divendres, 28 de juny del 2013

Wert en el guiñol

David Torres

Más que una selección de personal, Mariano se planteó la formación de su ejecutivo como un casting donde no cabía ni un solo héroe, que para algo estaba reclutando la tripulación de la Estrella de la Muerte. De haber sido un western, el desgobierno de Mariano habría sido El feo, el feo, el feo, el feo y el malo, pero cualquiera los distingue. Entre tanto anodino y tanto supernumerario del Opus necesitaba un rostro que distrajera al personal, un ministro al que vapulearan igual que esos muñecos de trapo que queman y ahorcan las turbas palestinas por los noticiarios de la CNN. En José Ignacio Wert encontró justamente el chivo expiatorio que andaba buscando.
Le endosaron a Wert el ministerio de Cultura porque lo del PP con la cultura es un asunto personal. Personal, nada de negocios. La cultura es una deuda pendiente de la derecha española desde que ganaron la guerra civil y perdieron la historia de la literatura. No sólo mataron a Lorca y dejaron pudrirse en la cárcel a Miguel Hernández, sino que incluso a los mejores escritores de derechas no les hicieron ni puto caso. Torrente Ballester, por ejemplo (que fue falangista en su juventud), triunfó tarde y mal, a trancas y barrancas; tuvo que cambiar muy joven su primera vocación, el teatro, por la novela y al final encontró su mayor adalid en Saramago, quien no era precisamente un reaccionario. Saramago dijo una vez que si había un novelista digno de sentarse a la derecha (sí, creo que dijo a la derecha) de Cervantes, ése era Torrente Ballester. No se puede escribir un elogio más alto.
Tampoco el noviazgo del PSOE con la cultura es como para tirar cohetes, pero, al lado de Wert, hasta González Sinde parece Luis II de Baviera. Mientras que el PSOE, a pesar de todos los pesares, contaba (quizá ya no) con un amplio grupo de apoyo entre actores y cantantes, el PP ha tenido que echar mano de la caspa y la revista, su hábitat natural. Gente como Julio Iglesias, Francisco, Bertín Osborne, Norma Duval o Arturo Fernández, háganse una idea. Al PP la cultura siempre se la trajo floja y a la gente del cine y del teatro, los voceros de la caverna suelen apodarlos “titiriteros”, lo que da una idea del ingenio que gastan. Su idea de un intelectual en el gobierno era Fraga, un señor que no sólo llevaba el estado en la cabeza sino que además lo paseaba en tanqueta.
Por seguir con Torrente Ballester, podríamos decir que Wert ha recogido este legado ideológico como el que recoge un garrote. Allá por donde va, universidades, actos públicos, conciertos, recibe desprecios y abucheos, exactamente lo que ha sembrado. No obstante, algo bueno tiene este hombre y es que con él ocurre lo mismo que con Telecinco: lo ves cinco segundos y te entran ganas de abrir un libro. Wert apareció en el Teatro Real antes de una sinfonía de Beethoven y fue como si saliera el malo de una función de guiñol. Sólo le faltaba el garrote. Pero, a estas alturas de la función, Wert ya debería saber que una pitada en el Teatro Real vale más que un aplauso alquilado en el congreso.

dijous, 27 de juny del 2013

LES FOTOS DEL DIA. L'ANTIC PONT DEL TREN DE TORTOSA III










LA FRASE DEL DIA 27-06-2013



Toxo i Méndez surten de la Moncloa amb el seu minut de telediari, el màxim a que aspiren.

Qui la va dir? Jesús Rivasés, director del setmanari Tiempo.
On la vaig llegar? Al Periódico de Catalunya del 25 de juny.

Trobo lamentable que es pugui pensar així dels dos màxims dirigents sindicals d’aquest país. I ja no perquè hi estigui en desacord (penso que la majoria dels ciutadans ho veuen així), sinó pel menyspreu que significa als sindicats de classe.
La tasca dels sindicats és donar suport a la classe treballadora. Tota la resta de serveis que presten són sobrevinguts i destinats a assolir un millor finançament.
Encara que sobre els sindicats hi ha opinió per a tots els gustos, hi ha qui creu que formen part del sistema. Les milionàries subvencions que reben de l’estat comporten que, de vegades, siguin massa condescendents en lloc d’actuar amb més contundència contra la classe dominant en uns temps on el denominador comú és la pèrdua progressiva de drets i llibertats.
Però la culpa no és tota dels sindicats. El ciutadà d’aquest país és de parlar molt i actuar poc. Sinó se senten representats pels sindicats majoritaris, hi ha d’altres alternatives, tan a l’esquerra com a la dreta, per tant, no hi hauria d’haver cap excusa per a que tots els treballadors estiguessin afiliats a un sindicat.

FOTOS DE L'ASSAIG AL JARDÍ DEL BOU V