diumenge, 19 de maig del 2013

¿Contrato único? No disparen que estamos desarmados

Juan Carlos Escudier

Con los comisarios europeos nos pasa como con los reyes godos, que sabemos que existieron y hasta nos suena que uno se llamaba Chindasvinto. De los señores de Bruselas apenas si sabemos el nombre de un par de ellos. Reconocemos al incombustible y perenne Durao Barroso, aunque sólo sea porque, sueldo a sueldo, debe de tratarse del hombre que más fondos europeos ha recibido de la historia y porque se las arregla para salir en todas las fotos, empezando por la de las Azores. Y también a Almunia, que es del mismo Bilbao y antes, al parecer, decía ser socialista.
Ayer, de sopetón, se nos dio a conocer László Ándor, un tipo acentuadísimo al que hemos podido situar como natural de Hungría y comisario de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión, un cargo del que apenas se tenía constancia en el país con más paro de Europa. El tal Ándor acudía invitado a un seminario en Madrid y fue allí donde sugirió su fórmula magistral para resolver el problema del desempleo: un contrato único abierto, con el que se resolvería al fin la dualidad entre indefinidos y temporales ya que todos serían temporales.
La idea ha sido lanzada en múltiples ocasiones por la CEOE, pero sólo en los meses pares porque en los impares su presidente Rosell se arrepiente y dice que no acaba de verlo. El pasado mes de febrero, que era par, el de la patronal lo definía así: “un contrato simple, en tres líneas, sin bonificación, con un periodo de prueba y que a partir de ahí sea indefinido y con unas condiciones de salida pactadas en función de los años que se haya estado”.
Un chollo, oiga. Los jueces de los social pueden irse buscando otras ocupaciones porque ya no será necesarios, con lo que nos ahorramos un pico en Justicia. Se firma a la vez el empleo y el despido. Si un trabajador se corta el pelo y al empresario le gusta largo se va a la calle con la indemnización pactada en función de los años de servicio, que no será mucha. Se acabaron también los expedientes de regulación de empleo. ¿Para qué hacer un despido colectivo si libremente se puede despedir uno a uno? Como se ve, todo son ventajas.
La ministra del Rocío, Fátima Báñez, ha dejado pasar un día para responder al húngaro. No es que la idea le parezca mal, sino todo lo contrario. Es tan estupenda que, de hecho, ya la estudió el Gobierno cuando decretaron esa supuesta reforma laboral equilibrada que ha arrasado con buena parte de los derechos laborales. El único problema, según ha precisado, es que la Constitución no lo permite. Acabáramos. Pues que se cambie.
A László han de conocerle mucho en Hungría –en su casa, al menos- pero nadie duda de que es íntimo de la CEOE porque su segunda gran aportación fue la de aconsejar una reducción de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social, que estará en quiebra pero no para eso. Si Rosell no se lo llevó luego a comer jamón de pata negra es que es un sieso.
Es mentira, como afirma Rajoy, que España haya sido rescatada. Ni mucho menos. Si cada semana a un señor de Bruselas nos dicta lo que hay que hacer y poco después el Gobierno lo transcribe en un papel y lo aprueba por decreto es, únicamente, porque su apasionamiento por las buenas ideas y su ímpetu reformista no conoce límites. No es que estemos rescatados; lo que estamos es receptivos.
El día 29 de mayo el Eurogrupo, que son los ministros de Economía del euro y que hasta tiene un presidente cuyo nombre es para no olvidar, Dijsselbloem, hará pública sus recomendaciones reformistas para España. De entrada, progresamos adecuadamente pero tenemos que perseverar ahora que llega el calor y existe el peligro de que nos relajemos para entregarnos en las terrazas a las cervezas y al tinto de verano. En Bruselas no se han enterado todavía que Rajoy sabe lo que tiene que hacer y por eso hace lo que hace; de ahí que estén pendientes.  Deberíamos mandar a De Guindos, que habla idiomas, con una bandera blanca y un ruego: no disparen que estamos desarmados y nos rendimos.

dissabte, 18 de maig del 2013

OBJECTIU: ELIMINAR LA XAVALLA


Els experts monetaris de la UE se’n han adonat ara que fabricar xavalla produeix enormes pèrdues. Crida l’atenció que només 11 anys després de l’entrada en vigor de la moneda única ja es vulgui retirar les monedes de 1 i 2 cèntims d’euro. No ho podien preveure abans?
Recordo que la pesseta també tenia xavalla. Encara recordo les monedes de 5 cèntims que van desaparèixer quan jo era menut. En canvi, les de 10 cèntims van patir una reconversió i van disminuir considerablement la seva mida. També va variar el seu disseny: del primitiu cavaller (imitant una antiga moneda de l’imperi romà) al careto del dictador. Finalment, les autoritats monetàries espanyoles van decidir eliminar-la tota, fins i tot les monedes de 50 cèntims d’euro.
Per tal d’abaratir costos de fabricació de la pesseta també es va canviar el tipus de metall de l’encunyament, que va passar a ser molt més lleuger, igual o semblant a les monedes de valor inferior.
Potser recordareu que hi van haver unes monedes de 50 cm Foradades. A finals de la pesseta es van encunyar monedes de 25 pessetes que també tenien un forat al mig.
Però tornem a la xavalla. Amb quin problema es van trobar els botiguers quan s’havia de retornar el canvi de quantitats inferiors a la pesseta? Van usar l’enginy. Cal recordar que per aquell temps la majoria de botigues dels pobles eren com a súpers en miniatura, ja que s’hi podia trobar alimentació (menys carn i peix), calçat, merceria i fins i tot joguets durant la campanya de Reis. Per tant, disposaven de gran varietat d’articles de preu inferior a 1 pesseta, com per exemple una capça de mistos, un sobret de colorant alimentari o uns caramels.
En aquell temps els botigues en general eren persones molt honrades i, havent pogut fer el que segurament es farà ara (arrodonir preus), no ho van fer.
Ara segur que la supressió de les monedes de 1 i 2 cm faran que tothom arrodoneixi els preus a l’alça fins el 50 cèntims o bé la unitat, la qual cosa tornarà a ser una apujada de preus camuflada encara que les quantitats siguin irrisòries, però ja sabeu allò de de mica en mica s’omple la pica.      
Això precisament és la trama de una pel·lícula americana: un dia el contable d’una gran empresa va decidir desviar els cèntims de dòlar de les nòmines dels seus companys de treball al seu compte; els treballadors no se’n adonarien (perquè suposava una quantitat molt menuda) i ell, en poc temps es va convertir en multimilionari.
Per acabar, i ja que estem parlant de cèntims, algú em pot dir quin és el resultat de multiplicar 10 cèntims per 10 cèntims? La resposta sempre ha creat certa controvèrsia, però jo ho tinc molt clar. Segons tu, quan dóna?

El mejor pacto es un frente de izquierdas

Juan Carlos Escudier

Dicen que a este país le hace falta un gran pacto de Estado contra el paro, y en ello, al parecer, anda el Rey, muy sensibilizado con el tema del empleo ahora que no las tiene todas consigo en lo que a mantener el suyo se refiere. Lo de los pactos siempre queda muy chulo en las encuestas. ¿Cree usted que los políticos tendrían que ponerse de acuerdo para que haya trabajo? Pues claro. ¿Y para no robar? Ya están tardando. ¿Y para que las pensiones no peligren? Obviamente. ¿Y para que la Justicia sea igual para todos? La duda ofende. ¿Y para que la educación mejore, nuestros niños crezcan sanos, se contamine menos y la gasolina sea más barata? Completamente, ¿dónde hay que firmar?
El consenso está muy bien visto, aunque la gente olvide que el ponerse de acuerdo en algo no es intrínsecamente bueno. Digamos que depende. El último gran pacto entre Gobierno y oposición tuvo lugar con Zapatero de presidente. Fue una reforma exprés de la Constitución en la que se juraba al mundo que antes que dejar de pagar nuestras deudas seríamos capaces de matar de hambre a nuestras ancianitas. ¿Fue bueno el consenso? Para los bancos alemanes, sí, efectivamente.
Como norma general, más que a una necesidad –que en el caso de los parados sería casi una exigencia-, los pactos obedecen siempre a un cálculo político. Suelen ser muy buenos para quien gobierna, porque de esta forma se desactiva a la oposición; son muy socorridos para la oposición cuando ya está hecha unos zorros antes de cualquier acuerdo e intenta demostrar que sirve para algo; y, como en esta ocasión, son un balón de oxígeno para una jefatura del Estado que después de ver de cerca las orejas al elefante ahora se las empieza a ver al lobo.
Como el interés general es accesorio, todo depende del rédito a obtener y éste, en el caso del Gobierno, es escaso. ¿Neutralizar a los socialistas? Entre su debate por el liderazgo y el mesarse los cabellos cada vez que un sondeo les manda al infierno, se ocupan ellos solos. ¿Paz social? Incluso gente tan inclinada a creer en los milagros sabe que los olmos no dan peras ni por intercesión de la Virgen del Rocío. ¿Moderación salarial? Ya la tienen por decreto, y hasta una reducción mayor si hiciera falta. Con Alemania empeñada en retrotraer las relaciones laborales en España a tiempos de la primera revolución industrial, ¿qué tipo de marioneta de Merkel sería Rajoy si dejara que le ataran las manos los otros personajes del guiñol con un pacto de Estado?
Otra cosa bien distinta es que el clamor social exija una pantomima, y a ella se apresta nuestro corajudo presidente este próximo jueves, cuando reciba a los sindicatos en Moncloa. ¡Qué no se diga que este Gobierno no dialoga y es insensible al drama del desempleo! Por tanto, habrá diálogo –algo menos de dos horas será suficiente- y foto para el álbum. Desde el PP se dirá luego que el presidente ha echado el resto y ha explicado con detalle su reforma laboral, una semillita que algún día dará frutos, pero que es muy complejísimo llegar a acuerdos con organizaciones tan trasnochadas que no tienen ni pajolera idea de botánica.
En consecuencia, descartada la adhesión inquebrantable, el pacto es imposible o, cuando menos, tan complicado como envolver un triciclo en papel de regalo. Lo que debería ser posible y hasta obligado es la formación de un frente de izquierdas, donde partidos, sindicatos y movimientos sociales, incluido el 15-M, dejen de hacer la guerra por su cuenta y construyan una alternativa, una respuesta unitaria a tanto destrozo.
Conociendo a nuestros clásicos, dicho frente roza también lo inverosímil. ¿Se avendría el PSOE a reconocer explícitamente su debilidad, pese a haber lanzado recientemente una idea similar? ¿Estaría IU por la labor de servir de muleta a los socialistas, ahora que en las encuestas les pisan los talones? ¿Cederían los sindicatos protagonismo a unos movimientos que censuran su burocracia y su inoperancia? ¿Aceptarían los indignados del 15-M perder su virginidad intentando hacer posible algo de lo que se lee en sus carteles? Es probable que ni lo intenten pero en Bet365 se admiten apuestas.

divendres, 17 de maig del 2013

PAÍS VALENCIÀ

El govern d’Alberto Fabra (el nou number one de la classe política pepera valenciana), després d’uns primers mesos prometedors al front de a seva comunitat, finalment, ha decidit desenterra la destral de guerra contra Catalunya i contra tot el que representa.
Coneixedor de que als seus antecessors la política anti-catalana els va funcionar a les mil meravelles, Fabra retorna als principis i l’essència del bunker barraqueta(*) per a mirar de guanyar-se els votants quan han decidit no seguir donant suport al PP valencià.
Curiosament, aquest fet passa després de que el Tribunal Suprem hagi donat la raó als d’Acció Cultural del País Valencià en l’enrenou dels repetidors televisius que permetien veure TV3 al llarg i ample del territori valencià, a la qual cosa s’oposaven els blaveros (**)
I és que la cultura catalana està mal vista pels valencians més extremistes; sobre tot si satiritzes els estereotips valencians. Tampoc no els agrada gens ni mica que s’expliqui a la ciutadania dels tripijocs dels seus dirigents com ara Carlos Fabra, Francisco Camps o Rita Barberà. Com el PP controla els mitjans de comunicació públics dintre de la seva comunitat, se’n guarden molt d’emetre informacions que els hi puguin perjudicar. En canvi, TV3 si les donaria amb la repercussió negativa que podria tenir (electoralment parlant) per als interessos de la casta dirigent del PP valencià.
Com que, des de València, no es pot imposar que s’eliminin certs continguts informatius que ells poden considerar inapropiats per als seus súbdits, la qual cosa aniria en contra de la llibertat d’expressió, ara volen que no es digui País Valencià a la seva comunitat autònoma.
El terme País Valencià és el que, normalment s’ha usat a Catalunya per a referir-nos a la nostra comunitat autònoma veïna del Sud. També l’usen la majoria dels valencians d’esquerres i, fins on pugui el PP, també volen que el deixen d'usar, com ara a les Corts Valencianes. 
De fet, la denominació de la seva comunitat va ser l’entrebanc més gros que van tenir quan es va redactar l’estatut d’autonomia valencià, ja que els valencians de dretes haurien preferit que s’anomenés Regne de València. Com que les diferències eren insalvables, al final es va decidir per una tercera opció molt més ligth, però que a la pràctica no satisfeia a ningú, encara que en el temps sé la van apropiar les dretes: Comunitat Valenciana.
El comportament de la dreta valenciana denota un gran complex d’inferioritat i una por extrema davant l’actitud que poguessin prendre els seus ciutadans en el cas de que la llengua i la cultura catalana els arribés amb tota normalitat.
Recordo que els dirigents peperos valencians van ser els primers de crear un conflicte lingüístic en anomenar valencià al català que es parlava a València i no reconèixer la unitat de la llengua, sense cap tipus de rigor i contradient a la pròpia Universitat Valenciana. Anys més tard el conflicte el provocaria el PP de Bauzà a Mallorca i, recentment la Maria Fernanda Rudi al cap davant del PP aragonès (i amb el suport del PAR) amb l’invent dels idiomes Lapao i Lapapyp.  
De tota aquesta situació, el que trobo del tot inversemblant és que no hi hagi la mateixa correspondència a l’hora d’admetre l’idioma propi al S i al N del riu Sénia. Mentre a Catalunya s’admet el valencià com una variant dialectal del català i els professors, professionals de la sanitat etc. poden opositar també a Catalunya sense cap tipus de problema (la prova són tots els integrants d’aquests col·lectius que treballen a Catalunya), a València no reconeixen els nivells de català atorgats per l’autoritat lingüística d’aquí, amb l’impediment que això representa a l’hora de voler ocupar una plaça de les mateixes característiques a l’àmbit del País Valencià (a mi no m’ho podran prohibir) 
 
(*) Bunker barraqueta.- S’anomena així al col·lectiu de valencians més intransigents respecte a l’idioma català i totes aquelles influències culturals que puguin arribar de Catalunya.  
(**) Blaveros.- Si fa o no fa significa el mateix. La terminologia deriva del blau que porta la bandera oficial valenciana. Per les informacions que tinc, l’actual ensenya del País Valencià, seria còpia de l’estendard de Jaume I el Conqueridor i que, després de la conquesta de València el lliurar a la ciutat. Aquí, la dreta valenciana, també va imposar els seus criteris davant del que s’havia acceptat fins aquell moment.