El Govern ha ganado su primera batalla en el Procés desde 2015. Els Comuns han aceptado participar en el no referéndum, lo que lleva a la siguiente casilla: elecciones plebiscitarias constituyentes o galácticas
Hola. Desde la última vez que nos vimos seguimos sin un dato que confirme si la cosa Procés tira para algún lado o sigue siendo lo que en sus últimos cinco años, un proceso propagandístico que conduce, siempre e indefectible, a las últimas elecciones autonómicas de la historia. Todo sigue, en fin, dependiendo de la fe. Y la fe, aquí y en Lima, de los milagros. Los milagros, a su vez, son esas cosas que un agnóstico nunca ve, pero que un creyente no para de constatar en cuanto mira cualquier cosa. Salvo, tal vez, un bikini.
El mundo de la fe, en ese sentido, hizo chiribitas hace dos domingos, cuando el director de TV3 entrevistó al Presi y al Vicepresi, apenas 48 horas después de que el mundo de la fe celebrara que ya hubiera una fecha y una pregunta para el referéndum --existen, pero de manera oral, como los multiorgasmos o los billetes de 575 euros--. La entrevista, presentada como un momento mágico en el que Puigdemont y Junqueras explicarían todas las dudas sobre el tema, no solventó la solución de ninguna duda. Se habló de pensiones --un llenapistas electoral--, y se solucionaron pocas dudas. La respuesta más repetida a casi todo consistió en asegurar que todo sería respondido a su debido tiempo. Que, por lo visto, no era ese día. Hubo, por otra parte, momentos hilarantes. Como cuando Puigdemont vino a decir que el mundo comprendería que, dado que era un referéndum excepcional, no tuviera todas las garantías democráticas. Lo que haría reír, si no hiciera llorar. En las respuestas que no eran respondidas se intentaba meter, no obstante, dos temas. A saber. Tema a) queremos diálogo, siempre lo hemos querido, pero el Gobierno no dialoga. Tema b) prepárense para una represión feroz. El desconocimiento de la naturaleza de un referéndum, la falta de conocimiento de lo que se hará, la reivindicación de ser la parte democrática y dialogante en el conflicto, y la represión como excusa a la efectividad venían a sembrar la idea de que, en efecto, la propuesta de un referéndum unilateral no es seria, y no interesa mucho al Govern, un Govern más interesado en crear, por lo visto, un marco electoral, que no difiere mucho del de las últimas elecciones.
LA RESPUESTA MÁS REPETIDA A CASI TODO CONSISTIÓ EN ASEGURAR QUE TODO SERÍA RESPONDIDO A SU DEBIDO TIEMPO. QUE, POR LO VISTO, NO ERA ESE DÍA
Ese mismo día, no obstante, aparecía en
www.naciodigital.cat una
entrevista con Quim Arrufat, de las CUP. Quim Arrufat es un tipo honesto, sereno, que conjuga el radicalismo con el realismo. En esa entrevista hacía lo que el Presi y el Vicepresi no habían hecho. Informar. Mojarse. Arrufat venía a explicar que el referéndum era posible, pero que no era necesariamente realizable. Dependía de la habilidad y destreza del convocante, y del grado de represión del Estado. Unía al concepto destreza, la obediencia y desobediencia alternativas que se tendrían que realizar frente a las inhabilitaciones que se irán sucediendo hasta la fecha del referéndum. Explicaba que, si bien era un referéndum vinculante, sólo lo sería si llegara a tener una participación llamativa. Por otra parte, daba info sobre el funcionamiento técnico de ese referéndum. Explicaba así cómo se suplirían los funcionarios necesarios --entendí que con voluntarios, como en el 9N--. Y, muy importante, no situaba el conflicto en el referéndum, sino en el
day-after, un periodo dilatado, pero no mucho, en el que convivirían dos legalidades --es decir, Arrufat apuesta por la victoria del sí y su validez, en un referéndum en el que, todo apunta a ello, no votaría el no--, y en el que se tendría que conseguir, por parte de la República, reconocimiento internacional y dominio del territorio y de la población efectivos. Vamos, que no es moco de pavo. En algún momento de la entrevista se podía dar la impresión de que las CUP parecían optar por la liberación de territorios. Por la declaración de municipios republicanos, por ejemplo. Importante: esto no es Procés S
tyle, y supondría un cambio real. Pero por conversación telefónica --piticlin--piticlin--, la CUP me dice que eso ni está ni se contempla.
La entrevista es, esta mañana a primera hora, el mayor corpus de información gubernamental sobre el referéndum. Suponiendo que lo que dice la CUP sea contemplado por un gobierno cuyo Presi y Vicepresi, en el trance de haber podido explicar todo eso en su entrevista, sólo balbucearon. Es decir, que es posible que lo que diga la CUP es solo lo que dice la CUP. Algo sin relación alguna con los planes del Govern.
EN ALGÚN MOMENTO DE LA ENTREVISTA SE PODÍA DAR LA IMPRESIÓN DE QUE LAS CUP PARECÍAN OPTAR POR LA LIBERACIÓN DE TERRITORIOS. POR LA DECLARACIÓN DE MUNICIPIOS REPUBLICANOS, POR EJEMPLO
Los planes del Govern, esta mañana a primera hora, parecen centrarse en captar para sí el marco democrático. Para lo que ubica al Gobierno en el marco de la represión. Algo, por otra parte, que no le cuesta mucho esfuerzo. En el momento en el que escribo estas líneas, hay una nueva imputada por Fiscalía. La consellera de la cosa urnas. El delito: haber encargado un concurso para la adquisición de urnas. Dos gobiernos con una misma idea de lo democrático, de los derechos, de la economía, de la información y del, glups, cumplimiento de promesas electorales, se diferencian, esta mañana a primera hora, por el uso de la represión legal. El Gobierno, vamos, está dando al Govern lo único que necesita: el marco democrático. A falta de emisiones efectivas del Procés, lo que el Govern recibe del Gobierno es el combustible del Procés. Represión --legal, pero aberrante cuando se utiliza para solucionar un problema político--, y ausencia de diálogo.
Por lo demás, la pregunta del millón sigue siendo si el referéndum se hará. Todo apunta a que no. Me explico. En el Procés han fallado dos cosas. Una, la negociación con un Estado en crisis que no quiere negociar nada --lo pagará caro; pero me temo que no ahora--. La otra, la unilateralidad. La unilateralidad ha fallado en todo momento. En 2013 el Parlament declaró su soberanía, en 2015 declaró que no obedecería al TC. Esas dos declaraciones no han existido, por tanto, en el mundo de la realidad, ni un segundo. En 2015 ganó las elecciones un programa que preveía la independencia unilateral y un proceso constituyente unilateral. Ese programa no existió ni siquiera los meses que esa era la opción oficial. Posteriormente se optó por un referéndum pactado --con nadie; no hubo nadie al otro lado del teléfono--, y otro unilateral, que es la actual casilla. En tanto que referéndum unilateral, me inclino a creer que tendrá el mismo fin que las otras iniciativas unilaterales que nunca se han realizado.
EN EL PROCÉS HAN FALLADO DOS COSAS. UNA, LA NEGOCIACIÓN CON UN ESTADO EN CRISIS QUE NO QUIERE NEGOCIAR NADA --LO PAGARÁ CARO; PERO ME TEMO QUE NO AHORA--. LA OTRA, LA UNILATERALIDAD
¿Para qué sirve dar la vara con un referéndum que, todo apunta a ello, no se hará? Entendiendo que el Procés no es un proceso de autodeterminación --hasta ahora, no lo ha sido--, supongo que consiste en crear y detentar el marco Catalunya y democracia. Y no frente al Gobierno. Sino en la sociedad catalana. Esta semana, en ese sentido, el Govern ha ganado su primera batalla en el Procés desde 2015. Els Comuns han aceptado participar en el referéndum. En tanto que no referéndum, en tanto que jornada de movilización por un referéndum. En tanto lo que quieran. Pero en todo caso han aceptado, con esa decisión, que un Govern con un proyecto social y económico no diferenciado del del Estado, detente en solitario y en Catalunya la bandera de la democracia y de Catalunya. Esa aceptación, en fin, dificulta que protestar por la no realización de un referéndum no sea protestar también contra dos gobiernos asociales, sino solo contra uno. Y pone a güevola siguiente casilla. Las elecciones plebiscitarias constituyentes o galácticas --no sé cómo las llamarán en esta ocasión--. Unas elecciones en las que se votará, otra vez, sí o no. Es decir, un chollo para un gobierno, que no se hace responsable de sus políticas, y que tan sólo exhibe una.
Por lo demás, la cosa se está dramatizando. Es decir, adquiriendo dramaturgia. El Govern ha ganado libertad. Un gobierno con libertad de movimientos es, como todos ustedes saben, una pesadilla. En breve, aprobarán una reforma turca del Reglament del Parlament. Pueden hacerlo, en tanto que detentan el marco democrático en esta partida. Y, al parecer, están trabajando en un bonito final de fiesta. Se supone que aprobar algo parecido a una indepe no efectiva --hay muchas maneras de hacerlo; una, especificar que sea efectiva tras las elecciones autonómicas/plebiscitarias--. Se especula que eso se realizaría con el Parlament rodeado por una acampada de patriotas --se habla de ello desde hace meses--, que lo protegerían de los tanques. Es importante saber que esa acampada, de realizarse, tiene pocas posibilidades de ser una acampada indepe --en 2012 las CUP hicieron una; fueron desacampados a leches por los Mossos--, sino gubernamental, como todo en el Procés. El Procés, en fin, no es una revolución democrática. Es una serie de mecanismos para anclar una sociedad a un gobierno.
En lo que queda hasta octubre, no hay que perder de vista esto: lo que es real, lo que son gestos, lo que es opereta, lo que es efectivo --en términos reales y efectivos, en ese sentido, seguimos en 1978--. También habrá que controlar los ramalazos no democráticos del Govern, y los tampoco democráticos del Gobierno. Es decir, habrá que vigilar todo lo que pase en Catalunya desde una trinchera que, me temo, no existe, y que se llama, precisamente, ausencia-de-trinchera.