David Torres
Me dicen algunos lectores, no sin una pizca de maldad, que últimamente mi trabajo es muy sencillo, que día tras día el PP me da el artículo hecho. Aseguran que basta glosar una noticia cualquiera, unas declaraciones de Mariano o de Fátima Báñez, para salir a hombros por la puerta grande del columnismo. Yo suelo replicarles que es justo al revés, que no se puede competir con profesionales del humor, que sacarle punta a una perfecta idiotez es casi imposible. Por ejemplo, Ana Pastor, ministra de Fomento, ha dicho: “No se cerrarán estaciones, pero el tren no parará en ellas”. ¿Cómo superar eso? Le doy vueltas y más vueltas y no encuentro forma de meterle mano. Marxismo en estado puro, de la rama Groucho, de la rama Harpo y de la rama Chico.
Casi al mismo tiempo que la Pastor expectora esta obra maestra del absurdo, nos enteramos que el gobierno destinará 280.000 euros a restaurar el Valle de los Caídos. Para que luego digan que no hay continuismo con la gestión de Zapatero, cuando al plan E (de España) le sigue el plan F (de Franco). Y el mismo día, el Ayuntamiento de Madrid subvenciona con 42.000 euros una web de contactos. Esto demuestra la habilidad de reflejos del PP, que no sólo no le hace ascos a nada y es muy capaz de estar en misa y repicando, sino que hasta se atreve a promocionar el ligoteo bajo el patrocinio de Ana Botella.
Esta formidable capacidad de adaptación para vender al mismo tiempo un producto y su contrario pudo verse la semana pasada con la imagen de un cura a quien le estaban practicando una mamada al aire libre. Ocurrió en perfecta sintonía con el anuncio de la nueva ley de educación, como si el ministro Wert, mediante un guiño subliminal, quisiera recordar a padres y alumnos que estudiar religión también puede ser provechoso a la par que divertido. Por si fuera poco, la clase de educación parroquial tuvo lugar en una cuneta, y sólo hubiera faltado que el cura se apoyara en una señal de tráfico para que el gobierno inaugurase de paso el lema de la nueva campaña de Seguridad Vial: “Si mamas, no conduzcas”.
Sin embargo, en lugar de al cura de Churra (otro topónimo insuperable), María Seguí ha decidido poner como ejemplo a Miguel Ángel Rodríguez, que no sabemos si cuando jugaba a los coches de choque iba mamado, pero sí que iba bebido. Difícil elección porque la mujer tuvo que elegir entre media plantilla del Real Madrid y esa larga tradición de eses al volante con que el PP nos ha deleitado en los últimos tiempos y que va de Aznar y su botella (con minúsculas) a Nacho Uriarte, sin olvidar a Carromero, el único piloto del mundo capaz de, al mismo tiempo, hacerle sombra a Fernando Alonso y el trabajo sucio a Fidel.
En resumen, que mejor ir en tren. Aunque haya que tirarse en paracaídas.
Me dicen algunos lectores, no sin una pizca de maldad, que últimamente mi trabajo es muy sencillo, que día tras día el PP me da el artículo hecho. Aseguran que basta glosar una noticia cualquiera, unas declaraciones de Mariano o de Fátima Báñez, para salir a hombros por la puerta grande del columnismo. Yo suelo replicarles que es justo al revés, que no se puede competir con profesionales del humor, que sacarle punta a una perfecta idiotez es casi imposible. Por ejemplo, Ana Pastor, ministra de Fomento, ha dicho: “No se cerrarán estaciones, pero el tren no parará en ellas”. ¿Cómo superar eso? Le doy vueltas y más vueltas y no encuentro forma de meterle mano. Marxismo en estado puro, de la rama Groucho, de la rama Harpo y de la rama Chico.
Casi al mismo tiempo que la Pastor expectora esta obra maestra del absurdo, nos enteramos que el gobierno destinará 280.000 euros a restaurar el Valle de los Caídos. Para que luego digan que no hay continuismo con la gestión de Zapatero, cuando al plan E (de España) le sigue el plan F (de Franco). Y el mismo día, el Ayuntamiento de Madrid subvenciona con 42.000 euros una web de contactos. Esto demuestra la habilidad de reflejos del PP, que no sólo no le hace ascos a nada y es muy capaz de estar en misa y repicando, sino que hasta se atreve a promocionar el ligoteo bajo el patrocinio de Ana Botella.
Esta formidable capacidad de adaptación para vender al mismo tiempo un producto y su contrario pudo verse la semana pasada con la imagen de un cura a quien le estaban practicando una mamada al aire libre. Ocurrió en perfecta sintonía con el anuncio de la nueva ley de educación, como si el ministro Wert, mediante un guiño subliminal, quisiera recordar a padres y alumnos que estudiar religión también puede ser provechoso a la par que divertido. Por si fuera poco, la clase de educación parroquial tuvo lugar en una cuneta, y sólo hubiera faltado que el cura se apoyara en una señal de tráfico para que el gobierno inaugurase de paso el lema de la nueva campaña de Seguridad Vial: “Si mamas, no conduzcas”.
Sin embargo, en lugar de al cura de Churra (otro topónimo insuperable), María Seguí ha decidido poner como ejemplo a Miguel Ángel Rodríguez, que no sabemos si cuando jugaba a los coches de choque iba mamado, pero sí que iba bebido. Difícil elección porque la mujer tuvo que elegir entre media plantilla del Real Madrid y esa larga tradición de eses al volante con que el PP nos ha deleitado en los últimos tiempos y que va de Aznar y su botella (con minúsculas) a Nacho Uriarte, sin olvidar a Carromero, el único piloto del mundo capaz de, al mismo tiempo, hacerle sombra a Fernando Alonso y el trabajo sucio a Fidel.
En resumen, que mejor ir en tren. Aunque haya que tirarse en paracaídas.