. La respuesta de las fuerzas conservadoras y/o jacobinas, características del nacionalismo españolista (ver mi artículo “El nacionalismo españolista”, Público, 22.07.13), es la de indicar que la Constitución española no lo permite (refiriéndose indirectamente al supuesto Consenso de la Transición, idealizando aquel documento que en realidad fue fruto de un enorme desequilibrio de fuerzas, en un proceso supervisado por las Fuerzas Armadas y por la Monarquía). Si la gran mayoría de la población en una nación dentro de España desea decidir sobre su futuro, negarse a ello es profundamente antidemocrático, llámesele como se le llame.
Confusiones interesadas
Pero ahí hay toda una serie de confusiones que están siendo promovidas a los dos lados del Ebro. Derecho a decidir no es idéntico a pedir la independencia. Debería ser obvio que para que la población vote por la independencia necesita tener el derecho a decidir. La población catalana, que hoy en su gran mayoría apoya este derecho (81%), no apoya, sin embargo, con la misma intensidad o cantidad la independencia (52%). No todo aquel que exige el derecho a decidir quiere la independencia. Otro elemento de confusión es el de la soberanía. Catalunya podría ser soberana y decidir ser soberana dentro de un colectivo que ella decidiera. Para ser independiente tienes que ser soberano, pero puedes escoger ser soberano sin desear ser independiente.
Ahora bien, la cerrazón de las mayores fuerzas políticas españolas (y muy en particular el Partido Popular, PP, y el Partido Socialista, PSOE) contra el desarrollo de este derecho en Catalunya, intrínseco al concepto de ser nación, está llevando más y más gente en Catalunya a desear la rotura de Catalunya con España y conseguir su plena independencia. El crecimiento de esta demanda por la independencia está aumentando de una manera muy notable, a partir de la demanda del derecho a decidir. Es la expresión política de un sentimiento de alienación y rechazo hacia el Estado español (generalizado a lo largo del territorio español, pero especialmente acentuado en Catalunya), y bien expresado en aquel sentimiento de distanciamiento (en el caso de Catalunya) y rotura final con el Estado.
El derecho a decidir, incluyendo el derecho a escoger como alternativa a la independencia, es una llamada a conseguir un objetivo legítimo por la vía democrática. Es de una enorme incoherencia que el Estado español y sus portavoces en el mundo intelectual se opusieran (con razón) a la lucha armada de ETA, aduciendo que la única vía aceptable para conseguir sus objetivos era la democrática, y ahora, cuando es ésta la vía que una nación exige, se le diga que no es posible. ¿No se dan cuenta de esta incoherencia y de sus implicaciones? ¿No se dan cuenta de que, con su argumento, están dando la razón a ETA? Millones de catalanes y españoles no estamos de acuerdo en que no sea posible en España alcanzar por la vía democrática, sin violencia, lo que la ciudadanía de una nación en España pueda desear, incluyendo la independencia, si ello es su preferencia. Estamos totalmente en contra de la violencia y a favor de los cambios democráticos, con la activa participación de la ciudadanía en la gobernanza del país.
La segunda Transición en Catalunya
De ahí la enorme urgencia de hacer un cambio profundo en el Estado español para permitir el funcionamiento de la democracia, que refleje una segunda Transición, de una España con una democracia incompleta a una democracia más real y completa. Y el hecho de que esta demanda esté ocurriendo ahora y no antes es consecuencia, en parte, de la aparición de nuevas generaciones educadas ya en valores democráticos y laicos, que no tienen en su memoria colectiva el temor al terror que existió a lo largo de cuarenta años en España durante la dictadura. No tienen el miedo que sus padres y abuelos (que perdieron la guerra) tenían, resultado de la enorme represión. Este sano “perder el temor y docilidad” frente a la autoridad del Estado, exigiendo, con razón, que el Estado esté al servicio de la ciudadanía, sin estar instrumentalizado por poderes fácticos financieros y económicos (como está ocurriendo hoy), es una demanda profundamente democrática, tanto en España como en Catalunya. La demanda democrática exigiendo “libertad” (que caracterizó la lucha contra la dictadura) se complementa ahora con una demanda de exigir el poder de decisión con formas de democracia directa, tales como referéndums vinculantes.
La exigencia democrática por una nueva Catalunya
En Catalunya hoy se exige, por mera coherencia democrática, la libertad, no sólo de expresión, sino también de decisión. Y la expresión de este poder implica una nueva Catalunya. Para las fuerzas progresistas, ello implicará un enfrentamiento con la estructura de poder actual en Catalunya. Y es esta segunda Transición en Catalunya la que poca atención ha recibido y la que debería determinar el mérito o demérito de la propuesta independentista para aquellos que apoyan la secesión. Tal planteamiento no es problemático para aquellas fuerzas independentistas que indican que lo más importante en este momento es conseguir la independencia y “luego ya decidiremos los catalanes qué Catalunya deseamos”. Este planteamiento es profundamente erróneo, puesto que tenemos un claro ejemplo (la Transición en España de la dictadura a la democracia) de que el que domine la Transición dominará las instituciones de la futura democracia. Y es probable que la Segunda Transición institucional en Catalunya la dominaran ahora los partidos conservadores y liberales, que ya controlan sin ninguna sensibilidad democrática la mayoría de medios públicos (TV3 y Catalunya Ràdio) y privados. No es descabellado, pues, que esta futura Catalunya pudiera, como ejemplo, tener como Ministro de Economía y Hacienda a un economista ultraliberal independentista (promoviendo constantemente en los medios públicos de la Generalitat) que está a favor de la privatización de la Seguridad Social (como hizo el General Pinochet en Chile). Esta realidad no puede considerarse improbable. Todo lo contrario.
De ahí que haya surgido otra alternativa de cambio que pone lo social (es decir, el bienestar social de las clases populares) como punto de partida para desarrollar una estrategia que configure la nueva Catalunya. Es decir, que lo social –el bienestar y calidad de vida de las clases populares, y por lo tanto de la mayoría de la población- sea la guía para encauzar esta segunda Transición en Catalunya. Las encuestas muestran que un número creciente de ciudadanos en Catalunya cree que aumentar el bienestar para las clases populares de Catalunya es de difícil realización dentro del Estado español, controlado en todas sus ramas por las fuerzas conservadoras del nacionalismo españolista.
Es ahí donde surge el gran aumento de sensibilidades independentistas que, más que independentismo, lo que está surgiendo es un deseo de dejar de ser parte de un Estado que además de no ser sensible a reconocer a Catalunya como nación, dificulta el pleno desarrollo social de tal colectivo. Conozco muchísimas personas que nunca se considerarían independentistas (y todavía no se consideran como tales, sintiéndose también españolas) que hoy quieren que Catalunya se separe de este Estado, sin que ello implique, por cierto, ninguna animosidad a las clases populares de las otras naciones que constituyen España. El adversario es el Estado español (resultado de una Transición inmodélica), no la ciudadanía española, al menos no aquellos que respetan la plurinacionalidad de España.
El reconocimiento de esta realidad y el creciente apoyo al derecho de decidir (que las izquierdas catalanas y españolas siempre reconocieron históricamente) y el deseo de que Catalunya consiga ser soberana, también abre una serie de interrogantes sobre el futuro, pues este futuro dependería de quién lidere y hegemonice la Transición de la Catalunya actual a una Catalunya justa y democrática. De ahí la aparición en el panorama político catalán de un movimiento que está adquiriendo gran envergadura, que es el movimiento Procés Constituent, que pone el tema social como central en sus reivindicaciones nacionales. No es un partido político sino un movimiento político-social que desea una transformación profunda de Catalunya. Considero acertada su estrategia, pues sería un error crear otro partido, pues además de perder su capacidad de movilización transversal, sus peticiones se verían en plan partidista. Es más, en Catalunya (y en España) existen suficientes partidos políticos progresistas que, aun cuando necesitan cambios profundos, pueden vehicular las demandas ciudadanas.
Es este tipo de movimientos, que también es muy necesario que aparezca en otras partes de España para cambiar y revolucionar el país (sin violencia, pues su uso es reaccionario en España), y que exige un cambio en la Catalunya (y en la España) existentes y sus estructuras de poder actual. Es ahí donde aparece inmediatamente el conflicto social. El gobierno de la Generalitat de Catalunya, el partido gobernante, denunció al Procés Constituent por rodear La Caixa, en la cadena humana, porque dividía a los catalanes. Pero los catalanes ya están divididos, entre otras razones, por la visión que tienen de la Catalunya futura. Ahí está el punto clave del que no se habla ni en Catalunya ni en España.
Una última observación. Esta transformación en Catalunya sería difícil de realizar sin un cambio muy notable en España, con mayor protagonismo en la vida política y mediática española de aquellas fuerzas políticas y movimientos sociales que han reconocido la plurinacionalidad del Estado español y el derecho a la autodeterminación (qué ahora se llama el derecho a decidir) de Catalunya. Y aún cuando se silencia y/o oculta en los medios de mayor difusión, tanto en Catalunya como en España, la existencia y crecimiento de tales fuerzas políticas (como IU) y sociales (como los mayores sindicatos del país) que apoyan el derecho de decidir en Catalunya es de un enorme valor democrático a los dos lados del Ebro.
Por otra parte, creer que el Partido Popular va a ser sensible a que la población en Catalunya pueda ejercer tal derecho es no entender qué es el Partido Popular, el instrumento político de las derechas herederas del franquismo que han mostrado miles de veces su cultura antidemocrática y profunda animosidad a la expresión de la identidad catalana. De ahí la gran importancia de que el rechazo al Estado español que existe ya (y que se expresa en las movilizaciones populares) en España sea reconocido en Catalunya y que sea respaldado y apoyado desde Catalunya por las mismas fuerzas que están, no contra España, sino contra las enormes limitaciones del Estado español. La futura hermandad entre los distintos pueblos y naciones de España es prácticamente imposible bajo este Estado heredero del régimen anterior, imbuido del nacionalismo españolista. Esta es la realidad hoy en España y en Catalunya.

divendres, 4 d’octubre del 2013

ME PARTO!


No se’m acut cap expressió en català que expressi tan bé el sentiment que he tingut en llegir la notícia a la portada del Periódico: El testimoni que va acusar a Fabra es retracta en el judici.  
Hi ha vida després de la mort? Hi haurà judici sinó hi ha testimoni? Són aquelles preguntes existencials que em faig de tant en tant i que avui he repetit per a mi mateix, però no tinc resposta.
A Fabra se’l acusava d’una sèrie de delictes, a qual d’ells més greu! Suposo que en alguns, les declaracions del testimoni penedit haurien estat clau, però d’altres, com el de frau fiscal, pot tirar endavant perfectament. Recordeu el cas de Al Capone, un dels capitosts del crim organitzat i que només va poder ser empresonat precisament per això, per frau fiscal.
Però la influència de Fabra va molt més enllà de tenir contactes polítics i, fins i tot de la facultat de influir amb diversos presidents. No sé si sabeu llegir entre línies, jo crec que sou tots prou intel·ligents per a entendre el que vull dir.
No m’he pogut estar de comentar-ho amb els meus companys d’esmorzar. Mentre jo parlava dels diners que sé li podria haver donat al testimoni, un els meus companys m’ha respost: o amenaces.
I és que Carlos Fabra té tot el perfil del capo. Potser l’única diferència és que no ha deixat cadàvers pel camí (que ja és prou!), però un certificat de bona conducta de ben segur que no podria aportar-lo.  
Carlos Fabra, durant anys president de la Diputació de Castelló, és net i fill d’altres presidents de la Diputació i pare d’una diputada (Andrea Fabra) que es va fer famosa per aquella frase al congrés en parlar de prestacions als aturats: ¡Qué se jodan!
S’ha trigat més de 10 anys en aconseguir fer-lo seure al banc dels acusats. Imagineu-vos les anys que devia portar fent entremaliadures... I les que va haver de fer després de la primera denúncia (no és incompatible l’estar denunciat i continuar pel camí del mal...)
I que ha passat en tot aquest temps? El jutjat que portava el procediment contra Fabra era (és) el de Nules. Quan arribava un nou jutge i sé li assignava el cas (Naranjax), davant la complexitat, o demanava ràpidament el trasllat o es posava de baixa fins que li acabaven donant el trasllat a un altre jutjat. Ningú se’n volia fer càrrec davant el que significava posar al totpoderós Fabra al banc dels acusats. Havia d’arribar algú molt valent per posar les coses al seu lloc.
Carlos Fabra va ser el gran promotor de l’aeroport de Castelló que va arribar a sponsoritzar un equip de futbol com el Vila-real. Poc importava que no hi haguessin beneficis si al darrera sé li podia anar injectar diner públic. I és que de benefici no en podia haver perquè mai cap avió s’ha enlairat o aterrat del aeroport situat prop de Cabanes. Per cert, una curiositat: Sabien que l’autovia A-7 s’acaba just a aquell punt? Quina casualitat, no?
No sé si Fabra està imputat o no per malversació de cabals públics, però sinó hi està, ho hauria. No sé quan costa un aeroport, però segur que un ull de la cara (o els dos directament) i si a sobre, no funciona (n’hi ha perspectives que funcioni), ja m’explicareu...


XIQÜELOS I XIQÜELES DEL DELTA. LA MASCOTA DE LA COLLA

La gosseta Electra.

LA FOTO DENÚNCIA DEL DIA 4-10-2013

Al passeig del riu, abans d'arribar baix del pont de la N-340, hi ha un escapament d'aigua. No sé si no se'n ha adonat ningú o, com sempre passa, el dubte de qui en té la competència (Ajuntament o Costes), permet que poc a poc es vagi perdent aigua potable. Això sí, va directament a l'Ebre. 
Fa tant de temps que passa que per allí és molt difícil passar ja que el perill de relliscades és gran.
Estarà així molt de temps? Sí, segur que sí.

El asno balear

Jaume-Grau

Ayer, en las manifestaciones que se produjeron en las islas Baleares contra el TIL, el decreto de trilingüismo, se operaron, como mínimo,  dos milagros. El primero el de la participación. Durante las dos horas y media que duró el trayecto, pude comprobar como los más sorprendidos del éxito de la convocatoria eran los propios manifestantes. Conscientes de su peculiar forma de ser, los mallorquines no daban crédito a una movilización tan numerosa, la más importante de la historia de Mallorca. Muchos mallorquines se preguntaban si era posible sacar de su ancestral pasividad a cien mil de sus vecinos, uno de cada ocho, para reivindicar algo, aunque sea en este caso  algo tan grave, como una ley de educación planificada por analfabetos.  Mi amigo Toni , algaidenc, culto y cosmopolita,  estaba emocionado por la presencia de tanto mallorquín de a pie, de la diversidad que abarcaba a todas las clases sociales y orígenes culturales,  emocionado por la inapelable muestra de empuje de una sociedad que alguien pudiera creer dormida, de los habitantes de una isla que Santiago Rusinyol bautizó como l’Illa de la calma. Ayer Mallorca no fue l’Illa de la Calma, porqué sus habitantes salieron en tropel, en ambiente de fiesta, para denunciar una ley injusta y  para demostrar su dignidad delante de un gobierno autoritario en sus formas, -gobierna a golpe de decreto de ley-, e inculto, -su consejera de educación es incapaz de articular una frase en cualquier idioma sin cometer errores-.
Pero el milagro de ver a tantos mallorquines manifestándose, no fue el único de la jornada. En Eivissa, en Menorca y en Formentera, las calles se vieron abarrotadas de gente que gritaban contra la ley. Los habitantes de las cuatro islas, siempre recelosas entre ellas,  se pusieron de acuerdo en un mismo objetivo, se sintieron miembros de una misma comunidad más allá de sus intereses insulares específicos. Ese fue el segundo milagro del día, el de reavivar la conciencia colectiva de un pueblo a veces dividido.
El artífice de estos dos milagros tiene nombre y apellidos, se llama  José Ramón Bauzà y es el presidente de la comunidad autónoma. Él ha conseguido unir a los baleares, él les ha devuelto el orgullo de ser lo que son gracias al desprecio que manifiesta a diario por la cultura de su propio país, la cultura de sus gobernados. La actitud de Bauzà, sus formas chulescas, no casan con el espíritu de la isla, ni tan siquiera con la tradición conservadora de muchos de sus habitantes. En unas declaraciones publicadas el pasado domingo en el diario Ara, el ex presidente de la comunidad autónoma y militante del PP Cristòfol Soler daba un mazazo a su partido al sumarse a la marea verde contra la ley del gobierno Bauzà y al denunciar  las maneras poco dialogantes de su presidente, por considerar que iban en contra de la tradición regionalista y democrática del Partido Popular de las Baleares. La semana anterior, Toni Nadal, entrenador de Rafa Nadal y persona muy querida en la isla, reivindicaba, ante los micrófonos de la SER, la bondad de la inmersión lingüística en catalán  y apelaba directamente a Bauzà para que dialogara. Dos mazazos de personas nada sospechosas de ser ni izquierdistas ni pancatalanistas.
De momento el gobierno Balear ha reaccionado intentado dividir a los manifestantes, acusando al movimiento de estar politizado. Pero el movimiento es popular y social, ciudadano y democrático.  En una de las pancartas de la manifestación de Palma se podía leer un  sabio refrán mallorquín: “Moltes mosques maten un ase”, muchas moscas matan un asno. Las humildes moscas son el pueblo balear que se ha alzado en dignidad, el asno es el asno, el icono de la incultura y la intolerancia. Espero que, ahora, se opere el tercer milagro, que se cumpla el refranero popular mallorquín, y que esas miles de moscas verdes hagan caer al asno.

dijous, 3 d’octubre del 2013

NO TANT SANTS…

El proper 13 d’octubre s’han de beatificar a Tarragona 522 màrtirs de la guerra civil espanyola. Estic segur que tots van fer costat al cop d’estat que va donar el general Franco en contra de la II República Espanyola. De totes maneres, no crec que ningú que l’altre bàndol que morís defensant els seus ideals, volgués ser beatificat.
Diumenge vaig llegir al Periódico una frase lapidària d’un familiar d’un republicà mort: Ells a l’altar i els nostres a les cunetes.
Mireu, hem de partir de la base que, a les guerres, d’atrocitats se’n fan a tots dos bàndols. Dir que els rojos eren tots bones persones i que els nacionals eren tots uns criminals, seria dir una bajanada. De bons n’hi havia a tots dos costats i de dolents, també. Però el règim franquista va convertir en bons a aquells que el van ajudar i en molt dolents a aquells que van preferir donar suport al règim legalment constituït.
Però una cosa és el que va fer Franco durant la seva etapa de dictador i l’altra és que després de quasi 40 anys, pràcticament els mateixos en que Franco va ostentar el poder.
La dreta d’aquest país, tan criticar que els d’esquerres no vulguin passar pàgina i, en canvi, l’església oficial (de dreta dretíssima) encara remou el passat volen beatificar (convertir en quasi sants) a alguns dels seus màrtirs, molts d’ells capellans.
Arribat a aquest punt, algú que no conegui massa la situació, pot arribar a preguntar-se: I quina és la diferència? La resposta és molt senzilla. Mentre uns van ser afusellats i abandonats allí mateix o enterrats en foses comunes, els altres, després de morts van rebre cristiana sepultura i tots els honors que es mereixien (o no) Només cal recordar que a la majoria de pobles, juntament amb la creu i la frase de Caidos por Dios y por España, ¡Presentes! i, encapçalats per José Antonio Primo de Rivera, hi havia tota la llista de morts del bàndol franquista. Aquest no va ser el cas de la Galera on no hi va haver mai la llista de fills del poble morts de l’exèrcit franquista. Una anècdota sobre la Galera. Poc abans de començar la Batalla de l’Ebre i quan ja les tropes franquistes s’apropaven al riu, uns soldats nacionals es desplaçaven a peu per un camí al límit dels termes de la Galera i el Mas de Barberans. En arribar prop del barranc de la Galera, des de l’altre costa, una metralladora republicana, estratègicament col·locada, va començar a disparar donant mort a la majoria a alguns d’ells. No me’n recordo amb exactitud, però sobre uns 10. Els cossos d’aquells soldats van ser enterrats al cementiri de la Galera i encara avui són visibles les tombes només entrar al cementiri. Algunes beates del poble es cuidaven de mantenir-les netes i florides.  
Una mostra de la maldat d’algun d’ells la prova una altra anècdota que em va explicar un amic. Una família d’Ulldecona van tenir amagat durant molts mesos el capella del poble. Una vegada els nacionals es van fer amb el control del poble, el capellà va sortir del seu amagatall. Va passar el temps i un membre de la família que l’havia amagat, va ser acusat de subversiu i va ser detingut. La família va recórrer al capella per a que intercedís per ell, però el capellà es va negar.
Eren millors els que ara volen beatificar que els qui no van voler ajudar als qui primer els va ajudar a ells? Ho dubto molt.
Amb aquesta parafernàlia de santificar i beatificar màrtirs hi ha molta hipocresia i dosis de teatre.  Si aneu a Tarragona diumenge que ve, ho podreu comprovar per vosaltres mateixos.