El nuevo Gabinete se verá en la obligación de unir, a las urgencias coyunturales españolas, una serie de riesgos sistémicos. Los expertos hablan de inestabilidad financiera y bursátil, pero también de exceso de deuda empresarial, de imprudencia monetaria y, por supuesto, de fragilidad económica y de identidad en Europa y, por supuesto, del efecto Trump.
DIEGO HERRANZ
MADRID. - Los ciclos de negocios globales parecen abonarse a los decenios. Y, en consecuencia, haber adoptado el siete como su año maldito; es decir, el ejercicio en el que, irremediablemente, irrumpe una nueva crisis. Así ocurre desde 1987, cuando Wall Street protagonizó su histórico mayor descenso bursátil en una jornada.
En 1997, diez años después, estalló la sucesión de devaluaciones monetarias competitivas de los tigres asiáticos. Preludio de la peor turbulencia mundial desde la Gran Depresión de 1929, … en 2007, tras la quiebra de varias entidades financieras y crediticias norteamericanas por las subprimes inmobiliarias, y de los primeros bancos, como Northern Rock, en Reino Unido. Bajo este mal augurio, en la antesala de 2017, van a jurar sus cargos los ministros del área económica del Ejecutivo de Mariano Rajoy. No lo tendrá fácilLuis de Guindos, el superministro de Economía, que se queda sin vicepresidencia pero gana a su causa el área de Industria y mantiene la de Competitividad. Es decir, el arquitecto económico del Gobierno popular, con permiso de Álvaro Nadal, Fátima Báñez y, sobre todo, Cristóbal Montoro.
La dramática ausencia de gurús que anticiparan el tsunami financiero-económico de hace ahora un decenio hasta la suspensión de pagos, en septiembre, de Lehman Brothers (la firma para la que trabajó De Guindos que se erigió en detonante de la crisis) ha dado lugar, por contraste, a una multiplicidad de voces del mercado que presagian malos tiempos para las bolsas, las economías o los bancos. Algo para lo que no es ajena ni Europa ni, por supuesto, España.
"Un primer factor es la debilidad bancaria de las potencias industrializadas y el endeudamiento en los mercados emergentes"
El Fondo Monetario Internacional (FMI), tan precavido en sus diagnósticos como mal profeta económico, acaba de descartar riesgos a “corto plazo”. Una aparente buena señal que entregarán en Madrid, en las próximas semanas, sus hombres de negro a la cúpula ministerial de Economía. Pero que vendrá acompañada de nubarrones a “medio plazo” por el deterioro de los climas políticos en general, la persistente debilidad de las instituciones financieras en las potencias industrializadas -la acción de Deutsche Bank, el mayor banco alemán y europeo, ha caído un 62% desde que, en 2015, marcara su máximo histórico, mientras el sector financiero italiano espera una inminente capitalización- o la elevada deuda corporativa -en especial la de los mercados emergentes-, que ha crecido, de forma conjunta, tanto la privada como la pública no financiera, hasta el 225% del PIB global. Alto voltaje para las bolsas, reconoce el FMI. La primera de las grandes amenazas globales.
Aun así, el entramado monetario-financiero vuelve a estar en el centro del huracán. Es, para economistas neoliberales como Paul Singer, tradicional donante de campañas republicanas en EEUU y presidente de Elliott Management uno de los grandes fondos de inversión mundiales, el gran riesgo sistémico. A su juicio, la política expansiva de la Reserva Federal (Fed) y del resto de grandes bancos centrales, con sus tipos de interés persistentemente próximos a cero, sus decisiones de compra de deuda soberana (en alusión al BCE) o sus ampliaciones del dinero en circulación “sigue siendo un riesgo extremo y latente” que irrumpirá en cuanto deje de ejercer como combustible de la actual etapa, ficticia, de moderado crecimiento de los precios de los activos bursátiles. Sin descartar quiebras de algún megabanco.
Y con visos, aseguran sus seguidores del mercado, de que se instale una deflación crónica global, como consecuencia de los sucesivos y costosos programas de estímulo implantados desde 2007, de las caídas de la inversión en Educación, en los índices de productividad, en bienes de equipo, de consumo, en los activos financieros, en salarios, en las tasas de ahorro y, por supuesto, en el crecimiento, cuyo vigor continúa lejos del potencial de las grandes economías.
"Las devaluaciones competitivas entre las grandes divisas han devuelto la hegemonía al dólar y la corrección de la cotización del petróleo y el gas"
A todo ello hay que unir las continuas devaluaciones competitivas entre las grandes divisas, que han devuelto al dólar a su hegemonía perdida, o la drástica corrección de la cotización del petróleo o del gas. Es decir, una deflación de salarios y rentas, por un lado, pero también del lado de la oferta, del consumo y las materias primas, que se ha traducido en un paulatino deterioro de los ingresos fiscales que retraen cualquier intento de inyectar vitalidad al sistema productivo. Morgan Stanley se pregunta, ante la reticencia de esta semana de la Fed y del Banco de Inglaterra a cambiar definitivamente el paso de sus políticas monetarias, si la batalla en 2017 no será contra la laxitud de los tipos de interés, el exceso de deuda o el volátil, pero, a la vez, prolongado descenso de los precios por todo el planeta.
Pero hay más. Un tercer foco de preocupación. Las dudas de Londres sobre el desacoplamiento del Brexit y sobre cómo devolver a la libra el esplendor perdido con nuevos recortes de tipos, de Pekín sobre la forma de solventar la fragilidad de su transición hacia una economía de consumo y de su sector financiero en pleno boom inmobiliario, o las incertidumbres de Alemania sobre a dónde dirigir sus ahorros ahora que no se vislumbran con nitidez ni redes de seguridad ni valores refugio (ni el franco suizo ni el oro) complican aún más la agenda económica de los gobiernos.
"Otra amenaza es la duda sobre el Brexit y el valor de la libra, sobre la economía china o sobre dónde dirigirá Alemania sus ahorros ahora que no se vislumbran valores refugio seguros"
Por si fuera poco, el peligro más acuciante procede de Italia. Al vecino y gran aliado europeo español, le acechan los mismos males que a España en 2010, la recapitalización de la banca. Aunque con un órdago añadido, esta vez político: el referéndum que, sobre su libreto reformista, ha convocado el primer ministroMatteo Renzi, para el próximo 4 de diciembre. En la consulta se dirimirá una notable transformación de la Constitución, ya que se contempla la limitación de los poderes legislativos del Senado para acabar con el bicameralismo perfecto que ha paralizado las sendas reformistas del país en las últimas décadas. Pero, sobre todo, se pone en jaque el futuro político de Renzi como adalid del inmovilismo político y el estancamiento económico.
Emulando a David Cameron y su referéndum sobre el Brexit, la esperanza de la izquierda europea desde su ascenso al poder, en 2014, luchará en campaña contra un delicado cóctel social que contiene ingredientes como el saneamiento de activos tóxicos bancarios por valor de 360.000 millones de euros y la tercera entidad del país por activos, el Monte dei Paschi di Siena (MPS) -el banco más antiguo del mundo-, en estado de emergencia, errores políticos de bulto y un creciente sentimiento antieuropeo representado por elMovimiento Cinco Estrellas. En el ámbito doméstico. Además de una dura negociación con los halcones europeos, con el titular de Hacienda alemán, Wolfgang Schäuble, o con míster euro, el holandés Joroen Dijsselbloem, reticentes a cualquier nuevo incumplimiento de las reglas del juego en la zona monetaria y reacios a nuevos rescates. Pese a que Berlín haya utilizado millones de euros en recapitalizar su sistema financiero y Schäuble siga sin dar explicaciones sobre su fórmula para revitalizar Deutsche Bank.
"Quizás, el mayor peligro sea el urgente saneamiento de 360.000 millones de euros de la banca italiana con un referéndum y un creciente sentimiento antieuropeo que amenazan a Renzi"
Guindos conoce a la perfección los resortes del poder económico comunitario. Tanto como para saber que, en caso de perder el referéndum, Renzi no sólo dejará sin valor de ley sus reformas. Con él, también caerá su Gobierno. Los jerarcas europeos no acostumbran últimamente a salvar dirigentes de costes políticos por rescates bancarios. Aunque, de igual forma sabe que los socios europeos no están sobrados de líderes reformistas como el italiano y que cualquier contagio trasalpino podría poner en un brete la estrategia económica que tiene en mente para 2017, el año que, parece, viviremos de nuevo peligrosamente.
Sobre todo, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Otro factor de riesgo añadido al próximo ejercicio. Tom Fahey, estratega global de Loomis & Sayles, cree que la incertidumbre sobre su victoria dará paso, a medio plazo, a “un mayor crecimiento por sus políticas de recortes impositivos y gastos en infraestructuras”, aunque alerta de que ese impulso económico “chocará de inmediato con una saturación de ese exceso de oferta debido a los previsibles incrementos de las tarifas comerciales y el ajuste del mercado laboral por el endurecimiento de las normas sobre inmigración". En su opinión, “no es descartable una nueva recesión”. Sobre todo, si su defensa de alzas en los tipos de interés apaga la llama de la oferta y las restricciones laborales y comerciales generan presiones inflacionistas. “Sería un error revertir la gestión de un precio del dinero próximo a cero de la Fed”, afirma.
"Sin descontar el ‘efecto Trump’, cuyo mandato podría conducir a EEUU a una nueva recesión y a guerras comerciales, con la incógnita del retorno a una política del dólar fuerte"
A este panorama interno hay que añadir potenciales guerras comerciales derivadas de sus deseos proteccionistas. Un aislacionismo que se iniciará con subidas de tarifas a los bienes y servicios de China y México, pero que acabaría afectando al conjunto del mercado global. Eso sí, bajo un dólar más fuerte. La supresión de estímulos fiscales y el final de la política monetaria de la Reserva Federal rescatará el ambiente de finales de los ochenta, bajo el mandato Reagan, cuando sus rebajas tributarias y el mayor gasto de defensa llevó al billete verde a sus cotas de valor históricas.
Un escenario que Guindos tendrá que vigilar. Primero, porque una pérdida de vigor de la economía americana, el principal socio comercial de Europa, con unas adquisiciones de bienes superiores a los 371.000 millones de euros en 2015 (el 21% del total de exportaciones, equivalente al 2,5% del PIB comunitario) repercutirá de inmediato en el titubeante y famélico crecimiento de la UE, explica Christian Schulz, de Citi. Segundo, porque el BCE podría contagiarse del endurecimiento monetario de la Fed. Y, tercero, porque no se descarta que una gestión controlada de la inflación europea haga a la moneda única seguir la estela del dólar y revalorizarse frente a otras divisas (como el renminbi chino o el yen japonés), y complicar un sector exterior, el español, en el que se ha asentado la recuperación durante la pasada legislatura.
Un escenario que Guindos tendrá que vigilar. Primero, porque una pérdida de vigor de la economía americana, el principal socio comercial de Europa, con unas adquisiciones de bienes superiores a los 371.000 millones de euros en 2015 (el 21% del total de exportaciones, equivalente al 2,5% del PIB comunitario) repercutirá de inmediato en el titubeante y famélico crecimiento de la UE, explica Christian Schulz, de Citi. Segundo, porque el BCE podría contagiarse del endurecimiento monetario de la Fed. Y, tercero, porque no se descarta que una gestión controlada de la inflación europea haga a la moneda única seguir la estela del dólar y revalorizarse frente a otras divisas (como el renminbi chino o el yen japonés), y complicar un sector exterior, el español, en el que se ha asentado la recuperación durante la pasada legislatura.
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