Un despechado profesor de la Universidad Rey Juan Carlos cuya militancia socialista sirve al PP madrileño para celebrar el hallazgo de la prueba de la conjura contra su presidenta
ANTONIO CASADO
La convención nacional del PP en Sevilla pasó del generoso arropamiento público del primer día al silencio total en el discurso de cierre de Rajoy. En los pasillos, desplome de las apuestas por la presidenta madrileña.
Ya judicializado, el caso Cifuentes se hace bola. Engorda al paso de las horas y rueda sin control. Ella la empuja con su inverosímil relato, enriquecido con la historia del `filtrador´. Un despechado profesor de la Universidad Rey Juan Carlos cuya militancia socialista sirve al PP madrileño para celebrar el hallazgo de la prueba de la conjura contra su presidenta.
Cifuentes y el portavoz del partido, Ángel Garrido, blandieron las declaraciones del susodicho como la caja negra del escándalo. La pieza clave que demostraría la existencia de una operación del PSOE para acabar con Cristina Cifuentes. Con exigencia de “explicaciones urgentes” al jefe de filas en la Asamblea, Ángel Gabilondo, y al secretario general, Pedro Sánchez.
La pregunta era inevitable: ¿y eso quiere decir que es falso todo lo sabido sobre las irregularidades en torno al consabido máster? No hubo respuesta sino pedradas verbales contra el PSOE. Por un presunto delito de acceso y difusión de datos protegidos de la Universidad RJC. “Quien comete ese acto ilícito también puede cambiar, modificar, quitar”, dijo el portavoz que ayer aparecía escoltando a Cifuentes en Sevilla.
La malicia del mensajero no contamina la veracidad del mensaje hasta el punto de suprimirla. La protección de datos no puede ser un burladero de sinvergüenzas. Viejo debate, alimentado estos días con el caso Falciani, ahora bajo custodia de la Justicia de nuestro país. Un filtrador de beneméritos efectos en la lucha de la Hacienda española contra los grandes defraudadores fiscales. Pero Suiza lo reclama por violación del secreto bancario.
Estamos ante un filtrador convicto y confeso en las páginas de 'El Mundo'. Para el PP, instrumento de ataque político a Cifuentes. Para otros, quizás alguien que, sin erigirse en benefactor de la ciudadanía (lo suyo es vengarse de no sé quién), favorece la limpieza de la vida pública.
Un valiente frente a la corrupción, pensarán muchos ciudadanos. Y en términos judiciales, incluso podría devenir testigo protegido. Los supuestos de falsedad en documento, trato de favor y violación de datos protegidos están vivos en el caso Cifuentes. Ya veremos cómo evoluciona en los tribunales.
En lo político, más madera a la hoguera de una próxima comisión de investigación. Es el agujereado salvavidas que Ciudadanos le arrojapara retrasar el ahogamiento y, mientras tanto, jugar a favor del marcador. Tal y como lo plantean los de Albert Rivera, rehuir la propuesta equivale a la muerte política con alternativa de poder a favor del socialista Ángel Gabilondo, tras la moción de censura que este presentará en complicidad con Podemos.
Una lógica endemoniada en las relaciones amor-odio entre los dos partidos del centro derecha español. ¿Hasta dónde puede llegar Ciudadanos en la lucha con el PP por el mismo espacio electoral? Está claro que los anaranjados quieren vérselas con una aliada, y sin embargo competidora, cada vez más débil.