dimarts, 6 de novembre del 2012

¿Socialdemócratas con Mas, o vidas no ejemplares con Mas?


El tránsfuga Ferran Mascarell, que estuvo a punto de presentarse con el PSC a alcaldable de Barcelona, anuncia ahora que, en plena campaña electoral, presentará una plataforma denominada "Socialdemócratas con Mas". Esta iniciativa es por razones obvias una contradicción en sus propios términos.

Mas y la socialdemocracia son más bien incompatibles. Jordi Pujol sí mantenía una cierta simpatía hacia la socialdemocracia sueca en los primeros tiempos de Convergència Democràtica de Catalunya. Luego montó su alianza con Unió Democràtica, el pequeño partido de la democracia cristiana catalana.
La Democracia Cristiana italiana
Es verdad que en aquella época de  transición casi todos los partidos más o menos derechistas -recién llegada la democracia a España- intentaban silenciar, o disimular, su dimensión conservadora. También es verdad que Pujol se movía muy a gusto con la Democracia Cristiana italiana.
Doctrina social de católica
Algunos de los dirigentes  democristianos -como Aldo Moro, por ejemplo- eran proclives a pactos con el Partido Comunista del moderado Enrico Berlinguer. La doctrina social católica -tan olvidada en el Vaticano actual por miedo a la teología de la liberación que va más allá de la socialdemocracia- instaba a proteger a los trabajadores frente al aluvión capitalista.
Un político de casualidad
Con el paso de los años, Pujol fue girando hacia posiciones más  conservadoras y, sobre todo, nacionalistas sin acabar aún de salir del armario respecto a la independencia. Artur Mas, en todo caso, no ha sido ni una pizca socialdemócrata. El líder de CiU es un político de casualidad. Lo hicieron político dos familias. La de Pujol/Ferrusola y la de Prenafeta.
El experto en economía
Empezó a trabajar -como es sabido y refrescado recientemente por el periódico digital en catalán e-notícies- la biografía, no la hagiografia, incluye que Mas fue contratado como experto en economía por la empresa peletera Tipel, propiedad de la familia Prenafeta. En los años ochenta comenzó el descalabro que acabó con el cierre de esa empresa.
Hombre de máxima confianza de Pujol
A finales de los noventa y pico, Prenafeta fue acosado por la opinión pública, debido a sus presuntas irregularidades y presumibles chapuzas rozando la barrera de la corrupción. Eran impropias en todo caso del hombre de máxima confianza del presidente Pujol. Terminó siendo destituido. Poco a poco desapareció de la política y se dedicó a sus negocios.
El clan
Le acompañó otro conseller, ya apartado de la política y muy amigo de Pujol, Alavedra. En el clan participaban de un modo u otro el abogado Piqué Vidal -que era el abogado de Pujol en el affaire de Banca Catalana-, y como socio el Juez Estevill. Los dos fueron condenados en los tribunales.
Presuntos delincuentes
Ambos reaparecieron como presuntos delincuentes, implicados en la llamada Operación Pretoria, en la que salía tocado otro personaje convergente como es Millet, el gran chorizo del escándalo del Palau. Cuando salieron de la cárcel tras pagar unas fianzas multimillonarias, Mas les dio ánimos como amigo y el juicio continua frenado o a la espera.
El secretario general
¿Plataforma de socialdemócratas con Mas? ¿O plataforma de vidas no ejemplares con Mas?  Y, mientras tanto, el secretario general de CDC, Oriol Pujol, el que describe como “sodomita” al PSC respecto al PSOE, continúa encausado por sus aventuras económicas, dicen que para favorecer a su partido. El PP catalán pidió que Mas explicara este asunto y otros similares. No hubo respuesta. Pero el PP sigue aliado con CiU. Lo dicho, vidas no ejemplares.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM

Més informació: http://www.elplural.com/2012/11/04/el-%E2%80%98socialista%E2%80%99-que-%E2%80%98compro%E2%80%99-con-un-cargo-le-devuelve-el-favor-al-president-de-la-generalitat/

dilluns, 5 de novembre del 2012

EL DARRER DIA DE VACANCES



Passeig marítim de l'Ampolla. 


Avui acabo les vacances del 2012. L’any que ve, per obra i gràcia del PP tindré 3 dies menys. Per tant, avui, també és el darrer cop que puc gaudir d’aquest dia de vacances guanyat gràcies a l’haver treballat durant 24 anys per al mateix "empresari". Ara ja en porto quasi 27.
Tinc companyes de treball que en porten quasi 40 i els dies que perdran l’any 2013 seran molts més.
El govern del PP, en lloc d’incentivar els treballadors públics que més temps portem a l’Administració, el que ha fet, és equiparar-nos a tots indiferentment si acabes d’entrar o, com he dit abans, portes 40 anys de servei. Per a mi ni és just ni és legal, ja que com més dies et treuen, no només de vacances, sinó també de lliure disposició, el que estan fent és un greuge comparatiu amb els que porten menys anys treballats.
Ara mateix he estat, com aquell que diu, 3 setmanes de vacances. La resta que em quedava per a fer. Durant aquestes tres setmanes l’Administració, a diferència dels professors o professionals de la sanitat, no ha contractat ningú. Entre els meus companys s’han hagut de repartir la meva feina, igual que vaig fer jo quan ells van estar de vacances, majoritàriament, el passat agost.
Algú em pot dir que s’estalvia l’Administració de treure’ns vacances i dies de lliure disposició? En aquests cas, evidentment, res de res. Com he dit tantes i tantes vegades el que ha fet el PP és treure’ns drets adquirits gràcies a molts d’anys de negociacions i lluites sindicals.
A part d’aquest dies també ens ha tret la paga extraordinària de Nadal. Això sí, ens ha deixat la paupèrrima productivitat que ens donen periòdicament. I per què? Perquè l’elit de la casa, es a dir, el cos d’Inspectors d’Hisenda si que cobren una suculent productivitat i es clar, aquesta partida és intocable.  
El passat divendres vaig poder veure la pel·lícula Holocaust a 8TV. M’agradaria que ningú m’interpretés malament ni que tragués les meues paraules de context, però en cert manera, l’argument de la pel·lícula em va recordar el que està fent el govern de Mariano Rajoy amb la ciutadania en general.
Holocaust començar després de la victòria de Hitler i com poc a poc es van anar suprimint drets als jueus alemanys. Al principi, alguns jueus van optar per anar-se’n d’Alemanya, molts cap els Estats Units, però d’altres van pensar que aquella situació seria temporal i que, finalment, quan Hitler tindria tot el poder que desitjava, s’oblidaria d’ells.
Però poc a poc la repressió sobre els jueus es va fer més gran; cada cop tenien menys drets i cada cop la moral dels jueus anava minvant. L’exèrcit alemany va envair Polònia i va usar amb els jueus (alguns autòctons, d’altres emigrats o deportats d’Alemanya) la mateixa política. Els seus barris es van convertir en territoris jueus autònoms i hi van construir murs per evitar-ne les fugides (com passa ara amb els territoris palestins que hi ha a Israel)
Al final, el jueus, quan sortien dels seus guetos a les hores permeses, ja no podien ni portar cap tipus de bossa, sota l’amenaça de ser detinguts.
I què van fer els jueus mentrestant? Res. Ni es van manifestar ni es van revoltar, ni van prendre cap mesura. I així els va anar. 

PAISATGES DEL NOSTRE TERRITORI. CERVERA DEL MAESTRE I











14N, recuperar la ambición (un article de Jorge Moruno)


Las huelgas tienen más años que Matusalén; literalmente. La primera de la que se tiene constancia históricamente data del reinado de Ramses III, y tuvo lugar casualmente el 14 de noviembre de 1152 A.C, cuando los trabajadores protestaban por el  impago de los jornales atrasados. A partir de ahí se han sucedido infinidad de episodios expresados de distinta forma, por distintos actores a lo largo de la historia: en el 29 A.C entre los obreros que construían el Palacio de Herodes, los sastres de Constantinopla a finales del siglo XV o en Inglaterra que desde 1549 hasta finales del S. XVIII, una ordenanza castigaba a los huelguistas con la picota y en caso de reincidencia se les cortaba una oreja.
Nuestro imaginario colectivo asociado a la huelga todavía sigue nutriéndose de la idea trascendida desde los orígenes del movimiento obrero. Algunos autores lo sitúan a principios del siglo XIX con la irrupción del ludismo como coletazo pre-industrial, cuando se sucedieron numerosos ataques a los telares mecánicos en Inglaterra porque dejaban sin trabajo y rebajaban el sueldo a los obreros. Pero ya en la revolución francesa participaron obreros en huelga, aunque la forma gremial, que más tarde dio paso al obrero de oficio, y las revueltas del hambre seguían siendo hegemónicas por aquel entonces. La puesta en práctica de la 2ª revolución industrial, la de la electricidad, que un principio los pequeños talleres pensaban que democratizaría su acceso frente a su desigual posición con las fábricas a vapor, finalmente tuvo como consecuencia lo que vino a llamarse como proletariado. El masivo traslado del campo a la ciudad junto a una creciente división del trabajo dentro de ésta, engendró a la clase de los que tienen hijos sin nombre -proletarii-, “la clase trabajadora del siglo XIX” en palabras de Engels.
Si el siglo XIX puede expresarse como el campo apiñado en las ciudades -en España con más retraso-, a principios del siglo XXI puede decirse que son los obreros amontonados en la metrópolis conectada. El siervo feudal que trabajaba las tierras con la labor de su cuerpo, daba una parte de su producto al señor. El proletario trabaja con sus brazos los instrumentos de otro y es obligado a dar una parte de su tiempo al propietario. El primero da, al segundo le dan. El precario del siglo XXI tiene que dar al mismo tiempo que le dan. Ya no pone solo sus brazos a trabajar como el obrero, ya no solo tiene que dar una parte del usufructo como el siervo: Ahora tiene que darlo todo en cuerpo y espíritu, en tiempo y vida.
El obrero del siglo XIX y XX era arrancado de la comunidad rural y pasaba gradualmente a formar parte de la obrera. En el siglo XXI se trata de eliminar cualquier resquicio de “ser un nosotros-comunidad”, para convertirnos en “emprendedores”, y ya sea por cuenta ajena o propia, busquemos en la idea de empresa la nueva forma de comunidad desde donde relacionarse. Antes la comunicación, entendida como la base de la creación de comunidades y cultura, era monopolio de la vida fuera del trabajo. Ahora la comunicación se incluye en el propio trabajo. Trabajo que se extiende sobre la vida más allá del tiempo de la jornada laboral, conformando así, una realidad donde la comunidad que da forma a la cultura nace directamente de la comunicación empresarial. Por esta y otras razones, el ministro de economía Luis De Guindos sentenciaba no hace mucho ante un Fórum de empresarios, “hay que domesticar al mercado de trabajo.”
Cuando el imperativo del emprendedor se le exige también a cualquier asalariado, cuando se democratiza el riesgo pero nunca los beneficios, cuando la comunicación social fuera y dentro de la empresa es el cimiento de la economía del conocimiento, la centralidad de la huelga debe poner el foco en la orientación que toma esa comunicación. La huelga se juega en su capacidad de comunicar, de transmitir sensaciones y emociones poderosas que provoquen en la esfera pública, una publicidad emancipadora que sustituya a la actual y repetida, “no hay otra alternativa”. Poco importan los datos energéticos de un polígono industrial cuando la percepción pública es independiente de este factor. No importa tanto lo que es como lo que se piensa que es, razón por la cual, debemos arrancar el monopolio de la comunicación a la cultura de la empresa.
Las manifestaciones, los piquetes buscan en su finalidad comunicar una fuerza donde actos y palabras, caminen juntos para convertirse en poder -potentia-. Una potencia necesaria sin la cual no existe el derecho, se encuentra hoy además en otros espacios y modalidades.
En primer lugar, a todas aquellas personas que trabajan buscando trabajo, aquellas precarias e intermitentes de todo tipo desheredadas de la cobertura que da la comunidad, la huelga obrera les resulta ajena en su realidad material. En Madrid, la Oficina Precaria ha propuesto la iniciativa #14N sin miedo, donde de forma anónima se rellena un formulario para denunciar a las empresas que entorpecen o inhabilitan el derecho a huelga y tratar de trasladar piquetes a las mismas. Para que no quede en una declaración de intenciones o en una mera denuncia social, se necesita dar una cobertura real coordinándose con el abanico de colectivos, mareas, asambleas y sindicatos, junto con un posterior encuentro con la cumbre social.
En segundo lugar, considerar la posibilidad de permitir participar en la huelga del siglo XXI a todas las fuerzas productivas y no sólo aquellas que se manifiestan en un estricto horario laboral. Existen sectores, quizás no mayoritarios pero sí centrales, que la huelga de brazos no les para la mente. También pensar el móvil como paradigma de la nueva cadena de montaje, el consumo virtual que avanza a zancadas, o las redes sociales, pueden también ser otros campos donde se mueve la producción-comunicación.
A nivel extensivo se ha dado un gran paso al coordinar la huelga general con otros países de Europa; el camino contra la explotación social de la deuda financiera lo tenemos que transitar juntos si queremos una Europa desde, por y para las gentes que habitan Europa. En el plano intensivo todavía no hemos encontrado las respuestas adecuadas a unas preguntas que cada día parecen más claras. Aún no somos capaces de ofrecer un relato distinto que batalle a la esperanza esclavizadora del “a ver si se arregla esto” por ciencia infusa, al cinismo del “da todo igual, tú a lo tuyo” y al miedo, “no montéis follón que dicen los de arriba, que da mala imagen”.
Recogiendo el testigo de Gramsci tenemos que recuperar el sentido de la ambición considerado normalmente desde la izquierda como algo peyorativo. Destronar las ambiciones pequeñas y lucrativas y ensalzar a las grandes, liberándolas de oportunismos; puesto que, “todo consiste en ver si la ambición se eleva después de haber hecho un desierto en su torno, o si su elevarse está condicionado -conscientemente-, por el elevarse de todo un estrato social”.
El tiempo de la necesidad va más rápido que los tiempos de las alternativas, pero dada la magnitud del problema que tenemos delante, nos alerta Maquiavelo porque, “si se espera a que las dificultades vayan llegando, el remedio es difícil porque la enfermedad se ha hecho incurable”. Es el tiempo de la ambición política, de liberar lo extraordinario sobre lo cotidiano, como entendía Pericles la grandeza, el momento de la acción política que saca a luz lo radiante como la pensaba Demócrito. Hoy más que nunca cobran valor las palabras de Koprotkin; dejémonos de “fórmulas ambiguas” sobre el “derecho al trabajo” -que las élites ya lo destruyen-, y reclamemos políticamente el “el derecho al bienestar. El bienestar para todos”.

Jorge Moruno
Sociólogo y autor del blog larevueltadelasneuronas.com

Article llegit al diari Público