dimecres, 27 de maig del 2015

Hacienda es ETA

David Torres


Hace unos cuantos años, no tantos que no nos acordemos, Esperanza Aguirre se quejaba de que a menudo le costaba llegar a fin de mes y hubo iniciativas, revueltas callejeras, rogativas a la Virgen y colectas populares para sacarla del apuro. Cualquier cosa antes de ver a la amada lideresa pidiendo a la puerta de una iglesia. Poco después, cuando llegó la crisis por culpa de Zapatero, la onda expansiva alcanzó incluso al palacete de la presidenta en Madrid, que no podía permitirse ni cincuenta euros para pienso canino y tenía que alimentar a su jack russellPecas, con sobras de su propia comida, cuando todo el mundo sabe lo dañino que resulta para los perros la dieta humana y no digamos ya la dieta política.
Ahora se ha publicado, por culpa de un descuido en la Agencia Tributaria, la declaración de la renta de la señora Aguirre y se ha descubierto que, efectivamente, estaba al borde mismo de la indigencia. Casi 400.000 euros al año, algunos miles de los cuales salen de esos fondos públicos cuya naturaleza ella sigue sin comprender, mientras la mayoría, 369.000 euros, corresponden a su labor como cazatalentos para la empresa Seeliger & Conde. La filtración fue detallada, aunque no tanto que especificara los talentos que había cazado Aguirre para merecer esa barbaridad de paga, que dan para descubrir a unos cuantos premios Nobel, a los futuros rivales de Djokovic y Mayweather y al sucesor de Fernando Alonso como aparcacoches. Seguramente sí, porque en su trabajo de cazatalentos en la esfera pública el prodigioso olfato aristocrático de Aguirre ha desenterrado trufas tan rutilantes como Carromero, que se cepilló a la oposición castrista de un solo volantazo, o el no menos prodigioso Granados, que cada vez que se inauguraba un colegio público en la Comunidad de Madrid se llevaba 900.000 euros de comisión a costa de los madrileños.
Ahora bien, cualquiera puede entender la pataleta pública y privada de Aguirre, porque a nadie le gusta que le expongan las telarañas bancarias en la picota y que se vea que sí, que con 400.000 euros el pobre Pecas no tenía ni para galletas. La exposición es doblemente vergonzosa cuando hace sólo unos meses hubo otra filtración de datos fiscales de un notorio personaje político. De repente hasta un analfabeto en aritmética puede echar cuentas y concluir escandalizado, contando únicamente con los dedos, que si un profesorcillo como Monedero ganó esa misma cantidad en varios años, lo lógico es que la lideresa la ganase en un mes, en quince días si en vez de presentarse a un premio literario en el ABC se presenta al premio Planeta.
Con la misma iracunda celeridad con que en su día defendió a la privacidad de Monedero (“no comparto sus ideales pero daría mi vida por su derecho a defenderlos” es una célebre frase que ella repite mucho y que atribuye a Churchill aunque tampoco es de Vargas Llosa), Aguirre ha presentado una denuncia ante la Fiscalía General del Estado para apuntalar la suya propia. Eso de que en Hacienda haya goteras, pase, pero lo que no puede ser es que la salpiquen a ella a sólo dos días de recoger el testigo de Ana Botella. Hacienda somos todos, sí, pero algunos más que otros.