dimarts, 14 de gener del 2014

PAISATGES DEL NOSTRE TERRITORI. ARNES III














EL PSC I EL NO RADICAL LA CONSULTA

Tot hi haver-ho aprovat el Consell Nacional del partit, no comparteixo la postura oficial del PSC sobre la consulta.
N’he parlat moltes vegades i, suposo, encara en parlarem moltes més. Diu la dita popular que no hi ha més sort que aquell que no vol escolar. I hem sembla que això és el que està passant al si del partit.
Puc entendre que el PSC vol marcar perfil propi i vol ser coherent amb la seva línia política que han adoptat durant els darrers mesos. Fins i tot penso que, tal vegada, si la consulta fracassa, sigui la única sortida viable per a resoldre la situació catalana. Però només tal vegada... De no fer-hi així estaria en consonància amb el que diu ICV-EUA i no hi hauria diferències substancials.
No obstant, insisteixo, penso que s’equivoquen. Encara és prematur saber que passarà dijous al Parlament i si finalment, els díscols votaran diferent a la línia oficial del partit i si és així, des de la direcció es complirà l’amenaça d’expulsar-los.(A hores d'ara sembla que encara no està clar els que es votarà i si es complirà l'amenaça d'expulsar-los del partit) 
Ho he dit i ho repeteixo, penso que l’actual direcció del partit està traint l’esperit que el partit va adoptar allà per l’any 1976 quan es va fundar. El PSC és un partit democràtic, d’ampli tarannà catalanista. Raventós primer i Raimon Obiols més tard, són clars exemples del que estic dient, però va ser amb Pasqual Maragall quan va arribar la màxima expressió del catalanisme militant dintre del partit.
Amb el referèndum previst per al 9 de novembre es preguntarà als catalans sobre com volen que sigui Catalunya en un futur immediat. Encara que des del sectors més independentistes demanen que votis sí+sí a les dues preguntes, les opcions passa des de votar no i punt o sí+no. En cap moment s’obliga a ningú votar favorablement a la independència.
El que falta per veure és si, finalment, els grups que estan a favor de la consulta, seran fidels als que estan dient: la consulta ha de ser pactada. De fet era el que demanava el mateix Pere Navarro només fa uns mesos, abans de tornar-se tan intransigent com s’ha tornat des d’un temps cap aquí.
Veure’m que votaran Ros, Geli, Elena, Ventura i d’altres diputats al Parlament. Davant l’amenaça d’expulsió si voten no, estan per abstenir-se, però em sembla que això no els garanteix res. Si, finalment, sobta per expulsar-los del partit, la marxa de militants ja no serà un degoteig con fins ara, sinó que serà una sortida prou en massa. Recordem que per exemple Núria Ventura és la primera secretaria de la Federació de l’Ebre i, si bé és cert que dintre de la mateixa hi ha qui està en consonància amb la direcció nacional, no seria descabellat pensar que agrupacions com la d’Ulldecona, podrien donar-se de baixa massivament. I tal vegada no serien les úniques.
Està clar que postures tan radicalitzades no fan bé a cap partit encara que, insisteixo, a la llarga igual resulta que serà l’única sortida.    

Nacionalismos al desnudo

Carlos Hugo Preciado Domènech
Magistrado de lo Social del TSJ de Catalunya. Profesor asociado de Derecho Penal de la URV de Tarragona

Los nacionalismos parten del Estado como fin en sí mismo: el Estado nación que consuma la identidad colectiva y conforma una unidad cultural, tradicional, histórica y frecuentemente lingüística. La cuestión radica en si éstos son motivos legítimos y suficientes para construir nuevas estructuras de poder político o, dicho de otro modo, para limitar la libertad civil de las personas. Yo, personalmente, entiendo que no. Como entiendo que tampoco lo son las creencias religiosas o cualquier otro fenómeno emotivo o místico de catarsis colectiva. La razón es sencilla, el ejercicio del poder fundamentado en motivos irracionales comporta  el ejercicio irracional de ese mismo poder. Aún así, siguiendo a Voltaire, emplearé media vida para conseguir que los nacionalistas puedan defender sus objetivos, aunque necesitaré la otra media para impedir que los alcancen.
El problema de los nacionalismos es que son esencialmente irracionales y por tanto indiscutibles, en el sentido de no susceptibles de afrontar argumentarios racionales que los cuestionen, son ideologías basadas en el identitarismo colectivo, la exclusión del diferente, el amor a una tela pintada, un himno, una tierra y la ilusión de un futuro mejor. En todo este proceso de misticismo colectivo que reside en todo nacionalismo, las personas y las razones pasan forzosamente a un segundo plano, por lo que, no hace falta decirlo, el nacionalismo es y ha sido históricamente un fantástico instrumento de manipulación de masas. Para ilustrar esta afirmación baste recordar el lema nacionalista por antonomasia: “Todo por la patria”.
La cimentación del Estado en la razón, el humanismo y el pacto social, así como la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos son conquistas irrenunciables de la historia europea de los últimos tres siglos, y volver a justificar la limitación de la libertad de las personas que todo Estado comporta en identitarismos nacionales es un retroceso histórico que el pensamiento de izquierda no debería consentir. Precisamente el Historicismo y el Nacionalismo surgen en la Europa del siglo XIX como reacción a los movimientos populares que luchaban por condiciones de vida mejor , blandiendo el romanticismo patriótico frente a la dialéctica de clases como espacios argumentativos incompatibles (progreso y justicia social vs tradición y nación) .
Este paso atrás es el que están andando la izquierda catalana y española en este momento, dejando que la pasión, las fobias , la ilusión y el arrebato se impongan sobre los que deberían ser sus valores vertebrales:  la razón, el humanismo, la igualdad y la fraternidad.
Ahora mismo tenemos en marcha, aquí y allí, las “máquinas de hacer nacionalistas”, que siempre funcionan igual: se basan en un presente insoportable, en una historia gloriosa, en la ilusión por un futuro mejor y en la fobia respecto de los “otros”, que suelen ser los culpables de todos los males de los “unos”. En esta maquinaria, la ilusión en un futuro mejor precisa crear (o recrear) un presente insoportable, y este es el momento político que a día de hoy estamos atravesando en la política oficial  catalana y española: discusiones sobre protocolo, magnificación mediática de los discursos radicales catalanófobos o hispanófobos, estudios que “demuestran científicamente ” que “los otros” nos  roban , nos odian y están en contra nuestro, etc , etc , etc. Ni que decir tiene que en tiempos de crisis estas máquinas alcanzan rendimientos extraordinarios.
Evidentemente la propaganda del “presente insoportable” debe cuidarse de ocultar toda evidencia de lo contrario: una renta per cápita más alta que el resto de los “otros” , unos sistemas de financiación invariablemente pactados durante los últimos treinta años entre los políticos de aquí y los de allí , una corrupción sistémica en la que los políticos de allí indultan a los de aquí, las buenas relaciones comerciales de los “unos” con “los otros” , los lazos culturales, personales, afectivos, etc.
Esto no quiere decir que Catalunya y España, como prácticamente todo el sur de Europa, no estén sufriendo una grave crisis económica y democrática, y que esta crisis no se esté aprovechando para hacer políticas nacionalistas y re centralizadoras o separatistas, pero sí quiere decir que el nacionalismo atribuye todo lo negativo de esta crisis a los ” otros”, sin asumir ninguna responsabilidad por parte de los “unos”, pues el discurso del victimismo forma parte del “presente insoportable” que es la gasolina de la máquina de hacer nacionalistas. La fórmula funciona: el nacionalismo genera más nacionalismo. Pero afortunadamente hay límites, y uno de ellos es la razón.
Y ese es el auténtico punto débil de todo nacionalismo: debe parecer razonable, porque es consciente de que en esencia no lo es. Por este motivo, ahora toca mostrar “intentos de diálogo”, rogando y pidiendo que tal diálogo no se acabe produciendo. Mientras tanto, se debe continuar cultivando el “presente insoportable” y ocultando que existen buenas relaciones entre la gente de aquí y la gente de allí. Aunque esta realidad se quiera esconder,  todos los de aquí y de allí la conocemos, y por ello  las “máquinas de hacer nacionalistas” no quieren ni oír hablar de buenas relaciones entre los “unos” y los “otros”, pues los nacionalismos son artilugios que se estropean sin remedio cuando en sus engranajes cuaja el óxido de la razón, el humanismo, la igualdad, y la fraternidad.
¿Y cuál debería ser el papel de los movimientos de izquierda en este proceso? En primer lugar, la izquierda debería aislar a los nacionalismos, todos, pues son radicalmente contrarios a los valores que la informan: solidaridad, colectivismo, igualdad y fraternidad. Hay que decirlo claro: nacionalismo de izquierdas es un oxímoron.
En segundo lugar, debería hacer evidente lo que está ocultando: que es más rico un estado de naciones que una nación-estado, que es mejor la pluralidad que el uniformismo cultural, que frente a la globalización de la economía se deben globalizar los movimientos sociales y no los nacionales, que el Estado no es más que una herramienta para mejorar la vida de las personas y no para satisfacer los sentimientos de amor a la tierra o para que los “unos” se sientan mejores que “los otros”; que existen vínculos solidarios y fraternales entre los pueblos, no sólo de España, sino de la Península Ibérica, y también de Europa, y que en definitiva, los agravios históricos —caso de existir— poco importan si aquí y hoy hay una auténtica voluntad fraternal, solidaria, federal y republicana de construir un futuro mejor juntos.
Pero para hacer todo esto, primero hay que dejar los nacionalismos al desnudo, despojarlos de  tradiciones, patrias, banderas e himnos y ponerlos delante del espejo, para que se contemplen en su cruda humanidad, y se reconozcan así,  unos y otros,  como colectivos humanos razonablemente capaces de convivir en paz desterrándose del imaginario colectivo el discurso de “los otros”. Los “otros” no existen, los “otros” somos nosotros, somos lo que nos muestra el espejo, y evidenciarlo debería ser la tarea de toda persona que acepte los valores de la izquierda como propios.

dilluns, 13 de gener del 2014

EL RESTAURANT MIRALLES D’ORTA NO ÉS CAP MERAVELLA

Sempre havia pensat que el restaurant Miralles d’Orta de Sant Joan (u Hora si ho preferiu), a part d’una institució, era un dels restaurants de referència de la zona i així ho havia dit fa uns anys quan vaig escriure una ruta turística del poble.
Però com el nostre poder adquisitiu no està al mateix nivell que molts restaurants requereixen, mai hi havíem menjat tot hi fer-ho en d’altres establiments d’Orta molt més econòmics. Per a mi era com una espina que tenia clavada des de feia anys.
Ahir varem tenir l’oportunitat. Veiérem que el menú dels dies festius era de 16,5 €, assequible per a les nostres butxaques.
Quan vàrem entrar encara no eren les 2 de la tarda i el menjador estava pràcticament buit. Abans de seure’ns a la taula escollida que donava al carrer, ja vaig escoltar com un senyor major de la taula del costat es queixava del vi. Ràpidament la cap de sala ens va prendre nota: 2 de sopa de brou (caldo), una de carn de corder i una de pularda (també dita picantó) farcit amb paté d’alguna cosa...; el vi que entrava al menú, aigua i pa.
A les primeres cullerades, la meva dona hi va trobar un pèl de pestanya i la va fer retirar. Al seu lloc va demanar nyoquis de patata amb salsa marinera (incloïa alguns musclos) Però com quan les coses van malament sempre poden anar pitjor, resulta que amb la pularda hi va trobar un diminut trosset de paper d’alumini. En aquest cas no ens varem queixar, però denota la poca diligència del personal de la cuina que contrastava força amb la amabilitat del servei de la sala.
També vaig notar que la carn de corder que em van servir era d’inferior qualitat que la que sé servia als qui havien demanat la carta; els meus tenien mol d’os i poca molla. I sobre el vi que ens serviren (un vi elaborat al poble, per cert), amb etiqueta d’estar elaborat expressament per a l’establiment, li he de donar la raó al senyor major: era d’escassa qualitat.
Total, que si tenim en compte la relació preu qualitat del producte, he de dir que era molt dolenta. Un menú així, ni de bon tros valia 16,5 €. Segurament els que van escollir menjar a la carta en lloc de decantar-se pel menú, possiblement van menjar millor, no ho dubto.
Per tant, quedeu avisats: Si passeu per Orta i pareu al de Miralles, abans de demanar el menú del dia (els laborables costa 11 euros), us aconsello que ho mediteu abans no sigui que sortiu escarmentats com nosaltres.
Per cert, la meva dona em va dir que amb ella, al de Miralles no tornaria a menjar. Segurament que ni amb ella ni amb ningú.