dimarts, 24 de setembre del 2013

EL MÓN ÉS UN MOCADOR

Sempre s’ha dit que el món és un mocador i sovint et torbes amb coneguts als llocs més insospitats, fins i tot molt lluny de casa.
Avui us explicaré una anècdota on els fet que van succeir no van ser així exactament, però el resultat final té força semblança.
Començaré pel final. No us sorprendrà si us dic que la meva afició a explicar coses em va portar a col·laborar amb la revista interna de la meva empresa: la Ventana de la Agencia.
Encara recordo que el meu primer article va tractar de la ruta pels espais de la Batalla de l’Ebre quan tot just s’acabaven d’obrir al públic gràcies al COMEBE. Per aquell temps la revista encara s’editava en paper, per tant, us estic parlant d’abans de 2007 que va ser quan es va decidir publicar-la telemàticament a la Intranet corporativa.
Des d’aquella ja llunyana col·laboració n’he fet moltes més i de temes ben diversos, encara que predominen les rutes pel nostre territori i que també es poden llegir al meu blog el Tossal dels Tres Reis.
Tot escriptor (per molt aficionat que sigui), no seria res sense els seus lectors. Afortunadament tinc companys que em segueixen i de tant en tant m’ho diuen, la qual cosa m’anima a seguir buscant nous temes que explicar.
Una d’aquestes seguidores treballa a la Delegació de Lleida i abans havia estat companya de la meva dona a la Delegació de Tarragona. De fet jo només l’he vist 2 o 3 vegades durant l’època en la qual era la cap provincial de Gestió Tributària i va venir a Tortosa de visita.
Ja havia passat la Diada quan vaig enviar el meu darrer article a la redacció de la revista. Ja feia uns mesos que un dels coordinadors de la Ventana me l’havia demanat. Tractava de la petita història de la colla castellera Xiqüelos i Xiqüeles del Delta, de recent creació. Vaig voler quedar bé amb la meva fidel seguidora i enviar-li la primícia abans de que fos publicada, acompanyada de la portada que el diari Ara va treure el dia següent de la Diada i on la colla castellera n’era protagonista.
A la seva resposta em deia que, finalment, ella no va poder participar a la Via Catalana per motius personals, però que molta gent del seu poble (Tremp -Pallars Jussà-) havia anat fins Amposta.
-Efectivament -li vaig respondre al següent correu- al meu costat n’hi havia una parella, bé, de fet ella em va dir que era de Barcelona.  
Les dades li coincidien. Amb la poca informació que li havia donat, bé podrien tractar-se d’una amics seus. Com que no me’n recordava del nom, li vaig donar les referències del lloc: davant d’una sucursal de la Caixa i molt prop d’una casa modernista (casa Fàbregues)
Al següent correu em confirmava que, efectivament, es tractava d’ells. Més tard, amb un missatge de mòbil, li feia arribar a la meva dona la foto que jo mateix els hi vaig i on va quedar registrada la seva participació a la Via Catalana.
S’explica una teoria que diu que quan es reuneix un grup d’unes 6 o 7 persones, entre el seus membres, sempre hi ha qui té coneguts en comú. Aquesta en seria una proba.
I és que no es pot sortir de casa...  

Rafa Nadal avergüenza a los políticos tras el ridículo olímpico

Día 9.9.13
 
El tenista Rafa Nadal se ha negado a utilizar un avión privado que le ponía la federación
española de tenis para disputar la Copa Davis: “Tal y como está el país no creo que
sea el momento de hacerle pagar un viaje al Estado”. Sin embargo, numerosos políticos
regresaron a España desde Argentina en el “jet” de Florentino Pérez y en el avión de
Mariano Rajoy, incluida Ana Botella, que dejó tirada a la delegación española que venía
en el más incómodo vuelo regular, también pagado con dinero público. Y es que en
Buenos Aires, independientemente del ridículo final, se vivió una larga “fiesta” con cargo
al contribuyente español: estancias en hoteles de cinco estrellas, opíparas comidas en el
Hotel Hilton y ministros, asesores, alcaldes y hasta concejales que se apuntaron a la fiesta
autoinvitándose, entre ellos incluso varios políticos de pueblos de Madrid. La conexión de
televisión falló, Ana Botella hizo sonrojar a millones de españoles con su inglés chapucero,
una pregunta sobre la destrucción de pruebas (bolsas de sangre) por orden de la jueza
Julia Patricia Santamaría que investigaba el dopaje (y no fue sancionada por el CGPJ)
aireó la situación de la justicia en España, la delegación española no prestó atención
a los discursos… Si a ello sumamos la masiva corrupción política, la ruina económica,
el paro descomunal, la falsificación de encuestas y datos que habitualmente practican
nuestras élites, el despilfarro en el gasto público frente a la extrema crueldad extractiva
hacia los ciudadanos, era previsible que la pregonada y anunciada victoria de Madrid como
sede de los Juegos Olímpicos fuera tan solo la última mentira que la clase política y
mediática española quiso hacer tragar a los ciudadanos. Y como era de esperar, cuando
se consumó la derrota, al menos dos aviones privados recogieron a políticos y empresarios
en su regreso a Madrid, mientras la delegación olímpica española se quedaba tirada en
Buenos Aires para volver en vuelo regular.
 
Los dos aviones privados que huyeron rápidamente de Buenos Aires tras la semana de
fiesta con cargo al contribuyente pero con amargo final fueron el del presidente del Real
Madrid, Florentino Pérez y el del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. En el primero
viajó el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, acusado de corrupción
por el sindicato policial SUP, que investigó una casa suya en Marbella como pago por un
cohecho, asunto también frenado en instancias judiciales. Allí tan solo pudo subir el jugador
de baloncesto Felipe Reyes.
 
Al segundo avión se encaramó Ana Botella, que tras su desastroso y cómico discurso
en Buenos Aires, dejó tirada a la delegación olímpica y regresó con los otros políticos
en su avión privado, concretamente con Mariano Rajoy, García Margallo, José Ignacio
Wert, José Manuel Soria y el jefe de la Oficina del presidente de Gobierno, Jorge Moragas.
Este avión realizó el vuelo de ida procedente de Moscú e hizo escala en Las Palmas,
donde se bajó el ministro de Economía, Luis de Guindos, que a su vez regresó a Madrid
en otro vuelo. Por contra, el tenista Rafael Nadal, en un gesto ejemplar, rechazó el
ofrecimiento de la federación española de tenis para que con dinero público viajase en
un avión privado desde Nueva York para disputar en Madrid la Copa Davis frente a Ucrania:
 “Tal y como está el país no creo que sea el momento de hacerle pagar un viaje al Estado”.
 
Rita Barberá
Y es que nuestros cargos públicos gastan a manos llenas y no pueden evitarlo. Ana Botella
fue vista en Patio Bullrich, uno de los centros comerciales más lujosos de la capital argentina,
donde tiró de tarjeta de lo lindo. La periodista Beatriz Candel, desde Buenos Aires, fue testigo
de las opíparas comidas que se dieron los políticos españoles: “el resto de la delegación de
Madrid 2020 está almorzando en una zona anexa al hotel Hilton de la capital argentina, donde
se celebra la asamblea del movimiento olímpico” o “La delegación de Madrid en Buenos
Aires se ha retirado a reponer fuerzas después de la presentación“… Otro periodista, Juan
Jiménez, tomó nota de como a nuestros políticos les gustan solo los hoteles de cinco estrellas:
mientras la delegación olímpica se alojaba en un hotel NH City Tower, otros lo hacían “en el
Hotel Hilton, donde Alejandro Blanco y Ana Botella hacen lobby noche y día” junto a Teresa
Zabell, ex-eurodiputada del PP “y Samaranch junior”, el hijo del presidente del COI que heredó
la canonjía de su padre.
 
A la “fiesta” del viaje a Argentina se apuntaron también alcaldes y concejales de las ciudades
subsedes de Madrid: Rita Barberá (Valencia) -que lo hizo en pleno proceso de imputación
por el “caso Urgangarín”-, Córdoba (José Antonio Nieto (PP), Málaga (Francisco de la Torre,
PP, con una extensa delegación), Getafe (Juan Soler, PP), así como representantes de
Barcelona, Zaragoza, Valladolid y hasta de Paracuellos del Jarama, pues se vio también a su
alcalde, Fernando Zurita (PP). En el segundo viaje a Buenos Aires, dos días antes del acto,
embarcaron en la T1 de Barajas en un vuelo de Air Europa otros 180 invitados, entre ellos la
actriz Amaia Salamanca y Javier Hidalgo, el hijo del dueño de “Air Europa”. Lo poco que le
importaba la puesta en escena a nuestros políticos y lo mucho que disfrutaron en el viaje
lo revela una anécdota: el asesor de Rajoy, Jorge Moragas, y el alcalde de Málaga, Francisco
de la Torre, no paraban de hablar a la espalda de Letizia Ortiz cuando hablaba Felipe de Borbón
en la tribuna. Esta falta de educación provocó que Letizia se girara hacia la fila trasera y con el
dedo índice de la mano derecha en los labios, les pidiera a ambos que se callasen. La
reacción de Moragas fue volver la cara hacia la princesa y devolverle un gesto similar al suyo.


 

LA FOTO CURIOSA DEL DIA 24-09-2013

Fixeu-vos bé en aquest remolc. Ja? Suposo que us en heu adonat que sé li ha posat un cep per immobilitzar-lo. 
Imagino que si s'ha fet és perquè és legal, però fins ara només tenia constància d'immobilitzacions d'altres vehicles per conduir beguts, drogats o d'altres actituds que podien posar en perill la vida dels ocupants del propi cotxe o dels altres. 
En aquest cas, la veritat, no acabo de veure el perill. No s'hagués pogut solucionar amb una multa si el conductor del cotxe que el portava no tenia els permisos del carro en regla?

¿Han muerto las ideologías?

Augusto Klappenbach
Escritor y filósofo

En 1989 Francis Fukuyama, asesor del presidente de los Estados Unidos, publicó un artículo titulado El fin de la historia que tuvo una repercusión a mi entender inexplicable, teniendo en cuenta el bajo nivel teórico de su argumentación, tomada de un Hegel mal leído. Más de diez años después insistía en la misma tesis, argumentando que los hechos no habían desmentido su hipótesis. Decía Fukuyama que estamos asistiendo “al último paso de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal como forma final de gobierno humano”, poniendo en el mismo plano la democracia, el capitalismo liberal, la economía de mercado y hasta los derechos humanos, todos ellos constitutivos del “estadio definitivo del pensamiento humano”. En adelante podrá haber nuevos acontecimientos, pero lo que se ha terminado es “la evolución del pensamiento humano”: una afirmación sin duda verdadera si se refiere a la evolución del pensamiento del propio Fukuyama, pero ridícula si pretende abarcar a la humanidad en su conjunto.
Resulta curioso que los profetas del fin de las ideologías —Fukuyama no es el único— siempre anuncien la muerte de todas ellas menos de la propia, que sigue gozando de buena salud. Al calor de este apocalipsis se acuñó la expresión “pensamiento único” para señalar el dogma neoliberal entendido no solo como un sistema económico sino como una concepción global de la vida social. Este dogma sería el único a quien se le ha concedido la inmortalidad.
Ignoro si Fukuyama sigue sosteniendo su tesis: probablemente lo haga, ateniéndose al dicho “si las teorías no coinciden con los hechos, tanto peor para los hechos”. Pero un vistazo al mundo de hoy implica un desmentido radical a esta “unidad de destino en lo universal” que proclaman los defensores del fin de las ideologías. Cada día queda más claro que la democracia y el capitalismo actual, que el autor considera como partes integrantes del estadio definitivo de la humanidad, son incompatibles entre sí. Si bien es verdad que el capitalismo nació junto con el sistema democrático de gobierno, también lo es que resulta cada vez más evidente que el supuesto gobierno del pueblo postulado por la democracia resulta ampliamente superado por grupos de presión que toman las decisiones en anónimos despachos repartidos por todo el mundo. Un ejemplo claro lo tenemos en Europa: el modesto estado de bienestar que habíamos elegido como modelo social está siendo desmontado progresivamente para sustituirlo por la gestión privada de los servicios sociales, sin que haya mediado ninguna consulta a los ciudadanos sobre el tema. La justificación de estas medidas es claramente ideológica: se apoya en una concepción de la libertad como una posesión del sujeto individual y no como el resultado de decisiones colectivas. La competencia se convierte en el eje de la organización de la sociedad y no la solidaridad entre sus miembros. La propiedad y gestión privada de los servicios se considera preferible a la gestión pública. Todo esto puede discutirse, por supuesto. Pero lo que resulta indiscutible es la imposición de este modelo a la sociedad saltándose todos los procedimientos democráticos. En esta situación, afirmar que se ha llegado al definitivo triunfo de la democracia y el capitalismo como partes integrantes de un mismo paradigma resulta por lo menos insólito y en cualquier caso una opinión claramente ideológica.
Se suele aducir que no existe otro modelo alternativo. Según los que proclaman el fin de las ideologías las leyes del capitalismo son tan indiscutibles como las leyes de la naturaleza y el fracaso de las políticas colectivistas de la Europa del Este constituiría la demostración de ese dogma. Pero si de fracasos se trata, habría de contabilizar los innumerables fracasos de la historia del capitalismo: si aceptamos que el éxito de un sistema económico se mide por su capacidad para satisfacer al menos las necesidades básicas de la población, hay que recordar que en este momento menos de una cuarta parte de la población mundial tiene acceso a lo que hoy consideramos derechos fundamentales de bienestar y que la distancia entre el minoritario mundo desarrollado y la mayoría de los habitantes de este planeta no deja de crecer, mientras millones de personas siguen muriendo de hambre cada año. Entre tanto, los activos financieros dedicados a la economía especulativa alcanzan cifras astronómicas cuya gestión escapa a cualquier control democrático y que no se invierten precisamente en responder a las necesidades reales de la gente.  Por no hablar de las periódicas crisis que azotan incluso a los países que aceptan dócilmente las recetas neoliberales. ¿Y estos fracasos, la mayoría frutos del capitalismo, no se consideran argumentos que demuestren la ineficacia de ese sistema mientras que el colapso de los modelos socialistas se supone que descalifican cualquier intento futuro de gestión democrática de la economía?
Lo que está claro es que a lo largo de la historia de la humanidad se han sucedido muchos sistemas productivos, cada uno de los cuales fue visto seguramente por sus contemporáneos como el sistema definitivo. No imagino a un señor feudal previendo la emancipación de los esclavos y la variación de las primas de riesgo. Suponer que el capitalismo liberal constituye el punto de llegada de la historia constituye la apoteosis del pensamiento ideológico antes que su superación.
Y desde otro punto de vista tampoco parece que la democracia liberal capitalista pueda arrogarse la condición de modelo final de la historia. El mundo árabe está lejos de aceptar el paradigma occidental y los intentos de establecer sociedades islámicas están proliferando en el mundo. Las luchas étnicas, las guerras entre países y las guerras civiles no muestran signos de desaparecer. China, probablemente la primera potencia mundial dentro de unos años, parece decidida a desarrollar sus propias pautas culturales, políticas y económicas. El deterioro de un planeta sobreexplotado sigue su curso. Ante este panorama ¿alguien puede atreverse a predecir o siquiera a imaginar el destino de la humanidad en los próximos siglos? Afirmar, como lo hace Fukuyama, que “la historia es direccional, progresiva y culmina en el moderno Estado liberal” constituye una muestra más de esa necesidad humana de encontrarle sentido a la historia, aunque sea a costa de fundamentalismos irracionales.
Los chimpancés no necesitan ocuparse de estas cuestiones: la madre naturaleza les regala las respuestas a estos problemas. Pero los seres humanos tenemos el costoso privilegio de inventar nuestra organización social sin que ningún “espíritu objetivo” pueda elegirla por nosotros. De ahí que las ideologías, entendidas como la manera en que una sociedad se piensa a sí misma y decide cómo quiere organizarse sean tan persistentes como nuestra propia especie.