dimecres, 12 de juliol del 2017

EL KEMPIS

Tot just al costat de la Plaça, la casa del tio Gabriel i la tia Pepeta de la Fermina, la de la tia Rosa de Laulario i el tio Joan de Chavarria, el bar d’Aigualera, amb els 3 Juanitos, la tia Ana i la Pilar, el forn del tio Juanitet (de la família Bailach, de gran tradició panadera) i la tia Encarnación i, finalment el locutori telefònic de la Paquita la del telèfon...
Tots aquells que sigueu de la Galera i de la meva generació segur que us en recordareu.  
El locutori de telèfons era un establiment on predominava la fusta, fins i tot al terra... A l’esquerra una mena de cabina des d’on es podia parlar amb altres telèfons de qualsevol indret (sempre conferències) Al costat, i mirant cap a la paret del forn, s’asseia laPaquita davant d’un tauler amb un bon grapat de forats i des d’on sortien uns fils gruixuts que acabaven en unes clavilles que la Paquita anava introduint i traient dels forats. Portava uns auriculars per poder escoltar i un microfon penjat al coll per a poder parlar.  

...

L’any 1977 jo treballava a Castelló, com alguna vegada he explicat. Un dia, la Paquita que era molt devota, a part d’amiga de ma mare, me va cridar i me va fer un encàrrec del tot inusual, al menys per a mi:

-Ja que treballes a Castelló i allí també són molt catòlics, me podries comprar un Kempis que vull regalar a una xiqueta que pren la comunió aquest any...

Davant la meva ignorància, me’n va ensenyar un que tenia ella. Era un llibre petit, com els que solíem portar quan preníem la comunió, però més auster i que tenia per títol: Imitación a Cristo.  

...

En aquella època el carrer més comercial de Castelló era el Enmedio o Enmig, molt cèntric i proper a la seu de l’ajuntament de la capital de la Plana. Era un dels carrers que solíem passejar després d’acabar la nostra jornada de treball camí d’algun bar de tapes dels que hi havia per la zona. Recordava haver-hi vist una botiga d’objectes religiosos: petites imatges religioses, candeles, alguns llibres i d’altres objectes religiosos.
Llest per a fer l’encàrrec que m’havia fet la Paquita, vaig entrar a aquella antiga i rància tenda i quan me van preguntar que volia els hi vaig dir:

-Un llibre que es diu De la imitación a Cristo...

-Un Kempis!

-Si, sí, això mateix...

Per a la meva sorpresa s’anomenava, efectivament un Kempis. Qui m’ho anava a dir...? Mai hagués pensat que aquell llibret es coneixia popularment pel cognom del seu autor, tot i que la Paquita m’ho havia dit així.
El vaig comprar i dissabte següent li vaig portar a la Paquita que es va mostrar molt contenta i agraïda. No van passar massa dies i me’n va tornar a encarregar un altre...

...

Vaig entrar a la botiga religiosa i en preguntar-me que volia, vaig respondre:

-Un Kempis!

M’havia convertit en tot un expert en la matèria.


Castelló. Carrer d'Enmig.


LA NOSTRA RIBERA 231






MUSEU LULA PÉREZ-MARÇÀGINÉ (MARÇÀ) 12







La catalanofobia pepera

Al PP siempre le ha ido muy bien recurrir al espantajo del anticatalanismo

JORDI GARCIA-SOLER

Llevo ya cinco largos años denunciando una y otra vez, tanto en artículos como en tertulias de radio y televisión, los graves errores políticos cometidos por el movimiento secesionista catalán, y en concreto por el Gobierno de la Generalitat presidido primero por Artur Mas y luego por Carles Puigdemont.
En todas o en casi todas estas ocasiones he denunciando también los también los muchos errores, tanto o más graves, cometidos por el Gobierno de España, que en todos estos largos e interminables cinco años ha estado siempre presidido por el aparentemente incombustible Mariano Rajoy. No obstante, conviene recordar que en el principio de todo esto estuvo precisamente el PP, y en concreto Mariano Rajoy. Resulta muy revelador recordar cómo nada de lo que viene ocurriendo con el secesionismo catalán hubiese sucedido, al menos con la gravedad con la que sucede, si el PP, ya con Rajoy a la cabeza, no se hubiese lanzado al monte al grito de “¡España se rompe!”, primero con aquella escandalosa recogida de firmas “contra Cataluña” en las calles de media España, luego con su recurso contra el nuevo Estatuto catalán previamente aprobado en las Cortes y refrendado por la ciudadanía catalana.
Aquellos polvos trajeron estos lodos, todo este inmenso lodazal que a todos nos afecta y del que nos será francamente difícil salir airosos, sin más víctimas que las estrictamente necesarias y a ser posible sin que haya vencedores y vencidos. Porque en toda España –y por tanto, también en Cataluña- estamos más que hartos de acabar siempre con vencedores y vencidos. Sabemos cuánta razón llevaba aquel gran poeta catalán llamado Jaime Gil de Biedma cuando dejó escrito que “de todas las historias de la Historia sin duda la más triste es la de España porque termina mal”.
Es muy cierto que el secesionismo catalán tiene una muy importante parte de culpa en la situación en la que nos hallamos. Sus errores han sido y son innumerables, y me temo que seguirán acumulándolos. Han sido, son y serán casi tantos como sus despropósitos, sus provocaciones absurdas, sus hojas de ruta desnortadas, sus improvisaciones constantes y, lo que sin duda es mucho más grave, su desfachatez en la pretensión de saltarse las normas básicas de un pleno Estado democrático y de derecho como por suerte es y sigue siendo España desde hace ya casi cuarenta años.
Ya sé que es un mero ejercicio de ucronía, pero me he planteado muchas veces qué hubiese ocurrido en Cataluña si el PP, con Mariano Rajoy al frente y con la única intención política de echar de la Moncloa al socialista José Luis Rodríguez Zapatero, no hubiesen hecho de la catalanofobia una indigna arma política de destrucción masiva. ¿Qué hubiese sucedido si aquel nuevo Estatuto catalán que había sido refrendado por la ciudadanía catalana tras su aprobación en Cortes no hubiese sido injustificadamente vaciado y estuviese hoy plenamente en vigor?
Claro está que al PP siempre le ha ido muy bien recurrir al espantajo del anticatalanismo, a la excitación de las viejas y peores pasiones del nacionalismo españolista más rancio y cerril. Así les va y así nos va. Consumados aprendices de brujo, expertos bomberos pirómanos, han sido absolutamente incapaces de apagar el incendio que ellos mismos prendieron. Un incendio que en Cataluña otros nacionalistas no han dejado de animar.
 
Jordi García-Soler es periodista y analista político