Jorge Moruno
Sociólogo
Sociólogo
El presente 2016 se presenta todavía más complejo que el 2015. El terremoto político-electoral ha trastocado por completo el paisaje y el escenario al que nos enfrentamos. Partimos de una certeza; esto es positivo en sí mismo, lo contrario hubiera sido perseverar en un continuismo de lo mismo incapaz de ofrecer otras visiones, otras sensibilidades, otras soluciones. El escenario es por lo tanto inaudito y no por ello deja ser complejo. Dos líneas son las que atraviesan los grandes temas de nuestro país: la cuestión territorial y la cuestión social. Ambas reaparecen fruto de las demandas que se incorporan a la agenda pública gracias a los distintos ciclos de protesta iniciados años atrás.
Las movilizaciones por el derecho a decidir en Catalunya responden a la apelación negligente del Tribunal Constitucional, la sordera política y el uso instrumental y electoral de Catalunya para ver si se gana votos en Castilla y León. Con el tiempo, partidos pilares del régimen político del 78 como CIU se vieron arrastrados —y a todas luces perjudicados— por la movilización ciudadana, y ahora se encuentran en una encrucijada de complicada salida.
En el campo de lo social fue el 15M quien politizó la crisis y ofreció un relato colectivo a las penurias que se vivían como culpas individuales, trazando nuevas fronteras en el campo político: los de arriba se benefician de la crisis mientras más gente se ubicaba en el terreno de los de abajo perjudicados por la crisis. La desigualdad, los recortes, el paro y la precariedad pasan a ocupar un papel protagonista gracias a la sociedad en movimiento. El PSOE en primer lugar, pero luego el PP, se mantienen a la defensiva observando cómo sus equilibrios de poder se ven alterados.
Así las cosas, un somero análisis más propio de la estrategia que de la táctica nos permite hacer un ejercicio de prognosis, esto es, tratar de anticiparnos al decurso de los acontecimientos venideros. La situación en la que nos encontramos puede describirse como si fuera sacada de un libro de Barco de Vapor donde puedes elegir tu propia aventura. Para este año es seguro que se celebren elecciones en Galicia y en Euskadi, pero el desenlace para Catalunya y el conjunto de España no está claro, por lo que es posible que la ciudadanía sea de nuevo llamada a las urnas.
Curiosa posición la de, quienes asegurando defender a ultranza la unidad territorial de España, se han visto relegados, como partidos del inmovilismo, a una posición anecdótica en territorios como Catalunya y Euskadi. Un PSOE parapetado en Andalucía y Extremadura juega a ser más duro que el PP, lo que no le asegura seguir manteniendo la misma fuerza en sus actuales dominios pero sí le garantiza perder todavía más peso en otras latitudes. Deberían recordar que en 2012 el PSC reclamaba el derecho a decidir legal con una pregunta pactada y clara. Hay un aspecto que no se destaca lo suficiente entre las bravuconadas y cierres en banda tanto de Ciudadanos como del PSOE: las fuerzas más votadas tanto en Catalunya como en el País Vasco el 20D no son fuerzas independentistas.
Acusar a la propuesta plurinacional de querer ‘romper’ España, solo ayuda a verificar las razones por las cuales una parte de la ciudadanía no quiera seguir en España. El inmovilismo y la falta de estrategia para un proyecto de país es la principal razón del crecimiento independentista. Llegados a este punto solo se puede apostar por la valentía política que no satisface al independentismo ni gusta al inmovilismo. Lo más responsable puede ser lo que a primera vista parece lo menos convencional, tal y como le sucede a Indiana Jones en su última cruzada, cuando elige con inteligencia el cáliz de Cristo sin dejarse llevar por lo que aparenta a primera vista. La propuesta de un referéndum se presenta no solo como una medida para desatascar la situación, sino sobre todo, y esto es sustantivo, como la posibilidad de producir otro marco de convivencia levantado sobre la robustez de la fraternidad y el entendimiento. No es un simple mecanismo técnico, es la base política de un proyecto de futuro.
Ahora bien, ¿qué pasa con los derechos sociales, la corrupción, la justicia independiente y la regeneración democrática? Mientras la desigualdad aumente, mientras la precariedad se extienda, y los salarios caigan, el resto de cuestiones se tornan imposibles. Para que esto sea posible, cada formación debe aclarar si está dispuesta a revertir las políticas de recortes, derogar las dos reformas laborales, parar los programas de ajustes y empobrecimiento, ralentizar la reducción del déficit, impulsar una reforma fiscal progresiva y desarrollar políticas públicas que permitan llevar a cabo el cambio de modelo productivo. Nadie debe utilizar la cuestión territorial como obstáculo para tratar lo social, nadie debe tratar de eclipsar la cuestión social limitando el debate a lo territorial.
Las apelaciones al modelo danés suelen ser constantes. Pues bien, en Dinamarca a día de hoy gobierna la tercera fuerza más votada que no alcanza el 20% de los sufragios. Vienen tiempos propios de la serie política de televisión —danesa por cierto— Borgen. Se desconoce la aventura que elegirá cada actor político; algunas de ellas serán virtuosas y otras torpes y miopes. Todo es caos bajo las estrellas.