dimarts, 26 de juliol del 2011

EL TERCER ENCUENTRO


A Leonardo le intrigaba aquella reproducción del puente colgante de Amposta hecho con conchas marinas delante de una tienda improvisada hecha de maderos y telas en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer 
Finalmente, la curiosidad hizo que entrara en la tienda. Allí se encontró con otro excombatiente republicano al que inmediatamente reconoció…

“Antes de empezar la guerra te vi cerca de Amposta cuando unos guardia civiles te habían parado; tu ibas en bicicleta y discutías acaloradamente con uno de ellos”. “¿Sabes donde me encontré con aquel guardia civil?” –Le contestó el otro-
“No sigas. –Le respondió Leonardo- En la rendición del castillo de Miravet; yo también estaba allí”. 

dilluns, 25 de juliol del 2011

EL ÚLTIMO CIGARILLO


Irremediablemente estamos llegando al final… El camión que nos traslada desde Barcelona acaba de pasar la Venta de les Campusines y la llegada a nuestro primer destino, el frente del Ebro, es inmediata. Sin tiempo para acostumbrarme a la nueva situación, el sargento de la compañía me incluye entre los que debemos hacer la guardia de la noche.
Leonardo, uno de los soldados veteranos de la compañía, me advierte: “Cuando llegues abajo no enciendas ningún cigarrillo; el enemigo puede disparar al ver la brasa”. Le oigo sin escuchar. Desde que se me comunicó la orden el pánico se apoderó de mí.
Ya llevo en el puesto de guardia algunos minutos. Intuitivamente, saco la cajetilla de tabaco y las cerillas del bolsillo del pantalón y me enciendo un cigarrillo. De repente, oigo el silbido de una bala que se aproxima...

diumenge, 24 de juliol del 2011

EL MULO (el relat finalista)


"Pom, pom, pom…". Aquellos golpes secos y continuados salían de la pequeña casa de labranza situada entre las dos líneas de fuego. Leonardo llevaba varios días intrigado y quería averiguar quien o qué los producía. Pero no era tarea fácil ya que para entrar en la casita había que hacerlo forzosamente por la puerta que daba al bando franquista, estando al alcance de sus balas.
Finalmente decidió entrar y en su interior se encontró con un mulo atado de la argolla del corral que estaba en la piel y los huesos. Una vez hubo acabado con la comida que le había dejado su dueño, la emprendió con el comedero de madera y luego con todo lo masticable que había a su alcance. Con el golpeo continuo de las patas había excavado un enorme hoyo en el suelo: “Pom, pom, pom…”.

dissabte, 23 de juliol del 2011

LA PRIMERA TRINCHERA


Es un día de finales de septiembre. Los primeros rayos de sol todavía no llegan alumbrar a los soldados del  ejército de la República que controlan, desde hace unos dos meses, el paraje de las inmediaciones del pueblo de la Fatarella. Diariamente se tienen que rechazar las embestidas de los nacionales.  Pero ese día todo parece diferente. Los nacionales avanzan sin que los republicados peguen un solo disparo. Los soldados de la avanzadilla prácticamente tocan con la mano a los republicanos de la primera trinchera. La confusión es total… Hasta el punto que llegan a pensar en una traición por parte de los mandos. De repente, desde las filas republicanas, se da la orden de abrir fuego. El silbido de las balas y los gritos de dolor preceden a la enorme sangría. Al final de la batalla, de entre los heridos, sale una voz que exclama: “¡Rojos, ayudadnos! Los hijos de puta de fascistas nos han abandonado”.