dilluns, 3 de juny del 2013
¿Por qué la monarquía no es un buen sistema de gobierno?
VICENÇ NAVARRO
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universitat Pompeu Fabra.
La
ideología imperante dentro de los sistemas democráticos actuales es la
que sostiene que el orden social está basado en el mérito. Tal discurso
sostiene que, siempre y cuando la movilidad y permanencia social se base
en el mérito de cada persona, tal orden social es justo. Las políticas
públicas derivadas de esta ideología están orientadas a dar a cada
ciudadano las mismas oportunidades de poder acceder en la jerarquía
meritocrática. Como ya he escrito en otra ocasión, tal ideología está
perdiendo credibilidad rápidamente al verse cada vez más claramente que
el mérito no es la variable explicativa del ascenso social (ver artículo
“El fin de la mal llamada meritocracia”, publicado en El Plural,
28.07.12). Y ello alcanza mayor expresión en la monarquía, donde los
miembros y la Corte de la Casa Real están en la cúspide del orden social
por nacimiento, no por mérito, dándose así la paradoja de que el Jefe
del Estado, que representa a la ciudadanía, no es, en realidad,
representativo de la población, pues está en la cúspide, no debido a su
mérito, sino a su nacimiento. Es más, tal carencia de representatividad
(es decir, que no es un ciudadano más, sino un ciudadano que por
nacimiento está por encima de todos los demás) se presenta como parte de
su valor y mensaje. En el protocolo monárquico, el Rey llama a todos de
tú, pero todos deben llamarle de usted.
El impacto simbólico de esta realidad es enorme. Se establece así una
casta o grupo real cuyos comportamientos están por encima de todos los
demás. Y así es percibido por el resto de la ciudadanía. De ahí que las
prácticas del caso del yerno del Rey sean tan entendibles. Las
autoridades daban por supuesto que tenían que ofrecer dinero al yerno
real. El servilismo incluía una dimensión monetaria. Y los medios
consideraban que tenían el deber proteger al Monarca y al sistema
monárquico haciendo la vista gorda. El yerno mismo y su esposa, la
Infanta, se beneficiaron monetariamente de su posición de superioridad,
lo cual consideraban normal.
En realidad, lo que es más llamativo del caso del yerno del Rey no fue
que intentara utilizar sus títulos para obtener el máximo número de
ingresos, incluyendo medios posiblemente ilegales, sino el enorme número
de autoridades públicas que consideraron normal transferirle fondos, y
ello como medio de conseguir posibles favores o caer bien con el Jefe
del Estado, el Rey.
Que este sistema es profundamente nocivo para el sistema democrático en
España queda bien reflejado en la movilización casi inmediata tanto del
sistema jurídico (una de las ramas del Estado más conservadoras, a la
que, en teoría, se le paga para garantizar la igualdad ante la ley, como
parte del ideario democrático) como del sistema mediático (clave para
reproducir los valores supuestamente democráticos) para proteger a la
Infanta, la esposa del yerno que está ya en los tribunales,
estableciendo una especie de protección a su figura y a la Monarquía.
Sin ningún tipo de reparo, las autoridades jurídicas ya reconocen, al
proteger a la Infanta, que algunas personas son más iguales que otras. Y
todo el mundo sabe quién está protegido y quién no. Esta percepciones
un ataque frontal a la cultura democrática del país.
Y, lo que es incluso peor, el sistema monárquico se sabe lo
suficientemente poderoso para no sentir que tiene que dar cuentas de
ello. Ni que decir tiene que la Casa Real es consciente del coste
político de estos comportamientos. Pero su permanencia no depende del
apoyo popular, sino del apoyo de la estructura de poder –desde el
financiero y económico hasta el mediático, y en última instancia de las
Fuerzas Armadas- que hacen todo lo posible para mantener la Monarquía
que les está proveyendo la legitimidad que necesitan. El
desmantelamiento de la Monarquía abriría toda una serie de interrogantes
que la estructura del poder no puede permitirse. Así de claro.
diumenge, 2 de juny del 2013
ENTREVISTA A JOAN PANISELLO CHAVARRIA -Ceramista-
Hola Joan. Creo que nos conocimos allá por
el año 2000 cuando coincidíamos en las manifestaciones por la defensa de
nuestro territorio. Por aquellos tiempos tú siempre ibas con la máquina de
fotografiar colgada al cuello inmortalizando aquellos momentos históricos.
Pero tu fama té había precedido. Hacía
mucho tiempo que había oído hablar sobre ti y tu cerámica. Creo, amigo Joan que
si hubieses vivido durante el renacimientos, ahora mismo te consideraríamos un
humanista por lo bien que realizas todas las actividades a las que te dedicas.
P. ¿De dónde viene tu vocación a la
cerámica?
R.:
Tengo la impresión de que la llevo dentro desde mi concepción. Tenía muy pocos
años y aseguran la mujeres más mayores de mi entorno que ya confeccionaba
figuritas de barro, juguetes…que mi madre me cocía, en cajas metálicas
especiales, en un horno profesional que hacia servir para cocer sus encargos en
la pastelería que regentaba en nuestra casa.
P. Supongo que te acuerdas de tu primera
pieza que elaboraste, ¿puedes decirnos de que se trataba?
R.:
Sí que me acuerdo de mi primera obra, realmente “importante i con futuro” que
preparé en la Escuela de Arte de Tortosa. La titulé “nido” i fue el principio
de mi mejor aventura cerámica, la colección
ASIMÉTRICA
P. ¿Cuántos años hace que te dedicas a la
actividad de ceramista?
R.:
Hace 45 años que empecé oficialmente en la escuela de arte de Tortosa. Después
vino Tarragona, La Bisbal d’Empordà, Girona…
P. Imagino que durante todo este tiempo, tu
obra ha ido evolucionando. ¿Por cuántas etapas crees que has pasado?
R.:
De momento por cinco etapas. 1.- Etapa de obras SIMÉTRICAS. 2.- Etapa de obras ASIMÉTRICAS. 3.- Etapa del RAKÚ. 4.- Etapa de la
colección BINOMIO ÁRBOL-HOMBRE. 5.- Etapa de OVNIS EN FAMILIA.
6.-
En este momento trabajo en mi sexta etapa: ESTELAS DE VIDA
P. Tu frenética actividad creativa te ha
llevado a exponer en ciudades de los 5 continentes. ¿Cuáles han sido tus
principales exposiciones?
R.:
De las más de 200 exposiciones en las que he participado, las 24 más
importantes, por orden cronológico son: Aviñón, Madrid, Castellón, Andorra la
Vella, París, Luxemburgo, Japón, Namur, Havelange, Charleroi y Ciney (Bélgica),
Zagreb (Croacia), Ferrara (Italia), Bolivia, Frankfurt (Alemania), Barcelona,
Sharjah (Emiratos Árabes), Charente Limousine (Francia), Valencia, Tarragona, Córdoba
(Argentina), Abu Dhabi (Emiratos Árabes) , Ordino (Andorra), Calimanesti
(Rumania)
Más
información en: www.panisello.net y www.panisello.net/blog
P. Creo que tu primera entrevista te la
hizo el amigo Jesús Ávila Granados y fue el inicio de una gran relación. ¿Qué
nos podrías explicar sobre ella?
R.:
Hace más de 25 años que conocí al periodista y escritor, Jesús Ávila Granados.
Vino a mi taller para entrevistarme enviado por una revista de contenido médico
pero con seis páginas centrales dedicadas a un artista. La verdad es que le
interesó mucho mi obra. Me hizo un comentario excelente y desde entonces más de
30 veces ha escrito sobre mi persona y mi obra en muchas de las revistas y
libros que le han publicado. Nuestra amistad actualmente es excelente.
P. Volviendo a tu trabajo, ¿Qué nos puedes
explicar sobre tu técnica actual -creo que se llama Rakú-?
R.:
Efectivamente mis dos exposiciones últimas realizadas en Tortosa y Amposta
fueron sobre la técnica del rakú. Estuve 4 años preparándolas. Quedé muy
satisfecho con estas obras ya que las pude hacer en plena etapa de jubilación
de la docencia, sin prisas y sin estar pendiente del reloj. Cuatro años de
auténtico lujo y un catálogo exquisito. Lo podéis ver entero en:
P. Ahora mismo, ¿Qué proyecto te llevas
entre manos?
R.:
Este año 2013 he estado seleccionado en el concurso internacional de cerámica
Ciudad de Alcora (Castellón). Las obras estarán expuestas del 21 de junio al 15
de septiembre en el Museo de Cerámica de Alcora. También han sido seleccionadas
mis obras para exponerlas en el Museo Nacional de Porcelana de Limoges
(Francia) del 25 de mayo al 7 de octubre. Expongo en este momento en la 3ª
Bienal de arte de Corbera d’Ebre. Sigo preparando las obras para mi futura
exposición: “ESTELAS DE VIDA”. Además estoy preparando unos cursos de cerámica
para impartirlos como profesor en Argentina y Sevilla.
P. ¿Qué podemos esperar de ti en el futuro?
R.:
Si la salud, la imaginación, la fuerza física y mental, la familia y mi pasión
se mantienen en forma… ”Me queda mucha tela que cortar”
P. Y por último, ¿se ha quedado por el
camino algún proyecto inacabado y que té hubiese hecho una especial ilusión
llevarlo a cabo?
R.:
Genial pregunta para acabar. En mi última conferencia en la Escuela de Arte de
Sevilla, expliqué a los 200 ceramistas del auditorio que tenía una signatura
pendiente: Hacer una exposición que llevaría por título: “VARIACIONES SOBRE UN
MISMO TEMA” entorno a mi etapa de obras asimétricas. Al acabar la conferencia
me pidieron que les impartiera un curso para que entre ellos y yo pudiéramos
acabar mi proyecto pendiente. Su oferta fue uno de los regalos más grandes que
me han hecho en mi vida. Ahora son dos los colectivos de ceramistas que me han
ofrecido la misma oferta: Sevilla y Argentina. Me encantaría poder compartir
con ambos colectivos este proyecto. Podría ser mi mejor herencia compartida con
ambos grupos de colegas.
LOMCE: de la ideología al ideologismo
Juan Manuel del Pozo
Un apreciado colega, hablando de cuestiones de política educativa, me recuerda y facilita el acceso a un extenso e intenso ensayo de Wert publicado por la FAES, fábrica de ideología del PP, en el otoño del 2006. La ideología de cualquier signo hace tiempo que tiene mala prensa, aunque democráticamente todas tienen el derecho -y el deber- de existir en su diversidad: «Falsa conciencia» o «enmascaramiento de la realidad» son algunos de los dicterios que han tenido que soportar. El ideólogo Wert, revestido de sociólogo, escribe hace siete años aquel ensayo de dura reivindicación recentralizadora para su partido; ahora el mismo ideólogo, investido como ministro, promueve la enésima reforma legislativa de la educación para todo un pueblo. Tiene derecho, faltaría más. ¿Pero cuánta de esa ideología, recentralizadora y ultraliberal, es legítimo que introduzca en la ley? Como ideólogo, tiene derecho a pensar para un sector social; como ministro, sin embargo, tiene el deber de gobernar para todo un pueblo.
Es bueno atender a alguien tan reflexivo y moderado como Paul Ricoeur, que en Ideología y utopía advierte de que la inercia justificadora propia de toda ideología puede hacer que el grupo social dominante pretenda que sus ideas de parte se conviertan en universales. Viene a decir que podemos pasar de la legítima ideología democrática al menos legítimo ideologismo de pretensión uniformizadora. Igual que el cientifismo es una concepción reduccionista de la ciencia o el culturalismo una perversión elitista de la cultura, el ideologismo es un subproducto autoritario de la ideología, un abuso compulsivo que debilita la democracia al atentar contra su pluralismo esencial. Un criterio práctico para ponderarlo sería el grado de participación social de cada iniciativa, casi nulo en este caso; otro, una necesidad real mayoritariamente sentida, francamente dudosa; y un tercero, en el que nos centramos, el respeto a la Constitución como síntesis de las ideas básicas del conjunto social. Pues bien, Wert lanza la LOMCE con estilo compulsivo ideologista contra tres puntos constitucional y socialmente tan sensibles como la lengua, la religión y las finalidades educativas.
Constitucionalmente hablando, las lenguas del Estado español -todas- deben ser «objeto de especial respeto y protección» (artículo 3.3), respeto que disminuye hasta el desprecio cuando se pretende, con conculcación competencial añadida, obstruir la política educativa catalana en materia lingüística, que expresa, con el aval de muchos años y de muchas instancias académicas, sociales y políticas, una elemental protección de la lengua catalana, la garantía del aprendizaje pleno de la castellana -ratificado por todas las evaluaciones- y un estímulo a la igualdad de oportunidades. ¿Y qué decir de la religión? Pierde el carácter voluntario y adquiere peso de nuevo en los cómputos necesarios, entre otros efectos, para la obtención de becas. Las calificaciones académicas con plenos efectos son oficiales y, por tanto, una marca estatal decisiva sobre la valía de los estudiantes.
Pero donde el ideologismo se descara es en la profesión de fe mercantil de la primera línea del preámbulo del proyecto de ley. Los preámbulos no son de aplicación directa, pero expresan lo más importante de la ley, su alma, su sentido genuino. Pues bien, comienza diciendo que «la educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y el nivel de prosperidad de un país», triste frontispicio de una reforma educativa -¡no económica o laboral!-. Es increíble que esto venga del partido que ha hecho de la Constitución un baluarte inexpugnable, pues también la concepción constitucional del objeto o finalidad de la educación es atacada por los que dicen ser sus grandes defensores. El artículo 27 dice en su punto 2: «La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales».
Cambiar la prioridad del objeto personalizador de la educación por la del objeto mercantil es un gran fraude de este ideologismo intolerable, y evidentemente no es una cuestión menor: porque de los principios de los preámbulos nacen derivadas concretas como ir contra materias de pensamiento crítico -como la Filosofía o la Educación para la Ciudadanía-, como el abuso competencial en el establecimiento y control de programaciones y evaluaciones
-las reválidas generales- y especialmente el desprecio de la equidad y la inclusión que se respira en la mayor parte de los cambios propuestos. El ministro del conjunto muere a manos del ideólogo compulsivo de una parte.
Un apreciado colega, hablando de cuestiones de política educativa, me recuerda y facilita el acceso a un extenso e intenso ensayo de Wert publicado por la FAES, fábrica de ideología del PP, en el otoño del 2006. La ideología de cualquier signo hace tiempo que tiene mala prensa, aunque democráticamente todas tienen el derecho -y el deber- de existir en su diversidad: «Falsa conciencia» o «enmascaramiento de la realidad» son algunos de los dicterios que han tenido que soportar. El ideólogo Wert, revestido de sociólogo, escribe hace siete años aquel ensayo de dura reivindicación recentralizadora para su partido; ahora el mismo ideólogo, investido como ministro, promueve la enésima reforma legislativa de la educación para todo un pueblo. Tiene derecho, faltaría más. ¿Pero cuánta de esa ideología, recentralizadora y ultraliberal, es legítimo que introduzca en la ley? Como ideólogo, tiene derecho a pensar para un sector social; como ministro, sin embargo, tiene el deber de gobernar para todo un pueblo.
Es bueno atender a alguien tan reflexivo y moderado como Paul Ricoeur, que en Ideología y utopía advierte de que la inercia justificadora propia de toda ideología puede hacer que el grupo social dominante pretenda que sus ideas de parte se conviertan en universales. Viene a decir que podemos pasar de la legítima ideología democrática al menos legítimo ideologismo de pretensión uniformizadora. Igual que el cientifismo es una concepción reduccionista de la ciencia o el culturalismo una perversión elitista de la cultura, el ideologismo es un subproducto autoritario de la ideología, un abuso compulsivo que debilita la democracia al atentar contra su pluralismo esencial. Un criterio práctico para ponderarlo sería el grado de participación social de cada iniciativa, casi nulo en este caso; otro, una necesidad real mayoritariamente sentida, francamente dudosa; y un tercero, en el que nos centramos, el respeto a la Constitución como síntesis de las ideas básicas del conjunto social. Pues bien, Wert lanza la LOMCE con estilo compulsivo ideologista contra tres puntos constitucional y socialmente tan sensibles como la lengua, la religión y las finalidades educativas.
Constitucionalmente hablando, las lenguas del Estado español -todas- deben ser «objeto de especial respeto y protección» (artículo 3.3), respeto que disminuye hasta el desprecio cuando se pretende, con conculcación competencial añadida, obstruir la política educativa catalana en materia lingüística, que expresa, con el aval de muchos años y de muchas instancias académicas, sociales y políticas, una elemental protección de la lengua catalana, la garantía del aprendizaje pleno de la castellana -ratificado por todas las evaluaciones- y un estímulo a la igualdad de oportunidades. ¿Y qué decir de la religión? Pierde el carácter voluntario y adquiere peso de nuevo en los cómputos necesarios, entre otros efectos, para la obtención de becas. Las calificaciones académicas con plenos efectos son oficiales y, por tanto, una marca estatal decisiva sobre la valía de los estudiantes.
Pero donde el ideologismo se descara es en la profesión de fe mercantil de la primera línea del preámbulo del proyecto de ley. Los preámbulos no son de aplicación directa, pero expresan lo más importante de la ley, su alma, su sentido genuino. Pues bien, comienza diciendo que «la educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y el nivel de prosperidad de un país», triste frontispicio de una reforma educativa -¡no económica o laboral!-. Es increíble que esto venga del partido que ha hecho de la Constitución un baluarte inexpugnable, pues también la concepción constitucional del objeto o finalidad de la educación es atacada por los que dicen ser sus grandes defensores. El artículo 27 dice en su punto 2: «La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales».
Cambiar la prioridad del objeto personalizador de la educación por la del objeto mercantil es un gran fraude de este ideologismo intolerable, y evidentemente no es una cuestión menor: porque de los principios de los preámbulos nacen derivadas concretas como ir contra materias de pensamiento crítico -como la Filosofía o la Educación para la Ciudadanía-, como el abuso competencial en el establecimiento y control de programaciones y evaluaciones
-las reválidas generales- y especialmente el desprecio de la equidad y la inclusión que se respira en la mayor parte de los cambios propuestos. El ministro del conjunto muere a manos del ideólogo compulsivo de una parte.
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