divendres, 19 d’octubre del 2012
LES FRASES DEL DIA 19-10-2012
Encara que siguin de fa uns dies (als diaris
es van publicar abans d’ahir), per la seva rellevància les vull plasmar al meu
blog i, a la vegada fer-vos-en partícips.
“Crec que guanyarem el referèndum perquè oferirem un
futur millor per al nostre país”. Alex
Salmond –Ministre principal d’Escòcia-.
“El Regne Unit no pot mantenir al seu si un país en
contra de la voluntat del seu poble”. David
Cameron –Primer ministre britànic-.
Aquest dies Catalunya mira cap al Nord, però
molt més lluny de França. El primer moviment secessionista el trobem a Bèlgica
on francòfons i valons fa anys que expressen el seu desig per viure en
comunitat separades. Però una mica més al Nord encara, aquests deis, amb el
pacte signat entre anglesos i escocesos, la situació ha donat un tomb
possiblement tant inesperat com reivindicat.
Escòcia farà un referèndum d’autodeterminació
per a segregar-se de la Gran Bretanya. Segurament serà el primer pas del desmembrament,
ja que una bona part dels Irlandesos del Nord també sospiren per a poder
dependre de Dublín i unificar així tota l’illa.
Però és evident que els castellans no tenen la
flema britànica. Aquí, els de terra endins, són massa egoistes per a
deixar-nos marxar per les bones. Catalunya, a part de ser capdavantera dintre
de l’estat espanyol, fa molts anys que contribueix als sosteniment de la resta
de la pell de brau.
Per acabar us deixaré en més frases que podeu
trobar a la revista Sàpines d’aquest mes d’octubre dintre de l’especial 300 anys d’espoli:
-En cinquanta
anys, entre el 1729 i el 1779, els impostos indirectes del Principat van
augmentar el 248%. Globalment, la fiscalitat a Catalunya va pujar un 150%.
-En 1888
cada català va pagar 4,78 pessetes, el doble que cada espanyol. El 1900 la província
de Barcelona sola pagava més que Castella la Vella, Aragó i València juntes.
-El 1899
els gremis de Barcelona van decidir donar de baixa els comerços per evitar
pagar impostos. La peculiar vaga es va conèixer com “Tancament de Caixes”.
-Durant
la II República, la inversió pública al Principat no arribava ni a la tercera
part dels impostos que l’Estat hi recaptava i el traspàs de competències era
massa lent.
La juez, el fiscal y El Gorrinín (un article d'Arturo Pérez-Reverte)
Parece el título de
una película italiana de los años 50, de las de Dino Risi o Vittorio de Sica;
pero a diferencia de aquéllas, ésta no tiene puñetera gracia. O sí, según se
mire. Para reírte un rato, con desesperación, de este país de payasos. En cualquier
caso, situémonos: Galapagar, sierra de Madrid, hace un par de semanas.
Protagonista involuntario, un picoleto que en coche oficial verde y blanco, con
pirulo y rótulo de Picolandia, transporta a su domicilio a una mujer
maltratada. Después se acerca a un estanco a comprar tabaco. A los veinte pasos
oye un ruido a su espalda, se vuelve y ve a dos pavos que han roto un cristal
del coche y están desvalijándolo por la cara. Echa a correr hacia ellos, y los
artistas se abren a toda leche llevándose el gepeese del coche y la cartera del
agente con su deneí, su carnet de cigüeño, sus tarjetas de crédito y su permiso
de conducir, que tenía en la guantera. El guardia llama por radio a los
colegas. Galapagar es un pueblo pequeño, y un par de picos se ponen a buscar a
los malos. Empieza la caza del hombre.
Ahora vamos con los malandros. Un español y un moro. El español, conocido en el pueblo como delincuente habitual de toda la vida, tiene 35 tacos, y para que se hagan ustedes idea de la calaña del hijoputa, responde al elegante apodo de Gorrinín: treinta detenciones entre 1997 y 2001, seis durante 2010 y ocho desde enero de este año, fecha de su última salida del talego. O sea, 44 coloquetas en cinco años y sigue en la calle. Entra por una puerta y sale por otra. Para entendernos: una típica criatura maltratada por la injusta sociedad moderna. El consorte también es criatura maltratada típica: se llama Jalil, y según me cuenta un amiguete de confianza que tengo próximo al juzgado local, «no es muy listo, así que mayormente el otro lo lleva para que se coma los marrones, porque como es moro lo sueltan en seguida». El caso es que los dos colegas, tras desparramar el coche y largarse con el botín, están echándole un vistazo a la cartera del picoleto cuando antes de tres minutos de reloj les caen encima los colegas del damnificado. Alto a la Guardia Civil y todo eso. Fin del segundo acto.
Cacheo de rigor. Contra la pared, brazos y piernas separadas. Y cuando están en ello, y uno de los guardias va a registrar al Gorrinín, éste se revuelve de pronto, saca una navaja y le pega al representante de la injusta sociedad que lo maltrata una mojada que, de no apartarse a tiempo el picolino, lo pone mirando a Triana. Pero sólo le alcanza un tajo en el brazo izquierdo -que necesitará seis puntos de sutura en el centro de salud del pueblo-. Los dos se agarran y caen al suelo, el Gorrinín pegando navajazos y el cigüeño ensangrentado, procurando no llevárselos él. Al final vence la ley y el orden, como se veía venir, y al Gorrinín y al Jalil se los llevan esposados al cuartelillo. Diligencias, etc. Al rato, él y el consorte están en el vecino juzgado de Collado Villalba. Y allí empieza el cuarto acto del sainete, que es mi favorito.
El fiscal debe de estar muy ocupado, porque no aparece por ninguna parte. Y como no hay fiscal que fiscalice, la juez de guardia, conforme a lo previsto en el artículo 505.4 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, ordena la inmediata puesta en libertad del Gorrinín y su colega. Sin fianza. Eso sí, con la seria advertencia -a uno que lleva ocho detenciones por robo y lesiones en lo que va de año- de que se presente cada quince días en el juzgado. So pena, si incumple, de afearle seriamente la conducta. Así que al Gorrinín le quitan las esposas y le señalan la salida: puerta, camino y El Viti. Y el ciudadano, con la contrición y pesadumbre que son de suponer, se dirige hacia ella; no sin antes detenerse en la puerta, dirigir una pedorreta a los funcionarios del juzgado y a los guardias que están allí, y anunciar literalmente: «Soy el amo de Galapagar, y no podéis hacerme nada. Ya veréis. Os vais a cagar». Y luego, rascarse los huevos, encender un pitillo e irse a tomar unas cañas.
Ahora hagan ustedes, porfa, el bonito ejercicio de imaginar que al picolo del navajazo se le hubiera ocurrido sacar el fusko durante la pajarraca. Y que en el forcejeo se le hubiera escapado un tiro. O que, por impulso propio del instinto de supervivencia, se lo hubiera pegado a propósito al malo entre ceja y ceja, tras el primer navajazo. Calculen los titulares: respuesta desproporcionada, brutalidad picoleta, fascismo guarro, etcétera. Y los telediarios abriendo con nombre, apellidos, domicilio y foto de primera comunión del guardia. Que podía darse por bien jodido, el infeliz. Iban a salirle fiscales localizables y jueces rigurosos hasta de debajo de las piedras.
(El Semanal, 9 de Septiembre de 2012 )
Ahora vamos con los malandros. Un español y un moro. El español, conocido en el pueblo como delincuente habitual de toda la vida, tiene 35 tacos, y para que se hagan ustedes idea de la calaña del hijoputa, responde al elegante apodo de Gorrinín: treinta detenciones entre 1997 y 2001, seis durante 2010 y ocho desde enero de este año, fecha de su última salida del talego. O sea, 44 coloquetas en cinco años y sigue en la calle. Entra por una puerta y sale por otra. Para entendernos: una típica criatura maltratada por la injusta sociedad moderna. El consorte también es criatura maltratada típica: se llama Jalil, y según me cuenta un amiguete de confianza que tengo próximo al juzgado local, «no es muy listo, así que mayormente el otro lo lleva para que se coma los marrones, porque como es moro lo sueltan en seguida». El caso es que los dos colegas, tras desparramar el coche y largarse con el botín, están echándole un vistazo a la cartera del picoleto cuando antes de tres minutos de reloj les caen encima los colegas del damnificado. Alto a la Guardia Civil y todo eso. Fin del segundo acto.
Cacheo de rigor. Contra la pared, brazos y piernas separadas. Y cuando están en ello, y uno de los guardias va a registrar al Gorrinín, éste se revuelve de pronto, saca una navaja y le pega al representante de la injusta sociedad que lo maltrata una mojada que, de no apartarse a tiempo el picolino, lo pone mirando a Triana. Pero sólo le alcanza un tajo en el brazo izquierdo -que necesitará seis puntos de sutura en el centro de salud del pueblo-. Los dos se agarran y caen al suelo, el Gorrinín pegando navajazos y el cigüeño ensangrentado, procurando no llevárselos él. Al final vence la ley y el orden, como se veía venir, y al Gorrinín y al Jalil se los llevan esposados al cuartelillo. Diligencias, etc. Al rato, él y el consorte están en el vecino juzgado de Collado Villalba. Y allí empieza el cuarto acto del sainete, que es mi favorito.
El fiscal debe de estar muy ocupado, porque no aparece por ninguna parte. Y como no hay fiscal que fiscalice, la juez de guardia, conforme a lo previsto en el artículo 505.4 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, ordena la inmediata puesta en libertad del Gorrinín y su colega. Sin fianza. Eso sí, con la seria advertencia -a uno que lleva ocho detenciones por robo y lesiones en lo que va de año- de que se presente cada quince días en el juzgado. So pena, si incumple, de afearle seriamente la conducta. Así que al Gorrinín le quitan las esposas y le señalan la salida: puerta, camino y El Viti. Y el ciudadano, con la contrición y pesadumbre que son de suponer, se dirige hacia ella; no sin antes detenerse en la puerta, dirigir una pedorreta a los funcionarios del juzgado y a los guardias que están allí, y anunciar literalmente: «Soy el amo de Galapagar, y no podéis hacerme nada. Ya veréis. Os vais a cagar». Y luego, rascarse los huevos, encender un pitillo e irse a tomar unas cañas.
Ahora hagan ustedes, porfa, el bonito ejercicio de imaginar que al picolo del navajazo se le hubiera ocurrido sacar el fusko durante la pajarraca. Y que en el forcejeo se le hubiera escapado un tiro. O que, por impulso propio del instinto de supervivencia, se lo hubiera pegado a propósito al malo entre ceja y ceja, tras el primer navajazo. Calculen los titulares: respuesta desproporcionada, brutalidad picoleta, fascismo guarro, etcétera. Y los telediarios abriendo con nombre, apellidos, domicilio y foto de primera comunión del guardia. Que podía darse por bien jodido, el infeliz. Iban a salirle fiscales localizables y jueces rigurosos hasta de debajo de las piedras.
(El Semanal, 9 de Septiembre de 2012 )
Des d'AQUÍ,
podeu accedir a la pàgina oficial de l'escriptor per a llegir l'article.
Subscriure's a:
Missatges (Atom)