Supongamos que
ha sido un error humano. Supongamos que en realidad han sido cuatro errores
humanos consecutivos e independientes, uno detrás de otro y por parte de
personas sin relación entre sí: cuatro registradores de la propiedad distintos
que tramitaron esas 13 falsas ventas del enredo de la infanta y que enviaron
el DNI de Cristina de Borbón a la base de datos de Hacienda por error.
De entre unos 46 millones de DNIs españoles, los cuatro se confundieron
y escribieron precisamente el de la mujer de Iñaki Urdangarín. ¿Qué posibilidades
habría en el universo de que ocurriese una casualidad así? La probabilidad
de que se equivoquen los cuatro registradores y escriban por error, al
azar, el DNI de la infanta es del orden de uno entre un 10 seguido de 30
ceros. Es decir: una entre 10.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.
O lo que es lo mismo, una entre diez quintillones.
Una posibilidad entre diez billones de trillones.
Más números grandes y probabilidades
pequeñas. Si en lugar de cuatro, se hubieran equivocado diez eligiendo
precisamente el DNI de la infanta –entre registradores y notarios–, tal
coincidencia sería matemáticamente tan probable como la de elegir por azar
precisamente un átomo en concreto entre todos los del universo (una cifra
con 79
ceros).
Para ser justos con la infanta y
con la torpeza de los registradores imaginemos que el número posible de
DNIs parecidos al de su alteza fuera sólo de 100; no mucha gente tiene
un carné de identidad VIP de solo dos dígitos. Incluso así, la probabilidad
de que los cuatro registradores se hubiesen equivocado y escribiesen por
azaroso error el número de la infanta sería de una entre 100 millones.
O lo que es lo mismo, aproximadamente una entre dos veces el "bárcenas",
ese gran número recién descubierto en Suiza y que equivale a unos 47 millones.
Por comparar, la probabilidad de
que te caiga un meteorito en la cabeza es solo una entre 174
millones. Si yo fuese
esa anomalía estadística llamada Cristina Federica Victoria Antonia de
la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia, me pondría casco.
Y si yo fuera Cristóbal Montoro
buscaría una
excusa mejor. Una que
no insulte la inteligencia de cualquier contribuyente español.
- José Manuel Rey, coautor de este artículo y quien ha hecho los números, es doctor en matemáticas y profesor de la Universidad Complutense de Madrid.