Jorge Moruno
“Los príncipes no sólo rompen las promesas forzadas en cuanto deja de ejercerse la fuerza, sino que tampoco observan las demás promesas cuando desaparecen las causas que les empujaron a hacerlas”. Maquiavelo
Se le suele criticar al gobierno que utiliza constantemente eufemismos para dulcificar lo que realmente quiere hacer y decir, consiguiendo que el impacto en el corazón de la ciudadanía sea menor. Creo que las reformas más que recortar transforman. Recortar significa quitar de algo que se encuentra en un mismo plano, recortar viene a ser lo mismo pero con menos presupuesto y con el acceso más limitado. En cualquier caso, seguimos hablando de una misma realidad pero recortada. Esta lectura muestra el punto negativo de un acto, pero no detecta la función en positivo que supone toda la vasta transformación en el orden de las cosas existentes. Pensar en recortes es pensar en la posibilidad de una vuelta atrás a la normalidad conocida: se recorta o se aumenta pero siempre el péndulo gira en torno al mismo eje.
Las reformas que transforman levantan el ancla y sientan las bases, para una mutación sustancial de los pilares que sostienen nuestro concepto de normalidad. Saldremos de ésta, estamos en un bache, con la que está cayendo y un largo etcétera de chascarrillos que siempre esconden la inocencia de no querer ver que nos encontramos en medio de la transición a un pasaje distinto del capitalismo. Lo que sucede con las pensiones, la educación, la sanidad, la reforma laboral, no se debe a una cuestión de contabilidad, de tanto tienes y tanto gastas. Son en realidad muestras de una misma operación jurídica, ideológica, social y psicológica, que de ninguna manera tiene como objetivo volver atrás cuando se tenga la ocasión, al contrario, busca imponer una cosmovisión y una normalidad totalmente distinta. Partiendo de la destrucción de los derechos se perfila un nuevo modelo de hombre y mujer, que se construye acorde a los tiempos acelerados impuestos por el régimen de las finanzas.
Naturalizar la culpa del fracaso y la pobreza, amplificar la búsqueda de competencia y del éxito, precisa también de un cambio radical en la forma y la función que cumple la maquinaria estatal: se vacía de un tipo de características y se llena con otras de orden diferente. Todas las instituciones trabajan en facilitar el traspaso de la riqueza colectiva, ya sea pública como las pensiones o común como las costas, a manos de la especulación financiera bajo el imperativo de sacar unas cuentas que lejos de ser técnicas, destilan ideología por todos los poros.
En esta tesitura apelar al consenso, a la posibilidad de negociar algo no solo resulta imposible, también es hacer el ridículo hasta límites insospechados. Son como los vagabundos que se pasan día y noche esperando a que llegue un tal Godot, pero eso nunca sucede ni va a suceder. En lugar de sentarse en las mesas de expertos para legitimar las barbaridades del gobierno creyendo que existe algo llamado pacto social, deberían estar organizando comedores populares en las plazas de cada ciudad y llamando a la desobediencia masiva. Hasta ahora todo va bien parecen pensar algunos; pero todos sabemos que lo importante no es la caída, sino el aterrizaje.
“Los príncipes no sólo rompen las promesas forzadas en cuanto deja de ejercerse la fuerza, sino que tampoco observan las demás promesas cuando desaparecen las causas que les empujaron a hacerlas”. Maquiavelo
Se le suele criticar al gobierno que utiliza constantemente eufemismos para dulcificar lo que realmente quiere hacer y decir, consiguiendo que el impacto en el corazón de la ciudadanía sea menor. Creo que las reformas más que recortar transforman. Recortar significa quitar de algo que se encuentra en un mismo plano, recortar viene a ser lo mismo pero con menos presupuesto y con el acceso más limitado. En cualquier caso, seguimos hablando de una misma realidad pero recortada. Esta lectura muestra el punto negativo de un acto, pero no detecta la función en positivo que supone toda la vasta transformación en el orden de las cosas existentes. Pensar en recortes es pensar en la posibilidad de una vuelta atrás a la normalidad conocida: se recorta o se aumenta pero siempre el péndulo gira en torno al mismo eje.
Las reformas que transforman levantan el ancla y sientan las bases, para una mutación sustancial de los pilares que sostienen nuestro concepto de normalidad. Saldremos de ésta, estamos en un bache, con la que está cayendo y un largo etcétera de chascarrillos que siempre esconden la inocencia de no querer ver que nos encontramos en medio de la transición a un pasaje distinto del capitalismo. Lo que sucede con las pensiones, la educación, la sanidad, la reforma laboral, no se debe a una cuestión de contabilidad, de tanto tienes y tanto gastas. Son en realidad muestras de una misma operación jurídica, ideológica, social y psicológica, que de ninguna manera tiene como objetivo volver atrás cuando se tenga la ocasión, al contrario, busca imponer una cosmovisión y una normalidad totalmente distinta. Partiendo de la destrucción de los derechos se perfila un nuevo modelo de hombre y mujer, que se construye acorde a los tiempos acelerados impuestos por el régimen de las finanzas.
Naturalizar la culpa del fracaso y la pobreza, amplificar la búsqueda de competencia y del éxito, precisa también de un cambio radical en la forma y la función que cumple la maquinaria estatal: se vacía de un tipo de características y se llena con otras de orden diferente. Todas las instituciones trabajan en facilitar el traspaso de la riqueza colectiva, ya sea pública como las pensiones o común como las costas, a manos de la especulación financiera bajo el imperativo de sacar unas cuentas que lejos de ser técnicas, destilan ideología por todos los poros.
En esta tesitura apelar al consenso, a la posibilidad de negociar algo no solo resulta imposible, también es hacer el ridículo hasta límites insospechados. Son como los vagabundos que se pasan día y noche esperando a que llegue un tal Godot, pero eso nunca sucede ni va a suceder. En lugar de sentarse en las mesas de expertos para legitimar las barbaridades del gobierno creyendo que existe algo llamado pacto social, deberían estar organizando comedores populares en las plazas de cada ciudad y llamando a la desobediencia masiva. Hasta ahora todo va bien parecen pensar algunos; pero todos sabemos que lo importante no es la caída, sino el aterrizaje.