dimarts, 11 de juny del 2013

QÜESTIÓ D’OUS

Segurament ho havia escoltat alguna vegada, però no ho recordo amb exactitud. Resulta ser que un dels lleons que hi ha a la porta principal del Congrés dels Diputats, la que només sobre per a les grans ocasions, no te ous. O sigui testicles, collons... M’enteneu?
Explica la història que aquests lleons es van esculpir a partit d’uns canons que va prendre l’exèrcit espanyol al marroquí. El que no sé, és si els hi va faltar un porcí de metall per a completar la seva masculinitat o, simplement, va ser un oblit de l’artista.  
Ara resulta que, per iniciativa del Canal Història, el Festival Iberoamericà de la Comunicació Publicitària, ha donat un premi per a col·locar-los-hi. I es clar, això a mi em genera una sèrie de dubtes. Per a què necessita el lleó els collons si el que té al seu costat també és mascle? O és que ara els hi portaran una lleona per a fecundar? Es pot arribar a fecundar una lleona de metall? O és que té complex d’inferioritat en veure que l’altre té i ensenya els seus atributs a tots els vianants que s’apropen a veure’ls? (em refereixo als lleons, però potser a partir d’ara els ous seran el gran atractiu)
És inert a la condició animal, que els mascles dominants competeixin entre si per una femella o un territori. Sovint, a aquesta lluita de vegades un tant desigual, sé sol resumir de la següent manera: a veure qui la té més grossa o més llarga o qui té més collons... En canvi, la bellesa o lletgesa dels atributs masculins no sol ser important quasi que mai o potser és perquè és molt difícil d'establir quin són bonics i quins lletjos. No? 
Els polítics locals, seguint les tradicions ancestrals, solen rivalitzar entre ells a l’hora d’aconseguir coses que milloren els aspectes de la seva ciutat o poble. Aquestes lluites, de vegades sense gaire sentit, solen causar més mal que bé, però tot sigui per demostrar-li a l’altre que és més home que ell.
Quan veig coses així sento pena per la condició humana i em pregunto el motiu pel qual no hi fiquin més ous a l’hora, per exemple, de treure’ns de la crisi evitant així el patiment de moltes famílies.

FOTOS FIRATOTS II
















Sabios y expertos

Moncho Alpuente

No solo es que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades, es que hemos vivido demasiado y si seguimos así no tendremos donde caernos vivos. Nuestra esperanza de vida es insostenible afirman los expertos en recortar las esperanzas ajenas para salvaguardar las propias y lo certifican, desde sus cátedras, los “sabios” llamados a consulta por el Gobierno de la nación. Últimamente, los sabios han dejado sus madrigueras para pronunciarse ante la llamada de los políticos: “No lo digo yo, lo dicen estos señores que han estudiado y saben mucho”, dicen los políticos de turno para acallar el griterío que estamos montando los ignorantes en calles y foros. Coinciden “sabios” y “expertos”en que hay que bajar las pensiones que en lugar de estar conectadas a las veleidades, siempre alcistas, del IRPF pasarán a “indexarse” con la esperanza de vida. “Tenemos dos noticias que darles proclamará el sabio portavoz del comité, una buena y una mala: la buena es que la esperanza de vida de los españoles subió el último año un 1%, la mala es que ese 1% se lo descontaremos de sus pensiones y subsidios”.
Vivir demasiado está cada día peor visto y muchos ancianos empiezan a sentir en el cogote, las miradas desaprobatorias de sus descendientes y allegados, de sus vecinos y de los transeúntes más jóvenes. Por ahora no son mayoría, porque la mayoría sigue cuidando a sus ancianos con mimo y esmero, sobre todo cuando dependen de su pensión y de sus presuntos ahorros, cuando viven bajo sus techos o les usan como avalistas. El problema, uno de los problemas de esa dependencia es que los más jóvenes no acaban de decidir convertirse en emprendedores y emprender un viaje al extranjero en busca de empresa, apuntarse a la movilidad exterior y a la aventura de la emigración que puede ser dura pero siempre encierra buenas lecciones y además se aprenden idiomas.
El paro juvenil se cura con la edad, recordaba el otro día una viñeta de El Roto, el paro de larga duración se cura, o se curaba, con el subsidio de desempleo hasta la edad de jubilación y luego con la pensión. Van escaseando los jóvenes que cotizan a la Seguridad Social, no por indolencia ni acomodo, sino porque no encuentran trabajo. La pescadilla se muerde la cola y los sabios convocados a consulta, los expertos y los asesores no encuentran más soluciones que la cuenta de la vieja. Si bajamos las pensiones, subimos las cotizaciones, y tocamos los impuestos tendremos más dinero para repartir entre los menesterosos, dar independencia a los dependientes y mantener unas pensiones sostenibles y que sostengan.
Los impuestos nos los tocan bastante, “vamos a tocar algunos impuestos” anunció hace poco Rajoy y casi todos comprendimos que “tocar” es subir porque empezamos también a ser expertos en esa jerga eufemística, en esa cháchara incongruente que flexibiliza, desindexa y pospondera, una neolengua orwelliana que aún no tiene diccionarios y que hay que aprender de oído todos los días porque crece y se enrosca y da de comer a centenares de sabios y expertos tertulianos para que nos expliquen lo inexplicable y nos toquen lo intangible.
No hay grandes soluciones pero tenemos en cartera como opciones preferentes, con perdón, los miniempleos, los minisueldos, y los miniciudadanos. Así se desincentivará el paro juvenil, mejorarán las cifras y subirán las ventas de chopped y de pizzas congeladas y los jóvenes agradecidos lo celebrarán en apoteósicos botellones brindando a la salud de los sabios y de los expertos. Los comedores sociales serán de dos tenedores y los albergues municipales de tres estrellas. Pero para eso, vosotros, jóvenes y suficientemente preparados para afrontar la calamidad, tendréis que trabajar más que nadie y cobrar menos que nadie, tendréis que ser austeros y sumisos pero sin perder el optimismo que es patrimonio vuestro, tesoro de la juventud. Hacedlo por vuestro bien, pero sobre todo por el de vuestros padres y abuelos que nunca os han decepcionado (o quizás sí pero no es momento para reprochárselo) y que os han enseñado en el devenir diario como pasar de la nada a la más absoluta miseria. Hacedlo por la familia que siempre sale reforzada de estas pruebas. Abuelos, padres, hijos, nietos, todos unidos junto a la hoguera primigenia en la que arden los muebles del último vecino desahuciado.