divendres, 4 d’octubre del 2013

El asno balear

Jaume-Grau

Ayer, en las manifestaciones que se produjeron en las islas Baleares contra el TIL, el decreto de trilingüismo, se operaron, como mínimo,  dos milagros. El primero el de la participación. Durante las dos horas y media que duró el trayecto, pude comprobar como los más sorprendidos del éxito de la convocatoria eran los propios manifestantes. Conscientes de su peculiar forma de ser, los mallorquines no daban crédito a una movilización tan numerosa, la más importante de la historia de Mallorca. Muchos mallorquines se preguntaban si era posible sacar de su ancestral pasividad a cien mil de sus vecinos, uno de cada ocho, para reivindicar algo, aunque sea en este caso  algo tan grave, como una ley de educación planificada por analfabetos.  Mi amigo Toni , algaidenc, culto y cosmopolita,  estaba emocionado por la presencia de tanto mallorquín de a pie, de la diversidad que abarcaba a todas las clases sociales y orígenes culturales,  emocionado por la inapelable muestra de empuje de una sociedad que alguien pudiera creer dormida, de los habitantes de una isla que Santiago Rusinyol bautizó como l’Illa de la calma. Ayer Mallorca no fue l’Illa de la Calma, porqué sus habitantes salieron en tropel, en ambiente de fiesta, para denunciar una ley injusta y  para demostrar su dignidad delante de un gobierno autoritario en sus formas, -gobierna a golpe de decreto de ley-, e inculto, -su consejera de educación es incapaz de articular una frase en cualquier idioma sin cometer errores-.
Pero el milagro de ver a tantos mallorquines manifestándose, no fue el único de la jornada. En Eivissa, en Menorca y en Formentera, las calles se vieron abarrotadas de gente que gritaban contra la ley. Los habitantes de las cuatro islas, siempre recelosas entre ellas,  se pusieron de acuerdo en un mismo objetivo, se sintieron miembros de una misma comunidad más allá de sus intereses insulares específicos. Ese fue el segundo milagro del día, el de reavivar la conciencia colectiva de un pueblo a veces dividido.
El artífice de estos dos milagros tiene nombre y apellidos, se llama  José Ramón Bauzà y es el presidente de la comunidad autónoma. Él ha conseguido unir a los baleares, él les ha devuelto el orgullo de ser lo que son gracias al desprecio que manifiesta a diario por la cultura de su propio país, la cultura de sus gobernados. La actitud de Bauzà, sus formas chulescas, no casan con el espíritu de la isla, ni tan siquiera con la tradición conservadora de muchos de sus habitantes. En unas declaraciones publicadas el pasado domingo en el diario Ara, el ex presidente de la comunidad autónoma y militante del PP Cristòfol Soler daba un mazazo a su partido al sumarse a la marea verde contra la ley del gobierno Bauzà y al denunciar  las maneras poco dialogantes de su presidente, por considerar que iban en contra de la tradición regionalista y democrática del Partido Popular de las Baleares. La semana anterior, Toni Nadal, entrenador de Rafa Nadal y persona muy querida en la isla, reivindicaba, ante los micrófonos de la SER, la bondad de la inmersión lingüística en catalán  y apelaba directamente a Bauzà para que dialogara. Dos mazazos de personas nada sospechosas de ser ni izquierdistas ni pancatalanistas.
De momento el gobierno Balear ha reaccionado intentado dividir a los manifestantes, acusando al movimiento de estar politizado. Pero el movimiento es popular y social, ciudadano y democrático.  En una de las pancartas de la manifestación de Palma se podía leer un  sabio refrán mallorquín: “Moltes mosques maten un ase”, muchas moscas matan un asno. Las humildes moscas son el pueblo balear que se ha alzado en dignidad, el asno es el asno, el icono de la incultura y la intolerancia. Espero que, ahora, se opere el tercer milagro, que se cumpla el refranero popular mallorquín, y que esas miles de moscas verdes hagan caer al asno.

dijous, 3 d’octubre del 2013

NO TANT SANTS…

El proper 13 d’octubre s’han de beatificar a Tarragona 522 màrtirs de la guerra civil espanyola. Estic segur que tots van fer costat al cop d’estat que va donar el general Franco en contra de la II República Espanyola. De totes maneres, no crec que ningú que l’altre bàndol que morís defensant els seus ideals, volgués ser beatificat.
Diumenge vaig llegir al Periódico una frase lapidària d’un familiar d’un republicà mort: Ells a l’altar i els nostres a les cunetes.
Mireu, hem de partir de la base que, a les guerres, d’atrocitats se’n fan a tots dos bàndols. Dir que els rojos eren tots bones persones i que els nacionals eren tots uns criminals, seria dir una bajanada. De bons n’hi havia a tots dos costats i de dolents, també. Però el règim franquista va convertir en bons a aquells que el van ajudar i en molt dolents a aquells que van preferir donar suport al règim legalment constituït.
Però una cosa és el que va fer Franco durant la seva etapa de dictador i l’altra és que després de quasi 40 anys, pràcticament els mateixos en que Franco va ostentar el poder.
La dreta d’aquest país, tan criticar que els d’esquerres no vulguin passar pàgina i, en canvi, l’església oficial (de dreta dretíssima) encara remou el passat volen beatificar (convertir en quasi sants) a alguns dels seus màrtirs, molts d’ells capellans.
Arribat a aquest punt, algú que no conegui massa la situació, pot arribar a preguntar-se: I quina és la diferència? La resposta és molt senzilla. Mentre uns van ser afusellats i abandonats allí mateix o enterrats en foses comunes, els altres, després de morts van rebre cristiana sepultura i tots els honors que es mereixien (o no) Només cal recordar que a la majoria de pobles, juntament amb la creu i la frase de Caidos por Dios y por España, ¡Presentes! i, encapçalats per José Antonio Primo de Rivera, hi havia tota la llista de morts del bàndol franquista. Aquest no va ser el cas de la Galera on no hi va haver mai la llista de fills del poble morts de l’exèrcit franquista. Una anècdota sobre la Galera. Poc abans de començar la Batalla de l’Ebre i quan ja les tropes franquistes s’apropaven al riu, uns soldats nacionals es desplaçaven a peu per un camí al límit dels termes de la Galera i el Mas de Barberans. En arribar prop del barranc de la Galera, des de l’altre costa, una metralladora republicana, estratègicament col·locada, va començar a disparar donant mort a la majoria a alguns d’ells. No me’n recordo amb exactitud, però sobre uns 10. Els cossos d’aquells soldats van ser enterrats al cementiri de la Galera i encara avui són visibles les tombes només entrar al cementiri. Algunes beates del poble es cuidaven de mantenir-les netes i florides.  
Una mostra de la maldat d’algun d’ells la prova una altra anècdota que em va explicar un amic. Una família d’Ulldecona van tenir amagat durant molts mesos el capella del poble. Una vegada els nacionals es van fer amb el control del poble, el capellà va sortir del seu amagatall. Va passar el temps i un membre de la família que l’havia amagat, va ser acusat de subversiu i va ser detingut. La família va recórrer al capella per a que intercedís per ell, però el capellà es va negar.
Eren millors els que ara volen beatificar que els qui no van voler ajudar als qui primer els va ajudar a ells? Ho dubto molt.
Amb aquesta parafernàlia de santificar i beatificar màrtirs hi ha molta hipocresia i dosis de teatre.  Si aneu a Tarragona diumenge que ve, ho podreu comprovar per vosaltres mateixos.

XIQÜELOS I XIOQÜELES DEL DELTA. EL PILAR DE COMIAT D'ALCANAR

























La izquierda y la sociedad civil

Pablo Iglesias

Una marea verde en defensa de la lengua y de la educación pública. Hacía tiempo que no participaba en una manifestación así. Varios medios aseguran que se trata de la movilización más grande en toda la historia de Mallorca.
Los portavoces de la ultraderecha mediática se han apresurado en defender desde sus cuentas de Twitter al gobierno de Bauzá y en denunciar que la izquierda y el independentismo están “detrás” de la protesta. No han entendido nada y en su necedad sectaria son incapaces de distinguir la diferencia entre enfrentar a  la izquierda y enfrentar a la sociedad civil.  Hoy eran decenas si no cientos de miles los que marchaban, y eran familias con niños, adolescentes, universitarios, jubilados, parados, trabajadores. De las ventanas y balcones asomaban ciudadanos que agitaban sábanas teñidas de verde, camisetas e incluso calzoncillos. En la marcha estaban todas las izquierdas y los sindicatos, pero estaban acompañando a la sociedad civil. Todos los activistas y dirigentes políticos a los que he preguntado, muchos de ellos participantes activos en el movimiento, reconocían que la huelga no partió de las organizaciones de la izquierda ni de los sindicatos, sino que fue la autoorganización de los profesores (Assemblea de docents) y del conjunto de la comunidad educativa la que encendió la mecha del mayor desafío al gobierno del PP en Baleares.
Pero que la derecha no entienda la diferencia entre una movilización de la izquierda y una movilización popular está dentro de lo previsible. El problema aparece cuando la izquierda no termina de entender que las expresiones más poderosas de resistencia social a la crisis-estafa no están proviniendo de las iniciativas de movilización de la izquierda. El peso de la resistencia social a los recortes, desde el 15M, pasando por las mareas y el movimiento “Stop desahucios”, hasta las movilizaciones de la comunidad educativa en Baleares, no fueron planificadas por ninguna dirección política de la izquierda. Ello no es necesariamente algo bueno pero es la realidad.
La primera prueba de ello es que esa misma derecha mediática que tenía cogida la medida a la izquierda política que conocía, suda para enfrentar las razones de la indignación social. La segunda es que los portavoces políticos de izquierdas que más llegan a la gente y que mejor enfrentan a los ideólogos mediáticos de la derecha, son aquellos más cercanos a la movilización; las CUP en Cataluña que llevan la movilización en su ADN, Sabino Cuadra de Amaiur, Xosé Manuel Beiras de Anova, Diego Cañamero del SAT o Alberto Garzón de IU, son las referencias de la izquierda más cercanas a la sociedad civil. Nadie debe olvidar que la imagen de la portavoz de la PAH, Ada Colau, llamando criminales a los bancos en sede parlamentaria, se convirtió en el ejemplo de lo que debe ser un parlamentario de izquierdas (y Ada no era parlamentaria).
Por eso hablar de la unidad de la izquierda no es sólo hablar de pactos, de listas y de sopas de siglas, sino de la posibilidad de que la izquierda contribuya a la articulación de la sociedad civil siendo capaz de traducir la resistencia social en discursos y desafíos políticos. Pero para eso, la izquierda tiene que tener portavoces que los movimientos reconozcan como propios.