Arturo González
Igual que la primavera sin que se sepa cómo ha llegado, es posible que la situación económica española no empeore, merced principalmente a la influencia de las economías alemana y francesa que han mejorado de modo notable. Este ‘no empeoramiento’ se deberá también a las fuertes medidas de austeridad que nos han impuesto, y que el Gobierno y voceros esgrimirán como argumento para explicarnos que nos han evitado la ruina completa de España. Ocultando que esas medidas han sido cargadas de manera desigual, y, con arreglo a la lógica capitalista del Gobierno, las han hecho recaer básicamente en las clases más débiles y desprotegidas.
Pero lo que seguirá sin resolver será el desempleo durante bastantes años, lo que impedirá que el anunciado fin de la recesión se materialice en la disminución de españoles sin trabajo. El Gobierno ha sido incapaz de presentar un plan viable de nuevas profesiones y nuevos sistemas de trabajo, que, además, su puesta en práctica llevarían un tiempo considerable. Por tanto la angustia económica subsistirá para una parte importantísima de la población, desalentada o desesperada.
Y, lo que es triste y general, la capacidad económica del resto de españoles se verá mermada en un porcentaje sustancial y de manera casi definitiva. Es decir, seremos un 30% más pobres, o menos ricos, durante muchos, muchísimos años. Con las consecuencias añadidas de que las medidas de austeridad o castigo continuarán y los recortes en todos los ámbitos, especialmente en sanidad, educación y salarios, permanecerán. Es como si, mejor dicho, no es como si sino El Gobierno ha arrojado bloques de hormigón al mar del bienestar económico y social de los españoles, que nos impedirán faenar en él, al igual que ha el Gobierno de Gibraltar en la bahía de Algeciras.
Así, Rajoy, con la ayuda de Europa, nos habrá evitado la quiebra absoluta, pero a cambio nos habrá empobrecido con la aplicación brutal de unos bloques de hormigón sobre los más débiles. Un modo fino y astuto del capitalismo patrio. Y además convencerá al grueso de la población de que fue necesario por culpa de los socialistas, que dejaron el país en situación crítica, olvidando deliberadamente que las causas vienen de mucho antes con el endeudamiento masivo público y privado de años y que nos ha dejado en manos de los prestamistas europeos. Solo decir que si Zapatero hubiese tomado las medidas que ha tomado Rajoy se le habría acusado de gobernante terrible y nefasto. A Rajoy le cabrá el triste honor en la Historia de ser el hombre que ‘salvó’ España empobreciéndola, sobre todo a los más indefensos. El capitalismo puede estar orgulloso de su representante español.
Ah, y los bloques de hormigón lanzados en el mar de la libertad, de los derechos laborales y sociales y de la ética política son de tal consistencia que inutilizarán la pesca de la dignidad. En definitiva, un político que ha impuesto pobreza, paro y resignación. Como para sacar pecho. Pero hay Rajoy y derecha para rato. Han vencido.
Igual que la primavera sin que se sepa cómo ha llegado, es posible que la situación económica española no empeore, merced principalmente a la influencia de las economías alemana y francesa que han mejorado de modo notable. Este ‘no empeoramiento’ se deberá también a las fuertes medidas de austeridad que nos han impuesto, y que el Gobierno y voceros esgrimirán como argumento para explicarnos que nos han evitado la ruina completa de España. Ocultando que esas medidas han sido cargadas de manera desigual, y, con arreglo a la lógica capitalista del Gobierno, las han hecho recaer básicamente en las clases más débiles y desprotegidas.
Pero lo que seguirá sin resolver será el desempleo durante bastantes años, lo que impedirá que el anunciado fin de la recesión se materialice en la disminución de españoles sin trabajo. El Gobierno ha sido incapaz de presentar un plan viable de nuevas profesiones y nuevos sistemas de trabajo, que, además, su puesta en práctica llevarían un tiempo considerable. Por tanto la angustia económica subsistirá para una parte importantísima de la población, desalentada o desesperada.
Y, lo que es triste y general, la capacidad económica del resto de españoles se verá mermada en un porcentaje sustancial y de manera casi definitiva. Es decir, seremos un 30% más pobres, o menos ricos, durante muchos, muchísimos años. Con las consecuencias añadidas de que las medidas de austeridad o castigo continuarán y los recortes en todos los ámbitos, especialmente en sanidad, educación y salarios, permanecerán. Es como si, mejor dicho, no es como si sino El Gobierno ha arrojado bloques de hormigón al mar del bienestar económico y social de los españoles, que nos impedirán faenar en él, al igual que ha el Gobierno de Gibraltar en la bahía de Algeciras.
Así, Rajoy, con la ayuda de Europa, nos habrá evitado la quiebra absoluta, pero a cambio nos habrá empobrecido con la aplicación brutal de unos bloques de hormigón sobre los más débiles. Un modo fino y astuto del capitalismo patrio. Y además convencerá al grueso de la población de que fue necesario por culpa de los socialistas, que dejaron el país en situación crítica, olvidando deliberadamente que las causas vienen de mucho antes con el endeudamiento masivo público y privado de años y que nos ha dejado en manos de los prestamistas europeos. Solo decir que si Zapatero hubiese tomado las medidas que ha tomado Rajoy se le habría acusado de gobernante terrible y nefasto. A Rajoy le cabrá el triste honor en la Historia de ser el hombre que ‘salvó’ España empobreciéndola, sobre todo a los más indefensos. El capitalismo puede estar orgulloso de su representante español.
Ah, y los bloques de hormigón lanzados en el mar de la libertad, de los derechos laborales y sociales y de la ética política son de tal consistencia que inutilizarán la pesca de la dignidad. En definitiva, un político que ha impuesto pobreza, paro y resignación. Como para sacar pecho. Pero hay Rajoy y derecha para rato. Han vencido.