El régimen les dio poder, patrimonio y mano de obra casi
esclava. La transición y la democracia, benevolente como con un hijo
pródigo, no les pidió explicaciones por su pasado ni por el origen de
sus riquezas. Su pasado se diluyó en el presente de la España
democrática como un azucarillo en agua hirviendo y el futuro quedó a sus
pies. Son las grandes empresas que apoyaron a Franco en
su cruzada, se beneficiaron de las concesiones estatales,
utilizaron mano de obra casi esclava de presos republicanos
y sentaron en sus consejos de administración a los exministros del
régimen. Esta es la historia de los que una vez que el caudillo de
España murió se autodefinieron como “demócratas de toda la vida”.
En agosto de 1936, el diario británico
The Sunday Express
publicó: “Franco se mantiene en la lucha. Pero, ¿cuál es el poder que
lo dirige desde detrás de las sombras? Cuando un hombre levanta la mano,
Franco obedece.
Ese hombre es Juan March”.
Nadie
puede imaginar que un golpe de Estado puede triunfar sin el apoyo de
los grandes empresarios y Franco, juntos al resto de golpistas, encontró
en Juan March al mecenas de su cruzada. March aseguró la vida de los
familiares de los militares rebeldes,
financió los aviones que trasladó a Franco al norte de África con
la inestimable ayuda de varios responsables del diario ABC y negoció
con alemanes e italianos la compra de armamento. ¿A cambio de qué?
“A cambio, en plena guerra civil, desde el cuartel general de Burgos, obtuvieron
el control del sector bancario, su
statu quo,
las claves de la economía, el monopolio del sector financiero”, escribe
Mariano Sánchez en la obra publicada en 2005 'Los banqueros de Franco'.
Nadie puede imaginar que un golpe de Estado puede triunfar sin el apoyo de los grandes empresarios Este
pacto de Franco con March y el resto de banqueros significó la primera
gran traición del general a los principios de Falange:
la Banca no sería nacionalizada.
Lo importante para el Generalísimo no era mantener su integridad
ideológica. Franco no tenía ideología. El caudillo tenía poder político,
adquirido mediante las armas, y no lo iba a perder bajo ningún concepto
y mucho menos por programas políticos.
Al amparo de la dictadura
franquista, Juan March realizó diversas operaciones financieras de gran
calibre, como la compra de la Barcelona Traction, tras la que fundó
Fuerzas Eléctricas de Cataluña, S. A (FECSA), quien se hizo con la
práctica totalidad de la producción eléctrica en Cataluña. FECSA
construyó centrales térmicas y entró en el campo de la energía nuclear,
motivado por las crisis del petróleo de los años 70.
Así,
participó, junto con Électricité de France, Hidroeléctrica de Cataluña y
ENHER en la construcción de la central nuclear de Vandellós, puesta en
servicio en 1972. En 1983, FECSA instaló en solitario la central nuclear
de Ascó, que comenzó a funcionar en 1983.
El rastro de March en el presente
Todas estas operaciones convierten a FECSA en una empresa al alza, que
comienza a cotizar en el IBEX 35 de la Bolsa española.
Su camino en solitario llega hasta 1996 cuando el Grupo Endesa se hace
con el 75% de las acciones de la compañía y su control absoluto.
Juan March falleció en 1962 pero sus nietos han sabido cumplir su legado. En 1988 la revista Forbes sitúa a los March entre
las tres fortunas más importantes de España,
junto a Ramón Arces, creador de El Corte Inglés, y los Botín. Su
notoriedad en la democracia española y en las finanzas internacionales
es ya indiscutible.
“La Fundación March, creada en 1955, cuenta con un patrimonio superior a los
15.000 millones de pesetras y recibe una inversión anual que rebasa los 1.000 millones.
En la actualidad el patrimonio de los March se sitúa entre en el medio
billón de pesetas, participan en el accionariado de 150 empresas y
comandan un grupo empresarial que ha sido vanguardia en España en cuanto
a bancos de negocios y que goza de una gran liquidez”, escribe Mariano
Sánchez en su obra Los banqueros de Franco.
Entre la larga lista
de empresas en las que la familia March está presente en el accionariado
hay algunas muy reconocibles para el gran público como
la constructora ACS (18,3%), presidida por el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez;
Acerinox (24,2%), una de las compañías líder a nivel mundial en la
fabricación de acero inoxidable o la empresa de seguridad Prosegur
(10,0%).
La construcción del Valle de los Caídos
Ningún
otro símbolo como el Valle de los Caídos refleja el funcionamiento de la
oligarquía empresarial que rodeaba el régimen. Una obra faraónica que
costó a las arcas públicas a lo largo de sus veinte años de construcción
2.421 millones de pesetas de la época, según datos de Mariano Sánchez.
“Para entender la magnitud de la obra conviene
comparar el coste con otras partidas de los Presupuestos.
Así, hasta 1970 el Estado había dedicado 2.339 millones de pesetas para
Educación, explica Mariano Sánchez, autor de obras como
Los Franco S.A. o
Los banqueros de Franco a
Público.
El Valle de los Caídos refleja el funcionamiento de la oligarquía empresarial que rodeaba el régimen Franco eligió el 1 de abril de 1940, primer aniversario de la victoria de la entonces conocida como
“Victoria de las armas de España”, para dar a conocer su proyecto. Fernando Olmeda, autor de
El Valle de los Caídos.
Una memoria de España, recoge en su obra las palabras pronunciadas
aquel mismo día por el coronel Valentín Galarza, subsecretario del a
jefatura del Estado, en la lectura al Decreto que dispone la
construcción del futuro monumento:
“La dimensión de nuestra
cruzada, los heroicos sacrificios que la victoria encierra y
trascendencia que ha tenido para el futuro de España esta epopeya no
pueden quedar perpetuados por los sencillos monumentos con los que suele
conmemorarse en villas y ciudades los hechos salientes de nuestra
historia. Es necesario que las piedras que se levanten tengan la
grandeza de los monumentos, que desafíen al tiempo y al olvido y que
constituyan lugar de meditación y reposo en que
las generaciones futuras rindan tributo de admiración a los que legaron una España mejor”.
La
ejecución del gran sueño del generalísimo requirió un enorme
financiero, pero sobre todo de personal. En 1942 el régimen se da cuenta
de que además de obreros libres será necesario emplear batallones de
presos en un país que continúa desangrando tras la cruenta guerra civil.
Ese mismo año llega al Valle la Compañía del Batallón Disciplinario de
Soldados Trabajadores Penados nº 95.
Los presos visten gorro a rayas azules y blancas con una P que les identifica como presos.
El periodista Rafael Torres, autor de Los esclavos de Franco, cifró en
20.000 los presos republicanos que participaron a precios muy por debajo
del mercado y en condiciones de semiesclavitud en la construcción del
sueño de Franco.
Los presos "alquilados"
Fernando Olmeda
recoge en su obra dos testimonios de presos republicanos que detallan
las condiciones de la obra. Trinitario Rubio lo describe de la siguiente
manera:”Picábamos un metro cúbico de piedra, cargábamos vagonetas y
empujábamos entre varios. Trabajábamos en condiciones difíciles,
nos trataban de hijos de puta y rojos, cosa peor que los malos tratos”.
Segundo
Fernández, de familia de agricultores de izquierdas, y condenado por
tres consejos de guerra, resume en una frase su experiencia en la
construcción del Valle de los Caídos: “
Raro era el día que no morían uno o dos, y hasta tres, más por el hambre que por accidentes, porque la construcción del túnel casi no había empezado”.
La utilización de presos políticos como mano de obra ahorró al régimen 780 millones de euros
Nicolás
Sánchez-Albornoz, director del Instituto Cervantes de 1991 a 1996 y
condenado a trabajos forzados por el régimen en 1947, puso cifras al
negocio redondo de las empresas y el régimen de Franco con los presos
trabajadores. "
El Valle era un gran negocio", explica,
"los que estábamos condenados a trabajar allí estábamos alquilados a las
empresas que hacían la obra, Huarte y Banús, por 10,50 pesetas al día. A
nosotros nos daban 50 céntimos a cada uno. Los patronos tenían obreros a
precio de saldo y disciplinados", según recoge José María Calleja en un
artículo publicado en el diario El País. De esta manera,
Sánchez-Albornoz, actual miembro de la RAE, confiesa que estuvo
“alquilado” a la empresa Huarte y Banús.
El periodista Isaías Lafuente se atrevió a cuantificar en su libro
Esclavos por la Patria los beneficios obtenidos por el franquismo a costa de utilizar presos políticos para la realización de obras:
más de 130.000 millones de pesetas,
unos 780 millones de euros. Ello se deduce del estudio de las
detalladas memorias anuales remitidas a Franco por el Patronato para la
Redención de Penas entre 1939 y 1970, conservadas aún en los archivos de
la Dirección General de Instituciones Penitenciarias. en su libro
Esclavos por la patria.
Las empresas adjudicatarias y su beneficio
En sus inicios la obra se adjudica a tres grandes empresas, San Román, filial de
Agromán, se encargará de la perforación de la roca para abrir en ella el agujero gigante que albergará la cripta,
Estudios y Construcciones Molan se ocupará de la construcción del monasterio y
Banús,
gestionada por los dos hermanos Juan y José, se responsabilizará de la
carretera que unirá la entrada con el Risco de la Nava.
Estas tres empresas, junto a la constructora
Huarte y Cía
que se uniría a las obras en 1952, dispusieron de mano de obra
semiesclava para sus negocios privados por concesión del régimen de
Franco. Así, en 1943 Agromán disponía de 250 presos republicanos
trabajando en el Monumento, 100 en las obras de el Escorial Aguas y
Escorial Arca de Juan y otros 140 en diversas obras repartidas en
cuarteles y monasterios.
Banús, por su parte, disponía de 125
presos trabajando en la carretera que da acceso al Valle de los Caídos,
90 presos construyendo la estación de trenes de Chamartín (Madrid) y a
50 más en la base militar de Torrejón. En total llega a haber
141 batallones de presos republicanos repartidos por diferentes obras sólo en 1943, según recoge Olmeda en su obra.
¿Qué ha sido de estas empresas?
En 1943 había 141 batallones de presos republicanos realizando trabajos forzadosLa constructora Huarte, que acumulaba en
1975 un volumen de venta de 16.000 millones de pesetas,
se fusionó en 1998 con Obrascón. Un año después, se incorpora al grupo
la empresa Lain conformando el gigante constructor Obrascón- Huarte-
Laín u OHL, como es más conocido. El grupo está presidido por
Juan-Miguel Villar Mir, más conocido por haberse presentado a las
elecciones a presidente del Real Madrid de fútbol. Aunque en su
currículum figuran otros muchos cargos en la estructura del Estado
franquista como haber sido Director General de Empleo en 1964 o
presidente del Fondo Nacional de Protección del Trabajo en 1967.
Por
su parte, la constructora Agromán fue fundada por José María Aguirre
Gonzalo y José San Román en 1926, en tiempos de Primo de Rivera.
Gracias a sus negocios, Aguirre Gonzalo saltó pronto al mundo de la
banca y presidió el Banco Guipuzcoano desde 1956 hasta que falleció en
1988. Además, ocupó la presidencia del Banco Español de Crédito desde
1970 hasta 1983 y del Banesto, desde 1970 a 1984. No obstante, la
estirpe familiar no terminó ahí ya que su hijo José María Aguirre
González le sustituyó en el cargo de presidente del Banco Guipuzcoano
hasta 1999.
En 2010, este banco fue absorbido por el Banco Sabadell.
Tras la construcción de la carretera, los hermanos Banús siguieron caminos diferentes siempre bajo el amparo del régimen.
José Banús, conocido como el constructor del régimen,
es el artifice de barrios emblemáticos de Madridi como el de la
Concepción o el Barrio del Pilar, donde urbanizó una gran extensión de
terreno, y de cuyos pisos sacaba un beneficio de unas 115.000 pesetas.
De Madrid saltó a la Costa del Sol donde, en el verano de 1970, inauguró
su proyecto más ambicioso: Puerto Banús. Su estrecha relación el
régimen queda patente no sólo en sus negocios sino en sus distinciones:
medalla al Mérito en el Trabajo, la gran cruz del Mérito Civil y la
medalla de oro al Mérito Turístico. Sus descendientes heredaron un gran
imperio con origen en la construcción del Valle de los Caídos y su
amistad con el régimen de Franco.
Por otro lado, su hermano Juan Banús se quedó en Madrid y en su currículum figura
la construcción de la lujosa ciudad satélite de Mirasierra,
opulentas viviendas rodeadas de comercios y zonas de asueto. Sus hijos
Juan y Antonio Banús Ferré tomaron el testigo inmobiliario de su padre y
de su tío, especializándose cada uno en diferentes proyectos.
Juan Banús, fallecido en 2000, era el responsable de la lujosa área marbellí de Puerto Banús, lugar de veraneo de la
jet set y
de la familia real saudí, entre otras personalidades, mientras que
Antonio Banús es propietario de un importante número de franquicias de
la firma de moda italiana Benetton en España, gestor del hotel de cinco
estrellas Mirasierra Suites y dueño de la bodega El Carabal, situada en
Cáceres. Además,
Antonio Banús posee el 100% del capital del grupo promotor inmobiliario Juban.
No
obstante, en la larga lista de empresas que se beneficiaron de la
barata mano de obra de presos republicanos figuran otras muchas
sociedades que no participaron en la construcción del Valle de los
Caídos o que su gran negocio con el régimen fue otro. Es el caso de
Dragados y Construcciones, hoy también inversa en ACS, la constructora de Florentino Pérez.
Sin descuidar a amigos y los ministros
Pero
no sólo empresarios se beneficiaron de las “bondades del régimen”. La
democracia tampoco ha maltratado a los antiguos dirigentes franquistas,
sus herederos directos o a los familiares de Franco. Hoy, muchos de
estas personas tan cercanas al régimen, ya sea con lazos en el mundo de
los negocios, familiares o políticos,
siguen disfrutando de un papel importante en nuestra sociedad.
La democracia tampoco ha maltratado a los antiguos dirigentes franquistas, sus herederos directos o a los familiares de Franco
Así, según enumera Mariano Sánchez en su obra Los Franco S.A., las hermanas Alicia y Esther Koplowitz,
a través del Imperio de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC),
poseen un patrimonio que ronda los 1.000 millones de euros; los
descendientes de José Meliá Sinisterra, en el sector turístico (Hoteles
Meliá), facturan anualmente más de 600 millones de euros, o Carmela
Arias Díaz de Rábago, condesa de Fenosa y viuda de Pedro Barrié de la
Maza, cuya fortuna personal alcanza los 240 millones de euros.
También
llama la atención la puerta giratoria que unía a los ministros de
Franco con los Consejos de Administración de las principales empresas
españolas.
De los 119 ministros de franco, 22 de ellos se sentaron en 29 consejos de administración
de importantes entidades bancarias, nueve en bancos oficiales y cuatro
en cajas de ahorros. Otros ocho ex ministros fueron presidentes y/o
consejeros del Banco de España. En total, 43 ministros se convirtieron
en destacados ejecutivos del sector bancario.
Pero no sólo ellos
ocuparon esos puestos, también sus hijos. Sirve como ejemplo el reciente
nombramiento de Nemesio Fernández Cuesta, hijo del ministro de Comercio
en el penúltimo gobierno de Franco de igual nombre, como
director General de Negocios de Repsol.
No
obstante, no hay que buscar tan lejos para encontrar la alargada sombra
del régimen. En la penúltima horneada de políticos de la derecha
española se encuentran buenos ejemplos como
Rodrigo Rato, hijo de Ramón de Rato,
fundador junto a Millán Astray y Dionisio Ridruejo, entre otros, de
Radio Nacional de España, así como propietario del Banco del Norte y del
Banco Murciano.
O
José María Aznar, nieto de Manuel Aznar Zubigaray,
periodista y político cercano a Falange que fue director gerente de la
agencia de noticias EFE y embajador español ante la ONU, Marruecos, y
varios países de América.
(Publicat al diari Público)