dijous, 21 d’agost del 2025

El bombero torero


Opinión de Javier Valenzuela
 

Desde el Lazarillo y Quevedo a Berlanga y Cuerda, pasando por Max Aub, Buñuel, Gila, Azcona y Eugenio, el humor negro tiñe secularmente la vida y la cultura de los pueblos de España. Debe ser una de las razones de nuestra extraordinaria resistencia a la adversidad. También cabe decir que los amos del cortijo carpetovetónico suelen ponérnoslo muy fácil.

Acudí de niño a algunas funciones del Bombero Torero en mi ciudad natal de Granada. Eran unas charlotadas que se celebraban en las plazas de toros y remedaban de modo bufo el espectáculo por antonomasia de la España nacionalcatólica de aquel entonces: las corridas de reses bravas. No recuerdo que me provocaran un gran entusiasmo, pero mentiría si dijera que me indignaba que usaran a enanos con fines cómicos. Los que éramos chavales en los años 1950 y 1960 no nacíamos con el sentido de lo políticamente correcto activado de oficio, supongo que tampoco los de ahora.

Me he acordado del Bombero Torero estos días en los que tremendos incendios arrasan los montes de media España. Lo he hecho por los muchos memes difundidos en redes sociales que muestran imágenes creadas con Inteligencia Artificial de toreros vestidos de luces empuñando mangueras o hasta capotes para intentar apagar los fuegos de Galicia, Castilla y León y Extremadura. Subrayan estos memes con sano humor el hecho de que las comunidades gobernadas por el PP, con el inestimable apoyo de Vox, desdeñan el gasto en prevención y extinción de incendios forestales a la par de que se muestran extremadamente generosas en la promoción de un espectáculo cada vez más desfasado y minoritario como es el toreo.

Afortunadamente, los españoles disponemos de un vigoroso humor negro para intentar aliviar nuestras catástrofes. Esta es, de hecho, una de nuestras auténticas señas de identidad, tanto que ha dado al arte universal maravillas como El Quijote, la literatura picaresca y esperpéntica y el cine de Berlanga. Los españoles sabemos reírnos por no llorar.

Lo estamos haciendo de nuevo en este agosto a costa de la actuación de los gobernantes derechistas de las comunidades autónomas y su pintoresca reacción ante el fuego. Desde ese consejero de Castilla y León que tiene la mala costumbre de comer aunque arda su tierra hasta esa presidenta de Madrid que, al término de sus vacaciones en Miami, se va disfrazada de Lara Croft a fotografiarse en Tres Cantos dándole un vistazo al carbonizado erial. Pasando por la presidenta extremeña que se felicita de que le hayan enviado ayuda desde Checoslovaquia, un país que no existe desde hace más de treinta años.

Me he desternillado leyendo los tuits sarcásticos sobre el desliz de la extremeña. Ignasi Guardans publicó uno muy bueno: “¡Vienen de apoyo bomberos de Checoslovaquia! Los de Yugoslavia ya están en camino y se han entretenido con un problemilla en la RDA. A los de las URSS les han dicho que no. Los del Imperio Otomano tienen el equipo algo obsoleto”. También en el antiguo Twitter, Mandarina que Trina escribió: “Señora Guardiola, gracias a Checoslovaquia, Babilonia, Prusia y el Imperio Carolingio”. Y Guillermo Guijarro apostilló: “Esperemos que llegue pronto la ayuda del Imperio Austrohúngaro y de Prusia Oriental”.

El PP es un partido curioso. Se toma a sí mismo muy en serio, pero tiene una irreprimible tendencia a hacer el ridículo ante las tragedias que le pillan gobernando. ¿Se acuerdan de los “hilillos de plastilina” que salían del Prestige según Rajoy? Probablemente sí. ¿O del borinot Mazón encerrado con una señora en El Ventorro mientras la riada arrasaba Valencia? ¿Y qué decir del inefable Feijóo exigiendo la intervención del Estado, y en particular del Ejército, en los actuales incendios cuando la Unidad Militar de Emergencias (UME) llevaba ya días combatiendo los fuegos en vivo y en directo?

¡Ah, el PP! Estigmatizó como una gilipollez la creación de la UME por Zapatero en 2005 y quizá por eso no haya podido verla actuar estas semanas. Ha estado negando la existencia del cambio climático durante lustros porque así lo decía un primo de Rajoy y ahora no hace nada para intentar paliarlo porque prefiere gastarse la pasta en toros. Sí, el PP fue la fuerza más votada en las legislativas de 2023, pero Feijóo no es presidente porque no quiere. Como tampoco quiere ser Premio Nobel de Química ni Taylor Swift ni nuevo Papa de Roma. ¡Cuántos memes divertidos ha producido ese “no lo soy porque no quiero” del político gallego!

Feijóo es un cenizo que anuncia la llegada del Apocalipsis tres veces al día: desayuno, comida y cena, o sea, cada vez que las muchas teles amigas ponen micrófonos y cámaras a su servicio. Para una vez que quiso hacer un chistecito, le salió aquello de que las vacaciones están sobrevaloradas, algo que suena a terrorífico programa electoral: congelación de pensiones y salarios, alargamiento de la jornada laboral y reducción de las vacaciones, que #PerroSanxe nos ha dejado España hecha unos zorros. Pero, eso sí, rebajas fiscales a los amiguetes ricos (Montoro, pásanos la lista) y el Príncipe de Asturias de Humanidades al diestro Manuel Escribano, el de la bandera rojigualda con “Sánchez a prisión”.

Dicen los que de esto saben que el humor negro es propio de la gente menos agresiva y más equilibrada e inteligente. Desde el Lazarillo y Quevedo a Berlanga y Cuerda, pasando por Max Aub, Buñuel, Gila, Azcona y Eugenio, el humor negro tiñe secularmente la vida y la cultura de los pueblos de España. Debe ser una de las razones de nuestra extraordinaria resistencia a la adversidad. Aunque, bueno, también cabe decir que los amos del cortijo carpetovetónico suelen ponérnoslo muy fácil.


(Publicat a elDiario.es).