Vicente Clavero
Ana Botella se ha echado encima en los últimos días más basura que la que dejaron los barrenderos en las calles de Madrid durante toda su huelga. Decir que el acuerdo con las concesionarias del servicio de limpieza ha sido posible gracias a la reforma laboral –como ha dicho– sería de risa si no fuese de pena. Pero, por lo visto, es la única manera de infravalorar el éxito de los sindicatos y de los trabajadores que se le ha ocurrido a la alcaldesa.
Un éxito parcial, desde luego, porque a nadie le agrada un expediente de regulación temporal de empleo como el que tendrán que soportar a partir de ahora los barrenderos de Madrid. Aunque éxito al fin, porque su lucha ha impedido que las empresas pusieran de patitas en la calle a más de un millar de ellos. Y, además, con unas indemnizaciones miserables, por obra y gracia –eso sí– de la reforma laboral del Gobierno del PP.
Que los sindicatos hayan ganado semejante a batalla a los ojos de España entera es más de lo que pueden soportar la derecha cavernícola y el coro mediático que la jalea. Sobre todo cuando llevan años intentando socavar su credibilidad, acusándoles de ser un nido de corruptos y de vagos, da igual si con razón o sin ella. De ahí la salida de pata de banco de Ana Botella, que ha vuelto a dar pruebas evidentes de que las situaciones complicadas la superan.
La alcaldesa –quizás para justificarse ante los dirigentes de su partido que la consideran una blanda– ha asegurado que los barrenderos hicieron una huelga salvaje. ¿Salvaje por qué? ¿Porque han sido quemados varios contenedores y se ha desparramado la basura por los suelos? Ana Botella no tiene ni idea de lo que es una huelga salvaje, ni de lo que piensan los ciudadanos de Madrid, que han aguantado ésta con una mezcla de comprensión y paciencia.
Salvaje es el uso que el PP hace de los servicios mínimos cuando está en el poder, como han puesto de manifiesto reiteradamente los tribunales. En el caso que nos ocupa afectaban a 40% de la plantilla y todavía se extraña la alcaldesa de que haya quienes han impedido su cumplimiento. Mariano Rajoy anunció ayer que los va a regular y yo me alegraré si se acaba así con los abusos, pero no de los trabajadores, sino de ellos.
Ana Botella se ha echado encima en los últimos días más basura que la que dejaron los barrenderos en las calles de Madrid durante toda su huelga. Decir que el acuerdo con las concesionarias del servicio de limpieza ha sido posible gracias a la reforma laboral –como ha dicho– sería de risa si no fuese de pena. Pero, por lo visto, es la única manera de infravalorar el éxito de los sindicatos y de los trabajadores que se le ha ocurrido a la alcaldesa.
Un éxito parcial, desde luego, porque a nadie le agrada un expediente de regulación temporal de empleo como el que tendrán que soportar a partir de ahora los barrenderos de Madrid. Aunque éxito al fin, porque su lucha ha impedido que las empresas pusieran de patitas en la calle a más de un millar de ellos. Y, además, con unas indemnizaciones miserables, por obra y gracia –eso sí– de la reforma laboral del Gobierno del PP.
Que los sindicatos hayan ganado semejante a batalla a los ojos de España entera es más de lo que pueden soportar la derecha cavernícola y el coro mediático que la jalea. Sobre todo cuando llevan años intentando socavar su credibilidad, acusándoles de ser un nido de corruptos y de vagos, da igual si con razón o sin ella. De ahí la salida de pata de banco de Ana Botella, que ha vuelto a dar pruebas evidentes de que las situaciones complicadas la superan.
La alcaldesa –quizás para justificarse ante los dirigentes de su partido que la consideran una blanda– ha asegurado que los barrenderos hicieron una huelga salvaje. ¿Salvaje por qué? ¿Porque han sido quemados varios contenedores y se ha desparramado la basura por los suelos? Ana Botella no tiene ni idea de lo que es una huelga salvaje, ni de lo que piensan los ciudadanos de Madrid, que han aguantado ésta con una mezcla de comprensión y paciencia.
Salvaje es el uso que el PP hace de los servicios mínimos cuando está en el poder, como han puesto de manifiesto reiteradamente los tribunales. En el caso que nos ocupa afectaban a 40% de la plantilla y todavía se extraña la alcaldesa de que haya quienes han impedido su cumplimiento. Mariano Rajoy anunció ayer que los va a regular y yo me alegraré si se acaba así con los abusos, pero no de los trabajadores, sino de ellos.