¿Tiene un partido derecho a defender su honor cuando ha mancillado el de todos españoles con sus mentiras?
Maldito el día en el que la dirección del diario El País tuvo la genial ocurrencia de publicar su contabilidad B, se dicen entre sí a diario los dirigentes del Partido Popular. Hasta entonces habían obtenido unos jugosos réditos electorales con el uso de sus argumentarios (utilizar frases cortas y directas que, repetidas hasta la saciedad, convierten las mentiras en medias verdades), sus silencios prolongados (dejar que se pudran sus problemas hasta que se diluyan y se olviden con el paso del tiempo), y la utilización de los eufemismos (no llamar a las cosas por su nombre). Pero desde el día 31 de enero todo ha cambiado, y esta fecha dramática, que les ha cogido con el pie cambiado, se ha convertido en la frontera entre un antes y un después y, por no saber, han sido incapaces de dar una respuesta “coherente” a un problema que huele muy mal y está a punto de engullirles en el basurero de la corrupción. Se les han acabo los eufemismos, los silencios les ridiculizan y los argumentarios se han convertido en un discurso inconexo, incoherente, deslavazado, grotesto y hasta irrisorio; eso sí, el papel de bufones lo interpretan con magistral maestría.
Nos prometieron una auditoría externa de sus cuentas, que ahora dicen no han podido encargar, a pesar de que para realizarla se han ofrecido gratuitamente los mismísimos técnicos de Hacienda de Montoro; ni tan siquiera conocemos el contenido de su auditoría interna, que han disfrazado con frases plagadas letras, pero sin números; y las querellas frente a “todos” se han convertido en una demanda en defensa del honor perdido, mal estructurada y peor planteada, que está condenada a ser íntegramente desestimada, si es que algún día llega a ser admitida a trámite.
Reconozco que los dirigentes del PP aún no han perdido del todo el sentido del ridículo, y de ahí que no hayan difundido su contenido; pero leyendo entre líneas lo que han dicho sobre ella, me surgen una serie de preguntas: ¿Tiene un partido derecho a defender su honor cuando ha mancillado el de todos españoles con sus mentiras?, ¿es posible demandar a Luis Bárcenas cuando éste ha negado su autoría?, ¿demandar a Luis el “cabrón” no lleva implícita la admisión de su autoría, que ellos mismos habían negado?, ¿es admisible demandar al autor “desconocido” de los papeles sin estar previamente identificado?, ¿han fijado algún domicilio concreto para que sea emplazado el autor “desconocido”?. Estos, y muchos interrogantes más, sumen al partido del gobierno en dudas sobre su credibilidad y mínima decencia, y convierten a sus dirigentes en incompetentes, ineptos e inútiles para gobernar este país.
Le auguro un corto recorrido a esta demanda, ya que aunque fuese inicialmente admitida su tramitación, como ocurre en las demandas civiles que cumplen los requisitos formales, quedaría suspendida de inmediato hasta tanto se resuelva el procedimiento abierto por el juez Ruz, en el que se relaciona la supuesta contabilidad B con la trama Gürtel, y se dicte resolución definitiva en dicha causa penal, dado que es preciso primero identificar plenamente al autor de los papeles y conocer si es auténtico su contenido. Hasta el leguleyo más básico conoce que esto es así, y deberían saberlo los asesores jurídicos del PP.
Los populares, para ocultar sus obscenidades, siempre han contado con el silencio de quienes las conocen, o con sembrar dudas sobre su veracidad. Pero ahora se encuentran en un escenario distinto, dado que todo aquello de lo que ha dado fe un notario es irrefutable. Y, al margen de la situación laboral de Luis Bárcenas, nos quedan por despejar dos dudas de las que pronto tendremos respuesta: saber si el contenido de la “contabilidad analítica” de Luís Bárcenas, depositada ante Notario, coincide o no con los papeles publicados por El País; y conocer en qué fecha le fueron revocados los poderes otorgados por el PP, lo que siempre tiene lugar, incluso antes del despido, desde el momento en que se pierde la confianza en el apoderado.
Por cierto, de las consecuencias que se deriven del descubrimiento sin género de dudas de la corrupción masiva del PP, que irremediablemente les conducirá a la retirada en bloque de la vida política de todos sus dirigentes, no se salva nadie, ni siquiera los que tienen las manos limpias, ya que sus cerebros no lo están desde el momento en que han conocido, consentido y ocultado los casos de corrupción de sus compañeros de partido. Quien vive en la cueva de Alí Babá no puede alejar desconocimiento de lo que allí sucede, y se convierte de forma automática en cómplice o encubridor de la inmoralidad.
Fernando de Silva es abogado y autor del blog SInLaVeniA
Maldito el día en el que la dirección del diario El País tuvo la genial ocurrencia de publicar su contabilidad B, se dicen entre sí a diario los dirigentes del Partido Popular. Hasta entonces habían obtenido unos jugosos réditos electorales con el uso de sus argumentarios (utilizar frases cortas y directas que, repetidas hasta la saciedad, convierten las mentiras en medias verdades), sus silencios prolongados (dejar que se pudran sus problemas hasta que se diluyan y se olviden con el paso del tiempo), y la utilización de los eufemismos (no llamar a las cosas por su nombre). Pero desde el día 31 de enero todo ha cambiado, y esta fecha dramática, que les ha cogido con el pie cambiado, se ha convertido en la frontera entre un antes y un después y, por no saber, han sido incapaces de dar una respuesta “coherente” a un problema que huele muy mal y está a punto de engullirles en el basurero de la corrupción. Se les han acabo los eufemismos, los silencios les ridiculizan y los argumentarios se han convertido en un discurso inconexo, incoherente, deslavazado, grotesto y hasta irrisorio; eso sí, el papel de bufones lo interpretan con magistral maestría.
Nos prometieron una auditoría externa de sus cuentas, que ahora dicen no han podido encargar, a pesar de que para realizarla se han ofrecido gratuitamente los mismísimos técnicos de Hacienda de Montoro; ni tan siquiera conocemos el contenido de su auditoría interna, que han disfrazado con frases plagadas letras, pero sin números; y las querellas frente a “todos” se han convertido en una demanda en defensa del honor perdido, mal estructurada y peor planteada, que está condenada a ser íntegramente desestimada, si es que algún día llega a ser admitida a trámite.
Reconozco que los dirigentes del PP aún no han perdido del todo el sentido del ridículo, y de ahí que no hayan difundido su contenido; pero leyendo entre líneas lo que han dicho sobre ella, me surgen una serie de preguntas: ¿Tiene un partido derecho a defender su honor cuando ha mancillado el de todos españoles con sus mentiras?, ¿es posible demandar a Luis Bárcenas cuando éste ha negado su autoría?, ¿demandar a Luis el “cabrón” no lleva implícita la admisión de su autoría, que ellos mismos habían negado?, ¿es admisible demandar al autor “desconocido” de los papeles sin estar previamente identificado?, ¿han fijado algún domicilio concreto para que sea emplazado el autor “desconocido”?. Estos, y muchos interrogantes más, sumen al partido del gobierno en dudas sobre su credibilidad y mínima decencia, y convierten a sus dirigentes en incompetentes, ineptos e inútiles para gobernar este país.
Le auguro un corto recorrido a esta demanda, ya que aunque fuese inicialmente admitida su tramitación, como ocurre en las demandas civiles que cumplen los requisitos formales, quedaría suspendida de inmediato hasta tanto se resuelva el procedimiento abierto por el juez Ruz, en el que se relaciona la supuesta contabilidad B con la trama Gürtel, y se dicte resolución definitiva en dicha causa penal, dado que es preciso primero identificar plenamente al autor de los papeles y conocer si es auténtico su contenido. Hasta el leguleyo más básico conoce que esto es así, y deberían saberlo los asesores jurídicos del PP.
Los populares, para ocultar sus obscenidades, siempre han contado con el silencio de quienes las conocen, o con sembrar dudas sobre su veracidad. Pero ahora se encuentran en un escenario distinto, dado que todo aquello de lo que ha dado fe un notario es irrefutable. Y, al margen de la situación laboral de Luis Bárcenas, nos quedan por despejar dos dudas de las que pronto tendremos respuesta: saber si el contenido de la “contabilidad analítica” de Luís Bárcenas, depositada ante Notario, coincide o no con los papeles publicados por El País; y conocer en qué fecha le fueron revocados los poderes otorgados por el PP, lo que siempre tiene lugar, incluso antes del despido, desde el momento en que se pierde la confianza en el apoderado.
Por cierto, de las consecuencias que se deriven del descubrimiento sin género de dudas de la corrupción masiva del PP, que irremediablemente les conducirá a la retirada en bloque de la vida política de todos sus dirigentes, no se salva nadie, ni siquiera los que tienen las manos limpias, ya que sus cerebros no lo están desde el momento en que han conocido, consentido y ocultado los casos de corrupción de sus compañeros de partido. Quien vive en la cueva de Alí Babá no puede alejar desconocimiento de lo que allí sucede, y se convierte de forma automática en cómplice o encubridor de la inmoralidad.
Fernando de Silva es abogado y autor del blog SInLaVeniA