dimecres, 13 de març del 2013

“Un nuevo Lehman Brothers podría estar al caer”

“La falta de control del sector financiero ha incrementado el riesgo de un nuevo crash financiero mundial cuyas consecuencias podrían ser peores que el anterior”, afirma la autora de ‘El informe Lugano II’: “Internet es una buena herramienta para organizarse, pero la protesta debe estar en la calle si quiere triunfar”.
Pilar Blázquez

Son ricos y quieren serlo mucho más. Podrían haberse citado en la última cumbre de Davos o no, porque son a un tiempo realidad y ficción. Se llaman Los solicitantes, y buscan respuestas para mantener el capitalismo por encima de todo, incluso si eso implica acabar con la democracia. Este es el hilo argumental del último libro de Susan George, El Informe Lugano II (Deusto), en el que la politóloga y analista franco americana y presidente de honor de Attac analiza la realidad y la motivación que se esconden tras lo que nos están contando de la actual crisis. A sus 79 años, George sólo tiene un objetivo: que sus lectores se den cuenta que lo que está pasando es un montaje para que los ricos sigan ganando la batalla de la lucha de clases y se conciencien de que sólo con la lucha callejera es posible plantarles cara.
“Esta vez, vamos a liquidar la democracia”. Este es el inquietante subtítulo que usted ha elegido para su último libro El Informe Lugano II. ¿Tanto mal hace la democracia al grupo de multimillonarios de Davos que protagoniza su relato?
En mi libro hay un grupo ficticio de ricos, que yo llamo Los solicitantes, y que buscan asesoramiento para consolidar los privilegios del capitalismo. Por su puesto, la democracia es incómoda para ellos. Se han conseguido demasiados avances para las clases medias en los últimos años del siglo XX, un Estado del Bienestar que es muy caro, muy permisivo y que no les interesa. No quieren que los trabajadores tengan tantos derechos, no quieren ayudas para nadie… Lo que quieren es que se vuelva a la situación de sumisión que tenían a principios del siglo XX por lo menos.
Un resultado tan caótico como el de las últimas elecciones italianas, ¿facilita la tarea de destruir la democracia?
Cuando escribí mi libro no tenía ni idea de lo que iba a ocurrir en Italia. Pero la verdad es que no me sorprende. Es normal que el apoyo a Monti se desmorone ya que ha sido él quien ha aplicado las medidas restrictivas dictadas por Europa. Que resurja el apoyo a Berlusconi se puede entender ya que la gente puede pensar que antes se estaba mejor. El problema es que su populismo como el de Beppe Grillo son peligrosos. El nivel de corrupción y manipulación con el populismo en el poder es mucho más alto y eso sí que es un atentado contra la democracia.
El Informe Lugano II ofrece cifras muy inquietantes respecto al poder financiero mundial. Por ejemplo, que el mercado de derivados es mucho más grande, las agencias de rating siguen dominando a pesar de sus fallos reconocidos. ¿Por qué hay tanta negligencia en las élites políticas para aportar soluciones mientras siguen actuando al dictado que marcan los mercados?
Los banqueros tienen mucho poder. Ellos pueden elegir quién es elegido y quién no. Esto es muy claro en EEUU. Pero en Europa también tenemos ejemplos de su poder en la sombra. El Gobierno francés, por ejemplo, presume de haber hecho una ley que separa los bancos de inversión de la banca minorista, que en teoría quiere evitar los riesgos en los que incurrió la crisis de 2008. Ese texto ha sido sometido a debate parlamentario y se ha invitado a los grandes poderes financieros a comentarlo. Uno de los grandes banqueros del país, un representante de Société Générale, dijo que la ley, tal y como estaba redactada apenas le preocupaba ya que en el peor de los casos afectaría al 1% de su negocio. Es decir, los grandes titulares en prensa ensalzarán una nueva legislación de control a la banca, pero la realidad es que siguen igual. Es sólo marketing social.
Lo que ocurre es que, básicamente los políticos no quiere enfrentarse al sector financiero que es el más poderoso de la sociedad. Los políticos los temen, o incluso los admiran. Realmente Sarkozy los admiraba y yo creo que Obama también. Y por otro lado, los ricos, como decía Adam Smith,”siempre quieren más para ellos y nada para los otros”.
En su primer informe Lugano usted acertó con la predicción de que llegaría una crisis financiera mundial. Ahora, este segundo también advierte de que un segundo crash es posible y de ser así, sí que podría acabar para siempre con el capitalismo.
Temo una nueva crisis del sistema financiero. En mi libro explico que las 50 principales empresas del mundo están muy correlacionadas. Esto no es ficción si miras quién controla a quien en el mundo transnacional. Las más interconectadas están en el borde de cuchillo. Si la economía va bien no pasará nada, pero si algo va mal en alguna de ellas, todas caerán como un dominó.  Además, 48 de esas compañías son grandes entidades financieras. Esto significa que sí, que un nuevo Lehman Brothers es posible, porque nadie tras el anterior crash ha sido capaz de poner al sistema financiero bajo control.
Usted se ha pasado años liderando la reivindicación de una Tasa Tobin para las finanzas. ¿Qué opina de la aprobada ahora por la Unión Europea?
Es un triunfo y una derrota al mismo tiempo. Es una victoria porque por fin han aceptado, algo que nos habían negado una y otra vez, que es posible tasar las transacciones financieras. Pero el problema es lo que van a hacer con el dinero. Nuestras reivindicaciones de que fuera destinado a ayudas al tercer mundo y a los necesitados de nuestras sociedades no han sido escuchadas y lo más probable es que todo lo recaudado, que será alrededor de unos 35.000 millones de euros,  vaya directamente al presupuesto de los países. Y eso es una derrota.
Insiste en su libro en decir que es mentira la afirmación tantas veces repetida de que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. ¿Tan tontos somos los ciudadanos como para que la mayoría haya interiorizado esa culpa como real y verdadera?
La propaganda institucional es muy potente. Si te están lanzando ese mensaje insistentemente un día tras otro y en todos los lugares, acabas creyendo que es verdad. Los argumentos para desmontarlo no tienen la misma difusión, mucha gente los desconoce.  La situación extrema que estamos viviendo es por la crisis que provocaron los banqueros no por lo que ha hecho el pueblo.
Una parte del pueblo sí se ha dado cuenta y ha salido a protestar a la calle. Estas protestas inquietan mucho a sus ricos de Davos, aunque en el fondo están tranquilos porque ven que los ciudadanos no consiguen unirse lo suficiente. ¿Están perdiendo potencia movimientos como el 15M?
El pueblo tiene que luchar, reaccionar frente a las agresiones. Estos movimientos sociales son la mayor preocupación de los multimillonarios que quieren mantener el capitalismo más extremo a toda costa. Pero los indignados tiene que saber  que  la lucha sólo en sus propios países o por sus propios intereses no es suficiente. No es suficiente luchar ante Rajoy o ante Silvio Berlusconi. Porque en el mejor de los casos podrían ganarles a ellos, pero eso ahora en el contexto europeo no significa nada. El poder está en el BCE, en el FMI. Ni Rajoy ni François Hollande pueden hacer frente a esos poderes supranacionales.
Tampoco las feministas, los ecologistas, los homosexuales por sí solos tienen mucho que hacer. Lo que más me gustaría es ver cómo los movimientos de los indignados de toda Europa se unen con los sindicatos de toda Europa para hacer protestas a nivel internacional. Ese es el poder del pueblo.
Una cosa me ha sorprendido mucho de su libro. El grupo de Davos aboga por mantener a los activistas protestando en internet, mientras se les mantenga lejos de las calles. ¿No es internet el mejor canal para organizarse socialmente?
Internet es una herramienta estupenda, pero no es el lugar donde tiene que llevarse a cabo la revolución. La revolución no está en la web, está en la calle, con lobbys que planten cara a los lobbys de los ricos en las mismas condiciones, con una buena definición de los objetivos que se quieren conseguir y una buena estrategia de unión para llegar a todos ellos. Internet se puede utilizar para facilitar la información y la documentación que la gente necesita para formase y a apoyar la lucha callejera, pero la protesta sólo en web no tiene potencia.

Susan George

dimarts, 12 de març del 2013

VAS ASSISTIR A LA MANIFESTACIÓ D’AHIR? NO ET VAIG VEURE…

Diuen que diumenge ens varem manifestar a Tortosa unes 2.000 persones. Potser els organitzadors estan més que satisfets per l’èxit assolit, no ho sé, però, personalment, considero un autèntic fracàs de participació.
Potser la paraula fracàs no sigui la més idònia, per respecte als manifestants que van acudir per a fer escoltar la seva veu contra les retallades, la pèrdua de drets laborals i socials, contra el acomiadaments massius, el deteriorament de l’estat del benestar, la corrupció i reclamant una regeneració política que no crec que s’acabi donant.
Però és que no se’m acut qualificar-ho duna altra manera. En general la ciutadania prefereix quedar-se a casa o sortir amb la família aprofitant que el dia no era tant dolent, encara que, al cel, s’hi podien veure alguns núvols.
La manifestació sortia de 3 llocs deferents: des del davant de la seu dels sindicats majoritaris (la  UGT, CC.OO i USO) ocupen el mateix edifici al barri del Temple; aquesta manifestació estava presidida pels treballadors de Erkimia de Flix. Des del barri de Ferreries i des de l plaça dels Dolors a la zona del Rastre. Cada una d’elles amb una reivindicació diferent: els sindicats en contra de la pèrdua de llocs de treball i la precarietat I, la segona en contra les retallades a la sanitat (alguns dels seus professionals van acudir amb les bates blanques), educació, etc. i la tercera en contra la corrupció i el deteriorament de l’estat del benestar, en contra de la corrupció política i financera i a favor de la regeneració política dels nostre país.
Totes tres manifestacions confluïen a la cèntrica plaça d’Alfonso (Alfons XIII) on es van llegir diversos manifests. Certament la plaça feia patxoca, però hauria d’haver estat molt més plena i fins i tot els carrers adjacents a la mateixa, tal com passa a les manifestacions multitudinàries.
Dos mil persones es manifestaven a principis de la dècada passada quan començaven les manifestacions antitransvasament i la gent encara no estava del tot conscienciada. Després, com recordareu, van començar a ser multitudinàries amb participacions de diverses desenes de milers i fins i tot centenars de milers, com les de Barcelona i Madrid) Aquelles manifestacions només eren mostra d’indignació contra el govern d’aquí (Generalitat) i d’allí (govern central) i en defensa de l’Ebre, però també de tot un territori. No obstant, hi havia molta gent que no s’hi sentia identificada.
En canvi les manifestacions d’ahir (en total unes 60 a tot l’estat espanyol) estaven convocades pels sindicats, però també per una sèrie de col·lectius afectats per les polítiques restrictives del PP (allà) i de CiU + ERC (aquí) Difícilment podríem trobar algú a qui la manifestació no representés.
Els primers de sortir al carrer haurien de ser els aturats reclamant polítiques actives d’ocupació i després tots els diversos col·lectius de funcionaris que han vist con se’ls hi ha retallat sistemàticament el sou des del temps de Zapatero. També els ocupats perquè, segur, han perdut drets laborals. I, finalment, la ciutadania en general que han vist com han hagut de repagar alguns serveis sanitaris, con s’han incrementat les taxes universitàries, com s’han reduït el nombre de mestres incrementant la ràtio d’alumnes per aula, etc. etc.
Però la majoria de la ciutadania deuen de pensar que la situació s’arreglarà per si sola o que manifestar-se no serveix per a res o simplement i, tal com deia al començament, van preferir quedar-se a casa.
Què més ha de passar per a que la gent, com una sola persona, surti al carrer a lluitar per ell i el futur dels seus fills i nets?
Personalment, aquesta actitud de passotisme em sembla inversemblant.
Jo no vaig votar el PP i tu?        

FOTOS DE LA MANIFESTACIÓ DE TORTOSA DE DIUMENGE III





 









Un fiscal contable para un país sin un euro

Autoridad militar, por supuesto, pregonaban los golpistas del 23-F. Autoridad fiscal independiente, anuncian nuestros gobernantes secuestrados ahora por la Acorazada Brunete de la austeridad que no sólo recorta nuestro Estado como tal sino nuestra democracia como la veníamos entendiendo hasta hace año y pico.
El bueno de Montesquieu tiene retranca: nuestro ejecutivo anuncia, tras su último Consejo de Ministros, que creará una Autoridad Fiscal Independiente. Y remacha la portavoz Soraya Sáenz de Santamaría: “de plena autonomía e independencia” y que “no estará sujeta a las instrucciones del gobierno”. ¿Es que el resto de las fiscalías no son autónomas e independientes y están sujetas a las instrucciones gubernamentales? A veces, las redundancias son peligrosas: entre los juzgados presuntamente privatizados y los jueces peligrosos inhabilitados, lo único que nos faltaba es que los fiscales fueran ujieres de La Moncloa, como si España fuera la Venezuela de Chávez que pintan sus detractores.
Viene bien esa aclaración en estos tiempos raros en los que nuestro presidente, desaparecido en combate, da la sensación de pretender que no sólo desaparezcan también nuestros derechos sino nuestras libertades. Pobre país de televisión pública uniformada en donde Carlos Floriano, licenciado en Rayos Uva, se permite el lujo de recordarnos que la libertad prensa tiene que tener límites, como si ya no los tuviese sobradamente por ley. Tendremos que tentarnos la ropa, no sea que más temprano que tarde, a falta de un Silvio Berlusconi de guardia, alguien cree otra autoridad fiscal independiente que establezca la censura previa y la prisión provisional para los periodistas que ejerzan su oficio con gran alarma social para los firmes partidarios de las mordazas.
Por ahora, esa nueva autoridad fiscal independiente –similar, nos dicen, a la de un país federal como Estados Unidos– tratará de hacer cumplir a rajatabla el artículo 135 de la Constitución Española. ¿Recuerdan? Su contenido fue vergonzosamente aprobado por PSOE y por PP, con estivalidad y alevosía durante el verano de 2011 y, bajo su nueva redacción, apareció publicado en el BOE núm. 233 de 27 de septiembre de 2011. Es el que consagra el dogma de la inmaculada concepción de la estabilidad presupuestaria y fija como pecado mortal el déficit en las cuentas públicas, sobre todo en peligro de muerte o si ha de comulgar con ruedas de molino.
Se trata del que nos mandó escribir al dictado Bruselas y que vino a ser la carta de suicidio político de José Luis Rodríguez Zapatero. En teoría, si he entendido bien su contenido, bajo su tupida selva de palabras con manguitos, puñetas y lápices en la oreja, su objetivo es el de hacer valer que “siendo cada vez más evidentes las repercusiones de la globalización económica y financiera, la estabilidad presupuestaria adquiere un valor verdaderamente estructural y condicionante de la capacidad de actuación del Estado, del mantenimiento y desarrollo del Estado Social que proclama el artículo 1.1 de la propia Ley Fundamental y, en definitiva, de la prosperidad presente y futura de los ciudadanos”.
Más allá de la consolidación fiscal, imprescindible para que un Estado genere confianza, la reforma de dicho artículo pretendía “garantizar el principio de estabilidad presupuestaria, vinculando a todas las Administraciones Públicas en su consecución, reforzar el compromiso de España con la Unión Europea y, al mismo tiempo, garantizar la sostenibilidad económica y social de nuestro país”. O sea, la obligatoriedad de contener esas décimas de déficit que parecen bien invertidas cuando su propósito es salvar a la banca pero que, a los ojos de quienes mandan, se antojan un despropósito si se pretende crear empleo público aunque sea convocando oposiciones para peones camineros. De momento, para que luego digan, vamos a invertir parte de nuestras finanzas estranguladas, en crear un nuevo cargo, el de fiscal contable para un país sin un euro: Elliot Ness investigará cajones vacíos en ministerios sin competencia, consejerías sin fluidez y ayuntamientos dando la cara sin que el resto de las instituciones les den ni los buenos días.
Si teníamos dudas sobre la soberanía popular y nuestra capacidad de autogestión como Estado, tras aquella reforma constitucional, abandonamos toda esperanza, ya que establecía sin ningún género de dudas que “el Estado y las Comunidades Autónomas no podrán incurrir en un déficit estructural que supere los márgenes establecidos, en su caso, por la Unión Europea para sus Estados Miembros”. Y añadía, bajo otros corsés políticos de variado pelaje que “una Ley Orgánica fijará el déficit estructural máximo permitido al Estado y a las Comunidades Autónomas, en relación con su producto interior bruto”. Más un estrambote: “Las Entidades Locales deberán presentar equilibrio presupuestario”.
A primera vista, todo parece perseguir nuestra felicidad como pueblo y que no nos embarquemos en más ronchas dinerarias de las que podamos permitirnos: “El volumen de deuda pública del conjunto de las Administraciones Públicas en relación con el producto interior bruto del Estado no podrá superar el valor de referencia establecido en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea”. Lo que me parece, sin embargo, paradójico es uno de los epígrafes de dicha norma, para cuya aplicación no sólo haría falta una nueva autoridad fiscal independiente sino quitarnos las orejeras actuales: “Los límites de déficit estructural y de volumen de deuda pública sólo podrán superarse en caso de catástrofes naturales, recesión económica o situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al control del Estado y perjudiquen considerablemente la situación financiera o la sostenibilidad económica o social del Estado, apreciadas por la mayoría absoluta de los miembros del Congreso de los Diputados”. ¿No estamos acaso ante una catástrofe, no se sabe si natural o artificial, cuyo tsunami social roza el de los seis millones de parados? ¿No sufrimos la recesión en las carnes populares, por más que los mercados nos perdonen la vida en la macroeconomía? ¿No nos enfrentamos a una situación de emergencia extraordinaria que escapa al control del Estado porque cada vez hay menos contribuyentes y cada vez hay más manos que reclaman caridad o justicia?
Habrá que preguntarse si esa nueva autoridad fiscal independiente enviará a los antidisturbios de las agencias de rating, de las grandes corporaciones bancarias y del neoliberalismo mundial, a sofocar las revueltas de cualquier parlamento que se atreva a saltarse esa norma a la torera. Como ya suele ocurrir, a diario, con los ciudadanos que se rebelan ante un desahucio o ante esa rara costumbre de impedir a la brava cualquier tipo de manifestaciones, sobre todo las pacíficas.
Dado nuestro creciente proceso de europeización y a la vista de sus penosos resultados electorales, hay un firme candidato para cubrir la plaza de esa nueva autoridad fiscal independiente. Se llama Mario Monti, cuyos éxitos económicos en Italia son tan incontestables que lo mismo no podemos ficharlo tal y como nos agradaría. Y es que si el Vaticano busca realmente a un Papa tecnócrata, el cónclave de esta semana seguro que le elige como sucesor de San Pedro. 

Juan José Téllez