MARIA JOSÉ LANDABURU
Bajo el engañoso nombre de “economía colaborativa” grandes multinacionales y otras plataformas de nueva configuración están promoviendo un modelo de precarización del trabajo que ahonda aún más en la penosa situación que ya sufría el trabajo autónomo y los trabajadores que lo desempeñan
Bajo el engañoso nombre de “economía colaborativa” grandes multinacionales y otras plataformas de nueva configuración están promoviendo un modelo de precarización del trabajo que ahonda aún más en la penosa situación que ya sufría el trabajo autónomo y los trabajadores que lo desempeñan
El fraude de los falsos autónomos ha crecido en estos últimos años debido a empresas denominadas de “economía colaborativa” que emplean autónomos para ocupaciones propias de asalariados.
El marco regulatorio de los autónomos tiene serias carencias a las que se debe hacer frente de inmediato: configurar un sistema de cotización justa, fiscalidad adecuada y responsable, y derechos laborales
Bajo el engañoso nombre de “economía colaborativa” grandes multinacionales y otras plataformas de nueva configuración están promoviendo un modelo de precarización del trabajo que ahonda aún más en la penosa situación que ya sufría el trabajo autónomo y los trabajadores que lo desempeñan. Al margen de las consideraciones al respecto del fraude que estas situaciones pueden amparar en términos de burlar a los trabajadores los derechos que les corresponden, lo cierto es que pone de manifiesto de manera descarnada la enorme precariedad que sufre el colectivo. Las formas de organización empresarial recurren a la fórmula del autoempleo porque les compensa, porque somos el “chollo” del sistema: trabajadores que pagan su propia cotización a la seguridad social, que no tienen vacaciones, y de los que puedes prescindir a conveniencia. En este contexto, la implementación de políticas de incentivos a modo de “tarifas planas”, pueden ser un estímulo para ser aprovechadas por terceros en la cadena de precarización y de dumping social.
La conclusión es que los autónomos tenemos un serio problema, seguimos siendo actores secundarios de las relaciones laborales, trabajadores sin derechos. Útiles para disminuir las cifras del paro, útiles para incrementar el PIB, útiles para generar empleo, pero alejados de las grandes estrategias de mejoras colectivas y de un mínimo marco regulatorio protector: los esclavos del siglo XXI.
Es urgente por tanto invertir el ciclo, reflexionar en profundidad sobre un nuevo modelo productivo en el que las personas autónomas y emprendedoras jueguen en términos económicos el papel central que les corresponde, pero que lo hagan con un reconocimiento claro de la consideración social que merecen. Ello supone cambiar la consideración pública sobre el colectivo, y en consecuencia transformar una legislación obsoleta que no obedece a la realidad social a la que debe afectar.
Los autónomos debemos incorporarnos plenamente al estado del bienestar. Que nuestra aspiración como colectivo es alcanzar objetivos tan básicos, pero también habla por sí misma de la deficitaria situación en que nos encontramos, y de las dificultades que previsiblemente encontraremos en el camino.
Necesitamos medidas que no por ser urgentes, pueden dejar de ser transformadoras. Por eso, desde la Unión de Autónomos UATAE, apelamos a la “política” con mayúsculas, a la reflexión colectiva, al consenso suficiente que permita que los cambios que se produzcan sienten una base estable de futuro, y se alejen del corto plazo y de la coyuntura.
Sabemos que no estamos solos, que muchos y muchas en el conjunto de la sociedad comparten nuestras aspiraciones y se solidarizan con nosotros. Sabemos que lo podemos conseguir, que no podemos permitir que se dilaten los procesos por más tiempo, que es el momento de estar unidos para dignificar nuestro colectivo. Trabajamos mucho, y lo vamos a seguir haciendo, pero también por nuestros derechos.