Aquel jueves 3 de marzo de 2005 fue muy movido en términos políticos,
primero en Cataluña e, inmediatamente después, en el resto de España. En
un debate parlamentario sobre los desprendimientos del metro en el
barrio del Carmelo, el entonces presidente de la Generalitat, Pasqual
Maragall, aseguró que Jordi Pujol "se había equivocado" nombrando a Mas
‘conseller en cap’, especie de ‘primer ministro’ en versión catalana.
Pero el presidente Maragall dio de pronto otro estacazo mucho más fuerte a CiU. Se levantó de su escaño y dijo: “Hemos llegado al meollo de la cuestión: ustedes tienen un problema y este problema se llama tres por ciento”. La conmoción en el Parlamento fue escandalosa.
Síntomas e indicios
Maragall se hizo eco así de una avalancha de síntomas y de indicios que iban de boca en boca por Barcelona y que apuntaban a una presunta corrupción que habría venido beneficiando a CiU mediante el supuesto cobro de comisiones en las obras públicas promovidas por el último Gobierno Pujol, con Mas de primer ministro.
Círculo de confianza
Sin embargo, Maragall no supo resistir la amenaza patriótica con la que le replicó Mas. Éstas fueron sus palabras: “Usted ha perdido completamente los papeles”. Y le amenazó subrayando que “no olvide” que en los próximos meses entre PSC y CiU hemos de hacer cosas muy importantes al servicio de este país (…) y para ello es muy necesario que entre ustedes y nosotros siga existiendo un círculo de confianza política, que no es de amistad, de intentar hacer cosas juntos al servicio de este país”.
Por Cataluña
Maragall acabó aceptando la propuesta de Mas afirmando lo siguiente: “Lo hago por una sola razón (…) y es que Catalunya tiene cosas en adelante muy importantes que hacer, y espero de usted y su grupo apoyo”. Señaló además que estaba por medio el Estatuto de Cataluña, la Constitución española “y, en buena medida, nuestro futuro”.
El sector acomplejado
La verdad fue que CiU se salvó de la quema con el visto bueno, también patriótico, de Maragall y del sector más catalanista del PSC o más acomplejado, según se observe. Han pasado siete años desde aquella nefasta sesión parlamentaria. El Estatuto fue tiroteado por Mariano Rajoy y el conjunto del PP en su afán de desactivarlo. Lo consiguieron. CiU jugó todas sus cartas y puso obstáculos innecesarios al Estatut. ERC elevó sus exigencias y contribuyó al hundimiento mediático de los tripartitos.
Los intereses patrióticos
Cuando faltan muy pocos días para las elecciones, El Mundo, citando unos informes policiales -al menos en apariencia solventes-, ha puesto al descubierto una posible corrupción que, de ser cierta, debería suponer la caída política de Artur Mas y la caída asimismo política de la familia Pujol, que continúa controlando el rumbo de CiU. Esta vez, los intereses patrióticos no tendrían que ser la coraza convergente. Maragall cometió un error absolviendo a Mas a cuenta de asuntos de fondo patriótico.
La bandera y la cartera
Es hora ya de que la bandera no oculte más la cartera y los negocios non sanctos, si los hubiere, como en diversas ocasiones ha venido sucediendo respecto a la honradez política de CiU. Hasta el presente, los soberanistas catalanes han sido realmente muy hábiles para tapar con el victimismo nacionalista los acosos judiciales. Desde el affaire de Banca Catalana la conjunción Pujol/Cataluña o ahora Artur Mas/Cataluña ha sido una barrera intocable para eludir responsabilidades ante los tribunales.
Operaciones oscuras
¿Por qué los fiscales y los jueces no han investigado a partir de los informes policiales con el fin de que los ciudadanos catalanes y españoles puedan votar sabiendo si estamos ante un asunto delictivo o no? El asalto al Palau y las operaciones oscuras de una parte de la vieja guardia pujolista, como Prenafeta y Alavedra, entre otros personajes, no han sido aún escudriñadas debidamente.
¿Un Gobierno sospechoso?
Cataluña no se merece un Gobierno sospechoso. ¿O es que nos merecemos una Cataluña independiente, aunque eso sí dependiente de las presuntas corrupciones de los Mesías de turno?
Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM
Pero el presidente Maragall dio de pronto otro estacazo mucho más fuerte a CiU. Se levantó de su escaño y dijo: “Hemos llegado al meollo de la cuestión: ustedes tienen un problema y este problema se llama tres por ciento”. La conmoción en el Parlamento fue escandalosa.
Síntomas e indicios
Maragall se hizo eco así de una avalancha de síntomas y de indicios que iban de boca en boca por Barcelona y que apuntaban a una presunta corrupción que habría venido beneficiando a CiU mediante el supuesto cobro de comisiones en las obras públicas promovidas por el último Gobierno Pujol, con Mas de primer ministro.
Círculo de confianza
Sin embargo, Maragall no supo resistir la amenaza patriótica con la que le replicó Mas. Éstas fueron sus palabras: “Usted ha perdido completamente los papeles”. Y le amenazó subrayando que “no olvide” que en los próximos meses entre PSC y CiU hemos de hacer cosas muy importantes al servicio de este país (…) y para ello es muy necesario que entre ustedes y nosotros siga existiendo un círculo de confianza política, que no es de amistad, de intentar hacer cosas juntos al servicio de este país”.
Por Cataluña
Maragall acabó aceptando la propuesta de Mas afirmando lo siguiente: “Lo hago por una sola razón (…) y es que Catalunya tiene cosas en adelante muy importantes que hacer, y espero de usted y su grupo apoyo”. Señaló además que estaba por medio el Estatuto de Cataluña, la Constitución española “y, en buena medida, nuestro futuro”.
El sector acomplejado
La verdad fue que CiU se salvó de la quema con el visto bueno, también patriótico, de Maragall y del sector más catalanista del PSC o más acomplejado, según se observe. Han pasado siete años desde aquella nefasta sesión parlamentaria. El Estatuto fue tiroteado por Mariano Rajoy y el conjunto del PP en su afán de desactivarlo. Lo consiguieron. CiU jugó todas sus cartas y puso obstáculos innecesarios al Estatut. ERC elevó sus exigencias y contribuyó al hundimiento mediático de los tripartitos.
Los intereses patrióticos
Cuando faltan muy pocos días para las elecciones, El Mundo, citando unos informes policiales -al menos en apariencia solventes-, ha puesto al descubierto una posible corrupción que, de ser cierta, debería suponer la caída política de Artur Mas y la caída asimismo política de la familia Pujol, que continúa controlando el rumbo de CiU. Esta vez, los intereses patrióticos no tendrían que ser la coraza convergente. Maragall cometió un error absolviendo a Mas a cuenta de asuntos de fondo patriótico.
La bandera y la cartera
Es hora ya de que la bandera no oculte más la cartera y los negocios non sanctos, si los hubiere, como en diversas ocasiones ha venido sucediendo respecto a la honradez política de CiU. Hasta el presente, los soberanistas catalanes han sido realmente muy hábiles para tapar con el victimismo nacionalista los acosos judiciales. Desde el affaire de Banca Catalana la conjunción Pujol/Cataluña o ahora Artur Mas/Cataluña ha sido una barrera intocable para eludir responsabilidades ante los tribunales.
Operaciones oscuras
¿Por qué los fiscales y los jueces no han investigado a partir de los informes policiales con el fin de que los ciudadanos catalanes y españoles puedan votar sabiendo si estamos ante un asunto delictivo o no? El asalto al Palau y las operaciones oscuras de una parte de la vieja guardia pujolista, como Prenafeta y Alavedra, entre otros personajes, no han sido aún escudriñadas debidamente.
¿Un Gobierno sospechoso?
Cataluña no se merece un Gobierno sospechoso. ¿O es que nos merecemos una Cataluña independiente, aunque eso sí dependiente de las presuntas corrupciones de los Mesías de turno?
Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM