diumenge, 17 de gener del 2016
La desnudez electoral del bipartidismo
Iván H. Ayala,
Investigador del ICEI, miembro de econoNuestra y de Podemos.
Investigador del ICEI, miembro de econoNuestra y de Podemos.
Somos seres sociales por lo que la realidad que percibimos depende no solo de lo que hagamos nosotros sino también de lo que hagan los demás. Dadas nuestras limitaciones cognitivas (no somos supercomputadoras) es imposible prever con exactitud la consecuencia de nuestras acciones. Esto plantea un problema evolutivo, pues si no podemos prever con exactitud la consecuencia de nuestras acciones por la incertidumbre que éstas conllevan, podríamos estar paralizados y no tomar decisiones.
Evolutivamente el ser humano lo ha resuelto generando unas reglas simples sobre la base de las cuáles se toman las decisiones. Por ejemplo, no podemos prever con exactitud si mañana el sol saldrá de la misma forma que lo ha hecho hoy, pero confiamos en que así sea y eliminamos esta incertidumbre del proceso de tomas de decisiones diarias. Tampoco podemos prever si mañana ocurrirá algo que haga que perdamos nuestro trabajo, pero nos levantamos todos los días como si esto no pudiera ocurrir. Estas conjeturas nos permiten eliminar todos esos elementos de los cuáles no podemos tener certidumbre y centrarnos en aquellos que se han mostrado ciertos en el pasado: si ayer el sol salió o fuimos al trabajo, hoy el sol saldrá igualmente, y tendremos que levantarnos para ir al trabajo. Este comportamiento continuará a no ser que la conjetura sobre la que basamos nuestra decisión nos dé mal resultado: si mañana el sol no sale o perdemos el trabajo, modificaremos nuestro comportamiento. Sin embargo entre el momento en que una conjetura se derrumba y hay otra que la reemplaza estaremos en presencia de una incertidumbre paralizante, no sabremos qué hacer hasta que encontremos otra conjetura que nos de la suficiente confianza como para tomar nuevas decisiones.
El resultado de las últimas elecciones ha derrumbado la conjetura hegemónica del bipartidismo en base a la cual giraba la dinámica política en España y ha abierto un proceso de incertidumbre pues la posición de cada uno de los contendientes no depende solo de su situación, sino de las decisiones que tomen los demás partidos. A pesar de que la Navidad haya anestesiado en buena medida las negociaciones para la configuración del gobierno, las posiciones están tan abiertas hoy como el día 21D. Los únicos dos partidos que pueden formar gobierno, PP y PSOE son los partidos que componían la conjetura del bipartidismo, hoy rota. De los nuevos, tan solo Podemos tiene suficiente representación como para ser relevante a la hora de formar gobierno, aunque no puede formarlo por su cuenta y depende del PSOE. Sin embargo ésta formación ha obtenido los 69 diputados en buena medida por haber sido primera fuerza en Cataluña –y en el País Vasco-, lo que ahora supone un problema para conformar gobierno con el PSOE que le exige renunciar a la posición que le ha permitido obtener ese resultado.
Es curioso que el PSOE acuse a Podemos de poner en peligro la integridad territorial de España cuando Podemos es el partido estatal que ha sido primera fuerza política en Cataluña y segunda en Madrid, supuestamente las dos regiones paradigmáticas de las posiciones nacionalistas española y catalana. Sería más lógico pensar a la luz de los resultados precisamente lo contrario, que Podemos es la corriente política que puede unir estas dos posiciones supuestamente antagonistas. No es coincidencia que la ola nacionalista en Cataluña haya surgido precisamente en los peores momentos de la crisis.
En realidad, y a riesgo de equivocarme, parece que el auge del nacionalismo catalán de la última legislatura es la cristalización catalana del descontento por una gestión de la crisis que ha beneficiado a las élites económicas y políticas, y ha castigado a la mayor parte de la población. Las asambleas del 15M en Plaza Cataluña carecían de reivindicaciones nacionalistas fuertes –que no de identidad catalana- y eran muy convergentes con las posiciones de las plazas en Madrid y otras partes de España. Artur Mas se ha escondido detrás de la bandera del nacionalismo para no ser juzgado al igual que Rajoy por su gestión de la crisis y las CUP quieren aprovechar al máximo la situación dado que una propuesta electoral como la suya –independentista y anticapitalista-, en otras circunstancias, difícilmente podría haber obtenido la representación con la que ahora cuentan. Por eso mismo están encontrando tantas dificultades en el proceso, porque si quitamos el elemento del nacionalismo que amalgama las fuerzas del Junts Per el Si y las CUP, los elementos ideológico políticos de esas formaciones son claramente divergentes. Podemos se ha convertido al mismo tiempo en la fuerza alternativa al proceso independentista y al modelo austericida de CiU/PP. No solo no es una amenaza para la integridad territorial, sino que es la fuerza que puede amalgamar los descontentos de misma naturaleza pero de diferente cristalización representados paradigmáticamente por Barcelona y Madrid.
Y es que esta diatriba se debe a que la lógica del PSOE se basa en la vieja conjetura bipartidista y de cómo se entiende el ejercicio del poder. El partido socialista está intentando intercambiar cromos como antaño, mientras que Podemos pone encima de la mesa elementos políticos que forman parte de la nueva conjetura. La propuesta fiscal del PSOE y del PP no era muy diferente, dado que el primero proponía una reducción del déficit público al 1% del PIB, y el segundo, al 0,3% del PIB. La diferencia entre ambas propuesta es de 7 décimas, es decir, de unos 7.000 millones de euros, una cifra lejos de lo que es necesario para detener los recortes, revertir sus efectos y eliminar la enorme brecha social de desigualdad y pobreza que ha generado la gestión de la crisis de los dos partidos antiguamente hegemónicos, PP y PSOE. En realidad la propuesta fiscal del PSOE está más cerca del PP que de Podemos, por eso pone encima de la mesa el tema catalán. Las fuerzas del cambio dentro del PSOE están empujando hacia un escenario de gobierno con Podemos donde la política económica pueda ser efectivamente revertida (Economistas Frente a la Crisis por ejemplo), mientras que las fuerzas del establishment (Felipe González, Susana Díaz) dentro del PSOE –apoyadas por el IBEX 35 y Europa- están forzando para que la política económica siga siendo la misma.
Detener los recortes, revertir sus efectos y la generación de un nuevo paradigma de crecimiento más inclusivo, verde y sostenible es lo que económicamente necesita España – y Europa-. El crecimiento que estamos generando –basado en construcción, expansión cuantitativa del BCE, bajo precio del petróleo, desigualdad y precariedad laboral- no es un modelo sostenible de futuro. Los elementos exógenos del crecimiento se están agotando, y los endógenos –suavización de los recortes- se están haciendo a pesar del PP, debido a los condicionantes electoralistas. Para modificar la tendencia es necesario el concurso del sector público, como ha ocurrido en todos y cada uno de los nuevos escenarios de crecimiento económico que se han dado en la historia. Por eso Cataluña parece más bien la excusa de la derecha del PSOE para poder instaurar un escenario de austeridad suavizada que impida de facto generar otro paradigma de crecimiento económico. Es la excusa para no hablar de reforma fiscal, de transición energética, de plan de choque y recuperación social, de un plan de rentas que alivie la situación generada por la crisis –y por las reformas laborales y de las pensiones-, de revertir la reforma del artículo 135 de la constitución, de la renegociación con Bruselas de la naturaleza y velocidad de la reducción del déficit público para poder dedicar dichos recursos a revertir los efectos de los recortes….
En realidad es un momento excepcionalmente impúdico para el PSOE pues debido a la desaparición del bipartidismo se ha quedado desnudo y se le ven todas sus partes íntimas. La conjetura bipartidista detrás de la que se escondía ahora no le permita usar el disfraz de cambio que tanto ha utilizado en la campaña electoral. Fuera de la opción de permitir por activa o por pasiva un gobierno del PP, al PSOE solo le queda ser lo que dice que es, un partido socialdemócrata que puede permitir el cambio en la política económica en España y una de las piezas del cambio en el proceso de integración europeo. Es ciertamente un momento de incertidumbre donde entre todos estamos creando la nueva conjetura política, donde las posiciones están al desnudo y donde la terrible apisonadora de la historia dejará atrás a aquellos que se pierdan en los cantos de lo antiguo. En política, el vintage, no está de moda.
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