divendres, 12 de juliol del 2013
Y de los problemas de los ciudadanos, ¿cuándo hablamos?
Juan Tortosa
Íbamos ya por el tercer vinito. Habían transcurrido tres intensas horas de debate, desde el atardecer, en el sugestivo patio de una taberna trianera. Y en estas mi amigo Fernando va y pone el dedo en la llaga:
- Que digo yo que por ahí por la calle me parece que suele haber unos seres humanos llamados “ciudadanos”
Llevábamos toda la velada hablando de primarias andaluzas, de candidaturas, de los silencios de Rajoy, de las conspiraciones internas de los partidos, de lo que el escándalo Bárcenas perjudica al pp y los eres al psoe… Tres largas horas sin emplear ni un solo minuto en hablar de los problemas del día a día de la gente de a pie. Gente de a pie, dicho sea de paso, como nosotros porque en esa animada tertulia trianera ninguno de los que participábamos nos dedicamos directamente a la política.
Sabiéndolo o no, admitiéndolo o no, estábamos reproduciendo los mismos vicios, las mismas inercias, los mismos lugares comunes… e incluso utilizando la misma jerga que los políticos a quienes tanto criticamos. Pensé entonces que eso mismo es lo que le debe ocurrir a los tertulianos radiofónicos y televisivos, lo mismo que pasa en periódicos, radios, televisiones y páginas web: hablamos en jerga. Asumimos insípidos tecnicismos y ridículos circunloquios, abordamos por lo general las cosas de una manera que a los ciudadanos, a la “ciudadanía” como se empeñan en decir ahora, directamente “se la repampinfla”.
Si a quienes nos dedicamos a hablar sobre política en los medios los ciudadanos nos ven lejanos cuando nos ponemos estupendos, a los políticos propiamente dichos no te quiero decir ya: les parecen bichos raros, extraterrestres de manos largas y moral corta que venden moto tras moto sin resultado práctico alguno. Es un hecho que no existe conexión entre los ciudadanos y los políticos. Cuesta trabajo a estas alturas de la película que el ciudadano medio acepte sin más que lo que mueve a alguien a dedicarse a la política es la intención de mejorar sus vidas, o que lo que quiere es solucionar problemas en lugar de crearlos.
Por lo general, los medios se comportan como altavoces de políticos cuyo principal interés es “hablar de su libro” y que cuando usan un micrófono lo emplean para defenderse de acusaciones, mandar recados a sus adversarios o hacer llegar consignas a sus correligionarios. Quienes deciden entrar a formar parte de las estructuras de un partido o un sindicato afirman que lo que quieren es cambiar las cosas y mejorar la vida de la gente, sí. Pero cuando ya están dentro y han de ponerse a ello, lo que acaban haciendo es dedicar el 95 por ciento de su tiempo a conspirar o a defenderse de las conspiraciones, a planificar cómo mantenerse en un garito del que, por lo general, no les suele gustar marcharse. Y menos por voluntad propia.
De sus prioridades más inmediatas acaban desapareciendo los intereses de esa molesta obligación llamada ciudadanía… hasta que se vuelven a necesitar los votos. Tanta tomadura de pelo es la que ha desembocado en esa indignación que lleva ya un tiempo cociéndose a fuego lento y que está traduciéndose en el nacimiento y desarrollo de múltiples movimientos de protesta poco dispuestos a que las cosas continúen por mucho más tiempo funcionando como venían haciéndolo hasta ahora.
Esto lo saben los políticos y los sabemos también quienes nos dedicamos a hablar de política en los medios. Pero a pesar de ello somos capaces, aún a día de hoy, de tirarnos horas hablando en jerga y cayendo en las mismas trampas que criticamos.
De ahí que a mí me pareciera que la cariñosa llamada de atención que mi amigo nos hizo la otra tarde a sus contertulios en un acogedor patio trianero fuera toda una lúcida carga de profundidad:
- Que digo yo que por ahí por la calle me parece que suele haber unos seres humanos llamados “ciudadanos”
Touché, querido Fernando.
Íbamos ya por el tercer vinito. Habían transcurrido tres intensas horas de debate, desde el atardecer, en el sugestivo patio de una taberna trianera. Y en estas mi amigo Fernando va y pone el dedo en la llaga:
- Que digo yo que por ahí por la calle me parece que suele haber unos seres humanos llamados “ciudadanos”
Llevábamos toda la velada hablando de primarias andaluzas, de candidaturas, de los silencios de Rajoy, de las conspiraciones internas de los partidos, de lo que el escándalo Bárcenas perjudica al pp y los eres al psoe… Tres largas horas sin emplear ni un solo minuto en hablar de los problemas del día a día de la gente de a pie. Gente de a pie, dicho sea de paso, como nosotros porque en esa animada tertulia trianera ninguno de los que participábamos nos dedicamos directamente a la política.
Sabiéndolo o no, admitiéndolo o no, estábamos reproduciendo los mismos vicios, las mismas inercias, los mismos lugares comunes… e incluso utilizando la misma jerga que los políticos a quienes tanto criticamos. Pensé entonces que eso mismo es lo que le debe ocurrir a los tertulianos radiofónicos y televisivos, lo mismo que pasa en periódicos, radios, televisiones y páginas web: hablamos en jerga. Asumimos insípidos tecnicismos y ridículos circunloquios, abordamos por lo general las cosas de una manera que a los ciudadanos, a la “ciudadanía” como se empeñan en decir ahora, directamente “se la repampinfla”.
Si a quienes nos dedicamos a hablar sobre política en los medios los ciudadanos nos ven lejanos cuando nos ponemos estupendos, a los políticos propiamente dichos no te quiero decir ya: les parecen bichos raros, extraterrestres de manos largas y moral corta que venden moto tras moto sin resultado práctico alguno. Es un hecho que no existe conexión entre los ciudadanos y los políticos. Cuesta trabajo a estas alturas de la película que el ciudadano medio acepte sin más que lo que mueve a alguien a dedicarse a la política es la intención de mejorar sus vidas, o que lo que quiere es solucionar problemas en lugar de crearlos.
Por lo general, los medios se comportan como altavoces de políticos cuyo principal interés es “hablar de su libro” y que cuando usan un micrófono lo emplean para defenderse de acusaciones, mandar recados a sus adversarios o hacer llegar consignas a sus correligionarios. Quienes deciden entrar a formar parte de las estructuras de un partido o un sindicato afirman que lo que quieren es cambiar las cosas y mejorar la vida de la gente, sí. Pero cuando ya están dentro y han de ponerse a ello, lo que acaban haciendo es dedicar el 95 por ciento de su tiempo a conspirar o a defenderse de las conspiraciones, a planificar cómo mantenerse en un garito del que, por lo general, no les suele gustar marcharse. Y menos por voluntad propia.
De sus prioridades más inmediatas acaban desapareciendo los intereses de esa molesta obligación llamada ciudadanía… hasta que se vuelven a necesitar los votos. Tanta tomadura de pelo es la que ha desembocado en esa indignación que lleva ya un tiempo cociéndose a fuego lento y que está traduciéndose en el nacimiento y desarrollo de múltiples movimientos de protesta poco dispuestos a que las cosas continúen por mucho más tiempo funcionando como venían haciéndolo hasta ahora.
Esto lo saben los políticos y los sabemos también quienes nos dedicamos a hablar de política en los medios. Pero a pesar de ello somos capaces, aún a día de hoy, de tirarnos horas hablando en jerga y cayendo en las mismas trampas que criticamos.
De ahí que a mí me pareciera que la cariñosa llamada de atención que mi amigo nos hizo la otra tarde a sus contertulios en un acogedor patio trianero fuera toda una lúcida carga de profundidad:
- Que digo yo que por ahí por la calle me parece que suele haber unos seres humanos llamados “ciudadanos”
Touché, querido Fernando.
dijous, 11 de juliol del 2013
Aigua, isotropia i quimera
Ramon Folch
Als anys 70, es posà de moda parlar de la macrocefàlia barcelonina. La progressia com cal sostenia que calia reequilibrar el territori. N'hi havia que s'enfadaven quan se'ls feia notar que un cos no s'equilibra repartint el cervell per les extremitats. L'equilibri territorial no és la disposició homogènia de tot a tot arreu, sinó el repartiment que fa possible un funcionament global convenient. Sovint, s'aconsegueix afavorint les anisotropies, és a dir, les diferències de densitats i de funcions, justament.
Ni la mar, tan plana, no és isotròpica. Les aigües canvien de densitat, de temperatura o de composició química. La riquesa de nutrients varia segons els llocs i els moments. Per això hi ha corrents i vida marina. A les terres emergides, amb muntanyes i valls, boscos i deserts, rius i zones àrides, les diferències encara són més acusades. La isotropia perfecta només apareix en un cos mineral homogeni, mort. Maleïda la gràcia.
PERÒ ARA tornen a bufar vents d'isotropització. Novament se sent parlar d'«equilibrar» les conques hidrogràfiques. Com si estiguessin desequilibrades. En tot cas, està desequilibrada la demanda excessiva en determinats llocs impossibles. És molt diferent. Però l'anisotropia incomoda les mentalitats partidàries de l'uniformisme. La justícia no persegueix la igualtat, sinó l'equitat, que es basa en una redistribució de recursos anisotròpicament proporcionada a les necessitats. El cas de l'AVE és ben il·lustratiu: alta velocitat ferroviària per a tothom i a tot arreu. La disposició igualitària de la xarxa de l'AVE ha resultat altament inequitativa. Els primers perjudicats han estat els que menys el necessitaven: més partit haurien tret d'inversions en els seus àmbits més deficitaris. Però ara tenim una xarxa isotròpica i costosíssima de trens d'alta velocitat sobre un territori netament anisotròpic, tant espacialment com sociològicament. Per no parlar dels aeroports innecessaris o de les universitats redundants. Ni l'anatomia territorial, ni la fisiologia socioeconòmica n'han sortit beneficiades.
Recurrentment se senten veus que, en nom d'una pretesa solidaritat interterritorial, pretenen treure aigua d'on no en sobra gens per dur-la, mitjançant costoses infraestructures, a llocs on, a més d'haver-n'hi encara menys, no han aconseguit d'optimitzar-ne l'ús. La ciutat de Barcelona ha après a demandar de la xarxa menys de 100 litres per persona i dia. Això és poc més de la meitat del que demanden les ciutats on anirien les aigües transvasades. ¿Per què no comencem per aquí? Dividir per dos la demanda equival a doblar el proveïment. Més encara: l'aprofitament de les aigües pluvials -que ara van directes a les clavegueres, amb gran trastorn del règim de les depuradores i la recirculació de les aigües grises de les dutxes en les descàrregues del WC- en comptes d'enviar-les també de dret a les clavegueres després d'un ús més que sumari reduiria la demanda urbana; la barcelonina se situaria en només uns 80 litres per persona i dia. Hi ha edificis que ja tenen aquests consums d'aigua de xarxa, sense que els seus usuaris hagin notat cap incomoditat (¿quin sentit té omplir el dipòsit del vàter amb aigua potable...?). Més eficiència i menys grandiloqüència, per favor.
Amb l'agricultura, tres quarts del mateix. Basta veure el nou Pla Hidrològic de l'Ebre, que per atendre futurs regadius (i probablement transvasaments¿) reserva només 3.000 hm3 anuals al curs baix, quan en caldrien si més no 7.000. A Israel o a Califòrnia reguen amb quatre gotes, tres de les quals, a sobre, són aigües reciclades. Els nostres isotropitzadors pseudosolidaris s'animen a abordar grans obres hidràuliques, però no pas a regular les aixetes, ni a ser eficients, ni a regenerar les aigües residuals, segons que sembla.
TAMPOC VOLEN entendre com funciona una conca hidrogràfica, ni quines són les prestacions ambientals d'un riu que flueix. Novament els sobra grandiloqüència i els falta bon sentit (i decència, a vegades). Bon sentit socioecològic i voluntat de beneficiar-se de tecnologies ja disponibles en l'ús apropiat i eficient dels recursos hídrics. Garantir l'oferta irresponsable en temps de gestió sensata de la demanda és un despropòsit.
Només en els territoris anisotròpics s'estableixen gradients i diferencials que permeten diversitats. La diversitat és la base de la complexitat. O sigui de l'equilibri veritable. Una cosa és moure recursos per optimitzar processos i una altra aplanar totalment el relleu. Espletar les zones humides per descompensar també les eixutes és un disbarat. I fer-ho a un cost elevat, una insensatesa. Especialment si les aportacions hídriques es destinen a desenvolupaments contraproduents en forma de totxo sobrer o de conreu excedentari. Ja n'hem tingut prou i massa de repartidora partidista.
Als anys 70, es posà de moda parlar de la macrocefàlia barcelonina. La progressia com cal sostenia que calia reequilibrar el territori. N'hi havia que s'enfadaven quan se'ls feia notar que un cos no s'equilibra repartint el cervell per les extremitats. L'equilibri territorial no és la disposició homogènia de tot a tot arreu, sinó el repartiment que fa possible un funcionament global convenient. Sovint, s'aconsegueix afavorint les anisotropies, és a dir, les diferències de densitats i de funcions, justament.
Ni la mar, tan plana, no és isotròpica. Les aigües canvien de densitat, de temperatura o de composició química. La riquesa de nutrients varia segons els llocs i els moments. Per això hi ha corrents i vida marina. A les terres emergides, amb muntanyes i valls, boscos i deserts, rius i zones àrides, les diferències encara són més acusades. La isotropia perfecta només apareix en un cos mineral homogeni, mort. Maleïda la gràcia.
PERÒ ARA tornen a bufar vents d'isotropització. Novament se sent parlar d'«equilibrar» les conques hidrogràfiques. Com si estiguessin desequilibrades. En tot cas, està desequilibrada la demanda excessiva en determinats llocs impossibles. És molt diferent. Però l'anisotropia incomoda les mentalitats partidàries de l'uniformisme. La justícia no persegueix la igualtat, sinó l'equitat, que es basa en una redistribució de recursos anisotròpicament proporcionada a les necessitats. El cas de l'AVE és ben il·lustratiu: alta velocitat ferroviària per a tothom i a tot arreu. La disposició igualitària de la xarxa de l'AVE ha resultat altament inequitativa. Els primers perjudicats han estat els que menys el necessitaven: més partit haurien tret d'inversions en els seus àmbits més deficitaris. Però ara tenim una xarxa isotròpica i costosíssima de trens d'alta velocitat sobre un territori netament anisotròpic, tant espacialment com sociològicament. Per no parlar dels aeroports innecessaris o de les universitats redundants. Ni l'anatomia territorial, ni la fisiologia socioeconòmica n'han sortit beneficiades.
Recurrentment se senten veus que, en nom d'una pretesa solidaritat interterritorial, pretenen treure aigua d'on no en sobra gens per dur-la, mitjançant costoses infraestructures, a llocs on, a més d'haver-n'hi encara menys, no han aconseguit d'optimitzar-ne l'ús. La ciutat de Barcelona ha après a demandar de la xarxa menys de 100 litres per persona i dia. Això és poc més de la meitat del que demanden les ciutats on anirien les aigües transvasades. ¿Per què no comencem per aquí? Dividir per dos la demanda equival a doblar el proveïment. Més encara: l'aprofitament de les aigües pluvials -que ara van directes a les clavegueres, amb gran trastorn del règim de les depuradores i la recirculació de les aigües grises de les dutxes en les descàrregues del WC- en comptes d'enviar-les també de dret a les clavegueres després d'un ús més que sumari reduiria la demanda urbana; la barcelonina se situaria en només uns 80 litres per persona i dia. Hi ha edificis que ja tenen aquests consums d'aigua de xarxa, sense que els seus usuaris hagin notat cap incomoditat (¿quin sentit té omplir el dipòsit del vàter amb aigua potable...?). Més eficiència i menys grandiloqüència, per favor.
Amb l'agricultura, tres quarts del mateix. Basta veure el nou Pla Hidrològic de l'Ebre, que per atendre futurs regadius (i probablement transvasaments¿) reserva només 3.000 hm3 anuals al curs baix, quan en caldrien si més no 7.000. A Israel o a Califòrnia reguen amb quatre gotes, tres de les quals, a sobre, són aigües reciclades. Els nostres isotropitzadors pseudosolidaris s'animen a abordar grans obres hidràuliques, però no pas a regular les aixetes, ni a ser eficients, ni a regenerar les aigües residuals, segons que sembla.
TAMPOC VOLEN entendre com funciona una conca hidrogràfica, ni quines són les prestacions ambientals d'un riu que flueix. Novament els sobra grandiloqüència i els falta bon sentit (i decència, a vegades). Bon sentit socioecològic i voluntat de beneficiar-se de tecnologies ja disponibles en l'ús apropiat i eficient dels recursos hídrics. Garantir l'oferta irresponsable en temps de gestió sensata de la demanda és un despropòsit.
Només en els territoris anisotròpics s'estableixen gradients i diferencials que permeten diversitats. La diversitat és la base de la complexitat. O sigui de l'equilibri veritable. Una cosa és moure recursos per optimitzar processos i una altra aplanar totalment el relleu. Espletar les zones humides per descompensar també les eixutes és un disbarat. I fer-ho a un cost elevat, una insensatesa. Especialment si les aportacions hídriques es destinen a desenvolupaments contraproduents en forma de totxo sobrer o de conreu excedentari. Ja n'hem tingut prou i massa de repartidora partidista.
CANT DE SIRENES
Mas va qualificar el projecte federalista
que promouen els socialistes com a cant de sirena, ja que, segons
ell, el PP no hi està d’acord i no es podrà canviar la Constitució. Totalment
d’acord!
Però no es també un cant de sirena
el full de ruta promogut per ERC i la pròpia Convergència quan demanen
un estat propi? És que des d’Espanya (socialistes i populars) els
hi donaran la conformitat?
Darrerament veig a ERC molt més llançat
que de costum i, m’imagino que després del congrés d’Hospitalet d’aquest
cap de setmana encara sortiran molt més eufòrics. El que havia de ser una
consulta pel dret a decidir, de sobte, s’està convertint en una
proclama independentista en tota regla. I no és que en el fons hi estigui
en contra, però si en les formes. Fins i tot els seus socis de projecte
s’han quedat una mica descol·locats després d’escoltar-los aquests dies.
Per cert, aquest pel la ràdio la veu de l’Oriol Junqueras semblava més
la d’un capellà fent una homilia que la d’un polític intervenint davant
els seus.
Ara mateix, ERC no descarta unes eleccions
plebiscitàries, és a dir o tot o res o una declaració unilateral de independència
tal i com va fer Kosovo. Pel que sembla ara ja no serveixen els models
de Quebec i Escòcia, ara es pretén anar més lluny i tirar pel recte.
Des del meu punt de vista el model de
Kosovo no servirà per a Catalunya. Kosovo, abans de la proclamació d’independència
formava part de Sèrvia que, a la vegada, va sorgir d’una desmembrada Iugoslàvia
una vegada va acabar la guerra del Balcans. Si bé és cert que la nova nació
ha estat reconeguda per diversos països, també és cert que encara són molts
els qui no l’han reconegut, com per exemple Espanya. És evident que el
govern espanyol del PSOE (i ara del PP), com es diu vulgarment, es curen
en salut i no volen crear un precedent. Si reconeguessin la independència
de Kosovo, quina excusa tindrien per a no reconèixer la de Catalunya? Evidentment,
cap. Per cert, Sèrvia considera Kosovo com una província autònoma.
El cas kosovar no té cap paral·lelisme
amb el català. Espanya, per a bé o per a mal, no és un estat en desintegració.
A part, és un estat membre de la Unió Europea que, des de l’entrada de
Croàcia a partir de l’1 de juliol, està composada per 28 països membres,
la majoria dels europeus. Les pressions d’Espanya sobre la resta de països
seria molt gran. Recolzar Catalunya seria, automàticament, enemistar-se
amb Espanya i, perdoneu-me, que sigui escèptic, però penso que cap país
dels que composen la UE reconeixerà una declaració unilateral de independència.
A l’Odissea, quan l’heroi grec Odisseu
(Ulises) quan va camí a Ítaca, ha de lligar els seus súbdits després de
tapar-los les orelles per a que no escoltin els cants de sirena i portin
a les embarcacions a la deriva.
No crec que faci falta tapar les orelles
de ningú ni menys lligar-los, però si que crec que s’ha de tocar amb els
peus a terra i tenir el cap fred. De vegades il·lusionar-se massa en un
tema pot ser del tot contraproduent, perquè la decepció de no aconseguir-ho
pot arribar a ser massa grossa.
Milagritos y condones
Aníbal Malvar
Que Juan Pablo II fue un santo es algo que sabe cualquier persona con dos dedos de fe. Tan solo hay que recordar sus homilías en Africa o Latinoamérica condenando el uso del condón, y propagando el purificador sida, mientras el Banco Vaticano invertía dinero en la industria del preservativo. O su empeño en ocultar los millardos de abusos sexuales a niños, sin condón, para ahorrar innecesarias inversiones en educación sexual. Pero para que te hagan santo no te basta el sentido común y el olfato para los negocios. Es necesario haber obrado al menos dos milagros. Una exigencia que deja en bragas el 6,5 que Wert demandaba para recibir una milagrosa beca. Pero, como conseguir el 6,5 trabajando doce horas en un McDonald, hacer milagros no es tan difícil. Es como el sexo. Basta con encontrar a alguien que se deje milagrear.
El primer milagro de Wojtyla fue curar a una monja francesa del Parkinson. A la monja, de hecho, no le tembló el pulso al asegurar que, tras escribir el nombre de Juan Pablo II en un papel, se le pasó el tembleque. Como somos una civilización poco elevada, a Juan Pablo II se le canonizó, en lugar de entregarle el Nobel de Medicina, que era más pasta.
El segundo milagro es todavía más milagrero. Una mujer con aneurisma cerebral reza mucho a Juan Pablo y se le pasa el problema. Sucedió en Costa Rica. El médico que constató su curación, tras hacerle una resonancia magnética, concluyó que el primer diagnóstico estaba equivocado. Que la señora no padecía aneurisma, sino solo ese clásico dolor de cabeza que todas nos habéis dedicado como excusa cuando somos medio feos. El médico es un hereje. Este médico es un Galileo. Que se atrevió a decir que la Tierra gira alrededor del Sol antes de que Dios ordenara al Sol dejar de girar alrededor de la Tierra. Quien no vea que esto del aneurisma costarricense es un milagro, es que no tiene los ojos cerrados para rezar. La mujer insiste: fue un milagro. ¿Quién es ese médico para negar a esa mujer las razones de su curación? ¿Cómo la ciencia se atreve a seguir cuestionando la fe, después de la voluntaria apostasía que el propio Galileo hizo de sus teorías heliocéntricas tras ser amablemente torturado?
Yo he visto milagros evidentes. Tenemos, por ejemplo, un presidente que ganó las elecciones con mayoría absoluta solo planteando que iba a gobernar como Dios manda. Si eso no es un milagro, una epifanía, un prodigio, un asombro, que venga Dios y lo vea. Sobre todo que vea al presidente, y se haga una idea de lo que nos ha mandado. Y no conozco a un solo español que niegue, tras la sacrosanta victoria de Mariano Rajoy, el milagro económico, social, intelectual y futbolístico que hemos gozado desde entonces. Tenemos un país tan próspero, gracias al Dios de los milagros presidenciales, que nos podemos permitir el lujo de dejar a seis millones de españoles gozando del ocio, sin trabajar, disfrutando el día a día de sus folganzas, vicios y onanismos.
Dije antes que los milagros no son tan difíciles de hacer, si estás tocado por la gracia de Dios. A mí, de hecho, me salen casi sin querer. Hasta el punto de que hacer tanto milagro involuntario me resulta incluso bastante molesto y antipático. No doy abasto con tanta adoración, que me vienen miles de beatas a la puerta de casa a arrodillarse ante mí todo el tiempo. Es un sinvivir. Mesiánico, pero sinvivir. Con tanta beata y una sola puerta, no me organizo yo del todo.
De hecho, para racionalizar el tema le he pedido al ayuntamiento la licencia para convertir mi casa en un fumadero de opio. No se crean ustedes que eso ha alejado a las beatas. Todo lo contrario. Vienen más. Y se les curan los párkinson, los aneurismas, los tumores, la efervescencias, las menopausias y las canas en dos chupadas de pipa. Hago aquí milagros en cadena, y ya he contratado hasta dos becarios que se me parecen para tener ratos libres. Tantos milagros se han producido en casa, que ahora me temo que me quieren canonizar en vida. Me parece precipitado. Que ilegalicen el incienso y legalicen el opio, coño. Que me van a hacer santo. Y yo siempre luché por acabar en el infierno.
Y fracasé.
Nunca cometamos la insensatez de sustituir creencias por ideas. Os lo digo yo, traficante de opio para beatas, que ayer me morí de risa y los dioses me han condenado a este triste cielo eterno. Y en la tierra me han hecho santo. Que yo paso de tonterías, hostia. Que yo nunca quise ser santo. Que soy poeta y traficante de opio. Que quiero ser tierra, humo, polvo, sombra y nada. ¿Os esteráis? Que hagan santo a ese tal Juan Pablo II, que cura el párkinson y el aneurisma sin necesidad de meterle opio a ninguna beata. Pero a mí no. Yo solo trafico con opio. No con creencias. Que son muchísimo más peligrosas. Ay, que me está dando un aneurisma y un párkinson. Va a ser el castigo de… (No saquéis conclusiones: la belleza también mata).
Que Juan Pablo II fue un santo es algo que sabe cualquier persona con dos dedos de fe. Tan solo hay que recordar sus homilías en Africa o Latinoamérica condenando el uso del condón, y propagando el purificador sida, mientras el Banco Vaticano invertía dinero en la industria del preservativo. O su empeño en ocultar los millardos de abusos sexuales a niños, sin condón, para ahorrar innecesarias inversiones en educación sexual. Pero para que te hagan santo no te basta el sentido común y el olfato para los negocios. Es necesario haber obrado al menos dos milagros. Una exigencia que deja en bragas el 6,5 que Wert demandaba para recibir una milagrosa beca. Pero, como conseguir el 6,5 trabajando doce horas en un McDonald, hacer milagros no es tan difícil. Es como el sexo. Basta con encontrar a alguien que se deje milagrear.
El primer milagro de Wojtyla fue curar a una monja francesa del Parkinson. A la monja, de hecho, no le tembló el pulso al asegurar que, tras escribir el nombre de Juan Pablo II en un papel, se le pasó el tembleque. Como somos una civilización poco elevada, a Juan Pablo II se le canonizó, en lugar de entregarle el Nobel de Medicina, que era más pasta.
El segundo milagro es todavía más milagrero. Una mujer con aneurisma cerebral reza mucho a Juan Pablo y se le pasa el problema. Sucedió en Costa Rica. El médico que constató su curación, tras hacerle una resonancia magnética, concluyó que el primer diagnóstico estaba equivocado. Que la señora no padecía aneurisma, sino solo ese clásico dolor de cabeza que todas nos habéis dedicado como excusa cuando somos medio feos. El médico es un hereje. Este médico es un Galileo. Que se atrevió a decir que la Tierra gira alrededor del Sol antes de que Dios ordenara al Sol dejar de girar alrededor de la Tierra. Quien no vea que esto del aneurisma costarricense es un milagro, es que no tiene los ojos cerrados para rezar. La mujer insiste: fue un milagro. ¿Quién es ese médico para negar a esa mujer las razones de su curación? ¿Cómo la ciencia se atreve a seguir cuestionando la fe, después de la voluntaria apostasía que el propio Galileo hizo de sus teorías heliocéntricas tras ser amablemente torturado?
Yo he visto milagros evidentes. Tenemos, por ejemplo, un presidente que ganó las elecciones con mayoría absoluta solo planteando que iba a gobernar como Dios manda. Si eso no es un milagro, una epifanía, un prodigio, un asombro, que venga Dios y lo vea. Sobre todo que vea al presidente, y se haga una idea de lo que nos ha mandado. Y no conozco a un solo español que niegue, tras la sacrosanta victoria de Mariano Rajoy, el milagro económico, social, intelectual y futbolístico que hemos gozado desde entonces. Tenemos un país tan próspero, gracias al Dios de los milagros presidenciales, que nos podemos permitir el lujo de dejar a seis millones de españoles gozando del ocio, sin trabajar, disfrutando el día a día de sus folganzas, vicios y onanismos.
Dije antes que los milagros no son tan difíciles de hacer, si estás tocado por la gracia de Dios. A mí, de hecho, me salen casi sin querer. Hasta el punto de que hacer tanto milagro involuntario me resulta incluso bastante molesto y antipático. No doy abasto con tanta adoración, que me vienen miles de beatas a la puerta de casa a arrodillarse ante mí todo el tiempo. Es un sinvivir. Mesiánico, pero sinvivir. Con tanta beata y una sola puerta, no me organizo yo del todo.
De hecho, para racionalizar el tema le he pedido al ayuntamiento la licencia para convertir mi casa en un fumadero de opio. No se crean ustedes que eso ha alejado a las beatas. Todo lo contrario. Vienen más. Y se les curan los párkinson, los aneurismas, los tumores, la efervescencias, las menopausias y las canas en dos chupadas de pipa. Hago aquí milagros en cadena, y ya he contratado hasta dos becarios que se me parecen para tener ratos libres. Tantos milagros se han producido en casa, que ahora me temo que me quieren canonizar en vida. Me parece precipitado. Que ilegalicen el incienso y legalicen el opio, coño. Que me van a hacer santo. Y yo siempre luché por acabar en el infierno.
Y fracasé.
Nunca cometamos la insensatez de sustituir creencias por ideas. Os lo digo yo, traficante de opio para beatas, que ayer me morí de risa y los dioses me han condenado a este triste cielo eterno. Y en la tierra me han hecho santo. Que yo paso de tonterías, hostia. Que yo nunca quise ser santo. Que soy poeta y traficante de opio. Que quiero ser tierra, humo, polvo, sombra y nada. ¿Os esteráis? Que hagan santo a ese tal Juan Pablo II, que cura el párkinson y el aneurisma sin necesidad de meterle opio a ninguna beata. Pero a mí no. Yo solo trafico con opio. No con creencias. Que son muchísimo más peligrosas. Ay, que me está dando un aneurisma y un párkinson. Va a ser el castigo de… (No saquéis conclusiones: la belleza también mata).
dimecres, 10 de juliol del 2013
NO EM SURTEN ELS NÚMEROS
Com tots sabeu (suposo), l’alcalde de
Lleida l’Àngel Ros va votar a favor del Pla Nacional de Regadius que va
elaborar el Consell Nacional de l’Aigua reunit a la seu de la Confederació
Hidrogràfica de l’Ebre. En total 440.000 noves Ha de regadiu. Per a que
us podeu fer una idea gràfica, 1 Ha equival, aproximadament, a un camp
de futbol. Per tant, ni ajuntant tots els camps de futbol d’Espanya (inclosos
els de les categories inferiors i futbol base, n’hi hauria prou) Potser
ni així us podeu imaginar una superfície de tanta magnitud. Jo sóc del
tot incapaç, us ho confesso.
A sobre, l’Àngel Ros critica la Generalitat
perquè diu que menysprea l’agricultura... (?!) No cal ser un gran coneixedor
del tema per endevinar que a Lleida li ha tocat un bon pessic de la
grossa. De no ser així no s’entendria que el seu alcalde hi votés
a favor. Arribat a aquest punt, us faig una pregunta:
Quants pagesos fan falta per a
conrear 440.000 Ha de regadiu (o sigui 440.000 camps de futbol)? A
mi no em surten els números. A efectes productius, una Ha de regadiu produeix
bastant més que una de secà, posem per cas, oliveres. Evidentment depèn
del tipus de conreu, però al menys que sigui cereal que el plantes i a
la pràctica no cal fer res fins que el recol·lectes, si hi fas arbres fruiters
u horta, sé hi ha d’estar constantment a sobre i, al menys que hi vingui
ma d’obra de fora, és impossible trobar tants treballadors que puguin
realitzar les tasques pròpies de la pagesia.
Una altra pregunta que em ve al cap és:
Li sortirà rendible al petit agricultor transformar la
seva finca de secà a regadiu? I encara una altra: Podrà pagar
l’aigua al preu que sé li demanarà?
Recordo que quan es va començar a parlar
del PHN l’any 2000, estàvem de vacances a un càmping de Benidorm. A la
parcel·la del costat hi havia una familia on el pare era treballador de
la CAM i estava tot il·lusionat amb la possibilitat de regar el seu hortet
on també hi tenia una caseta per a fer la paella els diumenges. Quin
error!
Davant les expectatives de nous regadius,
automàticament es revaloritza el preu del sòl. Els petits propietaris,
intuint (o no) el que els ve a sobre, volen vendre les seves terres al
millor postor (tal com va passar amb el sòl urbà els anys de la bombolla
immobiliària) Per tant, seran les grans empreses del sector les que realment
en trauran profit.
Per acabar voldria denunciar el doble
joc que es fa des de la Generalitat de Catalunya. Dissabte passat em va
dir un amic de mon fill: Fa anys que segueixo de prop l’estratègia
del govern català i puc afirmar que el que ara rebutgen és el que volen
fer ells aquí, o sigui, nous regadius i, sobretot, garantir l’aigua per
a Barcelona. No li falta raó. Les Joventuts Nacionalistes de Catalunya,
es a dir, els cadells de CDC, han penjat a les xarxes socials un
foto amb el pont penjant d’Amposta amb la següent frase: No al Pla
Nacional de Regadius.
Els qui defensem l’Ebre (i per extensió
el delta i el territori) estem en contra de qualsevol regadiu i, evidentment
a qualsevol tipus de transvasament (fins i tot encara que no afectin al
nostre riu) A l’Ebre no li sobre ni una gota d’aigua. Ni una!
Los estudiantes universitarios: derechos y ¿deberes?
Facultat de Nàutica de Barcelona l'11 de setembre de 2012. |
Ex vicerrector de la Universidad Politécnica de Madrid y ex rector de la Universidad Camilo José Cela
En la sociedad actual y muy especialmente en los momentos de crisis y desesperanza que vivimos, no es fácil reflexionar acerca de los problemas que afectan a nuestra vida diaria y que, en muchos casos, condicionan nuestro futuro.
En estas breves reflexiones, lo único que pretendo es lanzar ideas para el debate. Un debate que considero fundamental para que la sociedad española alcance un grado de consenso que le permita avanzar, en los próximos años, por un camino compartido y con un destino aceptado por la inmensa mayoría de ciudadanos.
En mi generación (55-64 años) solo el 19% de los jóvenes obtuvimos una licenciatura o equivalente, hoy ese porcentaje ha crecido hasta el 39%. Es cierto que el capital humano universitario en España no ha dejado de crecer, el número de estudiantes que ha finalizado la Universidad, o su equivalente, entre 25 y 34 años es del 39% de la población, 3 puntos porcentuales por encima de la media de la UE. En consecuencia algo hemos hecho bien. Otra cosa es si ese capital humano responde a las necesidades del país y si tiene la formación adecuada para mejorar nuestra sociedad.
Como estudiante de aquella época, la del final de la posguerra, y por la procedencia humilde de mi familia puedo contar mi experiencia: pude estudiar gracias a las becas que iba consiguiendo año a año a base de matriculas de honor, y por trabajar todos los veranos cobrando recibos de seguros de ocho de la mañana a tres de la tarde, casa por casa, barrio por barrio. Es verdad que era otra generación y otras las condiciones de vida, pero puedo asegurar que aquel esfuerzo no supuso ninguna frustración. Todo lo contrario, creo sinceramente que me hizo más fuerte, me hizo mejor.
Tampoco lo fue el hecho de pasar las múltiples pruebas que tenía configuradas el sistema: el Ingreso (a los 10 años), la revalida de 4º (14 años), la revalida de 6º (16 años), el preuniversitario, el examen de acceso a la universidad (17 años) y el curso selectivo (que entonces consistía en aprobar todo primero de carrera para poder pasar a segundo curso). Seguramente aquello era excesivo, pero la alternativa que hoy vivimos es demasiado poco exigente. Como buen refranero que soy, destaco que cuanto más se te exige más das, y que el ser humano aplica, en general, la ley del mínimo esfuerzo. ¿No sería más razonable quedarse en una zona media del péndulo? Este país debería abrir el debate de cual es esa zona media, que desde mi punto de vista consiste en establecer pruebas en dos momentos críticos de la etapa de formación, cuando los estudios dejan de ser obligatorios (4º ESO) y en el acceso a la Universidad (Selectividad).
Dado que la enseñanza es un derecho fundamental recogido en la Constitución Española, el siguiente punto de debate debería ser si nuestro sistema garantiza la igualdad de oportunidades para todos los jóvenes. Como primer estadio de análisis, me voy a referir, tanto a la financiación de la educación universitaria, como a la configuración de las becas…
Deberíamos ponernos de acuerdo en desterrar el concepto de “Tasa Universitaria” y sustituirlo por el de “Precio Público”. La Ley tributaria deja muy claro que hablamos de tasa cuando los servicios que se prestan no sean de solicitud voluntaria o cuando no se presten por el sector privado. Para los servicios que prestan las Administraciones en concurrencia con la iniciativa privada, como es el caso de la educación, debemos hablar de “Precio Público”, que en teoría es el precio del servicio que financia la administración con el dinero de todos los ciudadanos, es decir, con los impuestos. El precio que pagan los alumnos para matricularse en la Universidad pública, no es tanto un tributo como un precio subvencionado, es una beca de entre el 80 y el 85 % del coste del servicio que se le presta. Lo que viene a significar que el Estado asume un coste unas cinco veces mayor que el que asume cada estudiante por el pago de su matricula, algo de lo que no se habla.
¿No seria razonable, después de 35 años de democracia conocer lo que nos cuesta a todos los contribuyentes cada alumno que estudia en la Universidad? ¿No es tiempo de fijar las condiciones contractuales entre financiador (la sociedad) y financiado (los estudiantes)?
Nos quejamos de que nuestras universidades no están en los primeros puestos de los ranking universitarios internacionales, pero eso es manera sesgada de abordar el problema. ¿Seria posible que el Real Madrid o el Barcelona estuvieran en los primeros puestos de Europa con presupuestos diez veces menores? Para establecer la eficiencia de nuestras universidades habría que contrastar el ranking de mejores universidades con el ratio de financiación por alumno de cada una de ellas. A lo mejor esa simple comparación nos permitía mejorar nuestra autoestima.
Por las previsiones económicas de los próximos años, es muy probable que en el futuro no podamos sostener el estado paternalista y subvencionador del que hemos disfrutado hasta hoy, sencillamente porque somos más pobres de lo que creíamos y porque los recursos son más escasos. A mi juicio, no se trata de intentar mantener todo, sino fijar las líneas rojas que no deben sobrepasarse, y cuya defensa debe constituir una prioridad de nuestra sociedad. Entre esas líneas rojas yo sitúo el mantenimiento de las políticas que permiten conservar la igualdad de oportunidades, siendo la posibilidad de estudiar en la Universidad una de ellas, y desde luego de las más importantes.
Por otra parte, aunque la financiación de las Universidades es una condición necesaria, no es ni mucho menos suficiente para mejorar la calidad del capital humano que España necesita. Calidad, cuya mejora está directamente relacionada con la forma de plantear y de gestionar las formas de financiar la educación. Además de la referida financiación pública, la Autonomía Universitaria, reconocida en la legislación española también como derecho fundamental, concede a las Universidades un amplio margen de libertad para la configuración de su organización interna y para el desenvolvimiento de su actividad, que debería servir también para que las Universidades obtuvieran más recursos, sin menoscabo de la calidad docente, muy al contrario.
La otra manera de incrementar los recursos, sin disminuir la línea roja del mantenimiento de la igualdad de oportunidades, es obtener más financiación de aquellos que estudian en la Universidad y que en definitiva son los más beneficiados. Parece una realidad que en la composición social de los estudiantes universitarios españoles, aquellos con mayor poder adquisitivo representan el mayor porcentaje de alumnos, de manera que podría no ser insensato decir que, a diferencia de los que ocurre en otros sectores, en la Universidad se produce un trasvase de recursos de las capas menos privilegiadas hacia las de mayor poder adquisitivo.
¿Cómo compaginar esto con la igualdad de oportunidades? A mi modo de ver fijando claramente como punto de partida el coste real que tiene la educación, y establecer a partir de ahí, en primer lugar el precio público correspondiente, para cada Universidad y cada carrera. Este precio público podría establecerse entre el 50% para las familias de mayor poder adquisitivo y el 15-20% actual para las de menor poder adquisitivo. A estas primeras (1ª BECAS) hay que añadir otras sujetas también a condiciones y en función del poder adquisitivo de cada familia. Estas son necesarias para aquellos que sin ellas tendrían muy difícil, por no decir imposible, poder estudiar en la Universidad.
Estas 1ª becas serian las que hoy reciben todos los estudiantes por el simple hecho de matricularse en la Universidad . En este caso, el contrato con la sociedad, es decir, las condiciones a las que está sujeta, deberían establecerse en años de disfrute, configurados a partir de los años de carrera, la dificultad de la misma y la situación laboral de cada estudiante. Así por ejemplo, los alumnos dedicado full-time a sus estudios deberían terminar su carrera de grado en un máximo de cinco años (los títulos de grado son de cuatro años de duración), una ingeniería o medicina dos años más de la duración de la carrera, los alumnos que trabajen (y sea demostrable) o tengan especiales dificultados familiares, medio año más por cada año que trabajen durante la duración normal de la carrera, así para un alumno que trabaje y estudie un titulo normal de grado al mismo tiempo, el tiempo de duración de su beca sería de siete años…
Superado este tiempo, cualquier alumno que no hubiera terminado su carrera y quisiera completarla, estaría obligado a pagar el coste real de sus estudios. Como debería estarlo igualmente cualquier alumno que sin justificación alguna no superase al menos el 50 % de las materias matriculadas cada año.
La segunda y tercera beca, de las que se discute en la actualidad, deberían estar ligadas a determinadas condiciones. No es lo mismo una beca que sirve para pagar el precio de los estudios (2ª BECAS), que una beca que supone un esfuerzo adicional de la sociedad para pagar libros, manutención o incluso un cierto salario (3ª BECAS). A mi juicio las 2ª BECAS deberían responder simplemente al aprobado y al menos al 80-90% de las asignaturas matriculadas, mientras que las 3ª BECAS deberían exigir un rendimiento académico más elevado, que en cualquier caso debería ser fijado desde el consenso, no impuesto.
Obsérvese la contradicción actual, en la que se exige un rendimiento académico determinado para el 20% del coste de los estudios y no se exige prácticamente nada para 80% restante. Se podría hablar de los costes de las segundas y terceras matriculas para cada asignatura pero a mi juicio es simplemente un parche sobre la realidad que nos ocupa.
De esta manera de los tres tipos de becas aquí enumerados y en función del nivel de renta, los alumnos podrían tener la 1ª, la 2ª y la 3ª simultáneamente. Se podría perder la 3ª manteniendo la segunda, o la segunda manteniendo la 1ª o incluso perder la 1ª. Este planteamiento podría estar en posición de defender la igualdad de oportunidades que estamos obligados a proteger.
Yo hablaría incluso de un cuarto tipo de becas, no ligado a la igualdad de oportunidades sino a la excelencia. Serian aquellas que se deberían dar a los mejores alumnos para que pudieran estudiar en las mejores universidades del mundo. Estas becas serian de interés para España por el incremento de formación del capital humano que necesitamos, y no deberían estar ligadas al nivel de renta sino a la excelencia académica de los alumnos.
Esta es mi visión acerca del mantenimiento de la igualdad de oportunidades. Hay que tener en cuenta que hoy tener un título universitario ha dejado de ser un hecho diferencial como lo era hace algunos años. Injustamente, el factor diferencial es hoy estudiar total o parcialmente en el extranjero, ser bilingüe, hablar más de dos idiomas, hacer prácticas o estancias en verano en lugares prestigiosos…Digo injusto porque son hechos directamente ligados a la capacidad adquisitiva., pero que son los que las empresas y Universidades de élite valoran. En fin la vida mirándola desde este punto de vista es injusta pero cuanto antes lo aceptemos mejor. Esto lo escribe quien de verdad lo ha sufrido y a quien le preocupa que aquellos que están dispuestos a realizar un esfuerzo para ser mejores, encuentren la solidaridad de sus conciudadanos y la oportunidad para demostrar lo que valen.
dimarts, 9 de juliol del 2013
TEMPESTA BÁRCENAS, NETEJADORA COSPEDAL, ESTRUÇ RAJOY
Les darreres declaracions de Luis Bárcenas
han provocat una tempesta d’imprevisibles conseqüències al PP.
Segons l’extresorer, la pràctica de pagar sobre sous en negre als dirigents
del partit es remunta a 20 anys enrere, es a dir, més o menys quan Aznar
va ser nomenat president.
Una vegada més va ser la Dolo
Cospedal qui va haver de sortir al pas de l’entrevista que va publicar
el diari el Mundo i on Bárcenas denunciava la mala praxis que havia existit
al partit durant anys i anys. Tot indica que els assessors del PP li van
dir tu nega-ho tot , en una maniobra de guanyar temps i, segurament,
preparar una estratègia de defensa.
A la Cospedal li va faltar dir aquelles
paraules cèlebres que va pronunciar Rajoy fa uns mesos: tot es mentida
menys algunes coses que s’han publicat per aquí... La frase en qüestió
és digna de ser meditada i respon a la forma de ser d’un polític mediocre
que encara deu d’estar pensant: Què faig aquí? I Qui em manaria
a mi posar-me en aquest embolic?
Dilluns passat, el mateix dia que el
Mundo va publicar l’entrevista, al programa Divendres de TV3 hi va haver
un interessant tertúlia amb Pere Escobar, Núria Ferré, Sebastià Serrano,
Carles Capdevila i Tian Riba. Tot i que el nivell va ser molt alt amb algunes
afirmacions un tant sorprenents, em va agradar, sobretot, la intervenció
del professor Sebastià Serrano. El professor (que és catedràtic de
lingüística general i teoria de la comunicació a la Universitat de Barcelona)
va afirmar que durant la intervenció de la Dolo es van poder apreciar
gestos propis d’una persona que menteix i, fins i tot, del to de els seves
paraules es podia denotar perfectament que estava mentint. I ho diu tot
un expert en comunicació! Per a les tasques de netejadora
caldria pensar en d’altres persones com per exemple González Pons, ja
que la secretaria general no se’n acaba de sortir.
Tian Riba, col·laborador diari del programa
que dirigeix Xavi Coral, va dir que el marron que té el PP és tan gran
que, segurament dintre de 10 anys el PP, com a tal no existirà i, segurament,
el PSOE tampoc i, en el millor dels casos, s’emportarà per davant a
tota una generació de polítics.
Voldria remarcar unes paraules de la
Dolo que diuen molt (des del meu punt de vista) mostra clarament
la nul·la voluntat que té el PP d’admetre els fet i confondre a la ciutadania:
la comptabilitat del PP és clara, diàfana i està auditada. Anem
a pams. Tot això que diu la secretari general del PP és totalment compatible
amb una doble comptabilitat. Qualsevol empresa amb ànim de defraudar, els
seus comptes en B els registrarà a part. Després, cada any, els
reflectirà a la corresponent declaració de l’Impost sobre Societats i
finalment els dipositarà al registre mercantil provincial. Normalment les
auditories només indiquen tot el que la comptabilitat reflecteix és correcte
i s’ajusta a la normativa. Per tant, un auditor de comptes contractat,
en aquest cas pel PP, no anirà a buscar els tres peus al gat, és
a dir, tot l’il·legal que ha pogut generar el partit del carrer Gènova
en els darrers 20 anys. Per cert, per Internet es va poder veure la comptabilitaten negre d’aquests darrers 20 anys penjada en la web d’Anònimus.
I Rajoy? Com sempre, aplicant la tàctica
de l’ estruç: amagar el cap sota terra i mirar d’eludir a la premsa
posant qualsevol tipus d’excusa.
Cada vegada s’escolten més veus que
demanen l dimissió en bloc del govern i afirmen que en qualsevol país democràtic,
d’existir un afer de la magnitud que té el PP (el cas Bárcenas és una
conseqüència del Gürtel), ja haurien dimitit. Jo m’hi sumo:
RAJOY DIMISSIÓ, JA!!
Una darrera pregunta: Per què el PP no s'ha querellat contra Bárcenas?
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