Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Una de las características del pensamiento económico dominante hoy en la mayoría de partidos gobernantes de sensibilidad conservadora (como el PP), liberal (como Ciudadanos y Convergència) o socioliberal (como la Tercera Vía, incluyendo el PSOE) es acentuar que el objetivo de sus políticas económicas y sociales es garantizar la igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos, facilitando que cada uno de ellos pueda tener las mismas oportunidades de subir en el ascensor social, de tal manera que todos tengan la misma probabilidad de llegar a los niveles superiores de ingresos, de reconocimiento y de prestigio que deseen y que sus propios méritos les permitan. Desde esta perspectiva, el objetivo de sus políticas públicas no es tanto reducir las desigualdades, sino ofrecer las oportunidades para que todas las personas puedan llegar al nivel superior deseado, y que su capacidad les permita.
Este mensaje aparece en muchas formas diferentes. Una de ellas es, por ejemplo, el famoso dicho del Sr. Tony Blair, fundador de la Tercera Vía (y líder del Partido Laborista durante muchos años –concretamente entre 1994 y 2007-), que subrayaba constantemente que a él no le importaba nada que hubiera gente muy rica, pues lo que en realidad le importaba era que no hubiera pobres. Esto lo han dicho también casi todos los dirigentes políticos de los gobiernos españoles. Y en las áreas económicas lo han dicho prácticamente todos los ministros de Economía de los gobiernos españoles, incluyendo los del PSOE. En realidad, el Ministro Solchaga del gobierno socialista fue uno de los portavoces más contundentes de este mensaje durante el periodo de gobierno del PSOE. Y hoy tanto el Sr. Jordi Sevilla como el Sr. Luis Garicano, jefes de los equipos económicos del PSOE y de Ciudadanos respectivamente han enfatizado que es un objetivo principal de sus estrategias el centrarse en garantizar la igualdad de oportunidades.
El error de tal doctrina
El error de esta estrategia es que toda la evidencia existente muestra que ha fracasado rotundamente. Un indicador, entre otros, es que los programas antipobreza han tenido muy poco impacto en reducir la pobreza en la mayoría de países. En realidad, los países que han resuelto más satisfactoriamente la pobreza han sido aquellos que han enfatizado las políticas redistributivas encaminadas a reducir las desigualdades sociales. La evidencia científica muestra claramente que a mayor desigualdad en un país, mayor es su pobreza. Los países con menor pobreza son los países menos desiguales, como los países escandinavos del Norte de Europa, donde el mundo del trabajo ha tenido gran influencia en las instituciones representativas. Ha sido en los países del sur de Europa, donde el mundo del capital ha sido más influyente, y el del trabajo más débil, en los que las desigualdades son mayores y la pobreza es también mayor.
Una situación idéntica ocurre con las políticas públicas encaminadas a promover la igualdad de oportunidades. Analizando la movilidad intergeneracional vemos que aquellos países que tienen menor desigualdad de rentas tienen también mayor movilidad intergeneracional. Comparando el porcentaje de niños de familias pertenecientes al 20% de renta inferior de un país que alcanzan a llegar al 40% del nivel de renta superior a lo largo de su vida, se ve que en los países que tienen mayores desigualdades de renta (como es EEUU) este porcentaje es mucho menor (18%) que en los países del norte de Europa -Suecia, Dinamarca y Noruega-, donde tales porcentajes son mucho mayores (28%, 33% y 27% respectivamente). En España tal porcentaje es más cercano al de EEUU que al de los países escandinavos. En realidad, la movilidad generacional es bastante limitada en EEUU, realidad que ha aparecido con toda intensidad en los últimos treinta años. El “sueño americano” está desapareciendo muy rápidamente, habiendo más movilidad vertical en los países del norte de Europa, conocidos por su hincapié en la reducción de las desigualdades, consecuencia de la gran influencia del mundo del trabajo sobre sus instituciones políticas. De hecho, el nivel de pobreza de un país depende de las relaciones de poder dentro de cada país. A mayor poder del mundo del capital, mayores desigualdades y mayor pobreza, y a mayor poder del mundo del trabajo, menores desigualdades y menor pobreza.
Las causas políticas de la pobreza
El hecho de que las estrategias orientadas a ofrecer la igualdad de oportunidades (que las opciones políticas de sensibilidad liberal priorizan por encima y a costa de las políticas redistributivas) hayan fracasado se debe a que no tocan la mayor causa de que no exista igualdad de oportunidades en un país y que es, ni más ni menos, que la enorme concentración de poder económico y financiero, que se reproduce a través de las instituciones llamadas representativas, y que dificulta la movilidad social en un país. La evidencia científica de que ello es así es contundente. A pesar de ello, tales opciones políticas continúan enfatizando esta estrategia de igualdad de oportunidades para evitar que se enfaticen las políticas redistributivas sin atreverse a corregir la enorme concentración de rentas y riqueza que existe en el país. El caso de España, incluyendo Catalunya es un ejemplo de ello. Y lo que es más preocupante es que tal tema apenas tiene atención en el llamado pacto entre PSOE y Ciudadanos, en que el famoso “rescate social” asume que puede resolver la pobreza sin afectar la distribución del poder económico y político del país. Así de claro.