Cuando Pedro Sánchez se asomó a la ventana para saludar a los socialistas que celebraban el triunfo cortando la calle Ferraz, me acordé de aquel grito que lanzaron a Zapatero en 2004 en el mismo escenario: "no nos falles".
(Diputado Socialista por Guipukcoa)
Cuando Pedro Sánchez se asomó a la ventana para saludar a los socialistas que celebraban el triunfo cortando la calle Ferraz, me acordé de aquel grito que lanzaron a Zapatero en 2004 en el mismo escenario: "no nos falles".
La responsabilidad de Pedro Sánchez, y de todo el equipo que le hemos acompañado desde octubre en este duro proceso de las Primarias del PSOE, es de quitar el sueño. Porque somos conscientes de que acabamos de empezar un largo camino que acabará en La Moncloa. Y con toda la épica que supone la victoria del 21M, solo hemos conseguido lo más fácil.
Una parte de la militancia ha puesto sacrificio y generosos recursos personales para apoyar a Pedro durante ocho meses, defendiendo un proyecto colectivo con absolutamente todo en contra. Pero lo que nos queda no es comparable; será más complejo, porque deberemos reconectar con la sociedad, democratizar más el PSOE y crear equipos capaces de dar respuestas coherentes a los problemas e incertidumbres de millones de familias, respuestas que sean coherentes con el proyecto ganador y sostenibles en el tiempo.
Estoy pensando en las tareas inmediatas, centradas en la celebración de un Congreso federal que mantenga un debate de ideas con rigor, haga suyo con las mejoras consensuadas el proyecto que lideró la candidatura de la militancia y que, a la vez, sirva para empezar a cohesionar el PSOE. Pienso en la configuración de los órganos de dirección, de control al Secretario General y de garantías éticas -órgano que debe aumentar su prestigio, competencias y mediación en los conflictos internos-, aplicando en cada elección maneras y gestos que respeten el pluralismo socialista.
El Congreso deberá dejar clara la apuesta por una integración basada en la lealtad y en el reconocimiento a un liderazgo, el de Sánchez, que habrá de ser compartido con otros dirigentes territoriales. Un liderazgo incluyente hacia la mayoría social y sus organizaciones. En todo caso, la crispación ha de estar ausente en el Congreso y la responsabilidad de ello será colectiva.
Han pasado dos semanas y venimos demostrando que todas las previsiones sobre males y desastres, venganzas y escisiones que habían pronosticado los agoreros propios, buena parte de los medios de comunicación, la derechona y los más avispados comunicadores para el caso de que ganara Pedro Sánchez, no se están cumpliendo. Al contrario, la prudencia del Secretario General, los pasos medidos pero sin renuncias, la inteligente iniciativa de Pedro Sánchez de reunirse con Patxi López, Vara, Iceta y con un largo listado de dirigentes por separado, el diálogo mantenido con Puig y Susana Díaz entre otros, los contactos de todo tipo y las decisiones tomadas muestran su talante y espíritu de integración.
Tras el federal llegarán los procesos congresuales en los territorios; otra oportunidad para reconstruir un partido roto desde hace años. Porque no sería la existencia de dos candidaturas la que rompiera la fraternidad socialista en algunos de los congresos sino los intereses personales y las malas artes. Por eso insisto en que el PSOE, desde antes de que llegara Pedro Sánchez, está roto por la existencia de familias de poder, por tantas renuncias políticas frente a la derecha, por la baja actividad de las agrupaciones, por los comportamientos clientelares, por un funcionamiento insuficientemente abierto y democrático de una parte de los aparatos, por la falta de debate interno y por sistemas viciados en la elección de cargos.
Otro modelo de PSOE es posible. Defendemos un modelo que permita la regeneración democrática y que sea ejemplar en Europa, algo imprescindible para recuperar la credibilidad ante la ciudadanía. Queremos incorporar savia nueva y talento y poder construir una alternativa de gobierno real, con políticas diferenciadas de las de Rajoy y sus secuaces. Otra forma de entender la política y su ejercicio suponen una asignatura pendiente.
Es preciso recordar que de nada servirá ganar las Primarias y el Congreso si luego no logramos operar los cambios en el interior del PSOE. Encontraremos muchas resistencias y no solo por razones de conservar el poder sino también por la querencia a mantener esquemas viejos. Se impone la democracia participativa, la rendición de cuentas, la transparencia y elección directa de los dirigentes y cargos públicos por la militancia. Y hasta por los simpatizantes en aquellas primarias abiertas para la elección de cargos públicos. Se impone la ética y la defensa del interés general para cargarnos de razones y ganar apoyos para ganar, desde la izquierda, a un PP corrupto, enemigo del Estado de Derecho y del Estado de Bienestar.
No es momento para relajarse pensando que las cosas están encaminadas. Para nada. Hace falta recuperar fuerza, mantener la ilusión y el orgullo de ser socialistas expresado y vivido en cada encuentro de militantes y de plataformas por toda España. La intensa participación de la militancia, ahora con la adecuación del modelo de partido, ha de continuar y ello será posible si Pedro Sánchez y su equipo hacemos un ejercicio diario de humildad, pedagogía y compromiso con nuestro ideario transformador de un sistema profundamente injusto que provoca más y más desigualdades, pobreza, exclusión y sufrimiento. Esto nos llevará a sentar las bases de una nueva Socialdemocracia para Europa que responda a los nuevos desafíos del siglo XXI.